Les debo los capítulos de ayer y los de hoy, así que a disfrutar de los cinco restantes ❣.
El desfile por esa pasarela gigantesca dejó agotado a Jimmy; había tenido que modelar un montón de atuendos, y hasta había perdido la cuenta de cuantas veces tuvo que cambiarse rápidamente y salir a exhibirse ante millones de personas, porque no solo lo vieron frente a frente, sino que también se había trasmitido el desfile por televisión en vivo y en directo. No era que le molestara el modelaje, le gustaba lucirse ante el mundo como el hombre apuesto que era, y notar todas las miradas puestas en él, mientras los flashes de las cámaras fotográficas le alumbraban el rostro. Estaba en su habitación del hotel, recién duchado y a punto de irse a dormir. Eran casi las doce de la medianoche, y no había hablado con la pulga desde la mañana, así que le marcó para al menos darle las buenas noches, pero el contestador lo mandó al buzón; tal vez ya estaba durmiendo y no quiso molestarla, así que fue a la cocina para tomar un poco de agua y se acostó a descansar, quedándose profundamente dormido
Salomé se sentía fatal; por mucho que tratara de no derramar lágrimas, era casi imposible, porque salían por sí solas, las malditas. Todavía tenía esa imagen espantosa grabada en la mente, cuando vio a Ana ahí tirada y corrió hacia ella enseguida, examinándola, buscando algún indicio que le ayudara a entender qué le había sucedido, pero no hallaba nada, así que solo pudo tomar su mano para sentir su pulso, agradeciéndole al cielo que pudo percibirlo, aunque débil. Lo primero que hizo fue sacar su celular y llamar a la ambulancia; no le había pasado algo así nunca y no tenía ni idea de como brindar primeros auxilios, y la idea de empeorar la situación le daba pavor. Mientras esperaba la ambulancia, pensaba en Jimmy y en cómo le daría esa noticia, además teniendo en cuenta que él estaba muy lejos de ahí y quien sabe cuánto tiempo tardaría, quizás todavía estuviera desfilando y no obtuviera contacto con él, pero en cuanto apareció la ambulancia y los paramédicos subieron a Ana, perm
—¿Por qué me dices eso? —volvió a cuestionarle, mientras las lágrimas no dejaban de correr por su rostro. Ella llevó la mano que Jimmy sostenía a su cara, y le limpió las lágrimas con delicadeza. —Porque es necesario que lo recuerdes. —Sabes que te amo, ¿verdad? Su voz temblaba y el nudo en la garganta le impedía respirar, así que mantuvo los labios separados para inhalar más oxígeno. —Lo sé, y tú sabes que yo te amo a ti, como mi hijo. Su mentón tembló y solamente agachó la cabeza al suelo, mientras seguía llorando en silencio… porque se sentía como una despedida. —Lo sé —respondió volviéndola a mirar a la cara. —Jimmy, quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti, porque has cambiado; te has convertido en un hombre maduro y responsable, aunque siempre lo has sido, pero me refiero en cuanto a Salomé. —Él la miró fijamente a los ojos y esbozó una media sonrisa—. Esa niña te alumbró la vida y tú iluminaste la suya… la felicidad que veo en sus ojos lo confirma todo. —
Pasaron a Ana a sala de cirugía y los dos se quedaron mudos… Ambos habían tenido una conversación algo extraña con ella, pero muy significativa. Era como sentir paz y angustia al mismo tiempo, porque no lloraban, pero tampoco reían. Se miraron por fin a la cara sin emitir ningún gesto, y luego, simplemente se tomaron de la mano para empezar a caminar por el pasillo del hospital. Sabían que la operación sería larga, pues era a corazón abierto, y no querían pasar un minuto más allí. Los hospitales les aterraban a los dos, aunque se podría decir que así era para todos los que esperaban que algún ser querido saliera de ahí sano y salvo. Llegaron a una cafetería cercana y se sentaron uno frente al otro, casi sin mirarse, ni interactuar al principio, hasta que llegó la persona que los atendería y les preguntó qué deseaban tomar. Se miraron buscando la respuesta en el otro y luego asintieron, como si se hubieran comunicado a través de la telepatía. —Un par de tazas de café sin azú
