La concentración es muy importante, más cuando te encuentras en un quirófano con un paciente que depende netamente de ti y un tumor enorme dentro de su cuerpo. Pero seriamente es que por alguna razón la concentración se volvía nula con el pasar de los minutos, por lo que no me quedó más remedio que hacer una pausa, suspiro y me enfoco nuevamente en el paciente. No puedo darme el lujo de ser así, eso afecta mi esencia, mi trabajo es muy importante y sería muy poco ético de mi parte mis problemas con el trabajo. Las palabras de aquella agente inmobiliaria siguen trabajando en mi mente, tanto que las hice propia de mí, mentalizándome netamente en lo que realmente deseo en esta vida que nunca ha sido tan formidable conmigo, o en realidad si lo fue, pero veía la situación diferente a como son ahora. La cirugía termina y me directamente al camerino a darme una ducha y poder vestirme con el peculiar y conocido uniforme. No obstante, soy interceptada por una Lizzie un tanto molesta y la enti
Llegar a casa es lo más satisfactorio que me ha pasado después de un día agotador y desde que me he independizado; no obstante, la sensación de ser observada, controlada es algo que últimamente he sentido muy de cerca y me mantiene en alerta constante. —¿Te has puesto a vivir sola? —Una voz masculina llega a mis oídos y logra hacerme brincar en mi lugar por el susto que me genera que soy capaz de todo por cobrárselo. Con la mano en el pecho y ahogando un grito doy la vuelta para enfrentarlo y este solo me mira con su peculiar sonrisa socarrona y su ceja levemente levantado—. Hola. —No vuelvas a hacer eso. ¿Acaso quieres matarme? —Como si fueras a morir —repone altanero. —¿Qué haces aquí? ¿Algún problema con la empresa? —consulto, mientras giro el picaporte de la entrada de mi hogar para abrirlo completamente. —¿Te importa la empresa? —añade otra pregunta. —Sí. ¿Por qué no me importaría? —¡Oh! Lo supuse, como no te apareces desde que llegaste. —No contesto y le indico con la cabe
GAEL CLAYTON. Estoy furioso, pero más que eso, impotente. Me siento un maldito imbécil por hacerle pasar tan malos momentos a Daila, es para lo único que existo y ver el dolor reflejados en sus ojos me parte el alma, una que no tengo. Aguantar la constante agonía al estar alejados no se compara con sentir que la pierdo con cada actuar, esto es un verdadero infierno. La estoy siguiendo por la calle más o menos alejados de donde nos encontrábamos. Después de la pelea en el club donde un hombre corpulento, el de seguridad siendo más específicos, nos pidió amablemente que nos retiráramos y ella simplemente obedeció. Puedo destruir todo en un santiamén y, sin embargo, por esa castaña me contuve de hacerlo usando toda mi fuerza de voluntad. Pero, ya no más, esto que está haciendo es una porquería, huir de mí como una cobarde. —¡Maldita sea, Daila! Soy el puto rey, debes obedecerme —bramo al borde del colapso desde su espalda. —¿Piensas que me importa? Te respondo… no, no me importa. Bu
Veo pasar todo en cámara lenta, como si las horas estuviesen descansando en vez de correr. Intentaba comunicarme con Daila varias veces en el día, en una hora o minutos, quizás piense que soy un intenso, pero ni, aun así, nada, no contestaba a ninguna de mis llamadas y mucho menos mis mensajes. La forma en que me ignora es alucinante y bastante atrayente para alguien que lo ha tenido todo en la vida. Sin embargo, a pesar de la atracción que existe entre los dos, y que sus amigos estén aun a su lado, temo que Elena y Boruta vengan por ellos. Cada ocasión que intento aprovechar para poder hablar de lo que sucede, ella simplemente se escabulle y me parece repugnante que pueda hacerlo ante mis narices, pero al menos quiero hacer bien esto, prepararla para cuando llegue el momento y finalmente disfrutar el resto de nuestras vidas. De todas formas…, ¿qué le voy a decir? Ni siquiera tengo un plan estratégico para esto, ni un dialogo esperanzador. ¿Mentirle? No puedo seguir haciéndolo. Por
