Mirando al matrimonio, a intervalos, en silencio, realizo algunas anotaciones, brindándole el tiempo necesario para meditar en la situación actual de su relación. El perdón resulta tan difícil cuando se trata de mentiras y traiciones. - Max - digo con una voz suave - cuando se pierde la confianza en la relación, se agrietan las bases de la misma, sus cimientos. Creo que deberías replantearte el hecho de pedirle perdón a tu esposa de corazón. Inmediatamente se arrodilla junto a ella con lágrimas en los ojos. - Mi amor, te juro que no volverá a pasar, te recompensaré por los malos ratos. - Vanessa - reitero la pregunta - ¿Estás dispuesta a perdonar? - No, Doctora, de momento no, estoy dolida y desencantada, si con el tiempo percibo que él ha cambiado lo valoraría. Miro a Max sonriendo. - Tienes una oportunidad si logras conquistarla con tus acciones y buen comportamiento - digo. Él me sonríe con tristeza, pero con determinación. - Lo haré - dice. - Vanessa, es bueno
Me muevo en la cama, aún agotada, son las 7:00 de la mañana y las responsabilidades de la nueva jornada me esperan. Realizo mi ritual mañanero y salgo, tratando de mostrar mi mejor semblante. Al llegar al consultorio, en la puerta, decidido, pero ansioso, me espera el chico de la cafetería con su imponente presencia. - Buenos días - Saluda alegre al verme. - Buenos días - respondo - ¿Cómo encontraste la clínica? - Me dijiste que estaba cerca y averigüé - y, con expresión nerviosa, agrega - quiero invitarte a salir... como amigo. - Está bien - digo sin pensarlo dos veces. Estaba ansiosa por alejarme de mi círculo vicioso y supe que, aquella invitación, era una buena opción. - ¿Cuándo sería? - pregunto con curiosidad. - Hoy, que tengo la noche libre, mañana trabajo. - Hecho - digo. - Pasaré por ti, mándame la dirección de tu vivienda, a las 8:00 de la noche. Ya en la consulta, esperando a los primeros pacientes, no pude dejar de sonreír, aunque la duda, aún me ponía
En la oficina, con una atmósfera asfixiante, en medio de un caos generado por una relación tormentosa, los esposos se miran abrazando, cada uno, diferentes sentimientos, ella desencanto y dolor y el miedo y amargura. - ¿Estás dispuesto a dejar tu estilo de vida para salvar tu matrimonio? - Cualquier cosa por recuperarla - susurra y me parece sincera su expresión atormentada - yo la amo. Miro a Lauren y, por el ceño fruncido, puedo percibir que no está dispuesta a intentarlo. - ¿Qué dices? ¿Vas a intentarlo? - le pregunto. Ella niega con la cabeza. Sus ojos encendidos muestran determinación. - No, yo lo arriesgué todo por él, mi estabilidad emocional, felicidad y satisfacción personal, pero, de alguna manera, cada vez que lo observaba con esa mujer, en una situación comprometedora, algo en mí se destruía. Ya no quiero vivir así, me di cuenta que merezco más, necesito a un hombre que me valore, corresponda a mi amor y, ese, no eres tú. Miro al joven con lástima, había juga
Me levanto con una placentera sensación de relajación en el cuerpo, la cita fue revitalizadora. Con una enorme sonrisa en los labios me dejo llevar por el agua caliente de la regadera, después del largo protocolo de aseo me visto y maquillo, notando una motivación diferente. Media hora más tarde penetro en el consultorio, deseosa de iniciar el día con una óptica diferente y esperanzadora. - Estás radiante - dice mi secretaria al verme - ¡Bendita cita! Sonrío y me traslado a mi oficina, donde ya estoy lista para recibir a los primeros pacientes, reviso los datos personales, Julien y Samuel Robinson 28 y 32 años respectivamente, dos de matrimonio, sin hijos. Los recibo con la mejor sonrisa y los invito a tomar asiento, detallándolos con la mirada. Ambos son hermosos y hasta percibo rasgos familiares en sus características generales. - Soy la doctora Nicole Jonson, psicóloga, sexóloga, especialista en terapia de pareja. Les agradezco que escogieran este consultorio para resolver
