El silencio dominaba en el recinto. La conmoción y expectación era general. Quise acercarme, pero ella me ignoró, respiró profundo, intentando fortalecerse antes de hablar. - Yo... aprovechando esta reunión familiar y amistosa quisiera hacer un anuncio, tengo una relación con alguien - dijo - es otra chica. Algunos susurros interrumpieron las declaraciones de mi cuñada, mientras Amara y Jerry, sorprendidos, no se atrevían a pronunciar palabras. - ¿Qué dices? - preguntó finalmente mi suegra - estás confundida. - No, no lo estoy, estoy enamorada. En ese momento admiré su valentía, había alzado su voz para defender a ese amor. La vista la posé en Alissa, quien se había mantenido callada, a pesar del caos reinante. - ¿No quieren saber quién es mi pareja? - Basta - dijo en un tono fuerte Jerry - pareces disfrutar de todo esto. - No, no lo disfruto, tú no sabes cuánto trabajo me ha costado decirlo, pero el amor no es motivo de vergüenza. Los comentarios en la sala se escuc
- ¿Por qué te rehúsas a hablar conmigo? - preguntó mi guardián con exasperación - en algunas horas nos casamos y tengo que... - se arrodilla con la mirada cristalizada - yo te amo y claro que quiero casarme contigo, perdóname. - ¿Hablaste con Nelinda? - asintió con un ligero movimiento de cabeza - ¿Cómo quedó todo? - Si ella es feliz, yo no tengo objeción. Lo abracé fuerte, aferrándome a su cuerpo. Quería sentir su calor y perderme en aquellas caricias que tanta calma me brindaban. - Tienes que prepararte, mi madre y Nelinda te esperan en la habitación del hotel, junto a las estilistas, yo quiero que estés radiante - dijo besando mis labios con intensidad, sellando la reconciliación. - Si no teníamos contratiempos, todo sería un fracaso al final - dije sonriendo - siempre nuestras acciones tienen obstáculos y, aunque después lo logramos, tenemos que luchar para obtenerlo - afirmó con la cabeza - su expresión era risueña y auténtica. - Pero siempre lo logramos - dijo - apúr
Caminaba por senderos luminosos, casi podía tocar la naturaleza exuberante del lugar. Sentí una paz nunca antes experimentada. Era feliz, lejos del dolor y los sufrimientos. No deseaba regresar, aún no... Quería recuperar energías en aquel remanso de paz. - ¿Elizabet? - escuché a lo lejos y la sensación de plenitud se instaló en mi alma. Era mi madre y corrí a su encuentro emocionada, sin embargo, a pesar del esfuerzo y el deseo de acercarme no lograba hacerlo. El camino se iba haciendo más angosto e intrincado y la distancia mayor a cada paso. - No puedes tocarme, mi vida, no estás muerta y debes volver, todavía necesitas cumplir tus sueños. De repente el escenario cambió, ya no me encontraba en aquel lugar acogedor, la frialdad e impersonalidad del centro médico me hicieron apreciar mi realidad. Los aparatos extraños y molestos me provocaban una sensación de agonía. ¿Por qué no podía disfrutar feliz de mi vida? ¿Hasta cuándo el destino se enseñaría conmigo? Con los ojos entr
Las náuseas me mantenían sentada en el piso del cuarto de aseo. Mi cuerpo experimentaba un malestar general, pero la dicha me hacía sonreír bobamente ante la posibilidad de un bebé. - ¿Te sientes mejor? - preguntó mi esposo, acariciándome el cabello. - Sí - dije moviendo la cabeza - al menos las náuseas se habían calmado - vamos al comedor, deben estar preocupados. Jerry apareció en la estancia, acompañándome con una sonrisa sospechosa en los labios Quería ser padre nuevamente y ante mis palabras y las molestias, reaccionó con una certeza palpable. - ¿Qué pasó mi vida? - preguntó James preocupado. - Creo que vas a ser abuelo, padre - pronuncié en voz baja - tengo casi la certeza de estar embarazada. James se paró de la silla emocionado y me abrazó. A él le siguieron familiares felices, incluyendo mi hermana y padre biológico. - Después de lo que has pasado - me dijo Amara - te mereces esta bendición, mi amor - y con una sonrisa radiante agregó - voy a ser abuela nueva
