Capítulo 40
DAILA PETTERSEN.

Aterrada era una palabra que queda muy corta comparado con el sentimiento de impotencia que siento al no poder hacer nada para poder ayudar. Me sentí una inservible y frágil mientras recibía aquellos golpes en el medio de la nada y eso solo genera un hueco en mi pecho incapaz de tapar.

—Gael… —susurro tomando la mano de Derek—. ¿Crees que estará bien?

Donde mierdas estaban todos sus hombres, quienes le cuidaban la espalda. ¿Por qué rayos fue solo?

—Estoy seguro que sí, Daila. —Pero sus palabras no demostraban esa seguridad habitual y su rostro mucho menos.

—Dijo que solo necesitaba nuestra unión para ser más fuerte —repetí lo que había escuchado—. ¿Qué tan cierto es?

Derek tiene el entrecejo muy arrugado. Está sentado en el sofá en una esquina de mi habitación con las manos unidas, con la ropa aun ensangrentada. Sé que está pensando en algo y me intriga saber en qué.

Me observa finalmente, se levanta de un salto y comienza a caminar de un lado a otro mientras pa
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