La primera vez que Sarah vio a su esposo después de su apresurada boda, fue en un casino en Montecarlo, mientras jugaba a las cartas al mismo tiempo que mantenía en su regazo a una sensual joven. No fue difícil encontrarlo entre la multitud después de ingresar en aquella sala llena de humo de cigarrillos, en donde varios hombres disfrutaban apostar sus fortunas.
Sarah contempló como su esposo, metía sigilosamente la mano entre la abertura de pierna del vestido de la joven pelinegra, aprovechando el tenue humo flotando alrededor. A pesar de la distancia, se podía notar como la tela se movía a causa de sus dedos, los cuales acariciaban su ropa interior, por supuesto, si es que llevaba puesto algo.
Ella sabia que su esposo era un hombre habilidoso y lo admiro por un instante, preguntándose como es que su atención, en realidad, aún seguía en las cartas que sostenía en la otra mano.
Lejos de estar decepcionada o enfadada, Sarah sintió un poco de alivio al ver que su esposo no había cambiado en lo más mínimo aún después de tanto tiempo, seguía siendo el mismo depravado de siempre o al menos eso era lo que los rumores decían de él, pero aquel pensamiento sirvió para recordarle porque estaba ahí contemplando aquella escena lujuriosa, que más que humillarla en realidad la entretenía.
Dmitry era un hombre atractivo, eso sí no lo negaba y al casarse con él, pensó que había tenido suerte de no haber caído en la garras ansiosas de algún viejo degenerado, ya que aquella boda había sido un arreglo de su padre, en primer lugar porque era hija única y no tenía más familia que se hiciera cargo de ella, pero la razón más poderosa que los había obligado a tomar una decisión tan drástica y apresurada, era que su padre estaba en la bancarrota.
El padre de Sarah, buscaba con aquella boda, solucionar sus problemas económicos al vender lo poco que le quedaba al padre de su ahora esposo, quien le había heredado una cuantiosa fortuna a su hijo y entre sus posesiones a Sarah, una vez que se concretó la boda.
Aquel día, Sarah logro verlo fugazmente durante la ceremonia, era un hombre de cabellera oscura y ojos profundos, alto y fornido, un hombre con una presencia inigualable, pero una vez terminada la boda, él desapareció dejándola a su suerte sin lograr consumar el matrimonio y ahora cinco años después él lucia un tanto diferente, quizás más musculoso o tal vez era su cabello el cual se había dejado crecer un poco más desde la última vez que lo había visto, pero sin duda tanto su apariencia como su actitud eran imponentes.
Quizás a una verdadera esposa le hubiese corroído los intestinos sorprender a su esposo en semejantes circunstancias y hubiese armado todo un escándalo para avergonzarlo y exponerlo ante la gente de aquel sitio, pero para Sarah era diferente, verlo en brazos de otra mujer solo confirmo que no sentía absolutamente nada por él, después de todo era un desconocido que solo había visto una vez en su vida, aunque si había un sentimiento hacia él que albergaba en su interior y eso era el rencor y fastidio por todo el camino que había tenido que recorrer para poder encontrarlo, era muy escurridizo.
De pronto, se percató de que la joven había fijado su mirada justo en su dirección, eso la preocupo un poco creyendo que tal vez se había dado cuenta de que había estado observando aquella tremenda travesura que, para nada era infantil, sin embargo; pronto se dio cuenta de que en realidad esa chica solo había buscado desviar su vista en un intento de que los jugadores que estaban sentados a la mesa no vieran sus mejillas enrojecidas y mucho menos que escucharan el gemido que deseaba escapar por sus labios rojos. Sarah tampoco logro escucho, había demasiado ruido de voces, del tintinear de los cubos de hielos sobre los vasos de las bebidas y bastante risas alegres, pero su expresión lo decía todo.
Sarah intuyo que, con la reputación que su esposo tenía, tal vez había logrado llevarla al éxtasis en tan poco tiempo, pero Dmitry, no dejo entre ver nada en su expresión cuando la chica cerro levemente sus piernas, para evitar que él continuara estimulándola.
Había pasado muchas cosas en el tiempo que llevaba aquella partida de naipes, pero no exactamente en el juego, ya que sus acompañantes ni siquiera se habían percatado de nada, ellos analizaban sus cartas, quizás estudiando posibles jugadas para hacer caer al mejor jugador de la mesa, Dmitry.
