AVRIL STEEL La tarde cayó y con ella las risas. Durante todo nuestro tiempo con John, solo pensé en una cosa: Dejarme de juegos, de amantes secretos y… darme la oportunidad de dedicarme a un hombre, tener la esperanza de que él era diferente y, ahora que sabía que Rita solo era su doctora y que él estaba soltero, ¿no valía la pena intentarlo? Mi juventud siempre estuvo atada a él. Crecimos juntos pese a nuestras diferencias sociales y económicas. Él no era el clásico patán adinerado que se creía mejor que los demás y humillaba a la gente y yo no era la chica insegura y de baja autoestima que se dejaba aplastar. Nos conocimos en la escuela y solo éramos dos chicos compartiendo sus sueños, encontrando coincidencias hermosas en nuestros anhelos más profundos. Supe desde antes de besarlo por primera vez que era mi alma gemela, el hombre con el que compartía todo, con el que mi corazón vibraba. Era él, la única persona en este mundo que no podía perder. Mi mejor amigo, mi confidente, m
AVRIL STEEL Nos quedamos sobre la cama, dedicándonos miradas profundas y sonrisas llenas de complicidad. Depositó suaves besos en mi espalda y escondió su nariz en mis cabellos, inhalando mi aroma. Me hacía sentir adorada y querida. Cuando creí que nada podía interrumpirnos, alguien llamó a la puerta. —¿Mami? ¿Estás ahí? —Era Amber, cuando me di cuenta, ya se había pasado por mucho la hora de arroparla. Salimos de un brinco de la cama, compartiendo risitas tontas, como adolescentes siendo descubiertos. Nos vestimos lo mejor que pudimos antes de que abriera la puerta. Mi bebé ya tenía puesta su pijama y abrazaba con un brazo a su osito de peluche mientras frotaba sus ojos. —¡John! —En cuanto lo vio, explotó de emoción, pero después la perspicacia la hizo detenerse—. ¿Qué haces en el cuarto de mis papás? —Estaba… jugando con tu mami —contestó descaradamente antes de acercarse a mi osita y cargarla. —¿Qué jugaban? —preguntó Amber confundida. —Un juego de adultos que espero qu
JOHN FOSTER —Señor Foster… —dijo mi recepcionista en cuanto me vio llegar. —¿Qué es tan importante que tuve que salir del trabajo antes? —pregunté levantando una ceja. Sin emitir ni una sola palabra, me llevó al cuarto de empleados y sobre la mesa acomodó todo lo que le había pedido que tirara. La máscara que usaba para cubrir mi rostro de la mirada de Avril, la tela de seda con la cual la cegaba y el teléfono maltrecho que había arrojado contra la pared hacía unos días. —Pensé que… —No alcancé a terminar de decirle cuanto me acercó un teléfono nuevo y encendido. —Sé que sus órdenes fueron que me deshiciera de todo eso, y disculpe mi atrevimiento, pero… creí que tal vez debería conservar su número, así que pasé el chip del teléfono roto a uno nuevo —contestó ofreciéndome el aparato nuevo. ¿Para qué querría recuperarlo si ya había obtenido lo que quería? Había pasado la mejor noche en toda mi vida, disfrutando del cariño de Avril. Reclamé su cuerpo como mío, sin máscaras ni men
AVRIL STEEL «¿Creíste que solo éramos amigos? ¡Deja de meterte en la relación de los demás! ¡No es mi culpa que no hayas podido cuidar tu matrimonio!», decía el último mensaje que acompañaba a las fotos. John se veía cansado por lo que había pasado en esa cama y Rita parecía tan feliz, como lo estaría una mujer satisfecha. —¿Señorita, gusta ordenar algo o prefiere esperar? —preguntó el mesero acercándose por un costado. —Solo déjame el resto de la botella y tráeme la cuenta… —pedí antes de acabarme lo que quedaba en el fondo de mi copa. Salí del restaurante con el corazón roto y con la botella colgando de mi mano. Me veía preciosa, pero de nada había servido. Una voz dentro de mi cabeza me dijo que había vuelto a caer. ¿Qué clase de karma estaba pagando? Los hombres que se acercaban a mí me traicionaban. Ante la mirada sorprendida de Damián, me metí al asiento trasero del auto en completo silencio y durante el camino a casa, así permanecí, sin lágrimas, empinándome la botella has
