—Bueno, escoge hermano, es tu noche —habla Frank a lado de Marcus.
Se acerca con pasos cautelosos hasta nosotras, nos observa de pies a cabeza y al final se para frente a Hani, se tarda un poco más mirándola y pienso que ella será su elección, pero vuelve a retomar su andar hasta mí, escudriña mi rostro, como si buscara algo en mis ojos. Estoy más cerca de él, por lo que puedo contemplarlo mejor, dando por hecho lo perfecto y guapo que es. Baja a mi torso y retengo las ganas de taparme con mis manos. Se gira caminando hasta la puerta, pienso en que nadie ha llenado sus expectativas, pero me quedo atónita cuando me llama.
—Rubia, andando —dice sin mirarme.
¿Qué? ¿Yo?
Jessica me da un empujón por detrás para que reaccione y lo siga. Con torpeza camino hacia él y puedo escuchar como Marc chasquea su lengua, molesto. No puedo retener mi sonrisa y me da miedo lo que estoy sintiendo ahora mismo.
Estoy abrumada, mi cuerpo tiembla cuando me encuentro caminando detrás de él, doy gracias porque ni siquiera se gire para asegurarse de mi presencia, me encuentro completamente aterrada. ¿Que pasara ahora?... claro que sé la respuesta y eso me está matando.
—Dong, sube la chica a mi recámara en un momento estaré con ella. —Su voz suena ronca y por una extraña razón tensa la mandíbula.
Dong es el empleado que nos ha recibido al llegar y me sonríe señalando las escaleras, me quedo pasmada por un momento y miro al señor D'monte, quien se encuentra impaciente por mi tardanza. Asiento y sigo al tan Dong, sin antes, dedicarle una última mirada al Adonis que se queda detrás de mí, mientras este sale por otra puerta dando zancadas, es muy extraño.
—Espere al Señor D'monte aquí —dice Dong.
Asiento sorprendida al mirar la enorme recámara, es de color beige con detalles dorados. Cuadros de hermosos paisajes adornan las paredes y todo esta pulcramete ordenado. Me acerco a la cama Kim size cubierta con una sábana de seda blanca, paso mis dedos por la fina tela, es tan suave. Rodeo la cama hasta llegar a uno de los buros de los lados, algo llama mi atención. En este se encuentra un porta retratos, alzo mi mirada para preguntarle a Dong si la persona que se ve ahí es el señor D'monte, pero él ya no está en la habitación, tomo el retrato y lo observo, es él, se encuentra abrazando a un pequeño niño de unos cinco o seis años de edad. Se ve tan alegre con su sonrisa grande y contemplo como se le forman unos hermosos hoyuelos en sus mejillas. Su cabello es más corto de lo que es ahora, debe ser antigua. Realmente no conozco al señor D'marco, pero algo me dice que ya no suele sonreír como lo hacía en esta foto. Me sobre salto cuando escucho el sonido de la manija de la puerta, rápidamente dejo el retrato como estaba y me quedo estática donde estoy.
El señor D'marco entra con calma, sin mirarme, va hasta su tocador y empieza por quitarse el saco, trago grueso al observar su espalda ancha. Pone su prenda cuidadosamente sobre la silla a su lado y se queda solo con su camisa blanca y sus pantalones, ahora se dedica a quitarse el Rolex de oro de su muñeca y sube su mirada, sus engranes negros y brillantes observan mi reflejo sobre el espejo.
—¿Qué esperas?... Desvístete —me ordena con su voz gruesa haciendo que se erice mi piel.
Asiento nerviosa. Estoy indecisa en si debo primero quitarme la míni falda o la ombliguera, aunque da igual, me volteo, tengo la idea de que será menos vergonzoso si no lo veo mientras me desvisto. Con mis manos temblorosas me saco primero la ombliguera de organza y la pongo sobre la cama, luego me dispongo a quitarme la falda de cuero, pero mis manos temblorosas me dificultan la tarea. Doy un saltito asustada cuando siento las manos del señor D'marco sobre mi cintura.
—Tranquila... ¿Estás temblando? —me susurra sobre el oído, su aliento tibio choca contra mi cuello y me paralizo, cuando sus manos llegan al seguro de mi sostén quitándolo de un tiro, me muerdo el labio tratando de no echarme a correr en ese momento.
