—¿Mellizos? —cuestionó Jimmy para rectificar la información que le dio el médico.—Sí, felicidades, son dos.—¿Cómo es posible?, ¿acaso no era uno? —Salomé los miró patidifusa.—El segundo estaba escondido —explicó el obstetra—. En la primera ecografía no se vio porque llevabas muy pocas semanas, es algo muy común.-— no será que...Jimmy puso los ojos saltones, adivinando lo que su esposa estaba pensando.—No creo, ¿o sí? —Se miraron fijamente y abrieron levemente la boca al mismo tiempo.El doctor los miraba con una sonrisa, al parecer, entendiendo la comunicación telepática que tenían.—No se asusten, aunque sí se han presentado algunos casos, no es el de ustedes —respondió al cuestionamiento mental de ambos—. Los dos bebés tienen el mismo tiempo de gestación.Cada quien le sonrió al otro y siguieron contemplando atentos las imágenes que proyectaba la pantalla.Los corazones de ambos latieron frenéticos durante los cortos minutos que estuvieron observando a sus hijos.Era el milagr
Llegó el esperado viernes, cuando finalizaba la jornada larga de ensayos y no debían preocuparse por el lunes, ya que tendrían esa próxima semana de descanso, gracias a la amable maestra que se había apiadado de ellos.El equipo de ballet decidió celebrar la libertad yéndose a pasear desde el viernes; sin embargo, las tres amigas no se unieron al grupo. Primero, porque Sayda y Saray viajarían a Colombia esa semana, segundo, porque Salomé estaba embarazada y seguramente esa sería una fiesta llena de alcohol y descontrol, y tercero, porque para ella la mejor compañía tenía ojos caramelo y una sonrisa encantadora.No le hacía falta nada más teniéndolo a él junto a ella… Lo tendría solo para ella y eso era todo lo que había anhelado desde hacía mucho tiempo.Había hecho planes con las gemelas porque no imaginó que Jimmy estuviera libre esa semana y pudieran verse, mucho menos que él iba a viajar a Los Ángeles para quedarse con ella, pero se le había cumplido el sueño y nada más le importa
Salomé salió dispuesta a escuchar el nombre de su equipo entrando a la final del campeonato mundial de ballet. La última sonrisa que vio esbozar a Jimmy antes de que saliera por el otro lado, le dio las esperanzas que necesitaba y ese beso llevaba la poción mágica de la felicidad. Se acomodó donde debía con su equipo y ya su chico estaba en su lugar entre el público, mirándola sonriente. La presentadora tenía el sobre en sus manos y estaba abriéndolo lentamente. Mientras lo hacía, Salomé no dejaba de pensar en su madre y lo orgullosa que estaría de ella al verla pasar a la final, porque aunque fuera desde el cielo, sabía que la estaba mirando junto con su padre; los dos, tomados de la mano, conspirando con Anita y todos los ángeles en el cielo para que ese sueño se hiciera realidad. Por otro lado, estaba Jimmy ahí mirándola fijamente, solamente a ella. No le apartaba los ojos de encima y sabía que él también estaba atrayendo la victoria con su mente. Esa palabra le hizo recordar a s
El viaje fue rápido y llegaron al rededor del medio día a la mansión donde los estaban esperando Frank, Victoria y Paul con un banquete y un montón de abrazos para los dos.Mientras almorzaban, se contaron todas las aventuras que tuvo cada uno por su lado y no paraban de reír cuando fue el turno de Paul, relatando cómo fue para él ser mamá sustituta de cinco cachorros de león.—Muerden fuerte —dijo enseñándoles una cicatriz en la mano izquierda de un cachorro que lo había mordido mientras jugaban—. Pero lo peor es limpiarles la caca, eso sí es un asco.Jimmy no hacía más que burlarse de él, riéndose a carcajadas, y su amigo lo miraba con recelo, prediciendo que en cualquier momento soltaría un comentario gracioso al respecto.—¿Y cómo terminaste cuidando cachorros de león? —preguntó Salomé—. Saray nunca me lo contó.—Su madre enfermó y tuvieron que trasladarla a otro sitio para cuidarla —explicó—. Entre ellos había uno que era de otra leona, pero no se estaba alimentando bien por algu