Con una sonrisa radiante y auténtica me dirijo a la recepción, donde se encuentra Isabel y le digo con evidente alegría. - Acabo de llamar a Max - viendo su confusión ante mis palabras, agrego - el muchacho con el que salí ayer. El médico. Ella esboza una ligera sonrisa, un poco maliciosa y satisfecha. - ¡Qué bueno! - exclama - el médico te va a hacer olvidar a Saúl. Es apuesto, delicado, inteligente y... La miro con fastidio, ha mencionado al innombrable, al hombre que quiero desterrar de mi vida. - Quiero pensar en cosas agradables y tú apareces con eso. - Pero no vas a olvidarlo si tomas esa actitud. Recuerda las cosas malas de la relación y comenzarás a olvidar. No puedes evadir los problemas, debes enfrentarte a ellos. Me sonrío, pensando que se han invertido los papeles, ahora la asistente se dedica a dar consultas de terapia de pareja. - Isabel - digo - aquí la psicóloga soy yo. Me mira y dice algo avergonzada. - Tienes razón, en teoría es así, pero yo teng
Sentada en el sillón de mi recibidor degusto el néctar sublime de los dioses, mientras pienso en la cita de la noche. Totalmente motivada con tal acontecimiento, me dirijo a mi consultorio, esperando pasar, al menos un día tranquilo, sin agobios, ni angustias que drenen mis energías. - Doctora ¿Qué tal durmió? - pregunta Isabel con un poco de malicia. - Estoy bien - contesto sonriendo - lista para comenzar el trabajo del día. Penetro en mi oficina y reviso los papeles con los apuntes que Isabel ha dejado encima del escritorio. Lisa y George Gray 28 y 30 años respectivamente, seis meses de casados, sin hijos. Los observo entrar al saloncito y me quedo maravillada. Son personas pequeñas y derrochan energía y belleza. Saludan con una sonrisa en los labios y un ligero movimiento de cabeza. Les indico las sillas frente al escritorio y se sientan, aunque con un poco de trabajo. - Buenos días - digo - soy la Doctora Nicole Jonson, sexóloga, especialista en terapia de parejas. Prime
Después de una relajante ducha con agua caliente, me acerco a mi armario, tratando de elegir el vestuario adecuado para la cita con Max. Quiero impactarlo, pues el atractivo doctor, me ha devuelto las ganas de arreglarme y buscar emociones nuevas. Los hombres todos no son iguales, me repito una y otra vez y, aunque mi cerebro aún desconfía, mi corazón le ha otorgado, al atractivo médico, el beneficio de la duda. Escojo un vestido negro, ajustado hasta los tobillos, con una enorme abertura en su parte derecha, que deja al descubierto un poco de mi piel. Me suelto el cabello y me aplico un maquillaje sencillo, pero que resalta el color de mis ojos, perfectamente arreglada, abro la puerta cuando el timbre castiga mis oídos. - ¡Estás hermosa! - exclama apenas me ve en el umbral del departamento. - Gracias - respondo - tú también estás muy... elegante. Lo contemplo anonadada y con atrevimiento. Parece un magnate, acostumbrado a lucir sus trajes de gala. Esbelto y atractivo son las
Los aún débiles rayos del sol, me molestan en los ojos. Miro el reloj, las 6: 30 de la mañana y pienso, con tristeza, que puedo seguir durmiendo, pero los recuerdos de la noche anterior me asaltan, haciendo imposible el retorno del sueño. La presencia de Saúl con su amante fue revelador para mí. Es un hipócrita que aún pide una segunda oportunidad y sigue en sus aventuras. Como bien dijo Max, el hecho de que estuviéramos en ese restaurante, los cuatro, propicia un cierre en nuestras vidas. Sabiendo que ya no puedo retomar el sueño me levanto de la cama y realizo el protocolo matutino de cada día. Tomo mi taza de café y salgo de mi vivienda, dispuesta a comenzar mi jornada. - Buenos días, Doctora - saluda Isabel con una mezcla de curiosidad y malicia - ¿Cómo le fue en su cita? - Muy bien - digo sin intensiones de brindar detalles. Sintiendo el timbre de la puerta principal de la consulta le digo a mi secretaria: - Hazlos pasar y guíalos hasta mi despacio. Reviso con minuc