Brianna
Con las yemas de los dedos rocé mis labios. El beso de despedida de Apolo fue feroz y urgente. Tenía sabor a miedo e incertidumbre, como si supiese que algo iba muy mal, luego de hablar con Pietro a solas. Eso me había aterrado, pero no pude hacer otra cosa más que corresponderle y rogarle al cielo que la sensación de hundimiento fuera producto de mi imaginación y no una especie de presagio.
—Él está bien —susurré para mí misma después de dar mil vueltas en la cama—. No pasa nada. Todo está bien… Pero sé que no lo está.
La preocupación era tanta, que ni siquiera podía quedarme quieta en mi lugar. No era capaz de mantener en orden el mar de emociones que llevaba dentro.
BriannaTodo mi cuerpo se estremecía con la sola idea de los posibles escenarios que me fuese a encontrar a mi esposo. Sabía que quizás se enojaría porque debía esperarlo en la casa, ante esa idea mi corazón se encogió mientras miraba las calles con la frente pegada al cristal.Quería encontrarlo sano y salvo; sin embargo, no dejaba de sentirme nerviosa y asustada. Lo único que quería en ese preciso instante, era fundirme entre sus brazos. Aferrarme a él y no soltarlo por el resto del día. Lo único que necesitaba es que todo esté bien de una vez por todas.Después de casi una hora de camino, sumido en un silencio incómodo, me estremecí cuando vi el edificio donde había vivido antes de la boba en mi campo
ApoloPietro frunció el ceño mientras guardaba el teléfono, y aunque no lo había mencionado en voz alta, sabia que se sentía tan impaciente como yo. El fuerte olor a levadura flotaba en el aire desde la gran fábrica de cerveza a pocas cuadras de distancia. Permanecíamos en las sombras. Agazapados en la entrada de un edificio de apartamentos en ruinas al otro lado de la calle, donde vivía la amante de Frank Madonia, la mano derecha de Vito.Había entrado en el edificio hacía casi dos horas para su revolcón religioso de tres veces por semana, era el momento para que otro hombre responsable de la muerte de Don Doménico saliera y recibiera su merecido.Le esperaba un destino menos amable que el del
BriannaEl automóvil se detuvo en una de las calles que rodeaba la finca.—¿Estás segura de poder hacerlo?—Dime la verdad, Ciro…—Tomé su tensa mano con la mía y pronto se fue relajando, —yo confié en ti, así que no me mientas también tú… ¿Lo que contiene esa carpeta puede perjudicar a Apolo?—Vas a seguir protegiéndolo, ¿aún después de lo que te he contado? —Se soltó bruscamente —es el colmo, realmente creí que eras una chica más lista. No puedo suponer que después de haberte contado que todo fue una actuación histriónica de él, que lo único que hacía era utilizarte para sus
BriannaTomé la primera cartera, la abrí y encontré un carnet de conducir de Londres a nombre de alguien llamado Santino Esposito. Sin embargo, el hombre de la foto es definitivamente Apolo.Las tarjetas de los demás apartados de la cartera no eran tarjetas de crédito. Eran licencias de otros países o estados con diferentes nombres y direcciones falsas, pero todas tenían diferentes fotos de él con diferentes vestuarios.Una de las carpetas de Manila estaba llena de fotos de Apolo, con su tío, con Pietro y otro hombre que no reconocía. Son fotos descoloridas del pasado, hechas mucho antes de que nos conociéramos, mucho antes de que me mintiera y me dijera que él no quería ser como fue su tío, que deseaba so
BriannaSe trataba de esos momentos donde es ahora o nunca. Luego de ver todo el despliegue que se había ejecutado en mi honor, no me cabía la menor duda de que iban a matarme, y me habían tenido con los ojos vendados todo el rato, pero ahora podía ver la luz. Ver todas aquellas identificaciones falsas, el armamento, y la hoja donde se veía claramente que me habían estado vigilando me hizo ver muy a mi pesar que Apolo formaba parte de ese ecosistema subterráneo, y yo no quería ser parte de esa cadena alimenticia donde era una presa fácil.Me temblaban los dedos cuando encendí el móvil que me había dado Ludovico y me temblaron aún más cuando vi que solo le quedaba el veinte porciento de batería. Presioné el icono verde y acerqué
BriannaMe sostuvo la mirada durante unos segundos que me parecieron una eternidad. Ninguno de los dos se atrevía a mover un músculo, calculando cada movimiento de su oponente, buscando el momento adecuado para actuar.—Si supieras lo jodidamente irónicas que son tus palabras… Todo lo que eres, eso tiene mucho sentido. Todo lo que eres es mucho más de lo que apostaría un jugador veterano. —Desvío su mirada hacia mi mano, donde por fin había presionado el icono de la llamada, dispuesta a hacer algo, pero se quedó quieto. Ni siquiera se molestó en intentar quitarme el móvil.La línea del teléfono sonó, aparecieron unos ruidos de estática, y luego estableció conexión.P
BriannaTodo fue muy rápido, una bala silbó en el aire y apenas si le dio tiempo a Apolo a abrazarme y lanzarme sobre los arbustos antes que la bala pasase sobre nosotros en cámara lenta, mientras yo era disparada hacia adelante y me estrellaba contra el piso con un ruido seco. Cuando tomé noción de lo que ocurría entendí que la distancia que había volado no había sido tanta, aunque el impacto si muy fuerte y dolía como la put@ madre. Solo podía escuchar el grito sordo que se había escapado de mis labios cuando entendí que Ludovico había tirado a matar. Mi esposo ni siquiera se molestó en gritar o realizar algún sonido con la eficiencia característica de él, se levantó de un salto y sacó una pistola por debajo de la chaqueta, justo cuando la bala impacto
BriannaAhora lo entendía, era este tipo de peligro que había llevado a mamá a escondernos, estar lo más lejos de este horrible mundo.Mi corazón dio un vuelco y se inundó de miedo y desesperación por el hombre que se levantaba en aquel momento a los tumbos.―Ah, Apolo, despertaste justo a tiempo para ver el espectáculo. Estoy seguro de que no lo viste venir, es toda una Bellomo después de todo. Me acaba de dar las buenas nuevas, robo los archivos de las rutas del armamento. ¿Qué dices de eso?―Déjala ir Carlo, yo soy al que quieres.―En realidad no es a ti a quien quiero justo ahora… No te ofendas, pero tu e