Emocionada, después de las ovaciones de los presentes, en su mayoría habitantes de la isla caribeña, bajé del escenario, deparando en Rosa, quien aplaudía contenta, parada frente a la puerta principal del salón. - ¡Viniste! - exclamé feliz. - No podía perderme el evento - y riendo agregó - soy la protagonista de la historia. - Cierto - respondí feliz por su presencia -.esto significa mucho para mí. De repente, una extraña visión nubló mis ojos y mis pensamientos, borrándome la sonrisa de mi cara, seguí con la vista su recorrido, se veía diferente, tan rubia, con el cabello más corto, pero era ella, estaba segura. - ¿Qué pasa? - preguntó Jerry, quien ya se encontraba a mi lado, debido a su capacidad para percibir mis emociones. Lo miré con una expresión de horror en mi semblante. - ¿Qué pasa? - volvió a preguntar. - Isabel - balbuceé. - ¿Qué? ¿Dónde? - interrogó mirando hacia todos los rincones del sitio. - Detrás de aquella columna - dije señalando desesperada -
Tener la certeza de que la asesina, obsesionada conmigo, estaba viva era agobiante y, al escuchar las palabras del detective, experimenté deseos imperiosos de esconderme y enajenarme, pero mi vida no podía limitarse únicamente a mantener un orden defensivo, dependiendo de las acciones ofensivas de mi adversaria. - ¿Cómo consiguió actuar con tanta rapidez? - preguntó Jerry desconcertado. - No lo sé - respondió Andy - alguien debe de haberla ayudado, porque evidentemente estaba herida. Después de un molesto silencio de algunos minutos que nos sirvieron para la reflexión por ambas partes, agregó: - Yo no... tengo nada que ver con eso. Yo también pensé que estaba muerta, pero... investigaré, se los prometo - dijo y culminó la llamada. Estaba agotada física y mentalmente. El viaje había maltratado mi cuerpo y la terrible noticia castigó mi cerebro, alterando mis pensamientos. Me levanté del sillón dirigiéndome a Jerry. - ¿Qué piensas? ¿Crees que él ha tenido que ver con esto?
Allí, sentada en el sillón de la habitación, no podía apartar mi turbación. No eran los estúpidos prejuicios los que me alteraban, sino el desconcierto y el no saber cómo reaccionarían los demás familiares ante la situación. - Elizabet - dijo Nelinda en un tono apenas superior a un susurro - solo pasó, tenemos tanta conexión que, sin saberlo, una cosa dio lugar a la otra. Su mirada suplicante me generó un cúmulo de sentimientos, ternura, comprensión y aceptación. - Yo no tengo nada en contra de su relación, de hecho me alegro de que sean felices juntas, pero en algún momento deben decirle a la familia. - Lo sabemos – dijo Alissa - pero no podemos precisar cómo reaccionarán con esto, no queremos desencantarlos. - Miren - dije levantándome del asiento, pero aún con los nervios a flor de piel - estoy abrumada por el impacto, pero no desencantada, ustedes siguen siendo mis adolescentes, intranquilas, intrépidas e inteligentes. Sonrieron complacidas y con mayor confianza. Ambas
El silencio dominaba en el recinto. La conmoción y expectación era general. Quise acercarme, pero ella me ignoró, respiró profundo, intentando fortalecerse antes de hablar. - Yo... aprovechando esta reunión familiar y amistosa quisiera hacer un anuncio, tengo una relación con alguien - dijo - es otra chica. Algunos susurros interrumpieron las declaraciones de mi cuñada, mientras Amara y Jerry, sorprendidos, no se atrevían a pronunciar palabras. - ¿Qué dices? - preguntó finalmente mi suegra - estás confundida. - No, no lo estoy, estoy enamorada. En ese momento admiré su valentía, había alzado su voz para defender a ese amor. La vista la posé en Alissa, quien se había mantenido callada, a pesar del caos reinante. - ¿No quieren saber quién es mi pareja? - Basta - dijo en un tono fuerte Jerry - pareces disfrutar de todo esto. - No, no lo disfruto, tú no sabes cuánto trabajo me ha costado decirlo, pero el amor no es motivo de vergüenza. Los comentarios en la sala se escuc
