—Que bueno que llegas. Sam sé está volviendo loco buscando las comandas de ayer. ¿Podrías ayudarlo? —Me pide suplicante, muy probablemente Sam ya le haya gritado por el extravío de los pequeños cuadernillos. Ruedo los ojos. Siempre es lo mismo con ese hombre.
—¿No te preocupes? —Le sonrío y me dirijo hacia la oficina de mi querido jefe.Lo encuentro con un desastre a su alrededor, papeles esparcidos por todo el suelo mientras él parece dar un berrinche ahí mismo, ignoro lo que está a punto de decir y me acerco a la pequeña cajonera de la esquina, donde abro el último cajón sacando las comandas y se las arrojó en la cara, el mismo las guardo ahí y si no lo hubiera visto cuando lo hizo estaríamos como él, ahora mismo.
Me pongo en marcha, todo está listo, y poco a poco los clientes van llegando.—Buenos días. ¿Que va a pedir? —miro de reojo al sujeto en la mesa, él se encuentra estudiando la carta sin levantar la mirada.
—Tráeme un café americano y un sándwich de pavo sin las orillas —me dice, aún sin mirarme. Apunto su pedidos y lo llevo a la cocina, en poco menos de diez minutos regreso a la mesa, ya con su pedido en mano.
—Que tenga buen provecho —digo amable, es ahí cuando él levanta la vista y me observa.
—¡Wow! —susurra. Ahora lo puedo ver mejor y el hombre párese mayor pero no por eso menos atractivo, unos treinta o treinta y cinco años, tal vez, viste casual con una camisa de vestir color azul marino, entallada y pantalones negros.—¿Disculpe? —pregunto confundida.
—¿Trabajas aquí? —suelta con su voz gruesa mientras me escudriña de pies a cabeza mordiéndose el labio, su actitud me desconcierta.
—No es algo obvio. —Le señalo el uniforme—. Provecho —Estoy a punto de irme pero me detiene tomando mi mano. ¿Que le pasa?
—¿Como te llamas? —me pregunta pero no pienso darle mi nombre, es muy extraño—. ¿Sabes que? Mejor dame tu numero de teléfono y no se, tú y yo podíamos quedar y vernos en algún motel.Esta totalmente fuera de si. ¿A caso me está proponiendo que me acueste con él? ¿Cree que esto es un burdel? Ni loca le doy mi nombre y menos mi número, que en realidad no tengo, pero que si lo tuviera no se lo daría.
—Es usted un idiota.
Me suelto de su mano, furiosa por su falta de respeto y él solo sonríe sinvergüenza. Me marcho dando zancadas hasta la cocina. Que tipo, ni que estuviera tan guapo para pretender que le haré caso, bueno, tal vez lo hubiera hecho si no me proponía acostarme con él en la primera cita.
—¿Que pasa Cat? —me pregunta Laura cuando me observa un poco inquieta.
—Mira ese tipo. —Señalo la mesa donde se encuentra desayunando tranquilamente, como si nada hubiera pasado—. ¡Puedes creer que me propuso que me acostara con él!
—¡¿Esta loco?! Espera aquí... —Esta a punto de ir a reclamarle cuando la detengo del brazo.
—No es necesario que le grites y reclames, no tienes por qué hacer más grande el problema.
—Yo que ustedes me quedaba quieta donde estoy —Sam dice a nuestras espaldas y nos giramos al escucharlo —. Aquel hombre... —mira detrás de mi—. Es de cuidado. No tienen ni idea de quien se trata y si aprecian algo sus vidas es mejor que no se le acerquen.
Laura y yo nos miramos expectantes sin entender nada. Regreso la mirada hasta el hombre misterioso de hace un momento y no creo que sea alguien peligroso, digo, a parte de ser un idiota se ve totalmente normal.
