Sintió un poco de nervios mientras se acercaban más y más a su descarado esposo, pero una vez que estuvieron lo suficientemente cerca, Sarah inhalo hondo buscando recuperar la confianza en sí misma.
¡Este plan tiene que funcionar! Pensó recordando porque había viajado desde Rumanía hasta ese lugar.
Años atrás, su padre había quedado en la bancarrota después de varios negocios fallidos, pero en vez de aceptar la derrota, eligió intercambiar a su propia hija para salvaguardar su patrimonio. Sarah tenía diecisiete años cuando todo eso pasó, por lo que tuvo que abandonar sus esperanzas de volver a la universidad, creyendo que aquello solo sería una mala racha; sin embargo, cuando su padre comenzó a vender todo lo que tenía, supo que no volvería a tener la vida de antes.
La familia Petrov había sido la única que había mostrado apoyo a su padre, por supuesto, no por generosidad, sino más bien por interés, ya que lo último que le quedaba era un basto terreno en donde ellos deseaban construir una fábrica, no era mucho, pero para Faddei Petrov, el padre de Dmitry, era un diamante en bruto que sabría explotar, sin embargo, por el hecho de que el padre de Sarah, Jasha Ivanov, estaba enfermo y pensando en el bienestar de su hija, vendió aquella última propiedad con una condición, que su hijo desposara a Sarah, de esa forma, ella podría continuar con su vida tal y como la conocía.
Desgraciadamente, con lo que no había contado después de fallecer, era que Dmitry rechazaría a Sarah y ella al no ser más que un estorbo para la familia una vez que Faddei murió en un accidente, el tío de Dmitry le fue reduciendo sus gastos hasta que finalmente no le dio ni un solo Lue rumano en el mismo instante en que Dmitry le informo de su deseo de divorciarse de ella.
Para Sarah, eso hubiese estado bien, si tan solo, Dmitry hubiese estado dispuesto a darle una manutención por el tiempo que había perdido siendo su esposa, pero ya que su matrimonio separaba los bienes individuales que cada uno había adquirido durante el transcurso de este, a Sarah no le tocaba ni un solo Leu de la fortuna de Dmitry. Iba a quedarse en la calle, aunque no distaba mucho de las condiciones en las que estaba viviendo, no obstante había una única forma de que eso no ocurriera y de que Dmitry se viera obligado a cuidar de ella, quizás ya no como una esposa, pero sí como la madre de su hijo. Sarah planeaba embarazarse de él.
Sarah necesitaba, de alguna forma engendrar un hijo, uno legítimo por el que sus venas corriera la misma sangre de Dmitry para que fuese el heredero de la fortuna de los Petrov, de esa forma, aunque se divorciaran, Dmitry estaría obligado a darle una pensión que solventara sus gastos y tuvieran una vida más o menos holgada, sin preocupaciones hasta que Dmitry muriera y le heredara a su hijo todos sus bienes.
Su plan era infalible, pero para lograr ese objetivo, tuvo que sacrificar las pocas posesiones que aún poseía como un par de collares que su madre le había obsequiado antes de morir, mismos objetos que le habían ayudado a conseguir el dinero suficiente para comprar ropa escotada y muy sensual que mostrara aquella tersa piel que poseía, ademas de conjuntos sexis, zapatillas, maquillaje y por último un boleto de viaje redondo a Mónaco para poner en marcha su plan.
Se habría embarcado en esa aventura un año atrás de no ser por Alek, quien se había enterado de su situación y había deseado ayudarla. Estimaba a su amigo, pero lo que le había hecho a Sarah era más que vergonzoso. Se rumoraba entre la Elite rumana, que la esposa de Dmitry estaba viviendo en condiciones deplorables, lo cual era verdad, pero nadie había tenido la oportunidad de confirmarlo o constatarlo, por supuesto porque la familia Petrov sabia como esconder secretos, así que Alek deseo castigar a su amigo por obligarla a vivir de limosnas de sus parientes.