- ¿Por qué te rehúsas a hablar conmigo? - preguntó mi guardián con exasperación - en algunas horas nos casamos y tengo que... - se arrodilla con la mirada cristalizada - yo te amo y claro que quiero casarme contigo, perdóname. - ¿Hablaste con Nelinda? - asintió con un ligero movimiento de cabeza - ¿Cómo quedó todo? - Si ella es feliz, yo no tengo objeción. Lo abracé fuerte, aferrándome a su cuerpo. Quería sentir su calor y perderme en aquellas caricias que tanta calma me brindaban. - Tienes que prepararte, mi madre y Nelinda te esperan en la habitación del hotel, junto a las estilistas, yo quiero que estés radiante - dijo besando mis labios con intensidad, sellando la reconciliación. - Si no teníamos contratiempos, todo sería un fracaso al final - dije sonriendo - siempre nuestras acciones tienen obstáculos y, aunque después lo logramos, tenemos que luchar para obtenerlo - afirmó con la cabeza - su expresión era risueña y auténtica. - Pero siempre lo logramos - dijo - apúr
Caminaba por senderos luminosos, casi podía tocar la naturaleza exuberante del lugar. Sentí una paz nunca antes experimentada. Era feliz, lejos del dolor y los sufrimientos. No deseaba regresar, aún no... Quería recuperar energías en aquel remanso de paz. - ¿Elizabet? - escuché a lo lejos y la sensación de plenitud se instaló en mi alma. Era mi madre y corrí a su encuentro emocionada, sin embargo, a pesar del esfuerzo y el deseo de acercarme no lograba hacerlo. El camino se iba haciendo más angosto e intrincado y la distancia mayor a cada paso. - No puedes tocarme, mi vida, no estás muerta y debes volver, todavía necesitas cumplir tus sueños. De repente el escenario cambió, ya no me encontraba en aquel lugar acogedor, la frialdad e impersonalidad del centro médico me hicieron apreciar mi realidad. Los aparatos extraños y molestos me provocaban una sensación de agonía. ¿Por qué no podía disfrutar feliz de mi vida? ¿Hasta cuándo el destino se enseñaría conmigo? Con los ojos entr
Las náuseas me mantenían sentada en el piso del cuarto de aseo. Mi cuerpo experimentaba un malestar general, pero la dicha me hacía sonreír bobamente ante la posibilidad de un bebé. - ¿Te sientes mejor? - preguntó mi esposo, acariciándome el cabello. - Sí - dije moviendo la cabeza - al menos las náuseas se habían calmado - vamos al comedor, deben estar preocupados. Jerry apareció en la estancia, acompañándome con una sonrisa sospechosa en los labios Quería ser padre nuevamente y ante mis palabras y las molestias, reaccionó con una certeza palpable. - ¿Qué pasó mi vida? - preguntó James preocupado. - Creo que vas a ser abuelo, padre - pronuncié en voz baja - tengo casi la certeza de estar embarazada. James se paró de la silla emocionado y me abrazó. A él le siguieron familiares felices, incluyendo mi hermana y padre biológico. - Después de lo que has pasado - me dijo Amara - te mereces esta bendición, mi amor - y con una sonrisa radiante agregó - voy a ser abuela nueva
La atractiva rubia me miró con desdén, tratando de amedrentarme. Intentó hacernos caer en su mismo juego, pero fue incapaz de mostrar ni inteligencia, ni astucia en la batalla. Conociendo sus trampas, decidí que firmara aquel papel que me brindaba una paz y firmeza a la que no estaba dispuesta a renunciar. Había adoptado legalmente a Adrián y ante la irreversibilidad del proceso, ya no podría hacer nada. - Tengo que irme - dijo - y necesito dinero. - ¿Estafaste a tu esposo? - preguntó Jerry frustrado, porque no entiendo el afán. - No, tengo problemas - expresó. Estaba agobiada con su conversación. Quería descansar, por lo que, con tono frío, dije: - Yo no soy un banco y tus problemas no me interesan - entré seguida de Jerry, dejándola sola, con sus frustraciones e impotencia. - ¿Qué quería mi mamá? - preguntó el pequeño al verme pasar el umbral de la vivienda. - Conversar temas de adultos, mi amor - le dije acariciando su mejilla. Entré a la habitación y me dejé cae