Capítulo veinte

CAPÍTULO 20

Amenadiel realmente estaba entusiasmado por seguirme a donde sea y lo entendí al ver sus ojos brillantes ante su insistencia por venir conmigo al Inframundo. Tragué con fuerza. Menee la cabeza, confundida.

Estaba descolocada. Ningún hombre había sido capaz de seguirme a cualquier sitio, incluso bajo los efectos del vino de cupido.

Entonces comprendí que él realmente me amaba como sus palabras lo pronunciaban. Alguien así, tan seguro de ir contigo hasta el fin de mundo, no debe perderse.

—¿Renunciarías a tu sangre celestial por mí? —le pregunto con un hilo de voz, acongojada.

—Renuncié al cielo para perderme en el infierno por ti desde el día en que te conocí. Supe allí que estaba perdidamente jodido, Aria.

Tomo ambos lados de su rostro y sello lo que siento estampando mis labios co

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