Romeo y Julieta

Apolo

Brianna se veía preciosa en ese vestido entallado que acentuaba sus curvas y acariciaba con delicadeza cada centímetro. Me detuve en el umbral de la puerta y observé conteniendo la respiración. Era tan hermosa que cada segundo con ella sin poder tocarla era una terrible tortura.

Ella se miraba con el ceño fruncido, como buscando las pequeñas imperfecciones con hastío, sabía que se esforzaba tremendamente por encajar. Aunque la realidad era que lo que más me gustaba de ella era eso que no encajaba en absoluto en un mundo donde las mujeres que me rodeaban eran malcriadas y pretensiosas. Incluso Geraldine, ahora lo veía. Sin embargo, Brianna era como un ángel dentro de aquel caos, sangre pura que atraía a todos los hombres que como yo solo conocíamos la oscuridad.

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