—Así que usted es la famosa, Nina Stoica—expuso Dmitry aún más interesado. Sarah se sintió aliviada de que los rumores que ellos mismo se habrían encargado de expandir, hubiesen llegado a los oídos de Dmitry.
Tanto Natasha como Alek, habían utilizado sus propios medios para dar a conocer el nombre Nina Stoica para causar impacto no solo en la sociedad tan reservada de Rumania, sino para interesar a Dmitry. Así que se habían inventado que Nina era la nueva acompañante en Rumania más famosa, que su astucia era igual de increíble que su belleza y que muchos políticos e incluso artistas famosos habían caído en sus redes, se decía que poseía una cuantiosa fortuna que sus amantes se habían encargado de acumular, puesto que Nina no solía acostarse con cualquiera y muchos creían que las joyas y propiedades iban a ayudar a la causa.
—No he escuchado más que elogios de usted, señorita Stoica—dijo Dmitry recordando los modales que alguna vez le habían enseñado siendo un niño, se inclinó un poco para tomar la mano de Nina y una vez que la tuvo en su mano le proporciono un beso constatando que su piel, era incluso más tersa y suave que la seda.
—Es bueno saber que la gente solo habla cosas buenas de mí— respondió ella orgullosa de recibir los primeros frutos de todo el esfuerzo y sacrificio.
Dmitry arqueo una ceja y le dedico una mirada perversa, que sin duda, hubiese asustado a cualquier mujer, de no tener las intenciones de acostarse con él.
—Alek, no sabes como te envidio en este momento—le dijo a su amigo sin apartar la mirada de Nina, sintiendo verdadera envidia a causa de aquella fabulosa y casi irreal mujer.
—¿De verdad?—dijo Alek con cierta malicia—¿No te importaría estar a merced de Nina?
Las palabras de Alek solo confirmaron que entre ambos había una relación muy íntima.
—Sin duda alguna—declaro Dmitry impresionado no solo por su belleza, sino también por su forma de hablar, había pronunciado tan poco, pero las palabras que salían de sus labios eran como poesía que deseaba seguir escuchando, eran tan misteriosa que deseo descubrir todos sus secretos, hasta los más íntimos y prohibidos.
—Alek, cariño. ¿Podrías traerme algo de beber, quizás un poco de champán, por favor?—dijo Sarah con el fin de quedarse a solas con su esposo, plan que habían trazado mucho antes de llegar a Mónaco.
—Por supuesto, querida—dijo Alek dirigiéndole una mirada a su amigo, una que expresaba que la cuidara y que no se alejara de ella y por supuesto, Dmitry no se atrevería a desobedecer esa orden.
Cuando él se marchó, Sarah miro a su esposo, cualquier mujer se hubiese sentido diminuta ante él, sobre todo por esa sensación de poder que ejercía con solo mirarla, tenía un destello de ardiente deseo por ella, de modo que los primeros segundos se dedicó a escudriñarla para admirar su belleza, sus pechos y porque no, sus piernas que guiaba hacia una fuente de placer que hubiese querido probar en ese mismo momento de no ser por el lugar, una mesa de cartas no era adecuada para una mujer como ella.
—¿Alguna vez has estado en el club Moxi en Bucarest, señor Petrov?—dijo Nina para romper el silencio—me parece haberlo visto antes.
Ella avanzó sabiendo que aquel vestido le ayudaba a mostrarse más coqueta y sensual, por lo que Dmitry no dudo en seguirla hacia un par de puertas abiertas que daba hacia una pequeña terraza en donde se podía ver un poco de la belleza de Montecarlo.
—Conozco ese club, pero no he estado en ese lugar desde hace mucho tiempo, dudo que no hubiésemos visto ahí, porque de habernos conocido antes señorita Stoica, creame que la recordaría.
—Por favor, dígame, Nina. Me gusta escuchar mi nombre en los labios de hombres tan atractivos como usted.—se atrevió a decir esperando que su iniciativa no la hiciera parecer muy atrevida, esperaba captar su atención esa noche no acostarse de una buena vez, ya que, cabía la posibilidad de que ella no quedara embarazada y sabia bien por Alek que Dmitry no solía repetir con mujeres que no lo incitaran a seguir con el juego de seducción.
