Eventualmente me estoy volviendo loco y eso es un caso extremadamente excepcional en el vampirismo. No sé cómo mierdas solucionar los problemas que acontecen muy continuamente, no sé cómo curar a Daila y como eliminar el maldito hechizo que supuestamente posee y mucho menos sacar de mi camino a cada estúpido enemigo que me molesta. Federic lanza al clérigo ante mis pies y con la sangre hirviendo comienzo a deambular por la estancia, a su alrededor intimidándolo, asustándolo, alertándolo de lo que va a ocurrir en unos minutos. Observándolo por todos los ángulos posibles y disfrutando del aroma a miedo que su cuerpo esparce en el lugar. Me pongo de cuclillas frente a él y con las uñas clavadas en la barbilla comienzo a levantar su mirada de modo a que nuestros ojos se conecten. Maldito bastardo hijo de puta. —Cuéntamelo todo —susurro directamente en su oído, enviando a través de esas dos simples palabras una ola de amenazas sangrientas—. Todo. —Yo… yo… —tartamudea. —Yo, yo, yo… ¿Tú
DAILA PETTERSEN. Me siento débil; un manojo de recuerdos se apodera de mi mente, recuerdos de mi infancia de una época distinta que no tenía idea que había vivido. Recuerdos de risas de una familia; mí familia. sin embargo, de un momento a otro paso a una escena viva de cadáveres, y seres peleando. Gael se encuentra luchando y por más que grito su nombre, no me escucha y mientras más me acerco, mi cuerpo más reacciona de una manera defensiva. Es mi padre quien lucha contra él, quien al observarme se desconcentra y es apuñalado directo al corazón, cayendo al suelo justo al lado de mi madre. Gael mató a mi familia. Mató a mis padres. De un solo movimiento salgo de la cama ignorando a quienes estaban en ella y me dirijo hasta donde se encuentra él. En su despacho. Abro la puerta de manera abrupta y Gael se pone de pie inmediatamente y sin siquiera darle tiempo a algo, con una mano hago un movimiento y aviento a Derek a la pared mientras con la otra formo una estaca de una de las silla
Sumergida en mis pensamientos en el aire dentro de un avión privado, me dispongo a buscar todas las opciones posibles a éste gran problema. Estoy completamente segura que no solo se trata de mis poderes, ni de mi vida pasada, sino también del hechizo que el hijo de puta de Fabricio lanzó sobre mí para tener a Gael a su merced. Sin embargo, cuando no tienes experiencia en esto de lo que trata de seres sobrenaturales, magia, simplemente te lanzas al precipicio esperando que la suerte te de una mano y así salvarte. No obstante, algunos dicen que uno crea su suerte y otros dicen que la suerte no existe. Me creo más la última, porque solo nosotros podemos hacer posible lo que creemos imposible. La batalla conmigo misma es letal y cada vez se hace más fuerte, porque mi otra yo, ese instinto de querer matarlo cada vez se hace más intenso, latente golpeando en mi interior y me siento un tanto vulnerable e inútil por no poder dominarlo. Trato de calmarme y cierro mis ojos, y, así poder record
La situación se volvía cada vez más difícil, más seria, mucho más tensa y no podía continuar de esa forma. No he sabido nada de Gael desde la última vez que nos vimos y con Derek no hablo, y no porque estemos peleados o algo así, simplemente prefiero mantenerme al margen de todos ellos y así sentir que los protejo. No obstante, mis cambios han mermado bastante. Al parecer, lo que realmente despertaba mi instinto sobrenatural es estar rodeada de ellos y l sobrecarga que conlleva; pues, desde que estoy aquí, ejerciendo mi labor de vida normal como humana como antes, siento que vivo más tranquila con respecto a eso, más no en paz. La presión en mi pecho aun golpea fuerte solo por el hecho de estar alejada de Gael. Sigo pensando en alguna solución para volver a estar juntos o simplemente es algo que solo yo anhelo cuando para ellos la fidelidad es diferente. Niego varias veces por lo que imagino y me observo nuevamente a través del espejo. Me veo cansada de buscar respuesta, quizás mi cu
