—¡Carajo! ¡¿A caso no sabes que hora es?! —Jessica dice molesta.
Me siento indecisa, nerviosa por lo que pudiera pasar, que no tomo en cuenta el tono con el que me responde. ¿Y si regreso a casa y pienso en otra manera de solucionar mis problemas? Tiene que haber otra cosa que pueda ser. Joder. A quien engaño, no había más.
—Soy yo... Catherine —digo al fin.
¿Y si Jessica solo estaba jugando al proponerme ser prepago y ahora sale y se ríe en mi cara por la gran broma que me jugó? No soy tan bonita como dijo, ni tampoco tengo buen cuerpo. Jessica sale de su casa, cubierta solo por una bata de seda fina color rosa, y no se si me mira alegre o sorprendida.
—Vaya, no pensé que vendrías tan rápido —dice engreída.
¿Estaba tan segura de que vendría?
Me muerdo el labio, mis manos me sudan y estoy un poco temblorosa, me doy cuenta en ese instante que hace frío, por los nervios y las prisas no he traído suéter.
—Anda, entra —me dice abriendo el portón. No digo nada mientras camino detrás de ella.
Jamás he estado ahí antes, pero me sorprendo al ver lo bonita, grande y lujosa que es su casa, por un momento me pregunto si tendré algo así algún día.
—No preguntaré a lo que has venido por que es demasiado obvio, solo te diré que es la mejor decisión que has tomado en tu vida. —Me giro para verla y está sonriendo. Yo no pienso lo mismo, es la peor y más demente decisión que he tomado, pero no veo otra salida.
—Solo lo haré una vez. —Lo he estado pensado desde que salí de casa, no quiero esta vida para mí.
—¿Cómo? —Su sonrisa se borra y ahora me mira con el ceño fruncido. Confusión es todo lo que veo en su rostro.
—Eso... Que solo me rentare una vez y no lo haré más. —Poco a poco se van estirando la comisura de sus labios, hasta que suelta una carcajada escandalosa y se sienta sobre uno de los sofás de cuero, mientras se toma el estomago.
—Pequeña, eres tan ridículamente incrédula, no me hagas reír. —Cambia su expresión a una sería—. Una vez que entres a este tipo de vida será muy difícil que salgas así por que si, pero esta bien, lo respeto. Solo una vez... Si puedes. —Me mira desde abajo, de nuevo con su sonrisa burlesca.
Ruedo los ojos, yo seré la excepción ya lo verá.
—Bueno ya esta. ¿Cuanto me pagarás? —lo he dicho, el dinero es lo único que me importa.
—Vamos con calma, primero tienes que tomarte unas fotos subidas de tono, luego las promocionare por mi círculo de clientes y llegará el que quiera rentarte. —Suelto un mohín nada convencida. Jessica mira su celular, no pensé que tendría que esperar tanto.
—¿Y eso cuanto tardará? —Me mira, esta vez escudriñándome.
—No lo sé, dos, tres semanas.
Cierro mis ojos desanimada, es demasiado tiempo.
—¡Oh!... Debí imaginar que no vendrías a mi si no fuera un asunto de vida o muerte. ¿No es así? —Ha captado mi urgencia y para que le digo que no si, si. La salud de mi mamá es un claro ejemplo de vida o muerte.
—Necesito dinero —le explico avergonzada.
—¿Cuanto necesitas? —Se para yendo hasta su cartera, la cual se encuentra en la mesita junto a la puerta—. Mira, ten... Si necesitas más solo dime.
Me extiende un fajo grueso de dinero y no puedo aguantar el alivio que derrocha mi alma, estoy a punto de tomarlo, pero Jessica lo retira y me advierte.
—Tenemos un trato, que no se te olvide, si lo haces sabrás que no soy tan buena persona como parezco. —Asiento, trago grueso y tomo el dinero, no quisiera conocer su lado oscuro. Lo cuento y es más de lo que necesito. M****a. Es demasiado. ¿No estará dándome de más? Con este dinero podría pagar el tratamiento de mamá, y la renta a la vez.
—¿Esto es lo que me pagarás por una vez? —pregunto incrédula, tal vez se ha equivocado.
