AVRIL STEEL ¿Mi esposo? ¡¿Cuál esposo?! De pronto recordé que mi divorcio no era aún de dominio público y casi vomito ahí mismo. —Lo siento, ¿se refiere a Derek? —pregunté tragando saliva. —Sí, el señor Malone pasó por ella. ¿Todo está bien? —inquirió notando como se me fue el color de las mejillas. Sin contestar y con un fuerte dolor de estómago, regresé sobre mis pasos, directo hacia el auto, mientras tenía ganas de gritar y llorar. ¿Cómo pude olvidarme? La escuela pedía una pequeña lista de personas autorizadas que pudieran pasar por el infante a la salida, en esa lista estaba Derek, pero rara vez él pasaba por la niña. Cuando sucedió el divorcio, no me acordé de ese pequeño detalle. Tuve que hablar con la maestra antes, tuve que acudir a la dirección para borrarlo de la lista, tuve que… hacer tantas cosas que ahora no podía cambiar. Me apoyé con ambas manos sobre el cofre del auto y Damián de inmediato se acercó con el ceño fruncido y alerta, como si pensara que alguien
AVRIL STEEL —Derek está en la casa, vino con la niña… —dijo mi madre, congelándome en ese momento—. Explicó que pasó por ella a la escuela. Trajo regalos para nosotros y unas flores para ti. De hecho, te estamos esperando. —¡¿Qué?! —exclamé furiosa—. ¿Por qué lo recibieron como si…? —Avril, tu abuelo no sabe nada… —siseó en voz baja. Eso significaba que no podía hablar con libertad, de seguro Derek estaba cerca o tal vez el abuelo—. No pienso arriesgar a mi padre a un escándalo, así que no podemos sacar a Derek de la casa a patadas como de seguro te gustaría, tampoco podíamos negarle la entrada, traía a la niña, podía llevársela a cualquier lado. »Espero que no tardes en llegar y arregles esto sin que tu abuelo se infarte y sin que ese hombre se lleve a Amber. —Voy para allá. —Colgué y me asomé entre los asientos de adelante—. Damián, llévame a casa de mis padres, ahí se encuentra… él con mi hija. Por favor, necesitaré que… —No se preocupe, señora —contestó Damián haciendo rug
JOHN FOSTER —¿Por qué tantos estudios? —pregunté harto mientras me abrochaba el pantalón. De pronto Rita levantó la mirada de su tabla y cada palabra en la que había pensado se le evaporó de la cabeza al revisar mi torso desnudo—. ¿Algún problema, doctora? No pude evitar sonreír, divertido. Aunque la consideraba mi amiga, era obvio que los instintos primarios de reproducción estaban ahí y era gracioso verla con la guardia baja. Sus mejillas se enrojecieron y desvió la mirada para poder descender su temperatura. —¿Qué necesidad de llenarte de tatuajes? —preguntó torciendo los ojos como si ese fuera el problema. —¿Bromeas? Me ejercité para poder tatuarme y que me viera sexy —contesté divertido y no pude evitar verme en ese espejo de una sola vista, flexionando mi brazo para tensar los músculos y hacer que luciera mejor la tinta en mi piel. De pronto las luces de la habitación parpadearon y Rita me arrojó mi camisa. —¡Cúbrete! Estás poniendo nerviosas a las doctoras del otro lado.
