Luego de ese momento excitante, el me baja lentamente y deja un casto beso en mi frente. Me ayuda a limpiarme y finalmente me extiende mi ropa, siempre manteniendo esa sonrisa tan peculiar en su rostro y luego comienza a vestirse. —Me aseguré de que no haya nadie cerca —avisa. Creo que se dio cuenta de mi nerviosismo, pues literalmente me encontraba jugando con los dedos de las manos mientras ideaba algún plan para salir sin llamar la atención. —¿Lo has planeado? —Sí, quería estar contigo. Con mi novia —confiesa, y eso hace que mi corazón una vez más estalle de emoción. —Sentí más… con la mordida. Tú entiendes. —Más placer —explica lo que yo no quería decir—. Lo sé, es parte de nuestro encanto, pero solo tú puedes disfrutarlo, mi Reina. Sonrío como una estúpida enamorada. —Gracias —musito. —Es hora de volver a tu guardia, te veré más tarde —dice y con una mano en mi espalda baja, me guía hasta la salida mientras arreglo mi cabello y evitar que se note mi cara de follada. Toma
GAEL CLAYTON. Que ella aceptara ser mi esposa por toda la eternidad es un sentimiento inexplicable. No podía más de tanta emoción. Incluso, puedo decir con certeza que me siento satisfecho de haber conseguido mi propósito. Hacerla mi esposa. “Esposa” Una palabra que resume mi vida, unirme a ella, cumplir mi propósito con ella a mi lado y adquirir el poder que conlleva nuestra unión, su sangre. Sin embargo, ante todo eso que implica estar unidos para ser más fuerte queda pequeño ante el hecho de convertirla en Reina. Reina de mi pueblo, reina de la oscuridad, reina de mi corazón, mi reina. Ante sus pies se arrodillarán todos mis súbditos y clamarán su nombre con añoranza. Soy el Rey y en la pirámide de mi vida ella forma el primer lugar por encima de mí. Si tengo que incendiar el mundo con tal de que sea feliz, lo haría. Incluso le entregaría el cerillo para que lo haga ella misma de ser necesario. Es mi musa y mi inspiración, es mi fortaleza y mi debilidad. —Madre —susurro al telé
Subo a mi auto y conduzco hasta la empresa de Daila. Lo que tengo que hablar con mi mejor amigo no será por celular, sino de frente, pero al menos debería de contestar para que sepa que iré. ¿Por qué rayos debo de informarle de mi presencia? Ingreso al edificio sin prestar atención a mi alrededor, me sumerjo en mis pensamientos una vez dentro de la caja metálica, pero no logro concentrarme por culpa de la m*****a presión en el pecho que se hace cada vez más fuerte. Una vez que la maquina abre sus puertas salgo de ella y me adentro al despacho de mi amigo, sin embargo, este se encuentra vacío. No hay rastro de su presencia en éste lugar. —¿Has visto a Derek? —consulto a su secretaria cuando vuelvo a salir de su despacho. —No señor, salió de forma apresurada y dijo que volvería en una hora, pero ya pasaron tres desde que se fue. Asiento y vuelvo a sacar por milésima vez el aparato celular y marco su número, pero como desde el principio me manda a buzón. Decido entonces iniciar su bú
DAILA PETTERSEN. Aterrada era una palabra que queda muy corta comparado con el sentimiento de impotencia que siento al no poder hacer nada para poder ayudar. Me sentí una inservible y frágil mientras recibía aquellos golpes en el medio de la nada y eso solo genera un hueco en mi pecho incapaz de tapar. —Gael… —susurro tomando la mano de Derek—. ¿Crees que estará bien? Donde mierdas estaban todos sus hombres, quienes le cuidaban la espalda. ¿Por qué rayos fue solo? —Estoy seguro que sí, Daila. —Pero sus palabras no demostraban esa seguridad habitual y su rostro mucho menos. —Dijo que solo necesitaba nuestra unión para ser más fuerte —repetí lo que había escuchado—. ¿Qué tan cierto es? Derek tiene el entrecejo muy arrugado. Está sentado en el sofá en una esquina de mi habitación con las manos unidas, con la ropa aun ensangrentada. Sé que está pensando en algo y me intriga saber en qué. Me observa finalmente, se levanta de un salto y comienza a caminar de un lado a otro mientras pa
