Luca Con el ceño fruncido observo los estuches que reposan sobre mi escritorio y sin poder decidirme por alguno en particular lanzo un quejido de frustración. —¿No le gusta ninguno? —me cuestiona el hombre con un poco de nerviosismo. —No es que no me gusten, solo que no puedo decidirme por alguno, siento que ninguno es suficiente para mi novia. Quiero algo tan hermoso como ella. —¿Le gustaría ver los que le dije que eran un poco más pequeños? No siempre una piedra más grande significa que sea mejor o más hermoso. —De acuerdo —refunfuño molesto. El hombre saca varias cajitas y cuando abre la última mis ojos captan un hermoso anillo con un delicado zafiro y varias incrustaciones de diamantes alrededor de la pieza. Estiro mi mano y cuando mis ojos detallan cada milímetro, sonrío satisfecho. Por donde se le mire me recuerda a los hermosos ojos de Alessia, chispeantes y capaces de hipnotizarte. —Tenía razón, no siempre algo más grande es lo mejor. Me quedo con este, estoy seguro de
—¿Evelina, aceptas casarte conmigo? —la cuestiono con un poco de miedo, cuando me percato de que baja la mirada y guarda silencio—. Tal vez pienses que este anillo es muy poco comparado con todo lo que tú posees, pero…—No es poco, simplemente es p-perfecto —musita con la voz rota—, y sí, acepto.Extiende su mano y cuando levanta la mirada, veo como algunas lágrimas corren por sus mejillas, pero la enorme sonrisa que muestra en su rostro es la mejor prueba de que realmente está tan emocionada como yo.Estoy por deslizar el anillo en su dedo, pero debo detenerme cuando la señora Agnes se aclara la garganta, obligándome a girar mi rostro y mirarla un poco avergonzado.—Lo siento, señora Agnes, me emocione un poco en cuanto escuche su respuesta, ¿pero me concede la mano de Evelina? Le prometo que a mi lado nunca sufrirá de ninguna humillación o golpes, que la trataré con el respeto que se merece y que nunca estará un paso por detrás de mí, por el contrario, siempre estará a mi lado, cami
Entre una charla ligera y pequeñas mentiras de mi parte para que Arlette no se dé cuenta a qué se debe todo esto, terminamos nuestra cena. Tomo su mano y con música ligera de fondo comenzamos a movernos lentamente.Recarga su cabeza en mi pecho y sin dejar de acariciar sus delicados hombros desnudos me aclaro un poco la garganta.—Me dijo mi hermana que la ayudarás con los preparativos de su boda.—Sí.—¿Y supongo que también ayudaras en los preparativos de Evelina?—Sí, me lo pidió y dado que no tiene más familia, acepté.—¡Hmm! —musito.—¿Qué significa eso? ¿No estás de acuerdo en qué les ayude? —me cuestiona, levantando su cabeza y mirándome con el ceño fruncido, ya que nunca le he prohibido hacer lo que le gusta.—No —respondo sin perder tiempo—, te quitará tiempo.—¿Quitarme tiempo en qué? —sisea, intentando apartarse de mí, pero dado que la abrazo con fuerza le es imposible moverse.—En cuidar de Leandro y consentirme a mí; además de preparar nuestra propia boda —recito con rapi
Reyyan Meses después Como ya es habitual cada fin de semana nos reunimos ya sea en casa de Clarisse, Agnes o la mía y disfrutamos como la gran familia en la que nos hemos convertido.Sin dejar de consentir a nuestro pequeño Leandro, Agnes y yo le hacemos unos cuantos mimos cuando la voz de Gianluca nos interrumpe.—Mi amazona, ¿no te parece que esos tres actúan un poco extraños? —me cuestiona, mirando fijamente a los tres ojiazules que se encuentran a unos metros de nosotros.Dejo de jugar con Leandro, retiro mis lentes de Sol y cuando me percato de que los tres se mueven de un lado al otro, frunzo el ceño sin comprender a que se debe su actitud y solo hasta que observo como las tres mujeres, posan su mano en su espalda baja, lanzan un quejido y hacen unas cuantas muecas es que lo entiendo todo. Esos bebés están por nacer este día.Las tres comienzan a llamar a sus esposos y como si tuviese un déjà vu recuerdo una escena similar, con la única diferencia que esto pasó hace muchos año