—Corazón, eso solo es la mitad de lo que te pagaré por una vez. —Me abraza por los hombros y yo no puedo evitar estar boquiabierta, suelta una risita ante mi asombro.
—Gracias —le digo cuando me suelta.
—Nada de gracias, es solo un buen intercambio, tu cuerpo por dinero. —Por un instante la idea de venderme desapareció, pero es verdad tenía que pagar este dinero, nada es de a gratis —. Mañana tendremos un evento, es el cumpleaños del jefe de la mafia más importante en la ciudad y pidieron variedad. Puedo llevarte. Si tienes suerte tal vez te renten esa noche. —Saca un cigarrillo de su cartera y se lo lleva a la boca, prendiéndolo con el encendedor.
¿La mafia dice? Trago grueso, es uno de esos contravandistas de drogas y matones a sangre fría, me muerdo el labio preocupada.
—No pasa nada, ante todo siempre está la seguridad de mis chicas, jamás te obligaran hacer algo que no quieras. ¿Entiendes? —dice mientras inhala del cigarrillo sosteniéndolo entre sus dedos índice y corazón.
Asiento, pero aun así no me confío. ¿Que podría hacer ella contra un arma o incluso yo que podría hacer si me apuntaran con una? Ya no pienso en eso, no hay marcha atrás, ya acepté y no puedo regresar el dinero.—Esta bien, lo haré. —Sonríe y me abraza de nuevo, entusiasta.
—Ya verás que se pelearán por ti. Tienes cintura pequeña y caderas anchas, pero lo que realmente va a llamar la atención de todos es el gran trasero que tienes, a los hombres los vuelve locos unas buenas nalgas, sin contar que eres muy hermosa. Una inocente rubia. —Me sonrojo, nunca nadie me había dicho algo así—. Te veré aquí a las ocho de la noche, te alistare para que vallas presentable al evento. ¿Entendiste? —Asiento de nuevo, un poco asustada por todo.
Ya estoy caminando de regreso al edificio después de ir por el medicamento de mi mamá a la farmacia 24/7, llego al apartamento donde verifico que ella se encuentre bien. Me alegra ver que se encuentra durmiendo tranquilamente, le pongo su medicamento en la cómoda, donde podrá tomarlo sin problema alguno.
Regresó al sillón mirando el reloj que cuelga de la pared, dormiré poco menos de cuatro horas, apenas tendré tiempo de alistarme para llegar al café. Me dispongo a descansar sin pensar demasiado en lo que estoy a punto de hacer, pienso en mi mamá pidiendo por su perdón, seguramente si supiera lo que voy a hacer la mataría del disgusto, pero prometí que solo sería una vez, solo una, después buscaré un trabajo extra y sacaré a delante mis problemas.Me pongo el uniforme del café después de darme una despertadora ducha de agua fría, he salido muy temprano al súper, compré algunas cosas para la comida. Preparo el desayuno, unos huevos a la benedictina con salmón y un café con leche para mamá y yo, tenía que comer bien cuando la ocasión lo permitiera. Ella aún está durmiendo, así que le guardo la comida dentro del horno antes de salir.
—¡Catherine! —escuchó la voz austera de la señora Saltzman cuando sale de su apartamento.
—Aquí tiene. —Saco el sobre de la bolsa de mi chaqueta antes de que diga algo más y se lo entrego, a diferencia de lo que pensé, ella se queda boquiabierta y no dice nada. Bajo las escaleras alegremente y a pesar de que no he dormido me siento de ánimo, aún que todo ese ánimo desaparece al recordar como tengo que pagar el dinero que me dio Jessica.
Cada vez que lo recuerdo me obligo a reprimir el sentimiento de culpa, asco y decepción que siento por dentro. Sé que tarde o temprano o mejor dicho, hoy en la noche, tendre que afrontar mi realidad.
