JOHN FOSTER —¿Por qué tantos estudios? —pregunté harto mientras me abrochaba el pantalón. De pronto Rita levantó la mirada de su tabla y cada palabra en la que había pensado se le evaporó de la cabeza al revisar mi torso desnudo—. ¿Algún problema, doctora? No pude evitar sonreír, divertido. Aunque la consideraba mi amiga, era obvio que los instintos primarios de reproducción estaban ahí y era gracioso verla con la guardia baja. Sus mejillas se enrojecieron y desvió la mirada para poder descender su temperatura. —¿Qué necesidad de llenarte de tatuajes? —preguntó torciendo los ojos como si ese fuera el problema. —¿Bromeas? Me ejercité para poder tatuarme y que me viera sexy —contesté divertido y no pude evitar verme en ese espejo de una sola vista, flexionando mi brazo para tensar los músculos y hacer que luciera mejor la tinta en mi piel. De pronto las luces de la habitación parpadearon y Rita me arrojó mi camisa. —¡Cúbrete! Estás poniendo nerviosas a las doctoras del otro lado.
AVRIL STEEL —¿Qué es lo que quieres? —pregunté en cuanto llegamos al jardín y por fin estuvimos a solas. Damián nos veía desde la ventana, esperando cualquier señal para atacar, pero, por mi abuelo, estaba dispuesta a arreglar esto de manera civilizada. —Estoy consciente de que quieres quedarte con la custodia total de Amber —dijo Derek con la mirada fija en el cielo estrellado—. ¿Creíste que no me daría cuenta? —¿Para qué quieres tener su custodia? Nunca le prestaste atención cuando estuvimos casados, no lo harás ahora que estás soltero. Sé que preferirías perder tu tiempo con mujeres de dudosa procedencia —contesté malhumorada y de brazos cruzados. Ahora que sabía donde estaba Amber me sentía fuerte. —También es mi hija —agregó molesto—. Me mentiste con respecto a la empresa, ¿piensas jugar de la misma forma con la custodia de Amber? —No te mentí… —¡¿No?! Dijiste que la empresa estaba a punto de quebrar… Ahora es una de las más importantes a nivel nacional y pronto lo será a
JOHN FOSTER —No puedo creer que estemos haciendo esto —dijo Rita acurrucada en mi sillón con una taza llena de helado—. ¿Estás de acuerdo que no podré regresar a esta hora a mi casa? —Te puedes quedar en mi cama… —contesté de inmediato. Su compañía había aliviado un poco mi dolor, pero no del todo. Aún seguía pensando en Avril y en el mensaje que me envió. ¿En verdad me había desechado de esa forma? ¿Era cierto que regresaría con su esposo? Me estaba volviendo loco. —Y… ¿Dónde dormirás tú? —preguntó Rita y noté como sus mejillas se enrojecían. —En el sofá, aunque no parezca es bastante cómodo —agregué con media sonrisa, queriendo ocultar mi melancolía. —No lo sé… Creo que después de tantos años de conocernos, no creo que haya problema si compartimos la cama. —Se levantó del sofá de un brinco y dejó la taza en la mesita auxiliar. Caminó descalza hacia la habitación y justo en la puerta se quitó la blusa, quedando en brassier y extendiendo su mano hacia mí—. ¿No vienes? —Rita…
AVRIL STEEL —Señora, no puede salir a esta hora… es peligroso, permita que la acompañe —dijo Damián andando detrás de mí. Su voz fría no sonaba preocupada, pero sabía bien que era su trabajo cuidarme. —Hoy no, por favor, necesito estar sola… —contesté antes de salir por la puerta. —Pero es de madrugada y… —¡Por favor! ¡Crecí aquí! Conozco mejor este lugar que tú —contesté furiosa—. Déjame en paz, necesito dar una vuelta sola. Además, a esta hora no hay nadie en las calles, ni los ladrones de la colonia trabajan tan temprano o tan tarde, como quieras verlo. ¡Es más! Ya puedes irte a descansar. Nos vemos mañana, llévate el auto si quieres. Terminé mi discurso cerrándole la puerta en la cara y comencé a andar. Entre más pasos me alejaba de la casa de mis padres, más miserable me sentía. Quise respirar y controlar mis emociones, quise… mantenerme fuerte. Los ojos se me llenaron de lágrimas y los puños me temblaban, sentía que a cada paso que daba, un pedazo de mí se quedaba en el ca