En cuanto la chica recupero el aliento, sonrió complacida y le susurro algo en el oído, algo que Sarah no supo deducir aunque sí pudo ver el movimiento de sus labios, pero era de imaginarse que se habían dicho entre susurros, continuar con aquel juego en un lugar más privado, quizás en la habitación de su hotel.
Él asintió apartando la mano para que la joven pudiera levantarse e irse moviendo la cadera sabiendo que esos movimientos atraerían más de una mirada, aunque ya no la de Dmitry.
—Parece que tu esposo ya se desocupó—le dijo su amigo Alek. Él era el único que la apoyaba en esa locura y se había empeñado en acompañarla, para hacerla pasar por su amante y evitar que alguien quisiera brindarse derechos sobre Sarah sin su consentimiento.
Dmitry y Alek eran viejos conocidos, la primera vez que se vieron las caras había sido en una reunión de negocios, Alek era el abogado del padre de Dmitry, así que cuando la empresa paso a su poder, Alek se volvió un íntimo amigo del otro.
De hecho, Alek había sido uno de los pocos en desacuerdo por aquella boda que se había llevado a cabo cinco años atrás, sobre todo sabiendo lo que la chica sufriría al lado de su amigo, él tenía una reputación bastante sucia y creyó que ella sería una chica más a su lista de conquistas, pero extrañamente, Sarah había sido la única excepción de su amigo.
El motivo por el cual Dmitry había decidido rechazar a su esposa, era porque su padre lo había obligado a casarse con ella y él odiaba a su padre por ello, aunque Dmitry tenía razones más poderosas para odiarlo, sin embargo, esa boda que había planeado sin siquiera discutirlo con él, había sido la gota que había derramado el vaso, por lo tanto, no estaba dispuesto a seguir sus órdenes ni un minuto más.
Una vez concretada la boda, él había decidido irse y no volver nunca, así lo hizo durante cuatro años, al morir su padre, Dmitry ni siquiera se dignó a asistir al funeral y aun después de haberse librado de él, tampoco se había animado a volver y retomar lo que por derecho era suyo. Las propiedades, las joyas, la empresa y por supuesto, su esposa, Sarah.
—Creo que después de lo que acabamos de ver, ahora estoy segura de que podre conseguir lo que quiero—respondió Sarah confiada en lograr su propósito, estaba segura de que saldría victoriosa y la sonrisa que se dibujó en sus labios eran la prueba.
—Sabia que dirías algo como eso —dijo Alek resignado a seguir con esa locura, pero después de ser testigo de todo lo que Sarah había tenido que hacer para llegar hasta ese lugar, él ya no podía oponerse y mucho menos detenerla.
Sarah torció los labios, al escuchar el tono de su amigo, aunque muchas veces le había dado la opción de no involucrarse e tal vez fingir incluso una hora atrás antes de salir del hotel.
—Es un imbécil si piensa que le daré divorcio—se explicó Sarah —no después de todo lo que he tenido que sufrir por su culpa.
—Lo sé—expreso Alek dejando escapar un suspiro para después mirar a su amiga, quien le sonrió e incluso le dio un pequeño beso en la mejilla—pero en este momento no eres Sarah Petrova, sino Nina Stoica, mi pequeña amante.
Alek hizo un pequeño movimiento con su mano para acariciarle la mejilla para darle entender a Sarah que no seria difícil meterse en su papel, ella era muy hermosa, no de su tipo, pero si lo bastante encantadora como para darle un beso en el dorso de su mano.
—De acuerdo, pero no olvides que no debes dejarme mas que un par de minutos solas con él, quiero atraer su interés no acostarme con él, al menos no por ahora—explico Sarah orgullosa del plan que había trazado para conquistar a su esposo.
Para no ser reconocida, Sarah se había teñido el pelo de rubio, se había comprado un par de pupilentes azules y había hecho bastante ejercicio para obtener su figura ideal, es decir, una que pudiera atraer la atención de Dmitry
—Me parece que eso sera bastante sencillo, lo difícil sera cuando quieras quitártelo de encima—dijo Alek acercándole su brazo para llevarla ante Dmitry— tu esposo es igual que un depredador, una vez fijada su mirada en carne fresca, sera difícil que te olvide.
Ambos compartieron un par de risitas ante el chiste de Alek, entonces comenzaron a caminar justo en la dirección en la que se encontraba Dmitry.
La mesas de cartas estaban distribuidas en todo el salón en forma circular, por lo que Alek y Sarah tuvieron que pasearse para evitar las mesas mas concentradas hasta llegar hasta su objetivo, muy al fondo en la esquina donde la música tenue y las voces de los demás jugadores no lo desconcentraban de sus pensamientos.