Alek le había presentado a Natasha, una joven que se desempeñaba como acompañante de noche y que acostá de su belleza vivía muy bien en la capital de Rumania, Bucarest.
Ella sabia como hablar, como actuar, vestirse y coquetear para obtener joyas e incluso propiedades de mucho hombres influyentes de la ciudad, patrimonio que vendía después de un tiempo y el dinero que obtenía, eran ganancias que guardaba para cuando quisiera retirarse de esa extravagante vida asistiendo a los hombres más adinerados de Rumania.
Tan solo seis meses después de estar bajo la tutela de Natasha, Sarah ya había aprendido todos los trucos que necesitaba para atraer la atención de los hombres justo como Natasha lo hacía, pero a ella solo le interesaba un hombre, su esposo. Dmitry Petrov, al que casaría y no se detendría hasta que depositara en ella su semilla, para después obligarlo a mantenerlos. Su más grande anhelo, era ver el rostro de Dmitry el día en que se enterara de lo que había hecho para seducirlo, ansiaba que ese día llegara.
Finalmente, se acercaron a la mesa y al cabo de un segundo, Dmitry noto su presencia reconociendo de inmediato a su amigo.
—¿Alek?—dijo dejando caer las cartas sobre la mesa para retirarse del juego y saludar a su amigo, a quien no había visto en mucho tiempo —¡Qué sorpresa verte aquí! ¿Por qué no me dijiste que vendrías?
Los dos se abrazaron dándose una que otra palmada en la espalda, estando con Alek, Dmitry parecía otra persona, incluso Sarah dudo un segundo que ese hombre fuese el mismo que la había marginado durante cinco largos años hasta dejarle sin nada.
—Quería darte una sorpresa, dijiste que viniera a saludarte cuando estuviera de vacaciones —se explicó Alek para justificar su presencia en una de las ciudades más caras del mundo.
—¡Vaya que si me sorprendiste! —dijo Dmitry esbozando una sonrisa alegre, fue entonces que su mirada encontró la de Sarah, quien estaba a tan solo un paso de ellos.
—Veo que no estás solo. ¿Amante o novia?—murmuro Dmitry sin importarle que aquella hermosa mujer se ofendiera, puesto que en ese sitio, no había mujeres precisamente decentes.
—¿Cuál es la diferencia?—bromeo Alek para aliviar el estrés que le generaba esa extrañísima situación, porque esa mujer era precisamente su esposa y lo estaba engañando para castigarlo por su irresponsabilidad o mejor dicho su falta de humanidad—por favor déjame que te presente a Nina Stoica, una amiga muy querida. Nina, el holgazán frente a ti es mi amigo Dmitry Petrov.
