JOHN FOSTER Completamente confundido me quedé observando la puerta cerrada en mis narices. —Avril… —dije en un susurro y pegué mi frente a la fría madera—. Te juro que… no es lo que crees. —Esa era la típica frase de un hombre infiel, pero… ¿Cómo podía defenderme? De pronto escuché algo que me rompió el alma. Avril estaba llorando del otro lado de la puerta, era obvio que quería acallar sus sollozos, pero el dolor era tan grande que parecía imposible. Mi mano se volvió puño y quise golpear la puerta hasta que aceptara abrirla, pero sabía que eso solo la asustaría y pondría nerviosos a todos en la oficina. Retrocedí, con las imágenes que me había mostrado, girando en mi cabeza. Di media vuelta y decidí salir del edificio, sabía que no podría concentrarme para trabajar, necesitaba algo de soledad para poder pensar… porque ni siquiera yo comprendía lo que había pasado, ¿cómo había perdido todo tan rápido? La noche anterior, Rita había mandado a llamar a una ambulancia mientras me p
JOHN FOSTER Llegué a casa de mis padres, arrastrando los pies, pensando en cómo recuperar a Avril, cómo evitar que terminara en brazos de otro hombre. Sabía que no tenía tiempo, era cuestión de horas para que se viera con su nuevo amante, si es que ya había conseguido uno, mientras me mantendría al pendiente de recibir información por parte de Damián. —John… ¿Cómo pudiste? —preguntó mi madre, haciendo sonar sus tacones al andar hacia mí—. Hacerle algo tan atroz a la mujer que tanto te ha cuidado… Entendí que Rita no había tardado en acusarme con mis padres, como si esto fuera un enredo de niños. —¿La defiendes después de lo que me hizo? —pregunté de brazos cruzados. —La sedujiste, la usaste y ahora la quieres desechar y humillar —contestó decepcionada—. Yo no críe un hijo tan ingrato y cruel. —¡Ella me drogó y se metió en mi cama! —exclamé furioso. ¿También tenía que defenderme de mi madre? —Haces todo esto por Avril, ¿me equivoco? Esa mujer te está volviendo loco. ¿No lo ve
DEREK MALONE «Ahí nos vemos sin falta», respondió mi hermosa Avril. No pude evitar sonreír divertido mientras jugaba con su viejo celular, el mismo que robé de su bolso aquel día, con el que le respondí a su antiguo amante por ella. Cumplí con los requisitos, mandé mis papeles a su ayudante y acepté las reglas. Estaba en el hotel, con esa máscara que cubriría mi rostro y el distorsionador de voz, así como la tela con la que cubriría los ojos de Avril. Estaba ansioso por volver a estar entre sus piernas, por reclamarla una vez más como mía y borrar cualquier rastro de que otro hombre tocó su piel. Recuperaría a mi mujer, recuperaría a mi familia y le daría un hijo, tal y como su abuelo quería. Por último, revisé el «popper» que había conseguido en un club de mala muerte. Era un pequeño frasco que al abrirlo liberaría unos vapores que Avril tenía que inhalar para que dejara atrás su miedo y fuera más fácil de «seducir». Eso aumentaría su deseo, elevaría su temperatura y euforia. S
AVRIL STEEL Con su boca en mi cuello y sus manos levantando el borde de mi falda, me arranqué la tela que cubría mis ojos. No sabía si se trataba de la oscuridad de la habitación o la presión que la tela había hecho sobre mis ojos, pero mi visión era borrosa. Me estaba volviendo loca, una voz dentro de mí me gritaba que huyera, que lo enfrentara, pero mi cuerpo ardía, su tacto me enloquecía y deseaba más, quería sentirlo, quería que me follara. ¡¿Por qué?! Cuando metió su mano debajo de mis bragas, ambas posturas explotaron dentro de mí, liberé un gemido que parecía la antesala de un fuerte orgasmo, mientras que mis manos se apoyaron en sus hombros y usando toda mi fuerza de voluntad, logré hacerlo retroceder. Entonces lo vi, sin máscara, con las pupilas dilatadas y esa actitud de depredador. Me apoyé en la mesita de noche, mis piernas temblaban como gelatina y poco a poco me sentía sin fuerzas. Sonrió divertido por ser descubierto mientras se lamía los dedos que hacía un momento