La concentración es muy importante, más cuando te encuentras en un quirófano con un paciente que depende netamente de ti y un tumor enorme dentro de su cuerpo. Pero seriamente es que por alguna razón la concentración se volvía nula con el pasar de los minutos, por lo que no me quedó más remedio que hacer una pausa, suspiro y me enfoco nuevamente en el paciente. No puedo darme el lujo de ser así, eso afecta mi esencia, mi trabajo es muy importante y sería muy poco ético de mi parte mis problemas con el trabajo. Las palabras de aquella agente inmobiliaria siguen trabajando en mi mente, tanto que las hice propia de mí, mentalizándome netamente en lo que realmente deseo en esta vida que nunca ha sido tan formidable conmigo, o en realidad si lo fue, pero veía la situación diferente a como son ahora. La cirugía termina y me directamente al camerino a darme una ducha y poder vestirme con el peculiar y conocido uniforme. No obstante, soy interceptada por una Lizzie un tanto molesta y la enti
Llegar a casa es lo más satisfactorio que me ha pasado después de un día agotador y desde que me he independizado; no obstante, la sensación de ser observada, controlada es algo que últimamente he sentido muy de cerca y me mantiene en alerta constante. —¿Te has puesto a vivir sola? —Una voz masculina llega a mis oídos y logra hacerme brincar en mi lugar por el susto que me genera que soy capaz de todo por cobrárselo. Con la mano en el pecho y ahogando un grito doy la vuelta para enfrentarlo y este solo me mira con su peculiar sonrisa socarrona y su ceja levemente levantado—. Hola. —No vuelvas a hacer eso. ¿Acaso quieres matarme? —Como si fueras a morir —repone altanero. —¿Qué haces aquí? ¿Algún problema con la empresa? —consulto, mientras giro el picaporte de la entrada de mi hogar para abrirlo completamente. —¿Te importa la empresa? —añade otra pregunta. —Sí. ¿Por qué no me importaría? —¡Oh! Lo supuse, como no te apareces desde que llegaste. —No contesto y le indico con la cabe
GAEL CLAYTON. Estoy furioso, pero más que eso, impotente. Me siento un maldito imbécil por hacerle pasar tan malos momentos a Daila, es para lo único que existo y ver el dolor reflejados en sus ojos me parte el alma, una que no tengo. Aguantar la constante agonía al estar alejados no se compara con sentir que la pierdo con cada actuar, esto es un verdadero infierno. La estoy siguiendo por la calle más o menos alejados de donde nos encontrábamos. Después de la pelea en el club donde un hombre corpulento, el de seguridad siendo más específicos, nos pidió amablemente que nos retiráramos y ella simplemente obedeció. Puedo destruir todo en un santiamén y, sin embargo, por esa castaña me contuve de hacerlo usando toda mi fuerza de voluntad. Pero, ya no más, esto que está haciendo es una porquería, huir de mí como una cobarde. —¡Maldita sea, Daila! Soy el puto rey, debes obedecerme —bramo al borde del colapso desde su espalda. —¿Piensas que me importa? Te respondo… no, no me importa. Bu
Veo pasar todo en cámara lenta, como si las horas estuviesen descansando en vez de correr. Intentaba comunicarme con Daila varias veces en el día, en una hora o minutos, quizás piense que soy un intenso, pero ni, aun así, nada, no contestaba a ninguna de mis llamadas y mucho menos mis mensajes. La forma en que me ignora es alucinante y bastante atrayente para alguien que lo ha tenido todo en la vida. Sin embargo, a pesar de la atracción que existe entre los dos, y que sus amigos estén aun a su lado, temo que Elena y Boruta vengan por ellos. Cada ocasión que intento aprovechar para poder hablar de lo que sucede, ella simplemente se escabulle y me parece repugnante que pueda hacerlo ante mis narices, pero al menos quiero hacer bien esto, prepararla para cuando llegue el momento y finalmente disfrutar el resto de nuestras vidas. De todas formas…, ¿qué le voy a decir? Ni siquiera tengo un plan estratégico para esto, ni un dialogo esperanzador. ¿Mentirle? No puedo seguir haciéndolo. Por