Eleanor
Eran las 6:00 p.m. mi hora normal de salida.
Mis clases inician a las 7:30 p.m. y terminan hasta las 11:30 de la noche, era agotador tomando en cuenta que al día siguiente tenía que levantarme temprano para tomar el autobús que me deja en la universidad para comenzar mi trabajo, además siempre tengo que estar antes de que llegue la bruja.
La susodicha ya se había ido aproximadamente hace una hora y me había dado el resto de la tarde libre, ella no tenía ni la menor idea de que estudiaba por las noches, pero estaba atrasada con unas cosas que no quería dejar para después así que decidí quedarme hasta mi horario normal de salida.
Este día había sido más agotador que de costumbre, además del hecho de que no había podido consiliar el sueño en ningun moemento despues de haberme despertado en la madrugada al soñar con el día que deje a Blake.
Hoy por fin se cumplían 5 años, y seguía doliendo con la misma maginitud de aquel dichoso día en el que él se alejó por el camino de la preparatoria.
Recuerdo perfectamente como al llegar a casa me puse a llorar como magdalena durante toda la tarde hasta las tantas de la noche. Muchas veces estuve a punto de sucumbir a mis verdaderos deseos y marcar el botón verde que aparecía en la pantalla de mi celular junto a su nombre, pero lo bueno era que finalmente me arrepentía al recordar las palabras que me dijo y utilizo contra mi, el cómo me llamo perra después de haberle confiado eso.
Él y yo nos conocimos en el peor momento de nuestras vidas, pero aun así encontramos un soporte el uno con en el otro durante muchos años. Desde que nos concocimos en aquel parque...
Al final no supimos manejar nuestros problemas, pues cuando estos mismos comenzaron a hacerse mucho más grandes y salirse de control, actuamos de la peor manera posible. Los convertimos en aquello que tratabamos de evitar en nuestros supuesto hogares.
Una horrible opresión comienza a exparsirse por mi pecho al recordar sus palabras.
“Por simple pena. Me das pena al saber todo lo que pasas”
“En que eres una completa perra”
“¿Qué? ¿A la pequeña perra no le gusta que le digan la verdad?”
Unas inmensas ganas de llorar igual aparecieron. E inhale varias veces para que las lágrimas no salieran como paso esta mañana al simplemente abrir lo ojos.
6:30 p.m.
M****a, no puedo creer que acabo de perder 30 minutos pensando en el patán de Blake; guarde con rapidez mis cosas en el escritorio y me aseguré de que todo estuviera bien resguardado y apagado para comenzar a caminar hacia el exterior.
Salí del edificio de despachos de los profesores. Revisé la hora en mi celular, 6:45 p.m.
Mi clase inicia en 45 minutos más, y por lo menos aún tengo tiempo, aunque decido ir andando de una vez para no andar corriendo por el campus para llegar puntual. Adémas, primero debo llegar a mi casillero para recoger mi mochila con mis útiles escolares, la cual me está esperando desde que la dejé esta mañana antes de irme a mi escritorio a trabajar.
Al comenzar a caminar por el campus podía ver a chicos riendo con sus grupos de amigos, otros yendo a la parada de autobús para irse a casa después de un largo día, algunas parejas acarameladas por aquí y por allá. Puse los ojos en blanco al verlos.
Tan siquiera ellos pueden tener una vida amorosa, me recordó mi conciencia.
Y tenía razón, simplemente no sirvo para eso de las relaciones. Solamente he tenido un novio en mi vida el cual solo duramos pocos meses durante mi último año de preparatoria, aunque al final como sea no funcionó. Los dos no funcionabamos juntos.
Y francamente era muy torpe: cuando intentó darme mi primer beso, calculó tan mal que terminó siendo un choque de cabezas.
Y sí, leyeron bien, casi 21 años y sigo virgen de mis queridos labios.
Lo sé, que patético, pero no me culpen; al salir de la preparatoria decidí enfocarme en lo más importante de esos dias: mis estudios…, obviamente no fue del todo así.
Había un chico, Daniel, de mi segundo año con el cual comenzaba a tener algo, pero como saben, tuve que dejar la universidad abruptamente. Y cuando regrese a la universidad fue con en el horario nocturno, él estaba en el de la mañana. Entonces ya no supe nada sobre él.
Tanto así es mi trágica vida amorosa.
Eso me hizo recordar al chico con el choque ayer. Era muy atractivo, sin embargo, lo que verdaderamente me cautivo fueron sus ojos, tenía un lindo color verde. Pero soy tan idiota que me aleje de él rápidamente sin la oportunidad de saber su nombre y ni él el mío. Otra vez había perdido una oportunidad con un chico lindo, y este me había agradado a la primera, y cabe aclarar que eso no sucedía con frecuencia.