Baja su mano y abre mi cremallera, metiendo los dedos para tomar el elástico de la falda, bajándola por mis piernas lentamente, alzo un pie y luego el otro para que pueda sacarla por completo. Estoy completamente desnuda, solo con las pequeñas bragas cubriendo mi parte delantera. Sus manos quema mi piel cuando acarician mis muslos, llegando hasta mis nalgas y una corriente eléctrica recorre mi cuerpo. ¿Por qué su tacto se siente tan bien? Se supone que esto sería asqueroso, pero no con un adonis como el señor D'monte.
—Eres hermosa. —Ahora juega con el elástico de mis bragas y trago grueso—. ¿Por qué tiemblas? —Me toma del brazo para girarme.
Está con el ceño fruncido, es bastante obvio que mi actitud no es de una prepago con experiencia, se supone que tengo que estar complaciéndolo y no solo quedarme estática, sin poder hacer nada. Hasta ese momento me doy cuenta de que tiene el torso desnudo, mis ojos viajan a sus abdominales marcados, bajando a la V que esconden sus pantalones. ¡Joder!. Me toma del mentón y levanta mi rostro lentamente. Está esperando una respuesta. ¿Qué le digo?
—Yo... es mi primera vez haciendo esto —le explico. Se sorprende pero enseguida me mira incrédulo.
—Lo entiendo, es lógico que te pongas así, soy un desconocido para ti, pero piensa en que es solo sexo, como cualquiera que hayas tenido antes. —Desvío la mirada avergonzada. No es como cualquier otro cuando no he experimentado el primero.
—Soy... virgen —susurro y lo miro de reojo. Esta vez no esconde su asombro. Jamás se lo imaginó—. Por favor, sea gentil conmigo —le suplico.
—Si eso es verdad, te acabas de convertir en el mejor regalo de cumpleaños que he recibido —lo dice en serio y con una chispa de entusiasmo—. Y yo seré lo mejor que probaras en tu vida, me aseguraré que jamás puedas olvidarte de mí.
Me toma por sorpresa de la nuca pegando nuestros labios, su beso es lento, pero profundo, siento sus dientes morder mis belfos, mientras su lengua se abre paso por mi boca, haciendo que suelte pequeños gemidos que silencian sus labios. Soy muy inexperta, por lo que lo sigo torpemente. Me toma por la cintura y me empuja poco a poco hasta acostarme sobre la cama, él se sube sobre mí, sosteniéndose con una mano sobre mi cabeza. Levanta mi pierna enroscándola sobre su espalda, mientras acaricia mis muslos subiendo hasta mis nalgas, donde las aprieta y las amasa sin dejar de besarme.
—¡Aaaah!... ¡Señor...! —me hace decir cuando restriega su miembro duro sobre mi intimidad.
—¿Te gusta? —me pregunta entre besos y en respuesta vuelvo a gemir.
Para el beso y se levanta un poco posicionándose entre mis piernas, sus ojos me devoran con lujuria y besa mi cuello, bajando por mi pecho hasta llegar a uno de mis senos y tomar entre sus dientes uno de mis pezones, sigo temblando solo que esta vez es por puro deseo. Llevo mis manos a su cabeza, acariciando su melena larga, arqueo la espalda cuando chupa y succiona mis botones y parte de mis senos, mientras sigue rozando su pene contra mi.
—¡Dios mío! —Estoy que me derrito, poco a poco una sensación indescriptible se va formando en mi pelvis. ¡Quiero más! Deseo que me posee ahora mismo.