—En ese caso, dime Dmitry, nunca me ha gustado que me traten con tanta formalidad—dijo apoyándose sobre la barandilla de mármol cerrándole el paso a Nina y esbozando una extraña sonrisa, una seductora.
Ella tragó saliva al verse acorralada, por el que había empezado a odiar, algunos años atrás. Finalmente, después de tanto tiempo Dmitry le estaba coqueteando, pero no podía fiarse de ese simple juego de sonrisas y miradas, debia atraparlo.
—Si insistes, Dmitry—dijo ruborizándose ligeramente, agradeció estar afuera donde la luz no le iluminaba bien el rostro.
—Alguna vez te han dicho que...—se detuvo de pronto para solo mostrar una sonrisa insinuante que provoco que Nina sintiera un calor extraño entre las piernas—¿Qué te parece Mónaco, Nina?
—Es precioso. Es la primera vez que vengo a este lugar y lo que he visto me ha dejado fascinada ¿Has estado mucho tiempo aquí, Dmitry?
—Un año, aunque antes estuve en París, Roma, Suiza, Austria y si no mal recuerdo, Serbia.
—Eres un hombre de mundo ¿Cierto? ¿Alguna vez regresarás a la vieja Rumania?—sus facciones se tensaron levemente.
—No, en Rumania no hay nadie que espere por mí, así que mientras no encuentre un lugar donde establecerme, seguiré vagando por el mundo.
Sarah respiro hondo tratando de contener en sus pulmones la frustración y la cólera que sus palabras le habían provocado ¿Cómo se atrevía a decir tal estupidez? ¿Y ella?
Aunque su cuerpo le pedía empujarlo por el balcón hacia el vacío, se contuvo, aún lo necesitaba, a esas alturas no podía echar a perder el plan que con tanto esfuerzo y sacrificio habían iniciado.
—Qué suerte la mía—dijo Nina colocando un dedo sobre sus labios, de forma coqueta y ese tono de voz que utilizo provoco que Dmitry se volviera en su dirección para contemplarla.
—Últimamente, había empezado a pensar que Mónaco se había vuelto muy aburrido, pero ahora contigo aquí...—se detuvo, hizo una pausa y continuo, pero haciendo a un lado el comentario que había intentado decir, por temor a asustarla, aunque era obvio aquel juego de coqueteo, no quería espantar y obligarla a ir en busca de una pareja más interesante, por supuesto, había llegado a esa conclusión gracias a los rumores que le habían llegado de amigos que lo habían visitado—¿Hace cuanto que conoces a Alek?
—Hace poco, aunque me ha hablado mucho de ti, tengo entendido que son viejos amigos ¿No?
—Sí, lo considero un buen amigo, al que aprecio mucho...
—Aquí tienes, tesoro—interrumpió Alek levantando una copa hacia Nina. Ella sintió alivio de verlo ahí, había tardado demasiado, le había dicho que solo debían ser un par de minutos, no toda la noche.
—¿Cómo has estado?—cuestiono Alek, después de que Nina tomara la copa de sus mano—¿Mónaco ha llenado tus expectativas?
—Hasta ahora sí—dijo mirando de reojo a Nina, quien aparentemente había mejorado su noche—me la paso muy bien aquí, aunque estaba pensando en mudarme a Moscú o San Petersburgo.
—Por favor, Dmitry. Han pasado cinco años. ¿No piensas regresar a casa?
—¡Oh, por favor, no comiences con eso! Pensé que mi padre ya estaba dos metros bajo tierra—expreso Dmitry incómodo por tener que escuchar de casa, de recordar sus responsabilidades y también de recordar que tenía una esposa a quien ya no recordaba y de la única noticia que esperaba de ella, era que firmara el divorcio de una m*****a vez—dejalo de una buena vez, que no pienso volver, al menos por ahora.
—Bien, no voy a pelear contigo, sobre todo en presencia de Nina—dijo rodeando su cintura para aproximarla a él—¿Qué te parece si olvidamos todo esto y vas con nosotros a la ópera de media noche?
Dmitry esbozo una media sonrisa, Sarah si no supo si aquel gesto se debia a la molestia de tener que escuchar de su casa en Rumania o porque Alek la había tomado de esa forma tan posesiva.
—De hecho tenía pensando asistir con algunos conocidos—dijo mostrándose un poco más relajado—pueden unirse a nosotros, estaremos en mi palco a no ser que quieran privacidad.