Después de ganar el concurso, Salomé volvió junto con Jimmy, sus amigas y los demás al país.Uno de los premios que recibieron fue unas vacaciones de un mes en las islas Palawan, a dónde viajó todo el equipo junto con la maestra, menos ella y las gemelas.Quería pasar los dos últimos meses de embarazo en casa con su familia y así lo hizo. Las hermanas la acompañaron en la mansión la mayor parte del tiempo, junto con su tía Victoria.Jimmy volvió al proyecto, pero con la ayuda de Paul, pudo hacer un balance entre el trabajo, ella y su objetivo de superar la pérdida de sus madres.Él seguía en la terapia psicológica, aunque ya no tan a menudo como antes, y Salomé estaba viendo grandes resultados en él. Ya no tenía muchos momentos de crisis depresiva y cada vez parecía más realizado y feliz. Estaba tranquila, hasta que llegó ese día…❤ღღღღღღღღღღ❤Faltaba tan solo un día para la cesárea de su esposa y de repente, luego de un partido de futbol, se sintió tan deprimido que no quiso volver a
Era cinco de septiembre; el día más importante de sus vidas porque ese día conocerían a sus hijos. Salomé despertó en la habitación de Jimmy, que se había convertido en el cuarto matrimonial porque el suyo estaba destinado a pertenecer a los bebés. Días antes habían mandado a pintar y remodelar todo, adecuándolo para ellos. Compraron también dos cunas en madera y las dejaron sin pintar hasta saber el sexo de sus hijos. No habían querido que los médicos se los revelaran porque preferían llevarse la sorpresa cuando nacieran. Jimmy estaba acostado a su lado y lo besó en los labios, despertándolo enseguida. —Vamos, dormilón, es hora de levantarnos. —Jmmm —se quejó él y se dio la vuelta, pero ella lo agarró del brazo para girarlo otra vez. —Jimmy, tenemos que irnos, la cesárea está programada en una hora. —¡LA CESÁREA! —exclamó sentándose de golpe—. Me ducharé yo primero. Corrió al baño y se estrelló de frente con la puerta antes de poder abrirla. —Amor, ten cuidado, no es para tan
—¡Mis gemelas! —gruñó Jimmy, doblándose de dolor antes de caer tendido en el suelo. —¡Maldito imbécil! —gritó Salomé, después de haberle estampado el dorso de su pie derecho en la entrepierna—. Ten mi bolso, Sayda. Según ella, él le había tocado el trasero cuando estaba entretenida hablando con sus dos amigas, cerca de la barra de ese club que visitaba con frecuencia los viernes cada quince días, con el fin de emborracharse hasta olvidar su apellido. Sin quedarse conforme con eso, se abalanzó sobre el hombre que yacía en el suelo, sujetándose aquello con ambas manos mientras gruñía, quejándose de dolor, y se sentó a horcajadas sobre él; o más bien, sobre su amiguito agonizante. Comenzó a golpearlo en el pecho con los puños y jalarle el cabello, al mismo tiempo que le gritaba un montón de palabras obscenas. —¡Yo no fui, demonios, yo no fui! —gritaba el chico, tratando de cubrirse el rostro con las manos, apretando al mismo tiempo las piernas en un intento de esconder sus partes nobl
Jimmy llegó a su casa en compañía de su mejor amigo Paul, que lo escuchó quejarse de dolor durante todo el camino en el carro y lo vio subir las escaleras casi cojeando. Tenía que abrir las piernas más de lo normal al caminar, para procurar que el roce de la ropa interior no desprendiera la piel de su amiguito por completo, y ahora que ya por fin estaba en su casa, podía dejar de disimular y pretender aparentar que era capaz de caminar con normalidad. Ya se estaba imaginando que al bajarse los pantalones para inspeccionar el daño, se encontraría con una escena realmente sangrienta y aterradora, dónde su músculo más querido estaría todo espichado, con moretones o tal vez hasta sangrando; y ni imaginar lo que pudieron haber sufrido sus huevos, que sin duda podrían estar reventados y hasta desprendidos. El golpe que le propinó esa chica loca por poco lo manda directo al hospital para que le revisaran su órgano reproductor, que era una de las partes más preciadas de su cuerpo. No conse