Camino directo al café, Laura ya se encuentra acomodando las mesas antes de abrir, también trabajo con ella ahí, además de hacerlo en el MUNBAI. Es por eso que nos llevamos muy bien, ella es un poco como yo, solo que sin problemas tan extremos de dinero.—Que bueno que llegas. Sam sé está volviendo loco buscando las comandas de ayer. ¿Podrías ayudarlo? —Me pide suplicante, muy probablemente Sam ya le haya gritado por el extravío de los pequeños cuadernillos. Ruedo los ojos. Siempre es lo mismo con ese hombre.—¿No te preocupes? —Le sonrío y me dirijo hacia la oficina de mi querido jefe.Lo encuentro con un desastre a su alrededor, papeles esparcidos por todo el suelo mientras él parece dar un berrinche ahí mismo, ignoro lo que está a punto de decir y me acerco a la pequeña cajonera de la esquina, donde abro el último cajón sacando las comandas y se las arrojó en la cara, el mismo las guardo ahí y si no lo hubiera visto cuando lo hizo estaríamos como él, ahora mismo.Me pongo en marcha
Se suponía que mi primera vez sería con alguien a quien amara y ahora iba a hacer cruelmente violada. Me llevo mi mano hasta mi trasero, si esta era para el dolor. ¿Entonces esta? Tomo la blanca.—Esa es la más importante, es un anticonceptivo. —Joder. ¿Que más faltaba? ¿Una para levantar el libido? Ojalá hubiera una, por que no creo poder con esto—. Como te lo dije antes, pero esto es casi con todos, nos les gusta usar condón.—¿Y que pasa con las enfermedades? No quiero contagiarme de algo —digo preocupada y ella me toma del hombro negando.—Pedimos estudios clínicos a todos nuestros clientes. Mis chicas son premiun, no son cualquier mujersuela que ves parada en una esquina, así que yo entrego calidad y ellos tiene que brindarla igual. No te preocupes. —Menos mal, pero entonces...—A mi no me has pedido ninguno estudio, como sabes que yo no... —Ríe por lo bajo, negando de nuevo.—Puedo ver tu inocencia a kilómetros de distancia, eres virgen ¿no es así? —yo asiento viendo su reflejo—
Me suelta gracias a Dios y regresa a su lugar, junto a los demás hombres que han estado observando en silencio. Giro mi rostro cuando noto que alguien más ha entrado al salón.Joder...Mi corazón se agita golpeando mi pecho, de repente me siento más nerviosa de lo que ya estoy y mis ojos ignoran las instrucciones de mi cerebro, para que al menos deje de mirarlo tan ensoñada. Estoy estupefacta ante el hombre alto y fornido que se encuentra frente a mí, es perfecto, todo un adonis, con su cabello negro, con sus ondas cayendo por sus mejillas, ojos negros brillantes y mandíbula cuadrada.Dios mío, él es Marcus D'monte, el líder de la organización delictiva más poderosa del país y es todo un Dios griego. Samanta me da un golpe con el codo sacándome de mi trance mental. Marcus nos observa a cada una de nosotras, hasta que sus grandes engranes negros se posan en mí, me observa cauteloso y lo miro igual.¿Será que?No lo creo, no soy tan bonita como Hani o Samanta, tal vez escoja a una de el
Suelta mi pezón y baja más pasando por mi ombligo llegando al borde de mis bragas, me mira sonriente y me destroza con su hermosura. Toma con las dos manos la pequeña tela negra, y suelto un grito cuando las rasga sin esfuerzo. Me las enseña triunfante y las tira en el suelo mientras yo lo veo estupefacto.—Ahora sí gatita, haré que grites en verdad. —Inclina su cabeza hacia mi zona y lo detengo antes de que... ¿Que va hacer? Lo miro con incertidumbre—. Te haré tocar las estrellas, te lo prometo y si no, solo dime que no lo quieres. ¿Deacuerdo? Asiento confiando en su palabra. Apenas siento su cálido aliento sobre mi vulva me paralizo por completo, expectante, hasta que roza con su lengua cuidadosamente mis labios. Una sensación indescriptible empiezo a sentir cuando el movimiento es mucho más rápido y fuerte. Marcus abre más mis piernas para tener mejor acceso, y mira mi reacción al penetrarme con su lengua y yo suelto un gemido tratando de cerrar mis piernas ante el impulso magnéti