Me detengo antes de dar la vuelta en la esquina, tengo una rara sensación desde que salí del café y también ahora que mi turno en la clínica ha terminado, me giro para ver a mí alrededor, pero las calles están desiertas. El frío de otoño traspasa la vieja chaqueta y cala mis huesos, el escalofrío aumenta la sensación que tengo, pero me obligo a reprimirlo y camino más deprisa rumbo a la casa de Jessica. La hora ha llegado, por suerte tuve una buena escusa para que Laura cubriera mi turno en el MUNBAI. ¿Que pensaría si supiera lo que estoy a punto de hacer?... Estaría decepcionada de mí, como yo lo estoy ahora. Llego diez minutos tarde y Jessica ya me está esperando exasperada fuera de su casa, ella ya se encuentra lista, con un hermoso vestido strapless color azul. —¡Catherine, odio la impuntualidad! —Señala su reloj Gucci de diamantes, mientras pega al piso con sus zapatillas de satin —Discúlpame... Apenas salí de la clínica y... —Alza su mano para callarme. —Mejor entremos. —Camina hacia el interior de la casa y empieza hablar mientras yo la sigo por detrás—. Lo primero que harás es asearte muy bien... Ven, ocuparas uno de los baños de arriba. Sigue y subimos las escaleras hasta entrar a un cuarto, donde lo primero que noto son las prendas de ropa esparcidas por la cama, las observo, la mayoría son de colores oscuros, de cuero, redes y encaje. ¿Va a hacer que me ponga eso? Me señala la puerta dentro de la habitación, supongo que es el baño, por lo que entro sin preguntar. El baño es igual de hermoso que el resto de la casa, estoy demasiado nerviosa para fijarme en los detalles, así que me meto a la regadera y empiezo por enjuagar mi cabello, tiene muchos productos en la encimera, algunas cremas y aceites, otros enjuagues y acondicionadores, prefiero no usar ninguno solo lo habitual, después de unos veinte minutos, ya estoy envuelta en una toalla frente al espejo. Resoplo cabizbaja —Tu puedes hacerlo Catherine, es solo sexo, si sexo con un tipo asqueroso —me hablo como si supiera algo y en realidad no se nada, va a hacer mi primera vez. ¿Es conveniente que le diga a Jessica ese insignificante detalle? Tal vez podría decirle al que me escoja que no sea tan brusco conmigo, decido quedarme callada, ya es demasiado vergonzoso hacer esto para también decirle que no tengo ninguna experiencia carnal. Tomo aire y exhalo antes de salir del baño, encuentro a Jessica mirándose al espejo, en cuanto nota mi presencia se gira y me observa sonriente. —¡Si que eres chula! —Me escudriña de pies a cabeza y me sonrojo—. Ven aquí. —me jala del brazo colocándome enfrente de la cama—. Ponte esto y esto también. Me pasa unas bragas de encaje color negras, son sumamente pequeñas, no creo poder estar cómoda con eso, después me da un ombliguera negra de organza, la fina tela dejara ver mi torso completo, es más que evidente que mi sostén se verá con eso, y para rematar me entrega una míni falda de cuero. —Pontelos. —Me ordena. —¿No crees que la ropa sea demasiado...? —Ladea la cabeza ofendida. —Cat, los hombres tienen que escogerte y si no ven carne no se interesaran, así que no repliques y solo pruébatelo. —Acepto. No me queda de otra, espero un momento para que salga y pueda hacer lo que me pide, pero solo me mira expectante. —Yo... ¿Puedes darme un poco de privacidad? —Le pido. Alza una ceja ofendida.—Como quieras, pronto te olvidarás del pudor. —Sonríe y sale de la habitación dejándome a solas.
Me dejo caer sobre la cama, miro la ropa y vuelvo a suspirar con pesadez, lo que tengo que hacer por el bendito dinero. Ladeo la cabeza y suelto un mohín nada convencida, esto es demasiado provocador, Dios, la mini falda aprieta mucho mis piernas y trasero, aparte de ser diminuta, estoy segura de que si me agacho se verá todo y ni se diga de las bragas. Como dije, toda mi parte superior se trasluce través de la organza, mostrando casi por completo mi sostén negro, esto va a hacer muy incomodo. —Te ves espectacular —dice Jessica detrás de mí, se acerca y estira su mano—. Ten —me enseña un par de pequeñas capsulas. —La miro atónita, no creerá que va a drogarme. —No quiero... Digo... Quiero estar en mis cinco sentidos —le pido y sonríe divertida. —¡Tonta, no es lo que