Alek le había advertido que ese casino era un tanto especial, ahí no solían asistir mujeres de buena reputación, sino mas bien acompañantes que cualquier hombre podía elegir para llevarla a la cama, era por así decirlo, un casino para caballeros y aunque no había escenas tan escandalosas como lo había hecho su esposo, era claro que las mujeres en ese sitio, tenían una moral reprochable.
Era fácil darse cuenta de ello al ver los atuendos de las mujeres, escotes muy pronunciados, tanto traseros como delanteros, así como aberturas de piernas que permitían ver un poco mas allá de la piel de sus piernas. Todas las mujeres en ese lugar eran sumamente sensuales, pero pocas destacaban ante los ojos de Dmitry.
Sintió un poco de nervios mientras se acercaban más y más a su descarado esposo, pero una vez que estuvieron lo suficientemente cerca, Sarah inhalo hondo buscando recuperar la confianza en sí misma. ¡Este plan tiene que funcionar! Pensó recordando porque había viajado desde Rumanía hasta ese lugar. Años atrás, su padre había quedado en la bancarrota después de varios negocios fallidos, pero en vez de aceptar la derrota, eligió intercambiar a su propia hija para salvaguardar su patrimonio. Sarah tenía diecisiete años cuando todo eso pasó, por lo que tuvo que abandonar sus esperanzas de volver a la universidad, creyendo que aquello solo sería una mala racha; sin embargo, cuando su padre comenzó a vender todo lo que tenía, supo que no volvería a tener la vida de antes. La familia Petrov había sido la única que había mostrado apoyo a su padre, por supuesto, no por generosidad, sino más bien por interés, ya que lo último que le quedaba era un basto terreno en donde ellos deseaban constru
—Así que usted es la famosa, Nina Stoica—expuso Dmitry aún más interesado. Sarah se sintió aliviada de que los rumores que ellos mismo se habrían encargado de expandir, hubiesen llegado a los oídos de Dmitry. Tanto Natasha como Alek, habían utilizado sus propios medios para dar a conocer el nombre Nina Stoica para causar impacto no solo en la sociedad tan reservada de Rumania, sino para interesar a Dmitry. Así que se habían inventado que Nina era la nueva acompañante en Rumania más famosa, que su astucia era igual de increíble que su belleza y que muchos políticos e incluso artistas famosos habían caído en sus redes, se decía que poseía una cuantiosa fortuna que sus amantes se habían encargado de acumular, puesto que Nina no solía acostarse con cualquiera y muchos creían que las joyas y propiedades iban a ayudar a la causa. —No he escuchado más que elogios de usted, señorita Stoica—dijo Dmitry recordando los modales que alguna vez le habían enseñado siendo un niño, se inclinó un poco
Una vez acordado el asunto, Alek y Nina se despidieron dejando solo a Dmitry, quien observo su marcha desde aquella terraza y mientras pasaban por las mesas de juego y hasta salir por la gran puerta de madera tallada que a alguien se le había ocurrido importar desde Francia, solo porque era un objeto antiguo.Intento volver a su mesa y concentrarse en los naipes, pero no pudo hacerlo, aquella chica permanecía en sus pensamientos, era como un eco que exigía toda su atención. Parecía ser la mujer perfecta y de ser ciertos los rumores que habían llegado hasta él, no podía dejar pasar la oportunidad cuando su amigo la había llevado hasta él, aunque quizás ese también era el problema, su amigo, por mucho que le interesara Nina, no podía atreverse a nada mientras Alek no estuviera de acuerdo.Su mente divagaba mientras observaba los naipes en su mano, pensando en los múltiples talentos que debía poseer esa chica, quería descubrir por sí mismo si lo que se decía de esa mujer era verdad y es
—Parecía estar bastante molesto de escucharte mencionar Rumania—expreso Sarah tamborileando sus dedos sobre su pierna cruzada.—Y no es para menos, el tan solo mencionar nuestro país, es como si le recordaras todo lo que le espera allá, responsabilidades, una familia interesada y una esposa a quien ni siquiera recuerda y ahora que lo has visto con tus propios ojos, espero que estés consciente de lo que te puedes enfrentar con Dmitry.Sarah suspiró, pero no se animó a responder.—Según él—continuo Alek— no eres más que el recuerdo de lo que su padre esperaba de él, ademas de que los casaron sin tener en cuenta sus deseos, así que el solo mencionar Rumania o aún peor su casa, es como si lo hubieras abofeteado en la cara. Supongo que estaba más concentrado en tratar de vivir una vida donde no tuviera ataduras, que solo hasta ahora, después de cinco años, se le ocurrió pedirte el divorcio, solo que el muy imbécil, es muy estúpido para entender que tú tampoco tenías otra opción.Sarah meti