JOHN FOSTER Abrí los ojos y me estiré en la cama, escuchando como cada vértebra de mi espalda tronaba. Cuando giré para buscar a Avril a mi lado, no estaba. Me levanté presuroso y me quedé congelado en cuanto la encontré pegada a la ventana, viendo a través del cristal. Cuando giró hacia mí me ofreció una sonrisa escueta. Se veía mejor que el día anterior, pero aún tenía ese tinte de tristeza en su sonrisa y en su mirada taciturna. Me acerqué lentamente y acaricié sus cabellos con inmenso cariño. Como respuesta a mi contacto, se abrazó a mi torso, buscando un refugio. La estreché con firmeza y cuidado, como si estuviera hecha de cristal. —Tranquila, todo estará bien… Sabes que cuentas conmigo para lo que sea —dije dispuesto a defenderla de todo—. ¿Qué te parece si vamos por Amber y vamos a desayunar juntos? Creo que ella puede faltar a la escuela y nosotros al trabajo, solo por esta ocasión. —Pero… —Por un día no pasa nada… La empresa no se irá a la bancarrota y Amber no perde
JOHN FOSTER Después de un breve silencio de apenas un par de segundos, comencé a reír tan fuerte que todos alrededor voltearon hacia nosotros, haciendo que Avril se pusiera incómoda y avergonzada. Me dio un manotazo en el pecho para silenciarme. —¿No te lastimaste? —pregunté mientras tomaba su mano, logrando que torciera los ojos. —Presumido… No tienes pectorales de acero, ¿sabes? —contestó molesta, pero con una sonrisa disimulada. —Permíteme diferir… —agregué arrogante, posando su mano sobre mi pecho, haciendo que sus mejillas se sonrojaran. —¡John! —exclamó sorprendida antes de que tirara de ella y la sentara sobre mis piernas—. ¿Qué haces? —Te necesitaba un poco más cerca para que escuches muy bien lo que te voy a decir… —Disolví mi sonrisa antes de acariciar sus cabellos rubios—. Rita no es mi novia ni nada por el estilo. Ella solo es mi amiga y principalmente mi doctora. Cada cierto tiempo me visita para hacerme una serie de estudios y corroborar que el cáncer sigue sin ap
AVRIL STEEL La tarde cayó y con ella las risas. Durante todo nuestro tiempo con John, solo pensé en una cosa: Dejarme de juegos, de amantes secretos y… darme la oportunidad de dedicarme a un hombre, tener la esperanza de que él era diferente y, ahora que sabía que Rita solo era su doctora y que él estaba soltero, ¿no valía la pena intentarlo? Mi juventud siempre estuvo atada a él. Crecimos juntos pese a nuestras diferencias sociales y económicas. Él no era el clásico patán adinerado que se creía mejor que los demás y humillaba a la gente y yo no era la chica insegura y de baja autoestima que se dejaba aplastar. Nos conocimos en la escuela y solo éramos dos chicos compartiendo sus sueños, encontrando coincidencias hermosas en nuestros anhelos más profundos. Supe desde antes de besarlo por primera vez que era mi alma gemela, el hombre con el que compartía todo, con el que mi corazón vibraba. Era él, la única persona en este mundo que no podía perder. Mi mejor amigo, mi confidente, m
AVRIL STEEL Nos quedamos sobre la cama, dedicándonos miradas profundas y sonrisas llenas de complicidad. Depositó suaves besos en mi espalda y escondió su nariz en mis cabellos, inhalando mi aroma. Me hacía sentir adorada y querida. Cuando creí que nada podía interrumpirnos, alguien llamó a la puerta. —¿Mami? ¿Estás ahí? —Era Amber, cuando me di cuenta, ya se había pasado por mucho la hora de arroparla. Salimos de un brinco de la cama, compartiendo risitas tontas, como adolescentes siendo descubiertos. Nos vestimos lo mejor que pudimos antes de que abriera la puerta. Mi bebé ya tenía puesta su pijama y abrazaba con un brazo a su osito de peluche mientras frotaba sus ojos. —¡John! —En cuanto lo vio, explotó de emoción, pero después la perspicacia la hizo detenerse—. ¿Qué haces en el cuarto de mis papás? —Estaba… jugando con tu mami —contestó descaradamente antes de acercarse a mi osita y cargarla. —¿Qué jugaban? —preguntó Amber confundida. —Un juego de adultos que espero qu