Sarah procuró fingir sorpresa, aunque ambos sabían que Dmitry habían planeado estar ahí con algunas mujeres. Antes de presentarse ante él esa noche lo habían estado siguiendo sigilosamente, y al escuchar a esas mujeres hablar en un restaurante, supieron de sus planes.
—Si nos permites unirnos a tu grupo, estaremos encantados de ir.
Una vez acordado el asunto, Alek y Nina se despidieron dejando solo a Dmitry, quien observo su marcha desde aquella terraza y mientras pasaban por las mesas de juego y hasta salir por la gran puerta de madera tallada que a alguien se le había ocurrido importar desde Francia, solo porque era un objeto antiguo.Intento volver a su mesa y concentrarse en los naipes, pero no pudo hacerlo, aquella chica permanecía en sus pensamientos, era como un eco que exigía toda su atención. Parecía ser la mujer perfecta y de ser ciertos los rumores que habían llegado hasta él, no podía dejar pasar la oportunidad cuando su amigo la había llevado hasta él, aunque quizás ese también era el problema, su amigo, por mucho que le interesara Nina, no podía atreverse a nada mientras Alek no estuviera de acuerdo.Su mente divagaba mientras observaba los naipes en su mano, pensando en los múltiples talentos que debía poseer esa chica, quería descubrir por sí mismo si lo que se decía de esa mujer era verdad y es
—Parecía estar bastante molesto de escucharte mencionar Rumania—expreso Sarah tamborileando sus dedos sobre su pierna cruzada.—Y no es para menos, el tan solo mencionar nuestro país, es como si le recordaras todo lo que le espera allá, responsabilidades, una familia interesada y una esposa a quien ni siquiera recuerda y ahora que lo has visto con tus propios ojos, espero que estés consciente de lo que te puedes enfrentar con Dmitry.Sarah suspiró, pero no se animó a responder.—Según él—continuo Alek— no eres más que el recuerdo de lo que su padre esperaba de él, ademas de que los casaron sin tener en cuenta sus deseos, así que el solo mencionar Rumania o aún peor su casa, es como si lo hubieras abofeteado en la cara. Supongo que estaba más concentrado en tratar de vivir una vida donde no tuviera ataduras, que solo hasta ahora, después de cinco años, se le ocurrió pedirte el divorcio, solo que el muy imbécil, es muy estúpido para entender que tú tampoco tenías otra opción.Sarah meti
—¿De qué hablas?—se mostró un poco más interesado, pensando que tal vez, alguien más había captado la atención de Nina.—Bueno, Nina es una mujer bastante costosa, no sabes lo que tuve que hacer para lograr que accediera a venir conmigo y la verdad los recursos que tenía destinados a ella, están a punto de acabarse.—¿Así que es una mujer de negocios, eh?—bromeo Dmitry pensando que tal vez podría tener a Nina, mucho antes de lo esperado.—Puede que sí, es una mujer bastante astuta a tal punto que tiene la opción de aceptar o rechazar a los hombres sin importar cuanto tiene en el banco—mintió Alek para agregar un poco más de misterio a Nina, la había construido específicamente para su amigo, para que fuera la chica de sus sueños, pero también mucho más de lo que él podría soñar con tener.—¿Que razones tendría ella para aceptarte a ti, mi amigo?—expreso Dmitry aún más interesado en su amante. En su cabeza solo estaba un pensamiento que deseaba confirmar, solo para glorificarse a sí mis
Dmitry condujo a Nina y a Alek a su palco, el cual gozaba de una majestuosa aunque sencilla arquitectura. A su alrededor había una hilera de palcos privados con el mismo diseño para los pocos millonarios que se quedaban el bastante tiempo para adquirir uno, aunque también estaba la opción de admirar a los actores en la primera planta para quienes no tuvieran el recurso de adquirir uno. Con diez personas, el gran palco de Dmitry estaba lleno y Nina, quien deseaba sentarse a su lado, no tuvo que hacer ningún esfuerzo, puesto que él ya había dispuesto todo para tenerla a su lado. —Nina—dijo Dmitry tomando su mano sin previo aviso para llevarla a su asiento y cuando ella se dio la vuelta, Dmitry aprecio la piel desnuda que se podía observar debido a su escote—luce increíblemente deslumbrante. Ella le sonrió en respuesta mientras se acomodaba sobre su asiento predispuesto al otro lado de donde se encontraba Alek, curiosamente. Por supuesto, cuando Sarah le echo un ojo a su esposo, tuvo
