Liam Abordo el avión para regresar a Italia y después de tomar asiento, cierro los ojos e intento dormir un poco, puesto que desde que me enteré de la verdad es algo que no puedo hacer debido a que cada vez que los cierro, los recuerdos de cómo traté a Arlette me asaltan.[…]Gracias a que desde hace años conozco a Luca, las recepcionistas me permiten pasar y cuando llego a su piso, ignorando a su asistente que me pide aguardar un momento en lo que mi amigo termina una llamada, irrumpo en su oficina.Cuando se percata de quién se trata, Luca me hace una pequeña seña con su mando y me indica que tome asiento frente a él. Una vez que termina su llamada, me mira extrañado.—¡Cuñadito! Tanto que te quejabas de que entraba a tu oficina como si fuese la mía y ahora me haces lo mismo, creo que se te pegaron mis mañas. Agradece que no estaba con tu hermana —se burla—. ¿Y ese milagro que vienes a verme tan seguido en menos de un mes? —me cuestiona.—No estoy para tus chistes, necesito hablar
—Eso fue lo que sucedió —termino mi relato, mirando con tristeza a mi amigo, quien con cada palabra que salía de mi boca su rostro se transformaba en una máscara de dolor. —Gracias por contarme esto —murmura Liam. —¿Solo dirás eso? —lo cuestiono con incredulidad. —¿Qué más quieres que te diga que no se sepa ya? ¿Qué soy un estúpido? Eso ya lo sabes. ¿Qué por mi culpa casi pierdo a mi bebé? También lo sabes. —¿Qué estupidez dices? No fue por tu culpa que ella casi perdiera a su bebé. ¿De dónde sacaste eso? —¿Cómo que de dónde saqué eso? Después de nuestra discusión tuvo ese sangrado. —No fue tu culpa, es más, ni Arlette te culpa de ello o por qué crees que ella me pidió guardar el secreto, justo para que no te culparas de eso. Ella se sentía un poco mal desde que salió de ese hotel. —¿Ella no me culpa? —inquiere sin poder creer en mis palabras—. ¿Su amigo le hizo algo? —sisea, apretando su mano en un puño. — No. Así que saca eso de tu cabeza, no fue tu culpa. Y no, como te lo
—¿De qué se trata? —la cuestiono, poniéndome un poco tenso ante su silencio.—Lo que tengo diré no es nada bueno y es mejor que lo sepas por mí —suelta un hondo suspiro y lo que le escucho decir me deja anonadado—. Yo fui quien le dio la idea a Arlette de pedirte el documento donde te deslindabas de tu paternidad.—¿P-por qué hiciste algo así? —la cuestiono levantándome de sus piernas y mirándola con dolor al sentirme traicionado por ella.—Perdóname, mi amor. Sé que hoy te he dicho esas palabras muchas veces que ya hasta deben de carecer de sentido, pero en verdad lo lamento. No estoy orgullosa de haber hecho eso y créeme que siempre me arrepentiré de haberte provocado semejante dolor.»Volveré a justificarme aun cuando no debería, pero pensé que de esa forma podrías recapacitar al sentir que estabas por perder a tu bebé y te negarías a ello, incluso que exigirías hablar con Arlette, que te contase cómo sucedieron las cosas. Lamentablemente, me equivoqué y gracias a eso te hice sufri
Arlette —Hablo para informarte que el divorcio se ha llevado a cabo —me comenta mi abogado del otro lado de la línea.—Gracias por avisarme —respondo con la voz rota, ya que aunque lo intente no puedo evitar sentirme mal por mi divorcio.—También pidió darte una pensión alimenticia…—No deseo dinero de él —le aseguro con firmeza.—No lo acepté, ¿pero no crees que sería mejor tener esa pensión para cubrir los gastos del bebé?—No, mi bebé y yo estamos bien. Después de que nazca buscaré un trabajo, ya no deseo depender de los señores Lewis.—Si lo deseas puedes trabajar en el despacho, sabes que siempre tengo demasiado trabajo.—Ese despacho también es del señor Lewis —le recuerdo, limpiando una pequeña lágrima que escapa de mi ojo.—Pero también es mío. Piénsalo, ¿de acuerdo? —me pide—. ¿Cómo está Mady? ¿Ha tenido molestias?—Lo pensaré y Mady está muy bien, Esmeray la ha revisado y nos ha dicho que ella y su bebé están bien, pero debe de seguir en cama hasta que finalice su embarazo.
