Capítulo 23
Casdale tenía uno de los ríos más hermosos rodeado de árboles frondosos. Incluso para pasar una tarde de verano con seres queridos o beber en plena noche con tus amigos. Pero ahora toda esa armonía que podía irradiarme aquel sector natural había sido afectada por un suicidio que no esperaba.
En las orillas del rio Casdale me senté y vi como el agua calma se deslizaba hacia alguna dirección que desconocía. El sol brillaba en lo más alto y el cantar de los pájaros era tan ensordecedor como encantador.
Deposito una rosa sobre el agua con cuidado y esta comienza a flotar, armoniosa. Las hojas verdes y el rojo de su color se reflejan sobre el rio. Veo como la flor empieza a alejarse y la sigo con la mirada con lágrimas en los ojos.
Tengo pegada a mi mente su rostro angelical que amenazaba con romper en llanto cuando lo rechacé sólo para t
CAPÍTULO 24. Me veo en el reflejo del espejo, llevándome las manos entrelazadas al pecho, angustiada. La noche brilla en lo más alto del cielo mientras yo tengo la visión en mis ojos de un tono avellana. Estoy tan apagada que no me reconozco. Ni siquiera hay un brillo de esperanza en mí. Me siento acorralada con una decisión que podría cambiar mi destino. He sido de esas chicas que se comían al mundo, pero hoy el mundo me está comiendo a mí y no séquéhacer al respecto. Doy un respingo en cuanto veo detrás de mí, atravésdel espejo, comoPerséfonese asoma con su largo vestido blanco desgastado por los años, saliendo de las sombras de mi habitación. Sólo la luz de la luna es bienvenida en mis aposentos cuando cae la noche. La melena pelirroja de mi madre biológica cae en una trenza larga decorada conpétalosde flores. Tiene sus pies descalzos y los años no han atrav
Capítulo 25.Sé que uno de ellos tenía una mano falsa y el otro había perdido la visión en un ojo. Se me hace un nudo en el estómago en cuanto pienso que ellos han sido castigados por amar a alguien que no debían y estuvieron exactamente en la misma situación que yo. Trago con fuerza y trato de deshacer la horrible pelota que tengo en la garganta.No esperaba que vinieran e incluso su presencia inesperada empiezan a incomodarme. Aparto la mirada. Son tan apuestos que me he puesto roja.
Toco su rostro con cierta vacilación en medio de la noche silenciosa. Mis dedos rozan su piel tan cálida y suave hasta que desciendo por los vellos nacientes en su barbilla. Hundo mi otra mano en su cabello castaño, vacilante. Cómo si necesitara este contacto físico para saber que él está aquí después de largas semanas llorando su ausencia.Sus ojos café se cierran mientras contenie el aliento debido a mi tacto. Lleva un traje blanco e incluso hasta sus zapatos son de aquel tono celestial tan confuso.¿Qué pasó con los largos vestidos de hombre en el Olimpo?¿Acaso se ha modernizado la vestimenta de los dioses?Le queda tan bien, tan a la medida. Tiene una hebilla dorada aferrada a su corbata y un reloj guardado en un bolsillo ubicado a la altura de su corazón.Está tan limpio y huele tan bien...—Crei que no volvería a verte, Dante—se me quiebra la voz. Estoy luchando para no dejarme llevar por las emociones—¿Cómo pudiste marcharte?¿Cómo pudiste dejarme
CAPÍTULO 27Boquiabierta, Penélope me observa como si le hubiese faltado al respeto. Menea la cabeza en sigo de desaprobación mientras camina por toda la habitación, tratando de encontrar un argumento lógico para golpearme en el rostro por mi semejante decisión y así, hacerme cambiar de idea.Cosa que claramente noocurrirá.—Dime que perdiste la cabeza hija mía. Dímelo y calmaras las profundas emociones que estoy sintiendo en este momento —se lleva las manos al rostro, consternada.—Sí, he perdido la cabeza, pero por culpa de aquellos dos —le respondo mientras me coloco un poco de rubor en las mejillas, repasando lo que no debe repasarse. Me detengo y la miro —. Ambos serian buenos esposos para mí y lo sabes.—¡Uno está bajo el hechizo del vino de Cupido, Aria!—M
Capítulo 28Desciendo por las escaleras con mis ojos en dirección a ellos, ignorando al resto de los invitados porque mi atención, mi maldita atención, está sobre ambos.Dante se acomoda la manga de su traje blanco con la yema de sus dedos mientras me desviste con sus ojos llenos de ansiedad. A su lado, Amenadiel tiene las manos hundidas en los bolsillos de su pantalón que hace juego con su traje que imita la noche por su color tan penetrante.Impecables, sexis y, sobre todo, dispuesto a pelear por una joven que viene de las tinieblas del mismísimo inframundo. Es tanta la tentación que veo en sus rostros por devorarme en secreto que mientras desciendo por las escaleras, se me agita el corazón de tan sólo pensar lo que podríamos hacer los tres si estamos a solas.Soy una mujer que tiene la fantasía de tenerlos arrodillados ante mí. No soy capaz de conformarme con uno
CAPÍTULO 29Me tomo la molestia de encender un cigarro bajo la luz de la luna mientras espero. Dante se encuentra en el despacho de mi hermano Matt, hablando con él y Max. Supongo que si hace las cosas bien lograra convencerlos de tomar mi mano.Estoy sentada en uno de los jardines más hermosos que he visto. Matt tiene un hotel precioso. Estoy en una especie de laberinto de arbustos y flores con una fuente en el centro de este.La fuente tiene luces sumergidas en el agua y pétalos de rosas flotando en su interior. El ruido del agua cayendo me relaja un poco.El banco de mármol blanco me resulta lo bastante cómodo en una de las situaciones más tensas de mi vida. Es decir, acabo de encontrar la comodidad sentada en un banco y no en mi vida.¿Qué demonios conmigo?Le doy otra calada a mi cigarrillo y veo como el humo se pierde en el aire. Me enjuago las lágrimas con el dorso de mi mano la cual tiene manchas negras por el maldito maquillaje de o
Epílogo. Perséfone no se atreve a acercarse a su habitación. Se queda de pie frente a la puerta, dudosa, agudiza sus oídos para tratar de descifrar lo que está sucediendo dentro. Lo único que ha notado es la intensidad de los sonidos metálicos que resuenan, chocan. La escucha gruñir, frustrada y malhumorada. No sabe qué está haciendo y tampoco puede descifrarlo. No la ve desde aquel día gris, lo único que sabe es que ha estado encerrada y haciendo ruidos extraños en su habitación. Como si estuviera planificando algo que desconoce totalmente y que, de cierta forma, le eriza la piel de tan sólo pensarlo si se trata de ella. —¿Sigue sin poder ingresar a la habitación, señora? —se le acerca una de sus damas, preocupada. Perséfone niega con la cabeza, deseando que alguna vez pueda soltar una afirmación. Siempre le hacen esa pregunta y responde de manera negativa. —Esté lo que esté haciendo, seguro no es algo distinto a lo que estamo
PrólogoEl inframundo.¿Cómo describir ese plano en donde las almas son calcinadas y torturadas a más no poder? ¿cómo describir ese sitio en donde el tiempo no corre y todo parece insignificante?Todo estábajo la autoridad de Hades y su esposa Perséfone. Pero,en la actualidad, es la joven diosa del Olimpo quien reina sobre las almas entristecidas y con destino aceptadocon resignación.&mdash