—Parecía estar bastante molesto de escucharte mencionar Rumania—expreso Sarah tamborileando sus dedos sobre su pierna cruzada.
—Y no es para menos, el tan solo mencionar nuestro país, es como si le recordaras todo lo que le espera allá, responsabilidades, una familia interesada y una esposa a quien ni siquiera recuerda y ahora que lo has visto con tus propios ojos, espero que estés consciente de lo que te puedes enfrentar con Dmitry.
Sarah suspiró, pero no se animó a responder.
—Según él—continuo Alek— no eres más que el recuerdo de lo que su padre esperaba de él, ademas de que los casaron sin tener en cuenta sus deseos, así que el solo mencionar Rumania o aún peor su casa, es como si lo hubieras abofeteado en la cara. Supongo que estaba más concentrado en tratar de vivir una vida donde no tuviera ataduras, que solo hasta ahora, después de cinco años, se le ocurrió pedirte el divorcio, solo que el muy imbécil, es muy estúpido para entender que tú tampoco tenías otra opción.
Sarah metido sus palabras, aquello de alguna forma le había dolido porque ambos habían aceptado contraer matrimonio, pero ambos habían sido manipulados para hacerlo, al menos tenían algo en común, solo que Dmitry no lo sabia y ni siquiera se había dignado a averiguarlo, supuso que él creía que era un tipo de títere de su padre, un recuerdo de lo que había ocurrido aquel entonces.
—Eso no importa—dijo Sarah después de unos segundos—ahora que se ha interesado por Nina, le daré toda mi atención hasta saciar su curiosidad por mí, solo espero que no sea tan rudo en la cama— expreso para cambiar de tema, a ella también le costaba recordar el pasado, para no decir, que al igual que Dmitry, ella no quería recordar los amargos tragos que le había hecho pasar su familia, su tío quien sin Dmitry se creía dueño de todo, al igual que su esposa y su hija. Si había algo que ansiara más que tener un hijo para vengarse de Dmitry, era que él finalmente volviera y pusiera a su familia en su lugar, ya que no eran más que unos arrimados que no tenían más que negocios fallidos y deudas detrás de sí.
—Dios libre a los hombres de mujeres enojadas, porque no saben lo que les espera—bromeo Alek mirando por la ventanilla de auto, a pesar de que era casi media noche, en Mónaco, parecía ser medio día. Había varios autos transitando por la calle, al igual que peatones que salían de casinos para dirigirse a otros o parejas en busca de privacidad, la vida era un tanto extraña ahí.
—Tal vez tú también necesites una mujer como yo—le respondió Sarah acercándose a él peligrosamente, sabiendo que sus pechos eran su mejor arma para callar a cualquier hombre, al menos uno decente que no se atreviera más que a ver sus senos un par de segundos, estando petrificado de la sorpresa.
—Ruego a dios que nunca ocurra—bromeo Alek con una risita nerviosa mientras le daba un beso en la cabeza, Sarah se había vuelto más que una amiga, era más bien una hermana a la que se sentía obligado a cuidar.
De pronto la vista del exterior fue reemplazada por un túnel con un par de luces que condujo su transporte hacia un estacionamiento subterráneo, donde finalmente pudieron salir para estirar las piernas y acomodarse la ropa o en caso de Sarah, los senos. Natasha, le había enseñado a usar corsé debajo de la ropa, ya que ayudaba a estilizar la figura, levantaba el busto y una vez en la cama, los hombres quedaban impresionados con él, era como kriptonita para los caballeros, demasiado sensual para ellos.
—¿Vamos adentro, querida?—expreso Alek extendiéndole la mano para adentrarse en el papel de amante.
—Por supuesto—dijo ella mostrándose coqueta tomándole la palabra para ir juntos, puesto que ahí había parejas muy excéntricas.
Ancianos acompañados del brazo de hermosas y jóvenes mujeres, o mujeres de edad avanzada acompañadas de caballeros jóvenes que tal vez eran demasiado jóvenes para ser sus hijos. Había tanta variedad que Sarah no pudo observarlo a todos, únicamente se concentró en buscar entre la multitud a su esposo, Dmitry.
—Parece que aún no ha llegado—expreso Alek después de hacer lo mismo que Sarah.
—¿Es tan impuntual?—se quejó volviéndose a su amigo.
—Antes no lo era, pero Dmitry ha cambiado mucho, así que ya no lo sé—respondió alzando los hombros.
—¡Ese tonto!—musito soltando un suspiro—supongo que mientras llega, iré al tocador.
—Te espero por aquí—le dijo Alek situándose cerca de un pilar donde se podía observar como la gente que llegaba por el estacionamiento o la que se sentía más digna de entrar por la puerta principal, entraba luciendo elegantes trajes y finos vestidos de diseñador.
Dmitry, quien había observado su entrada y había admirado la belleza de Nina, anduvo a paso ligero, esquivando a la multitud con astucia hasta llegar a donde su amigo se encontraba.