Desde hace años descubrí que al final no me sentía del todo cómoda con… cualquier persona en realidad. En ocasiones chicos de mis clases se me han acercado con la clara intención de querer conocerme o sacarme el número telefónico, pero al fin de cuentas nunca me siento llena.
Suena algo precipitado, lo sé, quizás debería darles a ellos y a mi más oportunidad de conocernos, pero sabía cómo resultaría al final y prefiero no ilusionar a nadie.
En pocas palabras, algo faltaba en esos chicos. Seguía tratando de entender qué. Claro, excepto con Daniel, con él no sentía esa falta.
Y, desde entonces, no hallaba eso en otro chico, bueno, no desde ayer que choque con alguien que me agrado al instante. Lo mismo sucedió con Daniel cuando se presento conmigo al verme tan solitaria.
Como sea, estaba segura que terminaría sola por el resto de mi vida. Quizás no sería tan malo como nos lo hacen quere ver siempre...
Iba tan sumida en mis pensamientos que termine chocando contra el pecho de alguien más con demasiada fuerza, –igual que ayer–, provocando que me fuera para atrás.
En verdad que mala suerte estoy teniendo estos días.
Comencé a prepararme mentalmente para el golpe en mi pobre trasero, cuando sentí como unas manos me tomaban con demasiada fuerza por la cintura haciendo que me estabilizara.
Por reflejo, para asegurar que no me cayera, puse mis manos en los brazos de la otra persona y me pegue al pecho del desconocido. Había cerrado los ojos de igual manera por reflejo y por la cercanía de un aroma peculiar que llego a mi nariz. Un aroma que se me hacía tan familiar, un aroma que llegue a conocer muy bien, su aroma.
Abrí los ojos de golpe y tuve frente a mí un pecho cubierto por una camisa fina negra, tenía miedo de levantar la cabeza y confirmar mis sospechas, el desconocido hasta el momento no había dicho nada ni hecho el intento de separarse, y eso solo aumentaba mi temor a que…
Con un gran nudo en la garganta y el corazón desbocado, alcé mi cabeza lentamente para toparme con los ojos color avellana de la persona a la cual jamás creía que volvería a ver. No ahora, no nunca.
—¿Eleanor?
Y en el peor momento, y con la peor persona, me sentí completa después de cinco años.
BlakeSalí de mi departamento en dirección al elevador, con un fuerte dolor de cabeza.No era ningún niño como para no saber que no debía tomar entre semana, menos sabiendo que tengo clases al otro día, y muchos menos cuando tenía conciencia de que tendría pesadillas. No pude cerrar el ojo el resto de la noche, así que me resigne: mire televisión e hice tareas pendientes.Cuando el elevador llego a la recepción, me coloque unas gafas de sol antes de salir para que no se notaran demasiado mis ojeras y que la luz solar no me matara.Al pasar por el escritorio de Joe, el portero, me saludo como todos los días.—¿Noche alocada con el señor Nicolás? —pregunta sin intentar ser entrometido.—Algo así. —de cierta manera envidio su cara tan sonriente, yo no podría ni sonreír sin que me doliera
BlakeMuchas veces fantaseaba con este momento. Imaginaba que ella correría hacia mí, emocionada y me perdonaría todo, que reiríamos y volveríamos a ser amigos; ahora que lo vivo en carne propia, me doy cuenta que mi imaginación estaba muy lejos de la realidad, esto no era como lo imagine para nada.Solo nos mirábamos a los ojos sin saber que hacer o decir, estando aun en la misma posición. Yo con mis manos en su cintura y ella con las suyas en mis brazos.Ella no había hablado, ni soltado el más mínimo sonido. Solo porque la sostenía de la cintura, podía estar seguro de que era real y no un efecto de mi imaginación.Seguía esperando que todo esto tan solo fuera otra de mis pesadillas y que ella se evaporara para siempre en algún momento, pero eso no pasaba, así que cada vez estaba más seguro que esta era la realidad.
