03. YO SOY EL ALFA HUNTER

AVA

Atravesando un territorio extenso de bosque salvaje y brumoso, llegamos a una enorme puerta de hierro forjado.

Como en las pelis de terror, se abrió lentamente.

Leí en la parte de arriba las palabras CRIMSON RAVEN.

Frías y afiladas como el dueño de estas tierras.

Había oído hablar de Greyson Hunter, aunque jamás lo había conocido.

Sin embargo, su reputación de macho Alfa hosco, salvaje, al que solo le importaba su territorio, lo precedía.

Dicen que después de que murió la madre de Owen, no tomó otra compañera y se volvió más arisco y hermético.

*****

Vi al fin las hermosas casas bajando la colina, y a lo lejos la imponente mansión del Alfa, donde Owen me esperaba.

—¡Ava, estás magnífica! —me dice, ayudándome a bajar.

Llevo un vestido negro ceñido, elegante pero sexy.

Necesito recuperar mi confianza y disfrutar lo mucho o poco que me quede.

—Para mi prometido, lo mejor. Al fin y al cabo, es tu tarjeta la que sufre —le susurré, juguetona, mientras él me tomaba del brazo.

—Me alegra que estés de ese buen humor, porque lo vas a necesitar.

Me tensé al escuchar eso, y vaya que necesité de toda mi hipocresía.

El salón entero me lanzaba miradas de curiosidad y envidia, sobre todo las mujeres.

Me presentó a su abuelita materna, y la vieja era un ácido de batería que no bajaba por la garganta… pero ni modo, tendría que tragarla.

—Voy por un trago más fuerte —le dije a Owen, dejándolo hablar con unos amigos, y salí discretamente del salón hacia el jardín.

Tomé aire fresco; sentía que la boca se me había adormecido de tanto sonreír con falsedad.

Pero increíblemente estaba de buen humor… y se puso mucho mejor unos segundos después.

Me serví una copa de lo más fuerte que encontré, pero cuando fui a girarme, estos malditos tacones mega altos se enterraron en el césped.

—Aayy —me fui de bruces y a punto del desastre, impacté contra alguien.

Un fuerte y musculoso pecho detuvo mi caída, manos grandes rodearon mi cintura por un segundo.

Mis dedos indiscretos se cerraron un poco sobre los pectorales, mi nariz se coló en la camisa negra entreabierta.

El olor a whisky, a tabaco y cuero asaltó mis sentidos. Tan masculino y picante.

Aspiré sin poderlo evitar, dándome cuenta de lo imprudente que estaba siendo.

Me alejé enseguida del hombre, subiendo la cabeza.

Dios, era enorme y joder… mis ojos se cruzaron con los azules más penetrantes e intensos que había visto jamás.

Rudo, serio, maduro, con un aura amenazante. Guapo con la G de “ganas de pecar contigo, papi”.

Maldit4 sea, no podía dejar de mirarlo, era justo mi tipo y eso que me acababan de romper el corazón.

Hasta sentí a mi loba desganada levantarse con curiosidad.

—Lo lamento por… —“caerme contra su pechote tatuado y muy besable”— tropezarme contra usted.

Carraspeé cuando mi voz salió demasiado melosa y coqueta. ¡Que soy la prometida de Owen!

—No me extraña, con ese vestido tan… inapropiado —habló al fin, luego de una eternidad, su tono ronco y áspero.

Sus ojos profundos bajaron por mi vestido negro entallado y juraría que se quedó un segundo de más en mi escote.

—¿Perdón? ¿Inapropiado? —alcé una ceja sacando pecho— Sé mucho de moda y además lo eligió mi prometido.

Me arrepentí en el momento que dije la palabra “prometido”.

Su mirada se endureció, parecía enojado, y sin decirme nada más, caminó a mi lado.

Su hombro casi rozando con mi brazo hasta que se detuvo. 

—Pues su prometido es un insensato. Yo nunca dejaría a mi hembra ir tan provocativa delante de otros machos.

Me lo dijo cerca del oído, parecía más el gruñido de una bestia que palabras humanas.

¿Tan mal andaba vestida?

Me giré para ver su ancha espalda alejarse y mis ojos indiscretos bajaron al pantalón negro de traje que se ceñía a su sexy trasero.

Debo controlar mis hormonas, los hombres lobo huelen la excitación en las hembras.

—Bueno, solo fue un orgasmo visual, seguro no lo veo más —me dije tomando aire para entrar en el salón.

Observé a las personas moverse en esa dirección e hice lo mismo.

Buscaba a Owen entre la gente cuando de repente escuché su voz y miré a un escenario donde estaba de pie.

—Agradezco a todos por venir a la reunión, aunque sé claramente que no es a mí a quien quieren ver… —risas alrededor.

—Papá, por favor, deja de robarte la atención siempre.

Señaló a alguien frente a él y como en cámara lenta vi subir a ese semental al escenario.

¡¿Cómo que papá?! ¡Ese Adonis papucho era el suegrito Greyson Hunter! ¡Pero si parecía su hermano mayor!

—Buenas noches, gracias por asistir. Hoy no es un día para hablar de negocios, pasen una velada agradable…

Mientras esa voz magnética les hablaba con la autoridad que le daba ser el macho Alfa, Owen me hizo señas con la mano de que me acercara.

Apreté mi puño sudado en el vestido y comencé a avanzar entre la gente que abría paso.

Era mi momento de ser formalmente presentada como la prometida del heredero y los invitados lo sabían.

Pero ya poniendo los pies en la escalerilla del escenario, el Alfa cerró por completo el discurso.