La atractiva rubia me miró con desdén, tratando de amedrentarme. Intentó hacernos caer en su mismo juego, pero fue incapaz de mostrar ni inteligencia, ni astucia en la batalla. Conociendo sus trampas, decidí que firmara aquel papel que me brindaba una paz y firmeza a la que no estaba dispuesta a renunciar. Había adoptado legalmente a Adrián y ante la irreversibilidad del proceso, ya no podría hacer nada. - Tengo que irme - dijo - y necesito dinero. - ¿Estafaste a tu esposo? - preguntó Jerry frustrado, porque no entiendo el afán. - No, tengo problemas - expresó. Estaba agobiada con su conversación. Quería descansar, por lo que, con tono frío, dije: - Yo no soy un banco y tus problemas no me interesan - entré seguida de Jerry, dejándola sola, con sus frustraciones e impotencia. - ¿Qué quería mi mamá? - preguntó el pequeño al verme pasar el umbral de la vivienda. - Conversar temas de adultos, mi amor - le dije acariciando su mejilla. Entré a la habitación y me dejé cae
Escuchando su voz, sentí deseos inmensos de acabar personalmente con el poco prestigio y dignidad que le quedaba. Comprendí que existían mujeres que carecían de instinto maternal, porque están vacías por dentro. Ante el gesto de Andy, indicándome que alargara la conversación, traté de incentivarla a hablar. - ¿Qué quieres? - pregunté. Háblame sin hipocresías. - Sabes lo que quiero. - ¿Cuánto? - Cinco millones y no te molesto más. - Es increíble que no sientas ni una gota de amor por tu hijo y lo utilices como una herramienta para obtener dinero. - Sin moralismo Elizabet, que tú no puedes reclamar, cuando empezaste con Jerry aún nosotros estábamos juntos y acabaste con el hogar de mi hijo. - No es cierto - dije sin poder evitar el pinchazo de desaliento que sentía punzante y fuerte. Mis inseguridades salían a la Luz sin poderlo evitar - ya ustedes se habían dejado cuando yo... - ¡Qué ilusa! - exclamó - nunca te preguntaste a dónde iba cuando tenía un día libre en el tra
Mientras mi esposo manejaba conmigo adolorida hacia el hospital, la sensación de vacío se hacía cada vez más insoportable. - No, por favor - repetía desesperada - déjame a mi bebé, otra vez no. Lloré durante todo el viaje y Jerry se mantuvo consolándome atento. Él también se apreciaba devastado. - Casi llegamos, cálmate. Pero yo no tenía alivio para tanto sufrimiento. Cuando Jerry me sostuvo en brazos, mientras caminaba hacia urgencia, supe que debía ser fuerte ante lo que me vaticinaba el destino. El creciente sangramiento me debilitaba por segundos y apenas toqué la camilla del transporte del hospital, el desfallecimiento ocasionado por la debilidad, hizo acto de presencia de forma triunfal. - Mi amor aguanta, por favor. En un letargo agotador, pero no del todo desagradable, me mantuve, mientras los médicos luchaban por la vida de mi hijo, tratando de controlar la hemorragia. Sufría cuando escuchaba noticias desalentadoras, pero no podía moverme ni reaccionar ante lo
Tenía razón Isabel, necesitaba un cierre y solo conversando con ella, escuchando lo que tenía para decir, lo tendría. Durante algunos minutos ambas nos dejamos llevar por un silencio incómodo. De mi parte, analizando cada posibilidad, de la de ella, esperando mi respuesta. - De acuerdo - dije - dime el día y allí estaré. - El sábado tengo visita, te estaré esperando. Finalizó la llamada y mi mente no dejó de divagar. ¿Cómo pude aceptar semejante idea en mi estado? ¿Qué querrá conversar conmigo? Estaba transitando por la pendiente abrumadora de la lógica, pero sentía que, para llegar a la cima, debía acudir al llamado de mi adversaria. - ¿Qué? - preguntó horrorizado mi chico cuando le conté sobre la llamada telefónica de Isabel y mi decisión de encontrarme con ella en la prisión. - ¿Estás loca? Esa mujer es peligrosa. - Pero esta presa - dije, tratando de calmarlo. - Aún así, estás embarazada, debes cuidarte y, solo exponerte a la tensión del encuentro, podría afectarte