Capítulo 34
Durante toda la mañana los reclamos de mi Daila estaban presentes en la habitación de cocina, incluso, cuando la llevaba al hospital seguía con sus quejas de cómo me atreví a hacer eso.

—Amor, estamos juntos —la atraigo hacía mí y le doy un beso casto en los labios—. Alégrate que no les comenté lo del matrimonio.

—Gael.

—Así quiero que pronuncies mi nombre, pero cuando estemos envueltos en lujuria —me da un golpe en el brazo que ciertamente dolió.

—No he aceptado.

—Aún —respondo, mientras empiezo a sobar mi brazo.

—Deja de ser pesado, no tengo fuerza suficiente para que te duela —mientras la veo alejarse de mí.

Sonrío porque yo ya gané todo con ella a mi lado.

Subo al auto para dirigirme a su mansión, mi madre se está encargando de todo, así mismo ya me mando el anillo que solicite para ella. Algo sencillo, pero elegante. Algo que nunca desee sacárselo del dedo.

Elegí la gema más hermosa posible, del color de mi alma, negra; incrustado perfectamente en un anillo de oro fino, r
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