Sentí una oleada de satisfacción cuando el notario finalizó su intervención, ahora estaban unidos con todos los reglamentos correspondientes. James besó a Amara,de forma tierna y suave, mostrando su consideración por aquella hermosa e increíble esposa. Jerry miró a los presentes con alegría. - Que inicie la fiesta - dijo tomándome del brazo. Fue una celebración tranquila, repleta de energía positiva y promesas compartidas. Cuando todo acabó, ya en nuestra habitación, besando a mi guardián en la mejilla, expresé:- Van a ser muy felices juntos. Era una predicción que nacía desde el fondo del corazón y que mostraba esperanza y sentimientos de amor hacia la pareja. Cinco días después, a la misma hora, nos encontramos Danna, Jerry y yo, viajando hacia la isla caribeña, para participar en el evento profesional más esperado por mí. - Estoy nerviosa - dijo Danna - es mi primer viaje a Cuba. - Te va a encantar - comenté - es un país hermoso y sus habitantes son especiales. Al
Emocionada, después de las ovaciones de los presentes, en su mayoría habitantes de la isla caribeña, bajé del escenario, deparando en Rosa, quien aplaudía contenta, parada frente a la puerta principal del salón. - ¡Viniste! - exclamé feliz. - No podía perderme el evento - y riendo agregó - soy la protagonista de la historia. - Cierto - respondí feliz por su presencia -.esto significa mucho para mí. De repente, una extraña visión nubló mis ojos y mis pensamientos, borrándome la sonrisa de mi cara, seguí con la vista su recorrido, se veía diferente, tan rubia, con el cabello más corto, pero era ella, estaba segura. - ¿Qué pasa? - preguntó Jerry, quien ya se encontraba a mi lado, debido a su capacidad para percibir mis emociones. Lo miré con una expresión de horror en mi semblante. - ¿Qué pasa? - volvió a preguntar. - Isabel - balbuceé. - ¿Qué? ¿Dónde? - interrogó mirando hacia todos los rincones del sitio. - Detrás de aquella columna - dije señalando desesperada -
Tener la certeza de que la asesina, obsesionada conmigo, estaba viva era agobiante y, al escuchar las palabras del detective, experimenté deseos imperiosos de esconderme y enajenarme, pero mi vida no podía limitarse únicamente a mantener un orden defensivo, dependiendo de las acciones ofensivas de mi adversaria. - ¿Cómo consiguió actuar con tanta rapidez? - preguntó Jerry desconcertado. - No lo sé - respondió Andy - alguien debe de haberla ayudado, porque evidentemente estaba herida. Después de un molesto silencio de algunos minutos que nos sirvieron para la reflexión por ambas partes, agregó: - Yo no... tengo nada que ver con eso. Yo también pensé que estaba muerta, pero... investigaré, se los prometo - dijo y culminó la llamada. Estaba agotada física y mentalmente. El viaje había maltratado mi cuerpo y la terrible noticia castigó mi cerebro, alterando mis pensamientos. Me levanté del sillón dirigiéndome a Jerry. - ¿Qué piensas? ¿Crees que él ha tenido que ver con esto?