Ella sonrió con naturalidad y le extendió la mano para terminar dirigiéndole una mirada coqueta, por supuesto tal y como lo habían planeado junto con Natasha, así que mientras Alek hablaba con su amigo, Sarah se quitó el seguro de una pulsera de imitación de diamantes, de esa forma al extender su mano la pulsera caería víctima de la gravedad, para que Sarah se inclinara un poco tratando de recuperar aquella baratija y tuviera la oportunidad de mostrar su escote pronunciado para que Dmitry se deleitara con sus pechos, los cuales amenazaban con brotar como flores para él
—Así que usted es la famosa, Nina Stoica—expuso Dmitry aún más interesado. Sarah se sintió aliviada de que los rumores que ellos mismo se habrían encargado de expandir, hubiesen llegado a los oídos de Dmitry. Tanto Natasha como Alek, habían utilizado sus propios medios para dar a conocer el nombre Nina Stoica para causar impacto no solo en la sociedad tan reservada de Rumania, sino para interesar a Dmitry. Así que se habían inventado que Nina era la nueva acompañante en Rumania más famosa, que su astucia era igual de increíble que su belleza y que muchos políticos e incluso artistas famosos habían caído en sus redes, se decía que poseía una cuantiosa fortuna que sus amantes se habían encargado de acumular, puesto que Nina no solía acostarse con cualquiera y muchos creían que las joyas y propiedades iban a ayudar a la causa. —No he escuchado más que elogios de usted, señorita Stoica—dijo Dmitry recordando los modales que alguna vez le habían enseñado siendo un niño, se inclinó un poco
Una vez acordado el asunto, Alek y Nina se despidieron dejando solo a Dmitry, quien observo su marcha desde aquella terraza y mientras pasaban por las mesas de juego y hasta salir por la gran puerta de madera tallada que a alguien se le había ocurrido importar desde Francia, solo porque era un objeto antiguo.Intento volver a su mesa y concentrarse en los naipes, pero no pudo hacerlo, aquella chica permanecía en sus pensamientos, era como un eco que exigía toda su atención. Parecía ser la mujer perfecta y de ser ciertos los rumores que habían llegado hasta él, no podía dejar pasar la oportunidad cuando su amigo la había llevado hasta él, aunque quizás ese también era el problema, su amigo, por mucho que le interesara Nina, no podía atreverse a nada mientras Alek no estuviera de acuerdo.Su mente divagaba mientras observaba los naipes en su mano, pensando en los múltiples talentos que debía poseer esa chica, quería descubrir por sí mismo si lo que se decía de esa mujer era verdad y es
—Parecía estar bastante molesto de escucharte mencionar Rumania—expreso Sarah tamborileando sus dedos sobre su pierna cruzada.—Y no es para menos, el tan solo mencionar nuestro país, es como si le recordaras todo lo que le espera allá, responsabilidades, una familia interesada y una esposa a quien ni siquiera recuerda y ahora que lo has visto con tus propios ojos, espero que estés consciente de lo que te puedes enfrentar con Dmitry.Sarah suspiró, pero no se animó a responder.—Según él—continuo Alek— no eres más que el recuerdo de lo que su padre esperaba de él, ademas de que los casaron sin tener en cuenta sus deseos, así que el solo mencionar Rumania o aún peor su casa, es como si lo hubieras abofeteado en la cara. Supongo que estaba más concentrado en tratar de vivir una vida donde no tuviera ataduras, que solo hasta ahora, después de cinco años, se le ocurrió pedirte el divorcio, solo que el muy imbécil, es muy estúpido para entender que tú tampoco tenías otra opción.Sarah meti
—¿De qué hablas?—se mostró un poco más interesado, pensando que tal vez, alguien más había captado la atención de Nina.—Bueno, Nina es una mujer bastante costosa, no sabes lo que tuve que hacer para lograr que accediera a venir conmigo y la verdad los recursos que tenía destinados a ella, están a punto de acabarse.—¿Así que es una mujer de negocios, eh?—bromeo Dmitry pensando que tal vez podría tener a Nina, mucho antes de lo esperado.—Puede que sí, es una mujer bastante astuta a tal punto que tiene la opción de aceptar o rechazar a los hombres sin importar cuanto tiene en el banco—mintió Alek para agregar un poco más de misterio a Nina, la había construido específicamente para su amigo, para que fuera la chica de sus sueños, pero también mucho más de lo que él podría soñar con tener.—¿Que razones tendría ella para aceptarte a ti, mi amigo?—expreso Dmitry aún más interesado en su amante. En su cabeza solo estaba un pensamiento que deseaba confirmar, solo para glorificarse a sí mis