Suelta mi pezón y baja más pasando por mi ombligo llegando al borde de mis bragas, me mira sonriente y me destroza con su hermosura. Toma con las dos manos la pequeña tela negra, y suelto un grito cuando las rasga sin esfuerzo. Me las enseña triunfante y las tira en el suelo mientras yo lo veo estupefacto.—Ahora sí gatita, haré que grites en verdad. —Inclina su cabeza hacia mi zona y lo detengo antes de que... ¿Que va hacer? Lo miro con incertidumbre—. Te haré tocar las estrellas, te lo prometo y si no, solo dime que no lo quieres. ¿Deacuerdo? Asiento confiando en su palabra. Apenas siento su cálido aliento sobre mi vulva me paralizo por completo, expectante, hasta que roza con su lengua cuidadosamente mis labios. Una sensación indescriptible empiezo a sentir cuando el movimiento es mucho más rápido y fuerte. Marcus abre más mis piernas para tener mejor acceso, y mira mi reacción al penetrarme con su lengua y yo suelto un gemido tratando de cerrar mis piernas ante el impulso magnéti
—¡Ay! —Chillo, el dolor de mi espalda baja es insoportable, me levanto del sofá adolorida. Joder. Necesito un analgésico, no podré ir a trabajar de seguir a si, no me puedo dar el lujo de faltar, ahora más que antes necesito el dinero, no volveré a venderme de nuevo.Voy hasta la cocina donde busco una pastilla para el dolor, la tomo en el momento justo cuando veo a mi mamá de reojo parada en el marco de la puerta, ella me escudriña con la mirada. Se ve molesta.—¿A qué hora llegaste anoche, jovencita? —Me muerdo el dedo pensativa.—Como a las cuatro de la mañana —Se sorprende indignada—. Pero tengo una explicación, cubrí a Laura en su turno, ella tuvo un percance, además no podía decir que no cuando necesitamos el dinero. —Mentí.Su expresión se suaviza por un momento, pero ahora está con el ceño fruncido, no es una buena señal, camina hacia mí y pone el frasco de medicamentos en la mesa.—¿De dónde sacaste el dinero para esto?... Y no me salgas con que ocupaste lo de la renta, porqu
—No se preocupe Doc. Tendrá el dinero antes de que se cumpla el mes, para que mi mamá continúe con su tratamiento —lo digo tan convencida que en verdad me lo creo y me mentalizo.Termino en la clínica y me dispongo a ir al MUMBAI, el Doctor Silver me a dando unos documentos para llenarlos y el tratamiento de mi mamá empiece lo antes posible.Cuando llego al club me sorprendo al ver a Jessica allí, es muy temprano, incluso para ella. Parece que me ha estado esperando cuando se para apenas me ve.—¡Cat! Qué bueno que llegas, te he estado esperando, no sé donde más trabajas y mi única opción fue esta. —La noto ansiosa. ¿Que pasa?—Bueno, aquí estoy. ¿Para qué soy buena? —Me pongo detrás de la barra y empiezo a acomodar mis cosas.—Demonios Cat. ¿Todavía lo preguntas?... Sí que saliste un éxito. —Me amarro el mandil y la miro curiosa—. ¿A que no sabes quién habló conmigo personalmente? —Pues la verdad no lo sé. —Frunzo el ceño cuando la veo actuar muy extraño.—Marcus D'monte... —Casi
—Me llamo Liz, mucho gusto Catherine. —Me extiende la mano al leer mi nombre en la solicitud y yo la tomo amable—. Te llamaremos pronto.Ahora tendré que decirle a Laura que este al pendiente de su celular, odio no tener suficiente dinero para comprarme uno, pero sé que ella no se molestara por esto, es mi mejor amiga, aunque me sienta culpable por ocultarle cosas. Si solo supiera todo no quiero ni imaginar que me diría. Me encuentro caminando unas cuadras cerca del apartamento, tengo planeado pasar la tarde descansando después de preparar la cena, lo necesito. Masajeo un poco mi cuello pasando a mis hombros, camino distraída cuando de pronto mi visión se oscurece haciendo que mi corazón se agite por la incertidumbre. Unas manos grandes rodean mi cintura cargándome sin esfuerzo, me remuevo para zafarme, pero es mucho más fuerte que yo, el miedo enseguida cobra vida en mi interior. Todo pasa demasiado rápido cuando de nuevo vuelve mi visión, miro al sujeto que me ha quitado la tela ne