Cuando ya han pasado dos días y mis padres me siguen informando lo mismo, opto por trabajar desde aquí en un intento por distraerme, solo así puedo dejar de pensar en terribles escenarios donde Arlette tiene complicaciones con el parto y algo malo sucede con nuestro bebé.El tercer día me quedo dormido desde temprano y cuando el insistente sonido de mi móvil me obliga a abrir los ojos, lo tomo aún con la mirada perdida y cuando veo que se trata de mamá contesto sin perder tiempo.—Ya van rumbo al hospital, al igual que nosotros. Esmeray te estará esperando en la sala de urgencias —me informa con alegría.—Voy para allá.—Nos vemos, mi amor.Tomo mi chaqueta y salgo corriendo hacia el hospital. Cuando ingreso a la sala de urgencias veo a Esmeray dando algunas indicaciones a algunos enfermeros, por lo que espero a que se desocupe para acercarme a ella.—Ven conmigo, es mejor que te cambies antes de que ella ingrese al quirófano, así podrás estar cerca de ellos.—Gracias, Esmeray.—No te
—Sé q-que me comporté como un idiota, pero por favor escúchame —le suplico, acercándome a ella y provocando que se aleje un par de pasos de mí—. No te haré daño —murmuro quedándome en mi lugar.—No temo que me golpees, porque sé que nunca serías capaz de ello, pero créeme que durante toda mi vida he recibido demasiados golpes, los cuales se curaban al cabo de unos días o semanas. ¿Sabes qué es lo que más hiere? —me cuestiona con melancolía—. Las palabras, esas, duelen más que un simple golpe, porque las palabras se quedan grabadas aquí —señala su cabeza—, y aquí —señala su pecho, mirándome con dolor.—Por favor, Arlette. Los quiero demasiado y no quiero volver a perderlos —le pido, acercándome nuevamente a ella y sin que lo espere enredo mis brazos en su cintura.»Sé que cometí un grave error al no hablar primero contigo, pero los celos me cegaron cuando vi esas fotos tuyas entrando con tu amigo a ese hotel. Pensé que durante todo ese tiempo me habías estado engañando con él, también
Gracias a los contactos que aún tengo de mis apuestas, consigo la dirección de Arlette y cuando me percato de que ahora vive en una zona exclusiva, aprieto mis manos en puños. Ella y la desgraciada de su madre viven una vida de millonarias, mientras que yo debo de esconderme para evitar a mis acreedores.Desde hace un par de días he estado observándola y por suerte su rutina siempre es la misma, ella y la estúpida de mi esposa van a terapia, mientras que el vago de Federico hace lo que mejor se le da, ser un parásito para la sociedad. Sale de esa casa y ni idea a donde va.Fiel a su rutina, observo cómo Arlette regresa de terapia y cuando la inepta de Agnes la acompaña, frunzo mi ceño, dado que tendré que modificar mi plan. Se suponía que mi esposa regresaría más tarde.En cuanto entran a la casa, bajo de mi auto, mirando de un lado al otro y gracias a que no hay nadie alrededor, me acerco corriendo y toco el timbre, esperando darles una grata sorpresa.Al cabo de unos segundos la pue
**Este capítulo contiene escenas violentas que pueden ser perturbadoras para algunos lectores. Se sugiere leer con discreción.Me pongo de espaldas para recibir el golpe que seguro el padre de Arlette está por darme, pero este no llega. Me doy la vuelta y cuando veo a Federico, dándole un cabezazo al señor Schiaparelli me quedo helado.Con facilidad lo toma de los hombros para después arrojarlo con cada golpe que le da, sin darle oportunidad de defenderse. Levanta su pierna y la impacta contra sus costillas un par de veces, arrancándole un alarido de dolor al hombre, hasta que una pequeña sonrisa maliciosa aparece en su rostro.—Esto es por Arlette, grandísimo hijo de perra. Y esto —grita antes de darle una patada en la pierna, ante lo cual un pequeño crujido invade la estancia—, es por la señora Agnes.—¡¡Basta, Federico!! —lo interrumpe, la señora Agnes. Sosteniéndolo del brazo.—¿Por qué lo defiende después de todo lo que le hizo? —le recrimina, limpiando el sudor que cae por su ca