Eleanor¿Conocen la sensación de opresión?La opresión está definida como el acto de oprimir, sofocar, presionar, someter, ahogar…Aquella opresión que te oprime el pecho cuando muere algún personaje querido de algún libro que estés leyendo, o cuando te sofocas porque tu mascota escapa de casa y no lo vuelves a ver nunca más, o cuando la vida te somete a pasar por la muerte de algún familiar, es tanta la opresión que te produce dolor. Ese dolor que oprime tanto que sientes como si te dejara sin aire, como si te ahogaras.Esa sensación, esa opresión, ese dolor: oprime, sofoca, presiona, somete y ahoga tanto que te cuesta respirar ya que en el fondo sientes que no tienes salida, pero también sabes que en algún momento pasara y se volverá en un simple recuerdo. Que dejara de ser un
BlakeLa luz del día chocaba con mis parpados, molestándome un poco.Comencé a moverme para desperezarme, y me estire mientras soltaba un bostezo, me sentía tranquilo después de haber pasado una noche sin pesadillas después de tanto tiempo.Sin embargo, mi tranquilidad se vio interrumpida al recordar unos ojos café oscuro.Eleanor…Después de cinco años el destino nos volvía a reencontrar, o quizás fue solo una simple casualidad. Aunque de algo estaba seguro, no sería la última vez que la viera, me aseguraría de ello.Ayer al llegar a casa me prometí que la buscaría e intentaría arreglar las cosas, o tan siquiera buscaría su perdón.No me merecía nada de ella, ni que me mirara. Una parte de mí no dejaba de repetirme eso una y otra vez. Pero por una vez, quiero ser e
EleanorUn nuevo dia, otro seguimiento de la misma rutina.Despertar, desayunar, salir de casa y esperar el autobus. Llegar al campus universitario cuando el sol ni siquiera esta en su punto más alto por lo que los rayos de sol, no se sienten.Suelo ser de las primeras en llegar al edificio donde trabajo, no hablo con el resto de las asistentes de otros profesores pues son señoras grandes de edad que no se muestran muy amigables con la jovencita que en vez de estudiar, trabaja.Que fácil es juzgar aveces, ¿eh?Hoy el día pasa demasiado rapido, la bruja llego de buen humor, asi que no he tenido que soportar sus reclamos cuando cometo un minimo detalle como la falta de un acento en los reportes que le entrego.Esa mujer es demasiado perfeccionista.Al menos se ha ido, y no tengo pendientes.Guardo mis pertenencias laborales en los cajones y verifico que todo este apagado y guardado en m
Blake—Estás loco.—Tú quieres saber más de ella y esta es la única manera, ¿o caso tienes otra idea? —me miró con la ceja alzada, dejando de lado el abrir la puerta del edificio de profesores.No sé cómo deje que me convenciera de hacer esto.Les explico: después de haberle contado a Nico sobre quien era Eleanor y mi plan de buscar su perdón, él aceptó gustoso a ayudarme.El único problema era que prácticamente no sabíamos nada de ella, así que a mi querido amigo se le ocurrió la grandiosa idea de infiltrarnos en el edificio de los profesores justo en la madrugada, para buscar el expediente de Eleanor.Me sentía como en una película de espías, era pasada la una de la mañana y estábamos completamente vestidos de negro.—Continú
BlakeLa conversación se repetía en mi cabeza como un bucle:“Tienes razón. No soy nada en tu vida, perdí ese derecho hace mucho.”Y lo perdí por imbécil.“Pero eso no evita que me sienta como una mierda desde hace 5 años por lo que te hice, por lo que te dije”Por aquellas maldita palabras que me arrepiento tanto de haberle dicho. Y que en realidad, nunca he creído.Unas palabras no cambian lo que sucedió, dijo ella.Y claro que no lo hacían, pero todo lo que le dije a Eleanor, lo dije desde el fondo de mi corazón y eran verdad. Voy a arreglar las cosas con ella aunque me lleve toda la vida; esta vez, no la dejare ir.¿Será egoísta? Tal vez un poco.¿Me merezco su perdón? Para nada.¿Me rendiré solo por eso? No. N
Eleanor—¿Dónde tienes metida la cabeza? —me cuestiono mi jefa duramente.—Lo siento, estaba distraída.—Sí ya me di cuenta —comenta sarcástica.—No volverá a pasar.—Eso espero, no quisiera tener que buscar a alguien más que ocupe tu puesto.Me tense por su comentario, no sé qué haría si perdiera el trabajo, a quien engaño; si pierdo el trabajo, no tendré como pagar la otra mitad de los pagos académicos, y por consiguiente, pierdo mi beca. Sentí mis ojos escocer así que me mordí por dentro la mejilla.—No se preocupe por eso, lamento causarle problemas. —me disculpo sin mirarla directamente.—Bien, espero no vuelva a pasar. —se concentra en su ordenador—. Ahora retírate.Y eso hice con la mirada puest