piensas! —me toma el brazo y me deposita en la palma de la mano las dos pequeñas cápsulas, una color azul y la otra blanca. —¿Y esto para que? —levanto la azul entre mis dedos y la observo curiosa. —No te espantes, es solo por precaución, hay algunos clientes que no les gustan las preparaciones iniciales y van justo al grano, esto te ayuda mucho con el dolor. —¿Que no me espante? Vi como mi cara perdía su color frente al espejo—. Tranquila, son pocos los que hacen eso.Se suponía que mi primera vez sería con alguien a quien amara y ahora iba a hacer cruelmente violada. Me llevo mi mano hasta mi trasero, si esta era para el dolor. ¿Entonces esta? Tomo la blanca.—Esa es la más importante, es un anticonceptivo. —Joder. ¿Que más faltaba? ¿Una para levantar el libido? Ojalá hubiera una, por que no creo poder con esto—. Como te lo dije antes, pero esto es casi con todos, nos les gusta usar condón.—¿Y que pasa con las enfermedades? No quiero contagiarme de algo —digo preocupada y ella me toma del hombro negando.—Pedimos estudios clínicos a todos nuestros clientes. Mis chicas son premiun, no son cualquier mujersuela que ves parada en una esquina, así que yo entrego calidad y ellos tiene que brindarla igual. No te preocupes. —Menos mal, pero entonces...—A mi no me has pedido ninguno estudio, como sabes que yo no... —Ríe por lo bajo, negando de nuevo.—Puedo ver tu inocencia a kilómetros de distancia, eres virgen ¿no es así? —yo asiento viendo su reflejo—
Me suelta gracias a Dios y regresa a su lugar, junto a los demás hombres que han estado observando en silencio. Giro mi rostro cuando noto que alguien más ha entrado al salón.Joder...Mi corazón se agita golpeando mi pecho, de repente me siento más nerviosa de lo que ya estoy y mis ojos ignoran las instrucciones de mi cerebro, para que al menos deje de mirarlo tan ensoñada. Estoy estupefacta ante el hombre alto y fornido que se encuentra frente a mí, es perfecto, todo un adonis, con su cabello negro, con sus ondas cayendo por sus mejillas, ojos negros brillantes y mandíbula cuadrada.Dios mío, él es Marcus D'monte, el líder de la organización delictiva más poderosa del país y es todo un Dios griego. Samanta me da un golpe con el codo sacándome de mi trance mental. Marcus nos observa a cada una de nosotras, hasta que sus grandes engranes negros se posan en mí, me observa cauteloso y lo miro igual.¿Será que?No lo creo, no soy tan bonita como Hani o Samanta, tal vez escoja a una de el
Suelta mi pezón y baja más pasando por mi ombligo llegando al borde de mis bragas, me mira sonriente y me destroza con su hermosura. Toma con las dos manos la pequeña tela negra, y suelto un grito cuando las rasga sin esfuerzo. Me las enseña triunfante y las tira en el suelo mientras yo lo veo estupefacto.—Ahora sí gatita, haré que grites en verdad. —Inclina su cabeza hacia mi zona y lo detengo antes de que... ¿Que va hacer? Lo miro con incertidumbre—. Te haré tocar las estrellas, te lo prometo y si no, solo dime que no lo quieres. ¿Deacuerdo? Asiento confiando en su palabra. Apenas siento su cálido aliento sobre mi vulva me paralizo por completo, expectante, hasta que roza con su lengua cuidadosamente mis labios. Una sensación indescriptible empiezo a sentir cuando el movimiento es mucho más rápido y fuerte. Marcus abre más mis piernas para tener mejor acceso, y mira mi reacción al penetrarme con su lengua y yo suelto un gemido tratando de cerrar mis piernas ante el impulso magnéti
—¡Ay! —Chillo, el dolor de mi espalda baja es insoportable, me levanto del sofá adolorida. Joder. Necesito un analgésico, no podré ir a trabajar de seguir a si, no me puedo dar el lujo de faltar, ahora más que antes necesito el dinero, no volveré a venderme de nuevo.Voy hasta la cocina donde busco una pastilla para el dolor, la tomo en el momento justo cuando veo a mi mamá de reojo parada en el marco de la puerta, ella me escudriña con la mirada. Se ve molesta.—¿A qué hora llegaste anoche, jovencita? —Me muerdo el dedo pensativa.—Como a las cuatro de la mañana —Se sorprende indignada—. Pero tengo una explicación, cubrí a Laura en su turno, ella tuvo un percance, además no podía decir que no cuando necesitamos el dinero. —Mentí.Su expresión se suaviza por un momento, pero ahora está con el ceño fruncido, no es una buena señal, camina hacia mí y pone el frasco de medicamentos en la mesa.—¿De dónde sacaste el dinero para esto?... Y no me salgas con que ocupaste lo de la renta, porqu