Dmitry condujo a Nina y a Alek a su palco, el cual gozaba de una majestuosa aunque sencilla arquitectura. A su alrededor había una hilera de palcos privados con el mismo diseño para los pocos millonarios que se quedaban el bastante tiempo para adquirir uno, aunque también estaba la opción de admirar a los actores en la primera planta para quienes no tuvieran el recurso de adquirir uno. Con diez personas, el gran palco de Dmitry estaba lleno y Nina, quien deseaba sentarse a su lado, no tuvo que hacer ningún esfuerzo, puesto que él ya había dispuesto todo para tenerla a su lado. —Nina—dijo Dmitry tomando su mano sin previo aviso para llevarla a su asiento y cuando ella se dio la vuelta, Dmitry aprecio la piel desnuda que se podía observar debido a su escote—luce increíblemente deslumbrante. Ella le sonrió en respuesta mientras se acomodaba sobre su asiento predispuesto al otro lado de donde se encontraba Alek, curiosamente. Por supuesto, cuando Sarah le echo un ojo a su esposo, tuvo
Justo al terminar la obra y cuando se levantaban de sus asientos para salir del recinto, Dmitry tomo la mano de Nina desprevenidamente y le sonrió con cierta naturalidad y galantería. —¿Puedo acompañarte después a tu hotel, Nina? Ella frunció el ceño levemente, no creyó que su coquetería funcionaria tan rápido, pero pensó que Dmitry debia estar acostumbrado a no tener que esperar por mucho tiempo, sin embargo, no iba a darle el gusto. —Discúlpeme, pero Alek me acompañará devuelta al hotel, ademas creo que es demasiado pronto para que me pida algo así, actualmente no estoy buscando un sustituto para él. —No me malentienda, solo pretendo ser amable y llevarla a casa si es que Alek tiene otros planes—se inclinó levemente hacia ella hasta que sus labios tocaron ligeramente su piel y su aliento tibio le hizo cosquillas—aunque el día en que finalmente pueda poseerla, cuando por fin la tenga desnuda debajo de mí, olvidara el recuerdo de Alek y cualquier otro hombre que haya pasado por su
Sarah dio otro sorbo a su bebida, deleitándose en la atención y sorpresa que le habían dado las personas reunidas a la mesa.—¿Tiene usted un palco en la casa de la ópera Rumana?—cuestionó Dmitry sorprendido, ya que un palco era un lujo innecesario que solo los ricos podían tener, por supuesto, únicamente para hacerse notar entre la sociedad más adinerada de Rumania."El tuyo" pensó Sarah, pero hacía años que no iba debido a las carencias a las que el tío de Dmitry la había recluido y por supuesto, negarle el palco para asistir a la ópera era una de esas carencias, aunque en su situación, eso se había vuelto irrelevante.—En efecto. ¿De qué otra forma se puede conseguir amistades?—bromeo casi insinuando que de esa forma conseguía a sus víctimas o mejor dicho a sus patrocinadores.—Querida señorita Stoica—pronuncio aquel hombre que los había saludado antes en el palco. Sarah se volvió hacia él un tanto desconcertada de que ese hombre supiera su nombre, al menos el que usaba en aquel mo
Dmitry vio con tristeza como Alek acompañaba a Nina fuera del bar, nunca en su vida había envidiado a Alek como en ese momento¡Qué m****a!Nina era la mujer más cautivadora que se había encontrado al menos en los últimos años, no parecía impresionarse fácilmente y el sexo no era exactamente su prioridad, buscaba entretenerse, era una mujer bella, ingeniosa e inteligente y algo ruda. ¿Qué otra cosa necesitaba un hombre de una mujer?Al irse Nina, la noche perdió su encanto, incluso cuando se le acercó Carinna y se sentó a su lado para comenzar a susurrarle al odio proposiciones vulgares que podrían hacer en cualquier habitación de un hotel o incluso en su auto, pero su mente permaneció tranquila, puesto que se preguntaba cuál era exactamente el encanto de Nina, ya que no dejaba de pensar en ella. —Esta noche no—le susurro a Carinna con desánimo, no recordaba alguna sola ocasión en que hubiese rechazado el poder acostarse con una mujer tan sexi como Carinna, pero con Nina en su cabeza,