Recorro las calles de la ciudad más transitadas, callejones solitarios, abandonados e incluso montañas y otras ciudades vecinas, pero hasta ahora no hay rastros de mi padre ni de los padres de Daila.Derek y yo estamos cansados de buscar y no me queda más opción que confesarle la verdad a ella. Es mejor que lo sepa y que al saberlo esté de nuestro lado a que se vuelva en nuestra contra. Conduzco hasta su departamento de donde veo salir a Derek, de forma muy tranquila.—Llegas tarde —avisa, pasando por mi lado—. Fue a casa de sus padres.Giro para observarlo incrédulo por su manera tan despreocupada de decirme semejante desfachatez.—¿Y no la detuviste?—No —responde subiendo a su auto.—Pero…, ¿qué te sucede? ¿Por qué no lo hiciste? Sus padres no están —explico casi gritando.—Decirle que no vaya implica explicar el porqué, eso lleva a que debo mentirle a mi Reina y generar dudas. Y no, no soy bueno para eso. Lo más seguro es que creerá que se fueron de viaje, se olvidaron de ella, co
¿Cómo pasa el tiempo tan rápido? Acaso no puede pausarse un segundo para darnos un respiro. El año pronto ya va a acabar y no hemos conseguido nada y en unos meses más, cumpliremos un año con Daila de haber entablado alguna relación, aunque ya no como pareja y, ni siquiera eso me relaja cuando me dejó en claro que no tenemos ningún tipo de relación. Sabemos que lo están vigilando, los idiotas de Elena y Boruta ni siquiera saben ocultar su aroma, es por eso motivo que no nos separamos de ella, además, tenemos un plan y es hacerle creer que estoy consiguiendo que confíe en mí para entregárselo a Fabricio, aunque esa parte del plan aún no se lo comenté a ella y debo hacerlo para que en un futuro no se vuelva un problema. Cada mañana, antes de que vaya al trabajo, dejo una flor sobre su mesa de luz solo por poder admirar la sonrisa que se forma en su rostro y ese mismo detalle lo dejo en su casillero en el hospital y en su escritorio cuando atiende consulta. Entiendo a la perfección su p
DAILA PETTERSERN. Los intentos en vano de hacer magia son estúpidos, porque por lo que me he dado cuenta mis poderes están en mí, son parte de mí. Sin embargo, aún no he descifrado como sacarlos a flote y teniendo en cuenta la fuerza que tengo, estoy segura que eso proviene de mi yo animal, y no de mi parte hechicera. Sí, he estado investigando un poco y ambos son diferentes como parte de mí. Uno su poder es la fuerza y el otro solo una varita o eso fue lo que encontré en internet. Retrocediendo muchos días atrás, la última vez que he sentido un cambio singular en mi cuerpo fue cuando oí gritar de dolor a Derek antes de saber lo que soy, pero esa fue la única vez que creí oír demasiado bien y hasta hoy en día no ha vuelto a suceder por más concentración que ponga. Nada funciona. Y ahora estoy aquí, sola en el bosque tratando de descifrar el problema que tengo, sentada sobre una enorme piedra en el centro mismo intentando mover una rama con las manos sin tocarlo. No funciona y así Fa
Siento que mi cuerpo es zarandeado, obligándome a gruñir por los movimientos bruscos y su vez el dolor que me genera eso. No recuerdo haberme quedado inconsciente, pero dado el hecho de éste momento, al parecer lo estuve. Trato de abrir los ojos, pero el dolor de cabeza hace que me sea imposible llevando mis manos hasta allí y presionarlo con tanta fuerza que mi cráneo cruje bajo mi tacto. Cuando intento ladear mi cabeza de un lado a otro, el dolor en mi cuello me hace soltar un grito atroz trayendo el recuerdo de lo sucedido.—Tranquila —susurra sobre mi cabeza Derek, apartando suavemente mis manos de allí—. Ya pasará, amiga.—¿Qué sucedió? —pregunta y conozco perfectamente la voz de quien lo hace. No hay rastros de preocupación en él, al contrario, al abrir por mis ojos y luego de parpadear varias veces para poder distinguir bien las imágenes, pude observar que en su mirada solo brilla la molestia.No entiendo porque, cuando la que ha sido atacada fui yo.—Boruta.Es lo único que lo