—¡Qué alegría verte aquí!—irrumpió la tranquilidad de su amigo dándole una palmada en la espalda. Alek se incorporó y con una sonrisa le dio un abrazo de caballeros.
—Lo mismo digo, amigo. Te agradezco tu invitación—le expreso Alek esbozando una sonrisa, aunque le parecio extraño que, al menos hasta ese momento Dmitry estuviera solo, cuando era muy común que estuviera rodeado de mujeres hermosas, él era un imán para conseguir mujeres de ese tipo
—¿Vienes solo?—expreso Dmitry para averiguar a donde había ido Nina.
—Sabes que no, amigo. Nina vino conmigo, pero ahora mismo fue al tocador, enseguida nos acompaña. Es encantadora.
Dmitry pensó que la palabra encantadora no era precisamente la palabra adecuada para describir a Nina, él hubiera dicho impactante o deslumbrante, si, esas palabras eran mucho más adecuadas para alguien como ella.
—¡Oh si la encantadora, Nina!—expreso acariciando las letras de su nombre, un nombre que daba la sensación de ser igual de sensual que su dueña—qué afortunado eres de haber encontrado a una mujer tan desconcertante.
—Me parece que mi suerte ya se ha agotado mi querido amigo—dijo Alek con la intención de expresarle que tenía el camino libre, si es que realmente estaba interesado en ella.
—¿De qué hablas?—se mostró un poco más interesado, pensando que tal vez, alguien más había captado la atención de Nina.—Bueno, Nina es una mujer bastante costosa, no sabes lo que tuve que hacer para lograr que accediera a venir conmigo y la verdad los recursos que tenía destinados a ella, están a punto de acabarse.—¿Así que es una mujer de negocios, eh?—bromeo Dmitry pensando que tal vez podría tener a Nina, mucho antes de lo esperado.—Puede que sí, es una mujer bastante astuta a tal punto que tiene la opción de aceptar o rechazar a los hombres sin importar cuanto tiene en el banco—mintió Alek para agregar un poco más de misterio a Nina, la había construido específicamente para su amigo, para que fuera la chica de sus sueños, pero también mucho más de lo que él podría soñar con tener.—¿Que razones tendría ella para aceptarte a ti, mi amigo?—expreso Dmitry aún más interesado en su amante. En su cabeza solo estaba un pensamiento que deseaba confirmar, solo para glorificarse a sí mis
Dmitry condujo a Nina y a Alek a su palco, el cual gozaba de una majestuosa aunque sencilla arquitectura. A su alrededor había una hilera de palcos privados con el mismo diseño para los pocos millonarios que se quedaban el bastante tiempo para adquirir uno, aunque también estaba la opción de admirar a los actores en la primera planta para quienes no tuvieran el recurso de adquirir uno. Con diez personas, el gran palco de Dmitry estaba lleno y Nina, quien deseaba sentarse a su lado, no tuvo que hacer ningún esfuerzo, puesto que él ya había dispuesto todo para tenerla a su lado. —Nina—dijo Dmitry tomando su mano sin previo aviso para llevarla a su asiento y cuando ella se dio la vuelta, Dmitry aprecio la piel desnuda que se podía observar debido a su escote—luce increíblemente deslumbrante. Ella le sonrió en respuesta mientras se acomodaba sobre su asiento predispuesto al otro lado de donde se encontraba Alek, curiosamente. Por supuesto, cuando Sarah le echo un ojo a su esposo, tuvo
Justo al terminar la obra y cuando se levantaban de sus asientos para salir del recinto, Dmitry tomo la mano de Nina desprevenidamente y le sonrió con cierta naturalidad y galantería. —¿Puedo acompañarte después a tu hotel, Nina? Ella frunció el ceño levemente, no creyó que su coquetería funcionaria tan rápido, pero pensó que Dmitry debia estar acostumbrado a no tener que esperar por mucho tiempo, sin embargo, no iba a darle el gusto. —Discúlpeme, pero Alek me acompañará devuelta al hotel, ademas creo que es demasiado pronto para que me pida algo así, actualmente no estoy buscando un sustituto para él. —No me malentienda, solo pretendo ser amable y llevarla a casa si es que Alek tiene otros planes—se inclinó levemente hacia ella hasta que sus labios tocaron ligeramente su piel y su aliento tibio le hizo cosquillas—aunque el día en que finalmente pueda poseerla, cuando por fin la tenga desnuda debajo de mí, olvidara el recuerdo de Alek y cualquier otro hombre que haya pasado por su