AVRIL STEEL Bendita buena suerte, pude atravesar las oficinas sin encontrarme con John. Cuando entré a mi despacho, Alissa me alcanzó con mi café y unas pastillas para mi dolor de cabeza. —¿Aún no llega nuestro CEO? —pregunté con apatía, la mejor forma de esconder mi dolor. —No… —contestó temblorosa—. ¿Desea que le llame? —No, está bien. De hecho… no quiero verlo en todo el día, de preferencia el resto de la semana —dije con amargura antes de dejarme caer sobre mi asiento y comenzar a hojear los informes en el escritorio. Tomé mi celular y noté que efectivamente, tenía llamadas perdidas y mensajes de John. Ya había pasado por esto antes, no era necesario volver a sufrir de la misma forma o ¿sí? Borré absolutamente todo sin revisarlo y entonces me encontré con el mensaje que le había mandado a mi amante anónimo, donde le aseguraba que había encontrado el amor y no lo necesitaba. —Alissa… —La detuve antes de que atravesara la puerta—. Necesito encontrar a alguien más. —¿A alg
JOHN FOSTER Completamente confundido me quedé observando la puerta cerrada en mis narices. —Avril… —dije en un susurro y pegué mi frente a la fría madera—. Te juro que… no es lo que crees. —Esa era la típica frase de un hombre infiel, pero… ¿Cómo podía defenderme? De pronto escuché algo que me rompió el alma. Avril estaba llorando del otro lado de la puerta, era obvio que quería acallar sus sollozos, pero el dolor era tan grande que parecía imposible. Mi mano se volvió puño y quise golpear la puerta hasta que aceptara abrirla, pero sabía que eso solo la asustaría y pondría nerviosos a todos en la oficina. Retrocedí, con las imágenes que me había mostrado, girando en mi cabeza. Di media vuelta y decidí salir del edificio, sabía que no podría concentrarme para trabajar, necesitaba algo de soledad para poder pensar… porque ni siquiera yo comprendía lo que había pasado, ¿cómo había perdido todo tan rápido? La noche anterior, Rita había mandado a llamar a una ambulancia mientras me p
JOHN FOSTER Llegué a casa de mis padres, arrastrando los pies, pensando en cómo recuperar a Avril, cómo evitar que terminara en brazos de otro hombre. Sabía que no tenía tiempo, era cuestión de horas para que se viera con su nuevo amante, si es que ya había conseguido uno, mientras me mantendría al pendiente de recibir información por parte de Damián. —John… ¿Cómo pudiste? —preguntó mi madre, haciendo sonar sus tacones al andar hacia mí—. Hacerle algo tan atroz a la mujer que tanto te ha cuidado… Entendí que Rita no había tardado en acusarme con mis padres, como si esto fuera un enredo de niños. —¿La defiendes después de lo que me hizo? —pregunté de brazos cruzados. —La sedujiste, la usaste y ahora la quieres desechar y humillar —contestó decepcionada—. Yo no críe un hijo tan ingrato y cruel. —¡Ella me drogó y se metió en mi cama! —exclamé furioso. ¿También tenía que defenderme de mi madre? —Haces todo esto por Avril, ¿me equivoco? Esa mujer te está volviendo loco. ¿No lo ve
DEREK MALONE «Ahí nos vemos sin falta», respondió mi hermosa Avril. No pude evitar sonreír divertido mientras jugaba con su viejo celular, el mismo que robé de su bolso aquel día, con el que le respondí a su antiguo amante por ella. Cumplí con los requisitos, mandé mis papeles a su ayudante y acepté las reglas. Estaba en el hotel, con esa máscara que cubriría mi rostro y el distorsionador de voz, así como la tela con la que cubriría los ojos de Avril. Estaba ansioso por volver a estar entre sus piernas, por reclamarla una vez más como mía y borrar cualquier rastro de que otro hombre tocó su piel. Recuperaría a mi mujer, recuperaría a mi familia y le daría un hijo, tal y como su abuelo quería. Por último, revisé el «popper» que había conseguido en un club de mala muerte. Era un pequeño frasco que al abrirlo liberaría unos vapores que Avril tenía que inhalar para que dejara atrás su miedo y fuera más fácil de «seducir». Eso aumentaría su deseo, elevaría su temperatura y euforia. S