—¿De qué hablas?—se mostró un poco más interesado, pensando que tal vez, alguien más había captado la atención de Nina.—Bueno, Nina es una mujer bastante costosa, no sabes lo que tuve que hacer para lograr que accediera a venir conmigo y la verdad los recursos que tenía destinados a ella, están a punto de acabarse.—¿Así que es una mujer de negocios, eh?—bromeo Dmitry pensando que tal vez podría tener a Nina, mucho antes de lo esperado.—Puede que sí, es una mujer bastante astuta a tal punto que tiene la opción de aceptar o rechazar a los hombres sin importar cuanto tiene en el banco—mintió Alek para agregar un poco más de misterio a Nina, la había construido específicamente para su amigo, para que fuera la chica de sus sueños, pero también mucho más de lo que él podría soñar con tener.—¿Que razones tendría ella para aceptarte a ti, mi amigo?—expreso Dmitry aún más interesado en su amante. En su cabeza solo estaba un pensamiento que deseaba confirmar, solo para glorificarse a sí mis
Dmitry condujo a Nina y a Alek a su palco, el cual gozaba de una majestuosa aunque sencilla arquitectura. A su alrededor había una hilera de palcos privados con el mismo diseño para los pocos millonarios que se quedaban el bastante tiempo para adquirir uno, aunque también estaba la opción de admirar a los actores en la primera planta para quienes no tuvieran el recurso de adquirir uno. Con diez personas, el gran palco de Dmitry estaba lleno y Nina, quien deseaba sentarse a su lado, no tuvo que hacer ningún esfuerzo, puesto que él ya había dispuesto todo para tenerla a su lado. —Nina—dijo Dmitry tomando su mano sin previo aviso para llevarla a su asiento y cuando ella se dio la vuelta, Dmitry aprecio la piel desnuda que se podía observar debido a su escote—luce increíblemente deslumbrante. Ella le sonrió en respuesta mientras se acomodaba sobre su asiento predispuesto al otro lado de donde se encontraba Alek, curiosamente. Por supuesto, cuando Sarah le echo un ojo a su esposo, tuvo
Justo al terminar la obra y cuando se levantaban de sus asientos para salir del recinto, Dmitry tomo la mano de Nina desprevenidamente y le sonrió con cierta naturalidad y galantería. —¿Puedo acompañarte después a tu hotel, Nina? Ella frunció el ceño levemente, no creyó que su coquetería funcionaria tan rápido, pero pensó que Dmitry debia estar acostumbrado a no tener que esperar por mucho tiempo, sin embargo, no iba a darle el gusto. —Discúlpeme, pero Alek me acompañará devuelta al hotel, ademas creo que es demasiado pronto para que me pida algo así, actualmente no estoy buscando un sustituto para él. —No me malentienda, solo pretendo ser amable y llevarla a casa si es que Alek tiene otros planes—se inclinó levemente hacia ella hasta que sus labios tocaron ligeramente su piel y su aliento tibio le hizo cosquillas—aunque el día en que finalmente pueda poseerla, cuando por fin la tenga desnuda debajo de mí, olvidara el recuerdo de Alek y cualquier otro hombre que haya pasado por su
Sarah dio otro sorbo a su bebida, deleitándose en la atención y sorpresa que le habían dado las personas reunidas a la mesa.—¿Tiene usted un palco en la casa de la ópera Rumana?—cuestionó Dmitry sorprendido, ya que un palco era un lujo innecesario que solo los ricos podían tener, por supuesto, únicamente para hacerse notar entre la sociedad más adinerada de Rumania."El tuyo" pensó Sarah, pero hacía años que no iba debido a las carencias a las que el tío de Dmitry la había recluido y por supuesto, negarle el palco para asistir a la ópera era una de esas carencias, aunque en su situación, eso se había vuelto irrelevante.—En efecto. ¿De qué otra forma se puede conseguir amistades?—bromeo casi insinuando que de esa forma conseguía a sus víctimas o mejor dicho a sus patrocinadores.—Querida señorita Stoica—pronuncio aquel hombre que los había saludado antes en el palco. Sarah se volvió hacia él un tanto desconcertada de que ese hombre supiera su nombre, al menos el que usaba en aquel mo