JOHN FOSTER Abrí los ojos y me estiré en la cama, escuchando como cada vértebra de mi espalda tronaba. Cuando giré para buscar a Avril a mi lado, no estaba. Me levanté presuroso y me quedé congelado en cuanto la encontré pegada a la ventana, viendo a través del cristal. Cuando giró hacia mí me ofreció una sonrisa escueta. Se veía mejor que el día anterior, pero aún tenía ese tinte de tristeza en su sonrisa y en su mirada taciturna. Me acerqué lentamente y acaricié sus cabellos con inmenso cariño. Como respuesta a mi contacto, se abrazó a mi torso, buscando un refugio. La estreché con firmeza y cuidado, como si estuviera hecha de cristal. —Tranquila, todo estará bien… Sabes que cuentas conmigo para lo que sea —dije dispuesto a defenderla de todo—. ¿Qué te parece si vamos por Amber y vamos a desayunar juntos? Creo que ella puede faltar a la escuela y nosotros al trabajo, solo por esta ocasión. —Pero… —Por un día no pasa nada… La empresa no se irá a la bancarrota y Amber no perde
JOHN FOSTER Después de un breve silencio de apenas un par de segundos, comencé a reír tan fuerte que todos alrededor voltearon hacia nosotros, haciendo que Avril se pusiera incómoda y avergonzada. Me dio un manotazo en el pecho para silenciarme. —¿No te lastimaste? —pregunté mientras tomaba su mano, logrando que torciera los ojos. —Presumido… No tienes pectorales de acero, ¿sabes? —contestó molesta, pero con una sonrisa disimulada. —Permíteme diferir… —agregué arrogante, posando su mano sobre mi pecho, haciendo que sus mejillas se sonrojaran. —¡John! —exclamó sorprendida antes de que tirara de ella y la sentara sobre mis piernas—. ¿Qué haces? —Te necesitaba un poco más cerca para que escuches muy bien lo que te voy a decir… —Disolví mi sonrisa antes de acariciar sus cabellos rubios—. Rita no es mi novia ni nada por el estilo. Ella solo es mi amiga y principalmente mi doctora. Cada cierto tiempo me visita para hacerme una serie de estudios y corroborar que el cáncer sigue sin ap
AVRIL STEEL La tarde cayó y con ella las risas. Durante todo nuestro tiempo con John, solo pensé en una cosa: Dejarme de juegos, de amantes secretos y… darme la oportunidad de dedicarme a un hombre, tener la esperanza de que él era diferente y, ahora que sabía que Rita solo era su doctora y que él estaba soltero, ¿no valía la pena intentarlo? Mi juventud siempre estuvo atada a él. Crecimos juntos pese a nuestras diferencias sociales y económicas. Él no era el clásico patán adinerado que se creía mejor que los demás y humillaba a la gente y yo no era la chica insegura y de baja autoestima que se dejaba aplastar. Nos conocimos en la escuela y solo éramos dos chicos compartiendo sus sueños, encontrando coincidencias hermosas en nuestros anhelos más profundos. Supe desde antes de besarlo por primera vez que era mi alma gemela, el hombre con el que compartía todo, con el que mi corazón vibraba. Era él, la única persona en este mundo que no podía perder. Mi mejor amigo, mi confidente, m
AVRIL STEEL Nos quedamos sobre la cama, dedicándonos miradas profundas y sonrisas llenas de complicidad. Depositó suaves besos en mi espalda y escondió su nariz en mis cabellos, inhalando mi aroma. Me hacía sentir adorada y querida. Cuando creí que nada podía interrumpirnos, alguien llamó a la puerta. —¿Mami? ¿Estás ahí? —Era Amber, cuando me di cuenta, ya se había pasado por mucho la hora de arroparla. Salimos de un brinco de la cama, compartiendo risitas tontas, como adolescentes siendo descubiertos. Nos vestimos lo mejor que pudimos antes de que abriera la puerta. Mi bebé ya tenía puesta su pijama y abrazaba con un brazo a su osito de peluche mientras frotaba sus ojos. —¡John! —En cuanto lo vio, explotó de emoción, pero después la perspicacia la hizo detenerse—. ¿Qué haces en el cuarto de mis papás? —Estaba… jugando con tu mami —contestó descaradamente antes de acercarse a mi osita y cargarla. —¿Qué jugaban? —preguntó Amber confundida. —Un juego de adultos que espero qu