Sarah dio otro sorbo a su bebida, deleitándose en la atención y sorpresa que le habían dado las personas reunidas a la mesa.—¿Tiene usted un palco en la casa de la ópera Rumana?—cuestionó Dmitry sorprendido, ya que un palco era un lujo innecesario que solo los ricos podían tener, por supuesto, únicamente para hacerse notar entre la sociedad más adinerada de Rumania."El tuyo" pensó Sarah, pero hacía años que no iba debido a las carencias a las que el tío de Dmitry la había recluido y por supuesto, negarle el palco para asistir a la ópera era una de esas carencias, aunque en su situación, eso se había vuelto irrelevante.—En efecto. ¿De qué otra forma se puede conseguir amistades?—bromeo casi insinuando que de esa forma conseguía a sus víctimas o mejor dicho a sus patrocinadores.—Querida señorita Stoica—pronuncio aquel hombre que los había saludado antes en el palco. Sarah se volvió hacia él un tanto desconcertada de que ese hombre supiera su nombre, al menos el que usaba en aquel mo
Dmitry vio con tristeza como Alek acompañaba a Nina fuera del bar, nunca en su vida había envidiado a Alek como en ese momento¡Qué m****a!Nina era la mujer más cautivadora que se había encontrado al menos en los últimos años, no parecía impresionarse fácilmente y el sexo no era exactamente su prioridad, buscaba entretenerse, era una mujer bella, ingeniosa e inteligente y algo ruda. ¿Qué otra cosa necesitaba un hombre de una mujer?Al irse Nina, la noche perdió su encanto, incluso cuando se le acercó Carinna y se sentó a su lado para comenzar a susurrarle al odio proposiciones vulgares que podrían hacer en cualquier habitación de un hotel o incluso en su auto, pero su mente permaneció tranquila, puesto que se preguntaba cuál era exactamente el encanto de Nina, ya que no dejaba de pensar en ella. —Esta noche no—le susurro a Carinna con desánimo, no recordaba alguna sola ocasión en que hubiese rechazado el poder acostarse con una mujer tan sexi como Carinna, pero con Nina en su cabeza,
Una mucama entró a la habitación y se dirigió hacia la terraza donde se encontraban ambos amigos, llevaba en las manos un enorme jarrón de rosas rojas, grandes y de pétalos abiertos, el color era tan intenso que fue imposible que pasara desapercibido por Sarah y Alek.—Señorita Stoica. Han traído flores para usted—le expreso la mujer situándose no muy lejos de ellos, esperando instrucciones de lo que debia hacer con ese obsequio.—Tu esposo se volvió loco por ti—declaro Alek encantado de ver los frutos de sus esfuerzos—¿Tendrá alguna tarjeta?Sarah se levantó de su asiento y camino hasta aquella señorita para buscar entre las flores algún mensaje de quien le había enviado tan hermoso detalle. Luego de unos segundos vio una pequeña tarjeta y mientras la abría, le ordeno a la joven que dejara las flores sobre la mesa que estaba frente a la puerta de entrada de su habitación, para que todo el que entrara se admirara de lo bien que olían.—No puedo creerlo—dijo volviendo a su lugar frente
—El señor Gregoire Petit de la joyería Cartier, madame—le expreso Emile mientras un joven hombre junto a un par de mujeres entraban en la estancia.Sarah se levantó de su sitio y le extendió la mano al hombre, quien le respondió el saludo.—Es un placer conocerla—le dijo el hombre trajeado—espero no interrumpirla.—No, señor Petit, de hecho solo estaba disfrutando de una tarde tranquila ¿Desea que le pida un té o algo de beber?—No, muchas gracias, señorita Stoica, de hecho, me gustaría pasar directamente al asunto que me ha traído hasta aquí.Con un chasquido de dedos, las jóvenes que le acompañaban, levantaron un par de maletines negros, los cuales tenían una seguridad de varios dígitos que Sarah presencio aunque claramente eran difícil de recordar la combinación. Una vez abiertos, el señor Gregoire, los coloco sobre la mesa que estaba frente a Sarah para que contemplara las piedras preciosas que se guardaban en su interior, por poco a Sarah le dolieron los ojos de los centelleantes
Al cabo de una hora llamaron a la puerta, Alek había salido para tratar algunos asuntos importantes según él, pero Sarah intuyo que tal vez había quedado de verse con esa tal Carinna, pero no lo culpaba, la chica era bella y el hecho de que fueran amigos y la estuviera ayudando con sus planes no implicaba que tenía estar con ella siempre.—Una visita, señora—anuncio Emile aproximandose a ella para entregarle una tarjeta de presentación. A Sarah le brinco el corazón al pensar que tal vez sería su esposo Dmitry, pero al ver la tarjeta frunció el ceño y torció los labios.¡Ese hombre es imposible! Pensó dejando escapar un suspiro casi doloroso.—Hazlo pasar, por favor—el hombre asintió y Sarah tomo su copa de whiskey, lo necesitaba después de haber rechazado una fortuna en joyas. Ella esperó en silencio hasta que aquel hombre que ya rondaba los cincuenta años hizo acto de presencia.—Señor, Vasile—expreso Sarah volviendo a personificar a Nina, por supuesto, ya que la presencia de ese hom