—¡Ay! —Chillo, el dolor de mi espalda baja es insoportable, me levanto del sofá adolorida. Joder. Necesito un analgésico, no podré ir a trabajar de seguir a si, no me puedo dar el lujo de faltar, ahora más que antes necesito el dinero, no volveré a venderme de nuevo.Voy hasta la cocina donde busco una pastilla para el dolor, la tomo en el momento justo cuando veo a mi mamá de reojo parada en el marco de la puerta, ella me escudriña con la mirada. Se ve molesta.—¿A qué hora llegaste anoche, jovencita? —Me muerdo el dedo pensativa.—Como a las cuatro de la mañana —Se sorprende indignada—. Pero tengo una explicación, cubrí a Laura en su turno, ella tuvo un percance, además no podía decir que no cuando necesitamos el dinero. —Mentí.Su expresión se suaviza por un momento, pero ahora está con el ceño fruncido, no es una buena señal, camina hacia mí y pone el frasco de medicamentos en la mesa.—¿De dónde sacaste el dinero para esto?... Y no me salgas con que ocupaste lo de la renta, porqu
—No se preocupe Doc. Tendrá el dinero antes de que se cumpla el mes, para que mi mamá continúe con su tratamiento —lo digo tan convencida que en verdad me lo creo y me mentalizo.Termino en la clínica y me dispongo a ir al MUMBAI, el Doctor Silver me a dando unos documentos para llenarlos y el tratamiento de mi mamá empiece lo antes posible.Cuando llego al club me sorprendo al ver a Jessica allí, es muy temprano, incluso para ella. Parece que me ha estado esperando cuando se para apenas me ve.—¡Cat! Qué bueno que llegas, te he estado esperando, no sé donde más trabajas y mi única opción fue esta. —La noto ansiosa. ¿Que pasa?—Bueno, aquí estoy. ¿Para qué soy buena? —Me pongo detrás de la barra y empiezo a acomodar mis cosas.—Demonios Cat. ¿Todavía lo preguntas?... Sí que saliste un éxito. —Me amarro el mandil y la miro curiosa—. ¿A que no sabes quién habló conmigo personalmente? —Pues la verdad no lo sé. —Frunzo el ceño cuando la veo actuar muy extraño.—Marcus D'monte... —Casi
—Me llamo Liz, mucho gusto Catherine. —Me extiende la mano al leer mi nombre en la solicitud y yo la tomo amable—. Te llamaremos pronto.Ahora tendré que decirle a Laura que este al pendiente de su celular, odio no tener suficiente dinero para comprarme uno, pero sé que ella no se molestara por esto, es mi mejor amiga, aunque me sienta culpable por ocultarle cosas. Si solo supiera todo no quiero ni imaginar que me diría. Me encuentro caminando unas cuadras cerca del apartamento, tengo planeado pasar la tarde descansando después de preparar la cena, lo necesito. Masajeo un poco mi cuello pasando a mis hombros, camino distraída cuando de pronto mi visión se oscurece haciendo que mi corazón se agite por la incertidumbre. Unas manos grandes rodean mi cintura cargándome sin esfuerzo, me remuevo para zafarme, pero es mucho más fuerte que yo, el miedo enseguida cobra vida en mi interior. Todo pasa demasiado rápido cuando de nuevo vuelve mi visión, miro al sujeto que me ha quitado la tela ne
-¡Hola, mesera! -Marc sonríe apenas ve mi inminente sorpresa.Me encuentro estática y expectante. ¿Cómo pudo saber donde vivo? ¿Y qué es lo que quiere? Por un momento me hundo en un abismo, pero recupero mi conciencia, cuando recuerdo que mi mamá está a unos segundos de preguntarse por qué estoy tardando, mientras estoy frente al hombre que sabe que fui una prepago .-¿Qué haces aquí? -logro decir entre dientes, cuidando el volumen de mi voz.-Quien diría que debajo de ese aburrido uniforme de mesera se escondiera una prepago tan sexy. -Me escudriña con la mirada de arriba abajo, mordiendo su labio. Me siento temerosa, si mi mamá llega a verlo y saber la verdad será mi fin.-¡Cállate...! -le digo molesta y doy un paso hacia fuera-. Mi mamá no lo sabe -le susurró con enojo y Marc arquea una ceja, curioso.-¿El que?... ¿Qué eres una mesera? -Bromea y no puedo creer que está situación la encuentre graciosa.-¡Hija! ¿Por qué tardas tanto? -¡Mierda, mi mamá! Estoy aniquilando a Marc con la