Brianna
Ahora lo entendía, era este tipo de peligro que había llevado a mamá a escondernos, estar lo más lejos de este horrible mundo.
Mi corazón dio un vuelco y se inundó de miedo y desesperación por el hombre que se levantaba en aquel momento a los tumbos.
―Ah, Apolo, despertaste justo a tiempo para ver el espectáculo. Estoy seguro de que no lo viste venir, es toda una Bellomo después de todo. Me acaba de dar las buenas nuevas, robo los archivos de las rutas del armamento. ¿Qué dices de eso?
―Déjala ir Carlo, yo soy al que quieres.
―En realidad no es a ti a quien quiero justo ahora… No te ofendas, pero tu e
BriannaPietro intentó convencerme de que fuese a dormir a un lugar seguro, cercano que habían dispuesto para mí, pero me negué de redondo, deseaba estar allí por si llegaba a despertar, por lo que después de mucho insistir decidió darse por vencido y dejarme quedarme allí. Finalmente, me acosté en la cama en una habitación vacía que me ofrecieron amablemente, pero me era casi imposible conciliar el sueño con dos hombres en la habitación conmigo y uno fuera. No me permitían ni siquiera ir al baño sola y no se alejaban más de un metro. Por lo que gran parte de la noche me la pasé mirando por la ventana. Pensando en todo lo ocurrido, en Ludovico, y la forma en que lo sacrificó todo por mí al final. Le disparó a Carlo. Arriesgando su propia vida, salvando la mía. Todos los recuerdos de ese
BriannaApolo salió ocho días después, y lo llevamos a una casa alejada en las afuera de Daimon con un pequeño ejército privado rodeando la casa y los alrededores, ya dentro de la casa siempre encontrabas una sombra silenciosa observando en cada rincón. De no ser por la falta de privacidad, podía decir que era una casa preciosa, por las mañanas lo primero que veíamos al despertar era la vista de un lago cercano y por las noches no se escuchaba otra cosa que el canto de los grillos.Sentía una extraña mezcla de sensaciones, por un lado, no podía parar de pensar en por qué las noticias no decían nada de Ludovico, me sentía terriblemente culpable a pesar de lo que Apolo dijese. Por otro, estaba radiante por estar por fin en casa con Apolo, aunque aún estaba de cierto modo conval
BriannaBriannaEra nuestra primera discusión desde que había sido dado de alta y odiaba que me arrastrase fuera como a una niña berrinchuda que necesitaba ser calmada. Después de desayunar me comunico que al día siguiente volvería a Daimon para atender los negocios. Y claro que yo me había puesto más que furiosa, corría, peligro, real. Probablemente, después de negarse a cumplir con su promesa de asesinarme y destruir finalmente a Vito en cada esquina había un Cavalli furioso y un Bellomo deseando cobrar venganza por lo de Carlo.Salimos al jardín por la puerta que daba a la parte trasera. Pietro habían dejado el patio delantero en su estado original de abandono con el fin de no levantar sospechas, evitando así la mirada de los curiosos,
BriannaMe acerqué a la ventana abrigándome con los brazos para protegerme del frío, a esa hora de la noche en la casa la temperatura era bastante baja, por lo que me arrepentí de no haber sacado una manta. Los campos estaban tan tranquilos como los árboles, las aguas del lago a lo lejos parecía una pátina inmóvil bajo la luz de la luna. Todo era tan tranquilo y silencioso a esa hora de la noche. Aun sabiendo que ahí estaban los guardias de Apolo vigilando, actuaban como verdaderas sombras silenciosas, perdiéndose en la oscuridad.Nunca antes había tenido problemas para dormir, incluso mamá bromeaba diciendo que podía dormirme donde sea y era verdad, así era, pero últimamente no podía pegar un ojo sin importar lo cómoda que era la cama. BriannaSolo llevaba puestos unos calzoncillos y un colgante de oro con sus iniciales, y estaba sudando bajo el aire frío que entraba por la ventana, juraba que la había cerrado, aunque era posible que él la hubiese abierto dormido. Trataba de respirar correctamente, sacudiéndose y girando como si estuviera sufriendo un ataque mortal. Nunca lo había visto tener ese tipo de episodio, aunque era verdad que tampoco estaba segura de haberlo visto dormir demasiado, cuando yo despertaba entre sus brazos, él ya estaba con los ojos abiertos, mirándome o contemplando un punto fijo.Cuando no dormiamos juntos, el aparecia en ocaciones en mi cama, entonces era posible que fuese sonambulo.Por fin, forcé a mis pies a moverse, me incliné sobre él, para tomarlo por los hombros y sacudirlo con fuerza.La Rana y el Escorpión (Parte dos)
Hola amigos!! ¿Cómo están? Espero que les este gustando la historia, faltan muy pocos capítulos para llegar al final y despedirnos de Brianna y Apolo, dos personajes que quiero muchísimo y sé que muchos de ustedes recibieron con mucho cariño. Queria agradecerles por estar, pero también aprovechar a invitarlos a Pasar por mi nueva historia "Un Bebé para Mr. Sheffield", si leíste y te gustó Mr. Wentworth, creo que te gustará mucho. LEAH Y Frederick llegarón con una historia repleta de enredos, romance y momentos bonitos...Mil gracias por regalarme su tiempo y leer esta historia , los llevó siempre en mi corazón...
ApoloBrianna bajó por las escaleras casi corriendo cuando me vio sentado en el sofá leyendo tranquilamente mientras ella terminaba de ducharse, sola para mi pesar, no porque no hubiese deseado unírmele, la tentación había sido grande, pero intentaba darle su espacio. No quería ser osco y primitivo como entendía que podía ser. Al comienzo creí que el deseo que me consumía por ella se evaporaría lentamente, que pasado un tiempo podría dejar de pensar únicamente en ella. Pero nunca ocurrió, como una tortuosa adicción, cada día sentía que dependía más de ella.Siempre me había gustado el sexo, aunque esto era diferente, era como si su cuerpo hubiese sido moldeado para el mío. Era casi tan necesario como el aire que respiraba. Simplemente, bastaba que me mirase para que mi entrepierna se apretara ansiosa.—¡Di
ApoloEl agua salió disparada al aire por su nariz.—¿Qué?—Ya me has oído. —Le rodeé la cintura con los brazos—. No me quejo, solo quiero saber, no lo sé, ¿eso es normal? ¿Está todo bien o quieres decirme algo?—¡Oh, Dios mío! No paras jamás, eso es lo más personal que…—No trates de cambiar de tema. Estoy esperando…—¡No me puedo creer que me preguntes sobre la menstruación! ¿Acaso no te queda ni una pizca de vergüenza? ¡No fue suficiente cuando me avergonzaste hace unos meses! ¿Por qué tienes la necesidad de controlar absolutamente todo?—Brianna…—Agg… —Negó con la cabeza—. Está bien, está bien… Es probable que sea por el estrés, ocurrie