-¡Hola, mesera! -Marc sonríe apenas ve mi inminente sorpresa.Me encuentro estática y expectante. ¿Cómo pudo saber donde vivo? ¿Y qué es lo que quiere? Por un momento me hundo en un abismo, pero recupero mi conciencia, cuando recuerdo que mi mamá está a unos segundos de preguntarse por qué estoy tardando, mientras estoy frente al hombre que sabe que fui una prepago .-¿Qué haces aquí? -logro decir entre dientes, cuidando el volumen de mi voz.-Quien diría que debajo de ese aburrido uniforme de mesera se escondiera una prepago tan sexy. -Me escudriña con la mirada de arriba abajo, mordiendo su labio. Me siento temerosa, si mi mamá llega a verlo y saber la verdad será mi fin.-¡Cállate...! -le digo molesta y doy un paso hacia fuera-. Mi mamá no lo sabe -le susurró con enojo y Marc arquea una ceja, curioso.-¿El que?... ¿Qué eres una mesera? -Bromea y no puedo creer que está situación la encuentre graciosa.-¡Hija! ¿Por qué tardas tanto? -¡Mierda, mi mamá! Estoy aniquilando a Marc con la
La noche es tranquila en el club, como todas a este horario, por suerte no he visto a Jessica en los últimos días, pero se que he hablado demasiado rápido cuando la divisó a la distancia y camina directo a mi.-¡Cat...! -su voz exageradamente entusiasta ya me hace dudar de la situación.-Mi respuesta es no -respondo antes de que pueda decir cualquier cosa, ella rueda los ojos y se sienta inconforme sobre el banco de la barra.-Eres imposible, solo he venido en plan neutral.Sigo limpiando la barra mientras me limito a solo escucharla.-Mira, solo es trabajo de compañía, nada de sexo o algo así. -La miro de reojo, no estoy totalmente convencida, pero... trabajo, ¿Sin sexo? Eso sí que era nuevo-. Niña, el sujeto pagará en dólares-. Paro mis movimientos y la observo.-¿Qué hay que hacer? -Sí, necesito el dinero, aún no me han llamado del bufete y poco a poco el dinero se me está acabando, si no hay sexo puedo con eso.-¡Buena chica! -Jessica sonríe engreída y se acomoda mejor en su lugar
-Los términos quedarán de la siguiente forma, solo es cuestión que los cheques con tu abogado para que los firmes y empecemos la asociación. -Marcus revisa los papeles sobre la mesa, está pensativo y me preocupa, aún sigue muy molesto, lo noto por como me mira de reojo, de forma penetrante.¿Por qué me preocupa tanto que él piense lo peor de mí? ¿Qué estoy haciendo? Fue muy mala idea haber aceptado trabajar de nuevo para Jessica, aun si este no implicaba sexo, esto estaba mal.-Bueno Marcus. ¿Por qué estás tan serio?... Parece que algo te molesta -le dice Oliver mientras bebe de su copa de vino-. Incluso no has probado bocado. -Señala su plato y luego desvía la mirada al mío, el cual está igual de intacto.El azabache resopla fastidiado haciendo que levante la mirada y conecte con la suya. ¿Por qué incluso furioso tiene que verse tan sexy? Sacudo mi cabeza deshaciendo tan terrible pensamiento, no debo pensar en él más que como algo del pasado, que no fue nada.-No tengo apetito. Me l
-¿Cómo supiste que yo...? -Suspira cansino y me mira por primera vez, desde que nos subimos al auto.-Conozco a Oliver desde niños, prácticamente nos criamos juntos y cuando dijo que tenía otros asuntos que atender, supe exactamente a que se refería. Estuve tan furioso porque me hayas dicho que solo habías ido a cenar, cuando no era verdad, aunque muy en el fondo te creí y decidí regresar para ver como estabas, escuché tus gritos y no dudé en entrar.-¿Cómo pudiste? Digo, se necesita una llave para abrir la puerta -pregunto confundida. Marcus mete la mano a su bolsillo, sacando una tarjeta dorada entre sus dedos.-Esta abre todas las puertas en el hotel -Lo veo curiosa.-Tienes que ser muy importante para que el hotel te den una de esas tarjetas. -El sonríe, pero sus ojos siguen siendo turbios, no se ha calmado por completo.-No soy ningún cliente del hotel, soy el dueño. -Parpadeo los ojos, eso si no me lo esperaba, aunque no tendría porque, Marcus debe tener miles de lugares a su no