Salomé despertó en su cuarto, en la mansión, y ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta ahí. Le dolían y le picaban los ojos como si le hubiera caído tierra en ellos. Se enfocó en sus pensamientos y el corazón se le apretó de dolor, cayendo en cuenta nuevamente de lo que había pasado. Estar dormida ayudaba a olvidar los malos momentos, pero en cuanto la conciencia despertaba, todo dolía de nuevo y tendría que pasar un día del infierno… Empezó a recordar, cuando Frank llegó a la azotea, junto con Victoria, las gemelas y Paul. Todos se acercaron a ellos dos, intentando consolarlos. Frank se posicionó frente a Jimmy y se arrodilló para abrazarlo, mientras que Victoria les puso una palma a cada uno en los hombros; las gemelas la abrazaron, arrancándola de la espalda de Jimmy y luego Paul abrazó también a su hermano. Fue horrible, una porquería total, porque los recuerdos le llegaban como si eso hubiera pasado en otra dimensión; se sentía bastante extraño, pero el sentimiento er
Jimmy estaba acostado, con todo su cuerpo enterrado bajo las cobijas; si acaso había una pequeña abertura que le ayudaba a respirar aire fresco. Sus ojos estaban hinchados y cansados; las lágrimas se le habían acabado y muy de vez en cuando le escurría alguna gota por las mejillas. Su nariz estaba roja e irritada, además de seca y con los orificios cuarteados. Le dolía respirar y por eso mantenía su boca entreabierta, pero sus labios se llevaban la peor parte, y después de que siempre mantenían suaves y rosados, se habían puesto pálidos y secos. Su padre lo había visitado la noche anterior, para llevarle la comida, pero aunque trató, no pudo pasar bocado; el nudo en su garganta, que no se deshacía, se lo impedía, y sentía su estómago apretado como si sus intestinos estuvieran secos y quisieran morir con él también… No sabía qué hora era, ni quería saberlo; el tiempo había perdido toda su importancia, así como cualquier otra cosa de la vida. Perder a su madre lo había destruido de la
Abrió los ojos y giró el rostro a la izquierda, pero ella ya no estaba, y el vacío en su pecho se hizo más grande. ¿Cómo es eso posible? Si se suponía que estaba destruido, que ya no existía, ¿por qué con su ausencia se sentía aún peor? Tal vez porque ignoró su presencia, pero tampoco podía darle algo que no tenía… Salió de la bañera, se envolvió la cintura con una toalla y entró de nuevo al cuarto, encontrándolo tan vacío como su alma. Solo había un traje negro sobre la cama, que seguramente Salomé había dejado ahí para él. No quería volver a pisar un maldito cementerio, pero ella tenía algo de razón cuando dijo que debían estar allá; a pesar de todo, quería volver a ver el rostro de su nana, aunque eso implicara volver a derrumbarse, al menos, después de eso podría estar seguro de que ya no despertaría de esa pesadilla; verla en un ataúd, mataría la última esperanza que le quedaba de estar soñando. Se vistió sin prestar mucha atención a los detalles, poniéndose la corbata con fa
Llegó diciembre con su alegría, pero para otras personas, porque para Jimmy y Salomé no había nada alegre… Habían pasado las últimas semanas en completa soledad en la mansión, yendo a trabajar para alivianar un poco la tristeza y no tener que permanecer mucho tiempo en esa casa siniestra y desolada. La chica que había contratado Frank para que les preparara las comidas, iba únicamente en las horas adecuadas: a las seis, a las once y a las seis de nuevo. Si acaso pasaba dos horas por mucho en la casa cada vez que iba; sin embargo, casi nunca la veían porque se la pasaban en la empresa; Salomé en Textiles Sol y Jimmy en Corporación Matías Luna, y muy de vez en cuando se encontraban para reuniones y cosas referentes a trabajo nada más. En la casa, cuando llegaban, cada uno se metía a su propia habitación; Salomé había entendido que él necesitaba vivir su duelo en tranquilidad, y teniendo en cuenta que a ella cualquier chispa la encendía para pelear, prefirió mantener la distancia por