—Disfruten la noche. Que siga la música.

Ordenó con frialdad y la orquesta enseguida lo obedeció.

La música suave empezó a flotar y yo me quedé como una idiota a medio subir.

Bajé un poco la cabeza para encubrir mi vergüenza, sintiendo sus pasos acercarse.

Pasó a mi lado sin detenerse, ignorándome por completo.

Me mordí el labio inferior para no decir nada inapropiado, pero algo en mi pecho se revolvió de manera desagradable.

El Alfa se marchó entre las personas que cuchicheaban.

Si alguien tenía duda de que no aprobaba a la nueva novia de su hijo, lo dejó bien claro con esta acción.

—Ava, lo lamento —Owen me tomó del brazo, ayudándome a bajar.

—No te preocupes, sabía que no sería tan fácil —le di una sonrisa de “no me dolió tanto”.

Pero la verdad era que me sentía por completo humillada.

¿Qué tenía de malo? ¿Por qué no le gustaba al Alfa Hunter?

—Mejor te enseño tu habitación y así te vas acomodando —me dice y caminamos fuera del salón.

—¿Estás seguro de que puedo quedarme? —le pregunto, no muy convencida— Digo, ¿tu padre lo aprobó?

Aún me cuesta creer que ese hombre sea el papá de Owen. Aunque ambos tienen cierto aire.

—Su respuesta fue un gruñido, así que supongo que sí.

Me responde con caras de circunstancias y ¿qué más puedo hacer que morder el anzuelo?

Subimos por una zona tranquila al tercer piso y vi que las escaleras seguían a un piso superior.

—Pase lo que pase, no vayas al nivel tres, ¿bien? —me señala las oscuras escaleras.

—¿Por qué?

—Son las dependencias del Alfa y nadie entra a menos que él llame. Ni siquiera yo —me dice, y recordar ese rostro cuadrado con la sombra de la barba y ceñudo, en vez de miedo, me provoca otra cosa.

Pero ¡no! Es mi suegro y además es un desagradable prepotente maleducado.

—Lima será tu doncella, estará pendiente a tus cosas —me presenta a una chica joven que viene por el pasillo.

—Hola, Srta. Reed.

—Hola, Lima. Quedo bajo tu cuidado —me sonríe y enseguida entro en confianza.

Al fin un rostro agradable en esta casa tan opresiva.

—Vamos a tu cuarto…

—Señor Owen, lo lamento, pero el Alfa dio otra indicación… La habitación de la Srta. Reed fue instalada en el ala sur —explicó la doncella con voz temblorosa.

—¡¿Pero eso está muy alejado de mi cuarto y además no hay nadie en ese pasillo?!

—Lo lamento, señor...

—Está bien, Owen, donde sea, tranquilo —le digo tocando su brazo tenso.

—No. Papá se está pasando un poco, hablaré con él.

—Owen, no —me acerco a susurrarle—. No lo hagas enojar más. Necesitas tiempo, ¿recuerdas?

Y asiente suspirando, despidiendo a la chica después de sacarle la información.

Me lleva entonces a mi cuarto.

Pasamos por la puerta del suyo y me lo señala.

La verdad es que nos vamos alejando cada vez más, hasta que, doblando una esquina, al final del pasillo está mi habitación.

Pensé que el Alfa me enviaría a un cuarto ruinoso y lleno de telarañas, solo para demostrar cuánto me desprecia.

Pero wao, era un pedazo de alcoba que parecía un hotel lujoso.

—¡Soy la prometida de un heredero rico! —grito arrojándome a la cama gigantesca y rodando.

Hace mucho que no me sentía tan liberada de muchas cargas.

Owen sonrió viendo mis payasadas y volvió a disculparse por los desplantes de hoy.

Me dejó sola y fui a explorar por mi cuenta.

Crimson Raven era más élite que mi antigua manada.

Cuando vi la bañera enorme del baño, me desnudé en el acto y comencé a consentirme.

Mi cuerpo agotado, pero mi mente más en calma.

Para cuando salí de la tina, había pasado alrededor de una hora.

Caminé hacia el guardarropa y lo encontré lleno de ropas nuevas como Owen me dijo.

Pero al ver los conjuntos de ropa interior, me pregunté quién rayos eligió esto.

Subí la mini tanga roja que le faltaba más tela que moral, y el brasier transparente a juego.

¿Esto era para seducir al hijo del Alfa? ¿Entonces por qué ponerme tan lejos de él?

Una idea bastante malévola, pasó por mi cerebro. 

Me puse el conjuntico, mirándome con descaro frente al espejo.

Pensando con tristeza en cuánto tiempo me vería así antes de decaer físicamente, pero me animé enseguida.

No más autocompasión. 

Me revolví el cabello castaño y ya estaba lista para fastidiar a mi prometido. Bastantes maldades me hacía él antes.

Tomé la bata bien mullida y las pantuflas.

Salí por el pasillo modelando, riendo ya de la maldad que le haría a Owen. ¿Quién lo mandaba a elegir algo así?

Llegué a su puerta, el pasillo desierto, y la empujé de golpe haciendo mi entrada de cabaretera.

¡BAM! La puerta se cerró a mi espalda.

—Hola, querido prometido —me miró asombrado desde el sofá.

—Aunque el Alfa me repudie, vengo dispuesta a todo para seducirte…

—Ava, ahora no…

—Shhh —puse mi dedo entre los labios mandándolo a callar—. No te hagas, que sé muy bien por qué compraste esto... ¡ta-chán!

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