Alessia A lo lejos escucho la voz de Luca y aunque intento abrir los ojos, estos me pesan tanto que me es imposible, por lo que decido concentrarme en ese suave susurro que escapa de los labios de mi esposo.—Solo porque mamá no está despierta, pero te aseguro que cuando veas sus ojos podrás darte cuenta de que todo lo que te he dicho es verdad. Sus hermosos ojos azules son tan magnéticos que te es imposible apartar la vista de ellos, es como si te hechizarán y solo pudieses pensar en ella.»Aún recuerdo cuando la vi por primera vez —musita, soltando un suspiro—, en ese momento me dije «Luca, esa mujer será la madre de tus hijos». Y al final se me cumplió. ¡Ah, pero no creas que fue tan fácil convencerla!»Mamá es alguien realmente difícil, no creyó que podría cambiar solo por ella. Durante doce años estuve cortejándola y la espera valió la pena —murmura con una pequeña risita—. Como lo escuchas, doce años tu mamá me tuvo sufriendo por ella.»Sé qué estarás pensando, pero ¿por qué do
ArlettePor segunda ocasión observo el enorme techo del quirófano y aunque hace algunos años me sentía demasiado ansiosa y temerosa, en este momento, sentir como la mano de Liam aprieta la mía, mientras murmura en mi oreja que todo saldrá bien, me tranquiliza. Es como si su voz tuviese ese poder de hacerme creer que a su lado nada malo sucederá.—Puja un poco más fuerte, Arlette —me pide Esmeray—, estamos a nada de darle la bienvenida a la segunda bebé —nos indica.Hago lo que me pide y cuando por tercera vez en mi vida escucho un pequeño llanto inundando todos mis sentidos, una enorme felicidad se extiende por mi pecho.—¿C-cómo están? —los cuestiono con la voz un poco rota. Levantando mi cabeza en un intento por ver a mis bebés.—Están muy bien —nos asegura Esmeray.Terminan de revisarlas y, cuando las envuelven en una manta ligera, le entregan una de las bebés a Liam, quien estira sus brazos sin dejar de sonreír.—¡Oh, por Dios! Son muy hermosas —musita, cargándola con mucho cuidad
NarradorMeses despuésEn la oscuridad de la estancia, tres pares de ojos observan con el ceño fruncido como las manecillas del reloj se mueven lentamente anunciando que la dueña de la casa llegará tarde, algo nada habitual en ella y como si estuviesen coordinados, tres suspiros resuenan en las cuatro paredes de dicho lugar.—¿En verdad crees que es correcto hacer esto? —cuestionó uno de ellos al resto de sus acompañantes.—Claro que es lo correcto —aseguró el otro con tal determinación que casi convenció al primero de ellos.—Yo no estaría tan segura. ¿Y si se molesta? —inquirió con un leve susurro la otra persona.—¿Y por qué habría de enojarse? Solo estamos preocupados por ella.Después de ese pequeño intercambio de palabras, las tres personas guardaron silencio y, como si fuesen parte del mobiliario, permanecieron rectas en su asiento. Pasados algunos minutos, el ligero ronroneo de un auto al estacionarse en la entrada del hogar sacó de su ensimismamiento a las tres figuras, quien
Arlette Schiaparelli —¿Acaso te volviste loco? No le pienso entregar a mi hija a ese hombre —sentencia la voz de mamá con vehemencia. —No estoy pidiendo tu permiso. Arlette también es mi hija y como tal hay sacrificios que debe de hacer por su familia. —¿Sacrificios? La estás vendiendo a ese hombre que bien podría ser su padre, todo con tal de salvarte de la ruina. —Es nuestra única opción y por algo he gastado en su educación durante todos estos años, es justo que ahora que estamos en problemas ella nos devuelva algo de lo que le hemos dado. —No voy a permitir que mi hija se case con ese hombre. ¿Qué clase de vida le espera con alguien como el juez Barone? Todos saben que ese hombre es una bestia, no por algo todas sus exesposas han huido de su lado. —Ya está decidido, mañana al mediodía el juez vendrá a buscar a Arlette para casarse con ella y de una vez te advierto que no le digas nada, de lo contrario atente a las consecuencias. —No lo permitiré, ¿me escuchaste? No venderé a