AVRIL STEEL —¿Qué es lo que quieres? —pregunté en cuanto llegamos al jardín y por fin estuvimos a solas. Damián nos veía desde la ventana, esperando cualquier señal para atacar, pero, por mi abuelo, estaba dispuesta a arreglar esto de manera civilizada. —Estoy consciente de que quieres quedarte con la custodia total de Amber —dijo Derek con la mirada fija en el cielo estrellado—. ¿Creíste que no me daría cuenta? —¿Para qué quieres tener su custodia? Nunca le prestaste atención cuando estuvimos casados, no lo harás ahora que estás soltero. Sé que preferirías perder tu tiempo con mujeres de dudosa procedencia —contesté malhumorada y de brazos cruzados. Ahora que sabía donde estaba Amber me sentía fuerte. —También es mi hija —agregó molesto—. Me mentiste con respecto a la empresa, ¿piensas jugar de la misma forma con la custodia de Amber? —No te mentí… —¡¿No?! Dijiste que la empresa estaba a punto de quebrar… Ahora es una de las más importantes a nivel nacional y pronto lo será a
JOHN FOSTER —No puedo creer que estemos haciendo esto —dijo Rita acurrucada en mi sillón con una taza llena de helado—. ¿Estás de acuerdo que no podré regresar a esta hora a mi casa? —Te puedes quedar en mi cama… —contesté de inmediato. Su compañía había aliviado un poco mi dolor, pero no del todo. Aún seguía pensando en Avril y en el mensaje que me envió. ¿En verdad me había desechado de esa forma? ¿Era cierto que regresaría con su esposo? Me estaba volviendo loco. —Y… ¿Dónde dormirás tú? —preguntó Rita y noté como sus mejillas se enrojecían. —En el sofá, aunque no parezca es bastante cómodo —agregué con media sonrisa, queriendo ocultar mi melancolía. —No lo sé… Creo que después de tantos años de conocernos, no creo que haya problema si compartimos la cama. —Se levantó del sofá de un brinco y dejó la taza en la mesita auxiliar. Caminó descalza hacia la habitación y justo en la puerta se quitó la blusa, quedando en brassier y extendiendo su mano hacia mí—. ¿No vienes? —Rita…
AVRIL STEEL —Señora, no puede salir a esta hora… es peligroso, permita que la acompañe —dijo Damián andando detrás de mí. Su voz fría no sonaba preocupada, pero sabía bien que era su trabajo cuidarme. —Hoy no, por favor, necesito estar sola… —contesté antes de salir por la puerta. —Pero es de madrugada y… —¡Por favor! ¡Crecí aquí! Conozco mejor este lugar que tú —contesté furiosa—. Déjame en paz, necesito dar una vuelta sola. Además, a esta hora no hay nadie en las calles, ni los ladrones de la colonia trabajan tan temprano o tan tarde, como quieras verlo. ¡Es más! Ya puedes irte a descansar. Nos vemos mañana, llévate el auto si quieres. Terminé mi discurso cerrándole la puerta en la cara y comencé a andar. Entre más pasos me alejaba de la casa de mis padres, más miserable me sentía. Quise respirar y controlar mis emociones, quise… mantenerme fuerte. Los ojos se me llenaron de lágrimas y los puños me temblaban, sentía que a cada paso que daba, un pedazo de mí se quedaba en el ca
JOHN FOSTER Abrí los ojos y me estiré en la cama, escuchando como cada vértebra de mi espalda tronaba. Cuando giré para buscar a Avril a mi lado, no estaba. Me levanté presuroso y me quedé congelado en cuanto la encontré pegada a la ventana, viendo a través del cristal. Cuando giró hacia mí me ofreció una sonrisa escueta. Se veía mejor que el día anterior, pero aún tenía ese tinte de tristeza en su sonrisa y en su mirada taciturna. Me acerqué lentamente y acaricié sus cabellos con inmenso cariño. Como respuesta a mi contacto, se abrazó a mi torso, buscando un refugio. La estreché con firmeza y cuidado, como si estuviera hecha de cristal. —Tranquila, todo estará bien… Sabes que cuentas conmigo para lo que sea —dije dispuesto a defenderla de todo—. ¿Qué te parece si vamos por Amber y vamos a desayunar juntos? Creo que ella puede faltar a la escuela y nosotros al trabajo, solo por esta ocasión. —Pero… —Por un día no pasa nada… La empresa no se irá a la bancarrota y Amber no perde
JOHN FOSTER Después de un breve silencio de apenas un par de segundos, comencé a reír tan fuerte que todos alrededor voltearon hacia nosotros, haciendo que Avril se pusiera incómoda y avergonzada. Me dio un manotazo en el pecho para silenciarme. —¿No te lastimaste? —pregunté mientras tomaba su mano, logrando que torciera los ojos. —Presumido… No tienes pectorales de acero, ¿sabes? —contestó molesta, pero con una sonrisa disimulada. —Permíteme diferir… —agregué arrogante, posando su mano sobre mi pecho, haciendo que sus mejillas se sonrojaran. —¡John! —exclamó sorprendida antes de que tirara de ella y la sentara sobre mis piernas—. ¿Qué haces? —Te necesitaba un poco más cerca para que escuches muy bien lo que te voy a decir… —Disolví mi sonrisa antes de acariciar sus cabellos rubios—. Rita no es mi novia ni nada por el estilo. Ella solo es mi amiga y principalmente mi doctora. Cada cierto tiempo me visita para hacerme una serie de estudios y corroborar que el cáncer sigue sin ap