Justo al terminar la obra y cuando se levantaban de sus asientos para salir del recinto, Dmitry tomo la mano de Nina desprevenidamente y le sonrió con cierta naturalidad y galantería. —¿Puedo acompañarte después a tu hotel, Nina? Ella frunció el ceño levemente, no creyó que su coquetería funcionaria tan rápido, pero pensó que Dmitry debia estar acostumbrado a no tener que esperar por mucho tiempo, sin embargo, no iba a darle el gusto. —Discúlpeme, pero Alek me acompañará devuelta al hotel, ademas creo que es demasiado pronto para que me pida algo así, actualmente no estoy buscando un sustituto para él. —No me malentienda, solo pretendo ser amable y llevarla a casa si es que Alek tiene otros planes—se inclinó levemente hacia ella hasta que sus labios tocaron ligeramente su piel y su aliento tibio le hizo cosquillas—aunque el día en que finalmente pueda poseerla, cuando por fin la tenga desnuda debajo de mí, olvidara el recuerdo de Alek y cualquier otro hombre que haya pasado por su
Sarah dio otro sorbo a su bebida, deleitándose en la atención y sorpresa que le habían dado las personas reunidas a la mesa.—¿Tiene usted un palco en la casa de la ópera Rumana?—cuestionó Dmitry sorprendido, ya que un palco era un lujo innecesario que solo los ricos podían tener, por supuesto, únicamente para hacerse notar entre la sociedad más adinerada de Rumania."El tuyo" pensó Sarah, pero hacía años que no iba debido a las carencias a las que el tío de Dmitry la había recluido y por supuesto, negarle el palco para asistir a la ópera era una de esas carencias, aunque en su situación, eso se había vuelto irrelevante.—En efecto. ¿De qué otra forma se puede conseguir amistades?—bromeo casi insinuando que de esa forma conseguía a sus víctimas o mejor dicho a sus patrocinadores.—Querida señorita Stoica—pronuncio aquel hombre que los había saludado antes en el palco. Sarah se volvió hacia él un tanto desconcertada de que ese hombre supiera su nombre, al menos el que usaba en aquel mo
Dmitry vio con tristeza como Alek acompañaba a Nina fuera del bar, nunca en su vida había envidiado a Alek como en ese momento¡Qué m****a!Nina era la mujer más cautivadora que se había encontrado al menos en los últimos años, no parecía impresionarse fácilmente y el sexo no era exactamente su prioridad, buscaba entretenerse, era una mujer bella, ingeniosa e inteligente y algo ruda. ¿Qué otra cosa necesitaba un hombre de una mujer?Al irse Nina, la noche perdió su encanto, incluso cuando se le acercó Carinna y se sentó a su lado para comenzar a susurrarle al odio proposiciones vulgares que podrían hacer en cualquier habitación de un hotel o incluso en su auto, pero su mente permaneció tranquila, puesto que se preguntaba cuál era exactamente el encanto de Nina, ya que no dejaba de pensar en ella. —Esta noche no—le susurro a Carinna con desánimo, no recordaba alguna sola ocasión en que hubiese rechazado el poder acostarse con una mujer tan sexi como Carinna, pero con Nina en su cabeza,
Una mucama entró a la habitación y se dirigió hacia la terraza donde se encontraban ambos amigos, llevaba en las manos un enorme jarrón de rosas rojas, grandes y de pétalos abiertos, el color era tan intenso que fue imposible que pasara desapercibido por Sarah y Alek.—Señorita Stoica. Han traído flores para usted—le expreso la mujer situándose no muy lejos de ellos, esperando instrucciones de lo que debia hacer con ese obsequio.—Tu esposo se volvió loco por ti—declaro Alek encantado de ver los frutos de sus esfuerzos—¿Tendrá alguna tarjeta?Sarah se levantó de su asiento y camino hasta aquella señorita para buscar entre las flores algún mensaje de quien le había enviado tan hermoso detalle. Luego de unos segundos vio una pequeña tarjeta y mientras la abría, le ordeno a la joven que dejara las flores sobre la mesa que estaba frente a la puerta de entrada de su habitación, para que todo el que entrara se admirara de lo bien que olían.—No puedo creerlo—dijo volviendo a su lugar frente