Una vez en el vehículo ingresamos los cuatro dentro de él, cinco si contamos el chofer. La situación me parece abrumadora y un tanto ridículo, al menos en la situación actual en que nos encontramos preferiría viajar en otro auto sola o simplemente no hacerlo. Pero en serio, esto se ve patético; Federic al volante, Derek de copiloto y Gael en medio de Elena y yo. Después de lo sucedido aun guardo la esperanza de que solo sea algo confuso de su parte, es imposible que haya hecho todo aquello y estar fingiendo, nadie finge tan bien. Intento tocarlo con la mano, rozar con la suya para al menos tener algún indicio de que todo lo que dijo e hizo fue porque lo obligaron, sin embargo, el hombre huye de mí y suelto un suspiro aterradoramente sonoro. ¿A quién engaño? Es el rey, heredero legítimo, el más fuerte y ahora mucho más fuerte conmigo a lado. Simplemente me ilusiono. Pero no tiene sentido, en el fondo guardo la esperanza de que todo esto tenga una explicación. —Si estás con ella… ¿Po
A lo lejos se vislumbra el castillo, los alrededores se ven más hermoso comparado con la primera vez que pasé por aquí cuando volvía a mi casa. El camino angosto rodeado de árboles tan altos como el mismo castillo y el sotobosque adornados por florecillas. Cuando llegamos por fin al castillo, la madre de Gael se encuentra esperándonos en frente con una sonrisa digna de admirar en un rostro tan perfecto como el de ella. Sin embargo, esa peculiar sonrisa es sustituida por una mueca de desagrado cuando la primera en bajar es Elena. La confusión en su rostro es digna de apreciarse y la mirada de desaprobación que le da a su hijo es un festín. Derek abre la puerta para que pueda salir y una vez piso suelo firme puedo darme el lujo de aspirar aire fresco que en la ciudad no puedo. Inhalo con pasión y exhalo con el mismo dramatismo manteniendo los ojos cerrados y una sonrisa en mis labios. Pero al abrir los ojos, el grupo de gente se encuentra mirándome con los ceños fruncidos. —¿Qué? —pre
Realmente no tengo idea de que mierdas hago aquí. Cada vez que intento alejarme el corazón se me oprime y Martha, la madre de Gael me ha explicado que se trata del vínculo. O sea, que al morderme me marcó como suyo y al corresponder le di acceso a mí. En resumidas palabras Gael siente todo lo que yo siento. —Si quieres huir para darle una lección al insensato de mi hijo, debes hacerlo ahora que aun puedes —dice, observándome fijamente—, porque después de la unión de mañana será imposible. —¿Por qué? —Cada palabra me hacía sentir más enredada. —Porque la unión será legítima. No podrás separarte. Su muerte será la tuya. Hipotéticamente hablando estarás muerta en vida. —Pero él ya bebió de mí. Literalmente ya tendría que haber estado muerta en vida porque ya lo perdí. —Tú no has bebido de él. Una vez que lo hagas serás dependiente de él. —¡Ay, no me jodas doña Martha! —exclamo exasperada hasta que me doy cuenta como la llamé—. Lo siento… es que… ¿Cómo es posible? No quiero eso. —Lo
Es exactamente a las siete de la tarde, la hora de la cena y debo bajar porque mi prometido así lo ordena cuando en realidad lo único que deseo hacer es llorar bajo las mantas de mi cama entre las cuatro paredes de mi habitación como una humana normal. Mis ganas de llorar se intensifican cuando pongo un pie en el pasillo y de la habitación de al lado sale Elena seguida de Gael. La primera limpiándose los labios con los dedos y acomodando su falda ajustada insinuándome lo obvio. Observo directamente a los ojos a Gael y solo puedo ver dolor y resignación y eso mismo lo siento en el pecho, aunque con menos intensidad. Desea acercarse, pero cambia de parecer y decide avanzar tomando la mano de la que ahora es su pareja y dejándome allí con el corazón adolorido. Apoyo mi cuerpo por la pared y levanto la cabeza hacia arriba parpadeando varias veces y así evitar llorar por un hombre que posiblemente lo único que ha hecho todo este tiempo es mentirme. Aunque muy en el fondo siga creyendo que