—No se preocupe Doc. Tendrá el dinero antes de que se cumpla el mes, para que mi mamá continúe con su tratamiento —lo digo tan convencida que en verdad me lo creo y me mentalizo.Termino en la clínica y me dispongo a ir al MUMBAI, el Doctor Silver me a dando unos documentos para llenarlos y el tratamiento de mi mamá empiece lo antes posible.Cuando llego al club me sorprendo al ver a Jessica allí, es muy temprano, incluso para ella. Parece que me ha estado esperando cuando se para apenas me ve.—¡Cat! Qué bueno que llegas, te he estado esperando, no sé donde más trabajas y mi única opción fue esta. —La noto ansiosa. ¿Que pasa?—Bueno, aquí estoy. ¿Para qué soy buena? —Me pongo detrás de la barra y empiezo a acomodar mis cosas.—Demonios Cat. ¿Todavía lo preguntas?... Sí que saliste un éxito. —Me amarro el mandil y la miro curiosa—. ¿A que no sabes quién habló conmigo personalmente? —Pues la verdad no lo sé. —Frunzo el ceño cuando la veo actuar muy extraño.—Marcus D'monte... —Casi
—Me llamo Liz, mucho gusto Catherine. —Me extiende la mano al leer mi nombre en la solicitud y yo la tomo amable—. Te llamaremos pronto.Ahora tendré que decirle a Laura que este al pendiente de su celular, odio no tener suficiente dinero para comprarme uno, pero sé que ella no se molestara por esto, es mi mejor amiga, aunque me sienta culpable por ocultarle cosas. Si solo supiera todo no quiero ni imaginar que me diría. Me encuentro caminando unas cuadras cerca del apartamento, tengo planeado pasar la tarde descansando después de preparar la cena, lo necesito. Masajeo un poco mi cuello pasando a mis hombros, camino distraída cuando de pronto mi visión se oscurece haciendo que mi corazón se agite por la incertidumbre. Unas manos grandes rodean mi cintura cargándome sin esfuerzo, me remuevo para zafarme, pero es mucho más fuerte que yo, el miedo enseguida cobra vida en mi interior. Todo pasa demasiado rápido cuando de nuevo vuelve mi visión, miro al sujeto que me ha quitado la tela ne
-¡Hola, mesera! -Marc sonríe apenas ve mi inminente sorpresa.Me encuentro estática y expectante. ¿Cómo pudo saber donde vivo? ¿Y qué es lo que quiere? Por un momento me hundo en un abismo, pero recupero mi conciencia, cuando recuerdo que mi mamá está a unos segundos de preguntarse por qué estoy tardando, mientras estoy frente al hombre que sabe que fui una prepago .-¿Qué haces aquí? -logro decir entre dientes, cuidando el volumen de mi voz.-Quien diría que debajo de ese aburrido uniforme de mesera se escondiera una prepago tan sexy. -Me escudriña con la mirada de arriba abajo, mordiendo su labio. Me siento temerosa, si mi mamá llega a verlo y saber la verdad será mi fin.-¡Cállate...! -le digo molesta y doy un paso hacia fuera-. Mi mamá no lo sabe -le susurró con enojo y Marc arquea una ceja, curioso.-¿El que?... ¿Qué eres una mesera? -Bromea y no puedo creer que está situación la encuentre graciosa.-¡Hija! ¿Por qué tardas tanto? -¡Mierda, mi mamá! Estoy aniquilando a Marc con la
La noche es tranquila en el club, como todas a este horario, por suerte no he visto a Jessica en los últimos días, pero se que he hablado demasiado rápido cuando la divisó a la distancia y camina directo a mi.-¡Cat...! -su voz exageradamente entusiasta ya me hace dudar de la situación.-Mi respuesta es no -respondo antes de que pueda decir cualquier cosa, ella rueda los ojos y se sienta inconforme sobre el banco de la barra.-Eres imposible, solo he venido en plan neutral.Sigo limpiando la barra mientras me limito a solo escucharla.-Mira, solo es trabajo de compañía, nada de sexo o algo así. -La miro de reojo, no estoy totalmente convencida, pero... trabajo, ¿Sin sexo? Eso sí que era nuevo-. Niña, el sujeto pagará en dólares-. Paro mis movimientos y la observo.-¿Qué hay que hacer? -Sí, necesito el dinero, aún no me han llamado del bufete y poco a poco el dinero se me está acabando, si no hay sexo puedo con eso.-¡Buena chica! -Jessica sonríe engreída y se acomoda mejor en su lugar