JOHN FOSTER —Señor Foster… —dijo mi recepcionista en cuanto me vio llegar. —¿Qué es tan importante que tuve que salir del trabajo antes? —pregunté levantando una ceja. Sin emitir ni una sola palabra, me llevó al cuarto de empleados y sobre la mesa acomodó todo lo que le había pedido que tirara. La máscara que usaba para cubrir mi rostro de la mirada de Avril, la tela de seda con la cual la cegaba y el teléfono maltrecho que había arrojado contra la pared hacía unos días. —Pensé que… —No alcancé a terminar de decirle cuanto me acercó un teléfono nuevo y encendido. —Sé que sus órdenes fueron que me deshiciera de todo eso, y disculpe mi atrevimiento, pero… creí que tal vez debería conservar su número, así que pasé el chip del teléfono roto a uno nuevo —contestó ofreciéndome el aparato nuevo. ¿Para qué querría recuperarlo si ya había obtenido lo que quería? Había pasado la mejor noche en toda mi vida, disfrutando del cariño de Avril. Reclamé su cuerpo como mío, sin máscaras ni men
AVRIL STEEL «¿Creíste que solo éramos amigos? ¡Deja de meterte en la relación de los demás! ¡No es mi culpa que no hayas podido cuidar tu matrimonio!», decía el último mensaje que acompañaba a las fotos. John se veía cansado por lo que había pasado en esa cama y Rita parecía tan feliz, como lo estaría una mujer satisfecha. —¿Señorita, gusta ordenar algo o prefiere esperar? —preguntó el mesero acercándose por un costado. —Solo déjame el resto de la botella y tráeme la cuenta… —pedí antes de acabarme lo que quedaba en el fondo de mi copa. Salí del restaurante con el corazón roto y con la botella colgando de mi mano. Me veía preciosa, pero de nada había servido. Una voz dentro de mi cabeza me dijo que había vuelto a caer. ¿Qué clase de karma estaba pagando? Los hombres que se acercaban a mí me traicionaban. Ante la mirada sorprendida de Damián, me metí al asiento trasero del auto en completo silencio y durante el camino a casa, así permanecí, sin lágrimas, empinándome la botella has
AVRIL STEEL Bendita buena suerte, pude atravesar las oficinas sin encontrarme con John. Cuando entré a mi despacho, Alissa me alcanzó con mi café y unas pastillas para mi dolor de cabeza. —¿Aún no llega nuestro CEO? —pregunté con apatía, la mejor forma de esconder mi dolor. —No… —contestó temblorosa—. ¿Desea que le llame? —No, está bien. De hecho… no quiero verlo en todo el día, de preferencia el resto de la semana —dije con amargura antes de dejarme caer sobre mi asiento y comenzar a hojear los informes en el escritorio. Tomé mi celular y noté que efectivamente, tenía llamadas perdidas y mensajes de John. Ya había pasado por esto antes, no era necesario volver a sufrir de la misma forma o ¿sí? Borré absolutamente todo sin revisarlo y entonces me encontré con el mensaje que le había mandado a mi amante anónimo, donde le aseguraba que había encontrado el amor y no lo necesitaba. —Alissa… —La detuve antes de que atravesara la puerta—. Necesito encontrar a alguien más. —¿A alg
JOHN FOSTER Completamente confundido me quedé observando la puerta cerrada en mis narices. —Avril… —dije en un susurro y pegué mi frente a la fría madera—. Te juro que… no es lo que crees. —Esa era la típica frase de un hombre infiel, pero… ¿Cómo podía defenderme? De pronto escuché algo que me rompió el alma. Avril estaba llorando del otro lado de la puerta, era obvio que quería acallar sus sollozos, pero el dolor era tan grande que parecía imposible. Mi mano se volvió puño y quise golpear la puerta hasta que aceptara abrirla, pero sabía que eso solo la asustaría y pondría nerviosos a todos en la oficina. Retrocedí, con las imágenes que me había mostrado, girando en mi cabeza. Di media vuelta y decidí salir del edificio, sabía que no podría concentrarme para trabajar, necesitaba algo de soledad para poder pensar… porque ni siquiera yo comprendía lo que había pasado, ¿cómo había perdido todo tan rápido? La noche anterior, Rita había mandado a llamar a una ambulancia mientras me p