JOHN FOSTER Llegué iracundo al hotel que me había dicho Damián. Soborné al recepcionista para saber en qué habitación encontrar a Avril y cuando por fin llegué ante la puerta, no pude contener mi rabia y la pateé con tanta fuerza que chocó con la pared. Por unos segundos me quedé sin aliento, viendo a Derek encima de Avril, moviéndose asquerosamente entre sus piernas. Al principio pensé que me había equivocado, que ella en verdad había regresado con él, como todos auguraban, pero me bastó con ver su rostro lleno de lágrimas y súplica para entender que ese encuentro no era consensual. —Maldito hijo de puta —siseé dispuesto a golpearlo hasta matarlo. —¡Pero si se trata de mi reemplazo! —exclamó mientras se acomodaba los pantalones. Estaba a punto de repelar cuando noté que Avril no se movía. Estaba con las piernas abiertas y los brazos extendidos, llorando, pero sin mover ni un solo músculo. —¿Qué le hiciste? —Intenté acercarme a ella, pero Derek me empujó por el pecho, haciéndom
AVRIL STEEL —¿Por qué? —parecía una pregunta incompleta, ambigua, pero sabía que John entendía que era lo que quería escuchar, aun así, no parecía estar dispuesto a responder—. Fingiste ser otro hombre… ¿Qué pasaba por tu mente cuando estábamos juntos? ¿Fue… una clase de broma para ti? ¿Creíste que sería divertido engañarme? ¿Qué hubiera pasado de terminar embarazada? —Avril… —Antes de continuar, le señaló la puerta a la enfermera. Incómoda, la mujer aceptó darnos privacidad. John la acompañó hasta la puerta y la cerró mientras me sentía miserable, sumida en mi cama, pensando en todo lo que había hecho, cada error cometido. Era como si, después del divorcio, avanzara a trompicones por la vida. Tropezando sin dejar de correr, sabiendo que estaba próxima mi caída—. Lo que hice no fue para burlarme o… —¿Cuál era tu plan? ¿Follarme y disfrutarlo hasta que me embarazara? ¿Desaparecerías una vez que hubieras logrado preñarme y regresarías a tu vida normal al lado de tu doctora? —Rita
JOHN FOSTER Llegué a casa de mis padres, furioso, con los puños apretados. Todo lo que había hecho para ganarme el corazón de Avril no había servido de absolutamente nada. Rita había echado todo a perder. —¡John! —exclamó Rita emocionada al verme entrar. Sin emitir ni una sola palabra, le arrojé una pequeña caja rosa que había comprado en la farmacia—. ¿Qué es esto? —preguntó desconcertada. —Eres doctora y ¿no reconoces una m*****a píldora anticonceptiva? —rugí con molestia—. Tómatela… —¿Qué? —preguntó sorprendida y retrocedió. —¡Que te la tomes! —grité—. Aún estamos a tiempo de que surta efecto. —No la pienso tomar… —respondió estirando su mano hacia mí, ofreciéndome la pastilla de regreso. —¿Cómo? No pienso cometer error tras error… —agregué furioso, empujando su mano y acercándome iracundo—. Tómatela, no lo repetiré. —¿Por qué estás tan seguro de que podría quedar embarazada? ¿No se supone que estabas drogado cuando me invitaste a tu cama? ¡Tú mismo dijiste que en esa s
JOHN FOSTER —¿Estás loco? —preguntó mi madre al entrar a la biblioteca, donde me había dispuesto a saborear mi dolor—. ¿Rechazas a una chica como Rita, por una madre soltera como Avril? ¿Hablas en serio? ¡Ya estoy harta de esa mujer! ¡Sácala de tu cabeza! —No… —respondí con media sonrisa—. Y no insistas en casarme con Rita. No lo haré. —Déjalo… está encaprichado. Creo que todos los hombres lo hemos estado alguna vez por una mujer —dijo el doctor viéndome con intensidad—. Es cuestión de tiempo, él mismo se dará cuenta de que está perdiendo mucho al aferrarse a una mujer que no es suficiente para él. Sostuve su mirada mientras mi madre salía de la biblioteca, frustrada. Antes de por fin dejarme completamente solo, el doctor me ofreció una sonrisa misteriosa y una mirada muy aguda que preferí ignorar. Tomé mi teléfono e intenté marcarle a Avril, pero de nueva cuenta, no me contestó, en cambio noté que había un nuevo depósito en mi cuenta bancaria, provenía de la empresa que dirigíam