AVRIL STEEL Con su boca en mi cuello y sus manos levantando el borde de mi falda, me arranqué la tela que cubría mis ojos. No sabía si se trataba de la oscuridad de la habitación o la presión que la tela había hecho sobre mis ojos, pero mi visión era borrosa. Me estaba volviendo loca, una voz dentro de mí me gritaba que huyera, que lo enfrentara, pero mi cuerpo ardía, su tacto me enloquecía y deseaba más, quería sentirlo, quería que me follara. ¡¿Por qué?! Cuando metió su mano debajo de mis bragas, ambas posturas explotaron dentro de mí, liberé un gemido que parecía la antesala de un fuerte orgasmo, mientras que mis manos se apoyaron en sus hombros y usando toda mi fuerza de voluntad, logré hacerlo retroceder. Entonces lo vi, sin máscara, con las pupilas dilatadas y esa actitud de depredador. Me apoyé en la mesita de noche, mis piernas temblaban como gelatina y poco a poco me sentía sin fuerzas. Sonrió divertido por ser descubierto mientras se lamía los dedos que hacía un momento
JOHN FOSTER Llegué iracundo al hotel que me había dicho Damián. Soborné al recepcionista para saber en qué habitación encontrar a Avril y cuando por fin llegué ante la puerta, no pude contener mi rabia y la pateé con tanta fuerza que chocó con la pared. Por unos segundos me quedé sin aliento, viendo a Derek encima de Avril, moviéndose asquerosamente entre sus piernas. Al principio pensé que me había equivocado, que ella en verdad había regresado con él, como todos auguraban, pero me bastó con ver su rostro lleno de lágrimas y súplica para entender que ese encuentro no era consensual. —Maldito hijo de puta —siseé dispuesto a golpearlo hasta matarlo. —¡Pero si se trata de mi reemplazo! —exclamó mientras se acomodaba los pantalones. Estaba a punto de repelar cuando noté que Avril no se movía. Estaba con las piernas abiertas y los brazos extendidos, llorando, pero sin mover ni un solo músculo. —¿Qué le hiciste? —Intenté acercarme a ella, pero Derek me empujó por el pecho, haciéndom
AVRIL STEEL —¿Por qué? —parecía una pregunta incompleta, ambigua, pero sabía que John entendía que era lo que quería escuchar, aun así, no parecía estar dispuesto a responder—. Fingiste ser otro hombre… ¿Qué pasaba por tu mente cuando estábamos juntos? ¿Fue… una clase de broma para ti? ¿Creíste que sería divertido engañarme? ¿Qué hubiera pasado de terminar embarazada? —Avril… —Antes de continuar, le señaló la puerta a la enfermera. Incómoda, la mujer aceptó darnos privacidad. John la acompañó hasta la puerta y la cerró mientras me sentía miserable, sumida en mi cama, pensando en todo lo que había hecho, cada error cometido. Era como si, después del divorcio, avanzara a trompicones por la vida. Tropezando sin dejar de correr, sabiendo que estaba próxima mi caída—. Lo que hice no fue para burlarme o… —¿Cuál era tu plan? ¿Follarme y disfrutarlo hasta que me embarazara? ¿Desaparecerías una vez que hubieras logrado preñarme y regresarías a tu vida normal al lado de tu doctora? —Rita
JOHN FOSTER Llegué a casa de mis padres, furioso, con los puños apretados. Todo lo que había hecho para ganarme el corazón de Avril no había servido de absolutamente nada. Rita había echado todo a perder. —¡John! —exclamó Rita emocionada al verme entrar. Sin emitir ni una sola palabra, le arrojé una pequeña caja rosa que había comprado en la farmacia—. ¿Qué es esto? —preguntó desconcertada. —Eres doctora y ¿no reconoces una m*****a píldora anticonceptiva? —rugí con molestia—. Tómatela… —¿Qué? —preguntó sorprendida y retrocedió. —¡Que te la tomes! —grité—. Aún estamos a tiempo de que surta efecto. —No la pienso tomar… —respondió estirando su mano hacia mí, ofreciéndome la pastilla de regreso. —¿Cómo? No pienso cometer error tras error… —agregué furioso, empujando su mano y acercándome iracundo—. Tómatela, no lo repetiré. —¿Por qué estás tan seguro de que podría quedar embarazada? ¿No se supone que estabas drogado cuando me invitaste a tu cama? ¡Tú mismo dijiste que en esa s