Allí, sentada en el sillón de la habitación, no podía apartar mi turbación. No eran los estúpidos prejuicios los que me alteraban, sino el desconcierto y el no saber cómo reaccionarían los demás familiares ante la situación. - Elizabet - dijo Nelinda en un tono apenas superior a un susurro - solo pasó, tenemos tanta conexión que, sin saberlo, una cosa dio lugar a la otra. Su mirada suplicante me generó un cúmulo de sentimientos, ternura, comprensión y aceptación. - Yo no tengo nada en contra de su relación, de hecho me alegro de que sean felices juntas, pero en algún momento deben decirle a la familia. - Lo sabemos – dijo Alissa - pero no podemos precisar cómo reaccionarán con esto, no queremos desencantarlos. - Miren - dije levantándome del asiento, pero aún con los nervios a flor de piel - estoy abrumada por el impacto, pero no desencantada, ustedes siguen siendo mis adolescentes, intranquilas, intrépidas e inteligentes. Sonrieron complacidas y con mayor confianza. Ambas
El silencio dominaba en el recinto. La conmoción y expectación era general. Quise acercarme, pero ella me ignoró, respiró profundo, intentando fortalecerse antes de hablar. - Yo... aprovechando esta reunión familiar y amistosa quisiera hacer un anuncio, tengo una relación con alguien - dijo - es otra chica. Algunos susurros interrumpieron las declaraciones de mi cuñada, mientras Amara y Jerry, sorprendidos, no se atrevían a pronunciar palabras. - ¿Qué dices? - preguntó finalmente mi suegra - estás confundida. - No, no lo estoy, estoy enamorada. En ese momento admiré su valentía, había alzado su voz para defender a ese amor. La vista la posé en Alissa, quien se había mantenido callada, a pesar del caos reinante. - ¿No quieren saber quién es mi pareja? - Basta - dijo en un tono fuerte Jerry - pareces disfrutar de todo esto. - No, no lo disfruto, tú no sabes cuánto trabajo me ha costado decirlo, pero el amor no es motivo de vergüenza. Los comentarios en la sala se escuc
- ¿Por qué te rehúsas a hablar conmigo? - preguntó mi guardián con exasperación - en algunas horas nos casamos y tengo que... - se arrodilla con la mirada cristalizada - yo te amo y claro que quiero casarme contigo, perdóname. - ¿Hablaste con Nelinda? - asintió con un ligero movimiento de cabeza - ¿Cómo quedó todo? - Si ella es feliz, yo no tengo objeción. Lo abracé fuerte, aferrándome a su cuerpo. Quería sentir su calor y perderme en aquellas caricias que tanta calma me brindaban. - Tienes que prepararte, mi madre y Nelinda te esperan en la habitación del hotel, junto a las estilistas, yo quiero que estés radiante - dijo besando mis labios con intensidad, sellando la reconciliación. - Si no teníamos contratiempos, todo sería un fracaso al final - dije sonriendo - siempre nuestras acciones tienen obstáculos y, aunque después lo logramos, tenemos que luchar para obtenerlo - afirmó con la cabeza - su expresión era risueña y auténtica. - Pero siempre lo logramos - dijo - apúr
- Llegamos señorita - avisó Jerry, con su acostumbrada seriedad, apenas estacionó frente al enorme e imponente edificio de la editorial. Bajó en silencio y rodeó, con elegantes movimientos el auto, para abrirme la puerta del asiento del copiloto. Suspiré, tratando de despojarme del miedo que invadía mi cuerpo. El corazón acelerado me recordaba constantemente que no estaba acostumbrada a socializar y que odiaba la invasión de mi espacio personal. Capté, inmediatamente, la luz emitida por una cámara fotográfica y me aterré. La noche promete, me dije internamente, tratando de reprimir el sentimiento de frustración que luchaba por salir. - ¡Buitres! – exclamé molesta, refiriéndome a los fotógrafos y reporteros que esperaban mi llegada. Caminé con pasos rápidos, aunque algo inseguros, hacia el vestíbulo de la monumental construcción. Los periodistas me acosaron, tratando de buscar un acercamiento que les permitiera interrogarme sobre el lanzamiento de mi libro. No quería hablar, por
- Tienes que venir Elizabet - me gritó la responsable de la editorial con verdadera frustración - en media hora debes firmar autógrafos. - Lo siento, yo fui muy clara con ustedes. No me gustan las personas. Yo no quiero socializar. - ¿No? - preguntó ella con ironía - ¿Cómo promocionamos tu obra? A las personas sí les gusta el contacto físico. - No me interesa, ya te lo dije - alegué desesperada y visiblemente molesta. - Mira, las cosas son así, tú tienes un contrato conmigo y, este evento, está contemplado dentro del mismo, así que, tienes veinte minutos para llegar aquí o te demando por incumplimiento - amenazó la mujer sin la más mínima gota de paciencia ni sensibilidad. Suspiré estresada. ¿No podría simplemente desaparecer? Me mudaría para un lugar solitario, donde, a los idiotas que me absorbían la sangre como sanguijuelas, les fuera imposible molestarme, pero tenía razón, el contrato contemplaba el evento. Debía ceder, al menos por esta vez. Luego pondría en su sitio a