CAPÍTULO 29
Me tomo la molestia de encender un cigarro bajo la luz de la luna mientras espero. Dante se encuentra en el despacho de mi hermano Matt, hablando con él y Max. Supongo que si hace las cosas bien lograra convencerlos de tomar mi mano.
Estoy sentada en uno de los jardines más hermosos que he visto. Matt tiene un hotel precioso. Estoy en una especie de laberinto de arbustos y flores con una fuente en el centro de este.
La fuente tiene luces sumergidas en el agua y pétalos de rosas flotando en su interior. El ruido del agua cayendo me relaja un poco.
El banco de mármol blanco me resulta lo bastante cómodo en una de las situaciones más tensas de mi vida. Es decir, acabo de encontrar la comodidad sentada en un banco y no en mi vida.
¿Qué demonios conmigo?
Le doy otra calada a mi cigarrillo y veo como el humo se pierde en el aire. Me enjuago las lágrimas con el dorso de mi mano la cual tiene manchas negras por el maldito maquillaje de o
Epílogo. Perséfone no se atreve a acercarse a su habitación. Se queda de pie frente a la puerta, dudosa, agudiza sus oídos para tratar de descifrar lo que está sucediendo dentro. Lo único que ha notado es la intensidad de los sonidos metálicos que resuenan, chocan. La escucha gruñir, frustrada y malhumorada. No sabe qué está haciendo y tampoco puede descifrarlo. No la ve desde aquel día gris, lo único que sabe es que ha estado encerrada y haciendo ruidos extraños en su habitación. Como si estuviera planificando algo que desconoce totalmente y que, de cierta forma, le eriza la piel de tan sólo pensarlo si se trata de ella. —¿Sigue sin poder ingresar a la habitación, señora? —se le acerca una de sus damas, preocupada. Perséfone niega con la cabeza, deseando que alguna vez pueda soltar una afirmación. Siempre le hacen esa pregunta y responde de manera negativa. —Esté lo que esté haciendo, seguro no es algo distinto a lo que estamo
PrólogoEl inframundo.¿Cómo describir ese plano en donde las almas son calcinadas y torturadas a más no poder? ¿cómo describir ese sitio en donde el tiempo no corre y todo parece insignificante?Todo estábajo la autoridad de Hades y su esposa Perséfone. Pero,en la actualidad, es la joven diosa del Olimpo quien reina sobre las almas entristecidas y con destino aceptadocon resignación.&mdash
CAPÍTULO 1Un año después...Pierde la noción del tiempo en cuanto el barman ya no puede venderle más bebidas alcohólicas. Lo mira con una ira silenciosa.—Lo sientoAmenadielpero sólo se me permite vender cuatro botellas por persona —le informa el cantinero. CAPÍTULO 2Nadie se atreve a tocar mi puerta.Nadie es capaz de dirigirme la palabra. Nadie me habló por meses debido a un miedo que yo misma había implantado en ellos por la forma en cómo terminó todo.Mi habitación era tan grande que era imposible aburrirse en ella. No me apetecía salir. La única aparición que tuve fue en el salón principal de nuestro palacio cuando mi madrediouno de los mejores discuCapítulo dos
CAPÍTULO 3Darte de mi alma lo que tú echaste a perder...Hershel, su anciano compañero de vida, le apaga el reproductor de música.Amenadielgruñe tras darse la vuelta en su cama y lo mira, fastidiado.—¿PabloAlborán?¿Es en serio niñoAmenadiel? —el viejo contiene una sonrisa —. Nunca he apagado su equipo de música, ni siquiera cuando Metallica hacia vibrar todos los ve
CAPÍTULO 4—La última vez que vieron aÁggelofue en tu habitación y no ha salido de aquí ¿Algo para decirme, Aria?Levanto la vista en dirección a mi madre mientras termino de tejer una bufanda blanca muy bonita.—Lo vi salir por la ventana. Se fue volando, creo—me encojo de hombros y continúo tejiendo con gran concentración. CAPÍTULO 5.Amenadielsube malhumorado a la parte trasera de la RAM negra de MaxVoelklein. Este se encuentra en el asiento del conductor. Por un instante, los ojos bicolores deAmenadielse encuentran con los del pelirrojo por el espejo retrovisor hasta que Ada Gray sube al asiento del acompañante, rompiendo todo contacto visual entre ellos.Apoya la valija en su regazo.Mientras tanto MattVoelklein, quien se encuentra a su lado, tiene el codoCapítulo cinco
CAPÍTULO 6ARIA.Abro la puerta de mi habitación de par en par con una sonrisa de labios cerrados. Me paseo por los pasillos del palacio con gran satisfacción irradiando mi pecho.Mi vestido largo y blanco se desliza por el suelo inmaculado.Cada tanto veo pasar a alguna que otra dama de