JOHN FOSTER —¿Estás loco? —preguntó mi madre al entrar a la biblioteca, donde me había dispuesto a saborear mi dolor—. ¿Rechazas a una chica como Rita, por una madre soltera como Avril? ¿Hablas en serio? ¡Ya estoy harta de esa mujer! ¡Sácala de tu cabeza! —No… —respondí con media sonrisa—. Y no insistas en casarme con Rita. No lo haré. —Déjalo… está encaprichado. Creo que todos los hombres lo hemos estado alguna vez por una mujer —dijo el doctor viéndome con intensidad—. Es cuestión de tiempo, él mismo se dará cuenta de que está perdiendo mucho al aferrarse a una mujer que no es suficiente para él. Sostuve su mirada mientras mi madre salía de la biblioteca, frustrada. Antes de por fin dejarme completamente solo, el doctor me ofreció una sonrisa misteriosa y una mirada muy aguda que preferí ignorar. Tomé mi teléfono e intenté marcarle a Avril, pero de nueva cuenta, no me contestó, en cambio noté que había un nuevo depósito en mi cuenta bancaria, provenía de la empresa que dirigíam
AVRIL STEEL —Me sorprende que con la gravedad de la intoxicación que sufrió, no haya padecido de alguna secuela —dijo el doctor revisando mi expediente que colgaba de los pies de la cama. —¿Es nuevo? —pregunté confundida, no lo había visto antes y era muy tarde para que lo hubieran hecho responsable de mi caso cuando ya me iban a dar de alta. Me vio con intensidad y sonrió de medio lado, causándome incertidumbre. —Algo así. —Resopló agobiado—. A decir verdad, estoy aquí por otro asunto. ¿Es el familiar del señor Elijah Wilson? —Es mi abuelo —contesté confundida—. ¿Está bien? ¿Ocurre algo? —Mi corazón se aceleró y me preocupé. —Para nada… Estaba revisando su expediente y noté que lleva años con un deterioro muy marcado en el corazón, para ser más específicos en las válvulas mitral y tricúspide, lo cual ha generado un engrosamiento del músculo cardiaco y provocado una insuficiencia cardiaca congestiva, ¿me equivoco? Me quedé sorprendida al escuchar toda esa sarta de terminologí
AVRIL STEEL —¿Estás segura de lo que quieres hacer Avril? Ni siquiera lo hemos platicado —dijo mi madre fuera de la habitación. Siguió hablando sin que pudiera ponerle atención, pues estaba concentrada en otra cosa. Las náuseas que había provocado Derek no eran un caso aislado. En cuanto regresé a casa, noté que los olores dulces me revolvían el estómago. Entonces me preocupé. Decidí comprarme un par de pruebas de embarazo y corroborar que mis encuentros con John no habían surtido efecto, pero el destino se burló de mí, pintando ese par de líneas rosas en la prueba, confirmándome que esperaba al hijo que tanto había ansiado, justo en el momento que me había dado por vencida. Salí presurosa de la habitación y decidí que era momento de darme prisa. Pasé como una exhalación, atravesando la casa, directo a la puerta, con mi madre pisándome los talones. —¡Avril! ¡¿Me estás escuchando?! —exclamó desesperada. En ese momento me giré para confrontarla. —Mamá, tú y papá tienen una vida
AVRIL STEEL En una pequeña cafetería de la ciudad, esperé pacientemente. Alissa llegó casi corriendo, con un grueso de papeles entre los brazos que sostenía contra el pecho. —¡Señora Steel! —exclamó agitando su mano en el aire mientras se acercaba. Alissa había sido mi ayudante y un elemento de confianza formidable, pero no pude evitar hacerme preguntas: ¿Cómo fue posible que tanto John como Derek pudieran fingir ser mis amantes anónimos? Ella era la encargada de entrevistar e investigar a los hombres que me serían útiles a mis fines. ¿Cómo es que se le pasó por alto la identidad de esos dos? Había dos opciones, o era más atarantada de lo que creía o… esos dos eran demasiado listos como para encubrir sus identidades tan bien. —Aquí está lo que me pidió… —dijo acomodando por bloques los papeles que cargaba. —¿Tanto? —pregunté frunciendo el ceño. —El doctor Chapman es una eminencia en la medicina. Está lleno de reconocimientos médicos, constancias, postgrados, especialidades, dipl