Despierto un poco desorientado, porque ahora si quede dormido de verdad. Siento un peso sobre mí cayendo en cuenta de ese modo que he pasado nuevamente la noche con mi mujer y no me refiero a dormir, sino que, habíamos consumado nuestro amor. Hacerla mía es algo inefable, no sabría explicar el sentimiento que brota, tanto que este corazón muerto volvió a latir y solo por ella y estoy seguro que así seguirá por siempre. Verla dormir con tanta ataraxia me llena de paz, que me he propuesto de hoy en adelante conservar aquello perdure por siempre. Estoy feliz, claro que lo estoy. Me pongo de pie con mucho ánimo, pero todo se desvanece con el dolor en mi hombro. Trato de procesar del porqué, sin embargo, esa parte del hecho no llega a mi mente. Me quedo parado tratando de entender como saldré de aquí con mi desnudez, puesto que estoy sin ropa y decidido en ir a buscar, me topo con la sorpresa de que Derek se encuentra en el diminuto balcón con mis cosas, ropa y utensilios de aseo, con un
Durante toda la mañana los reclamos de mi Daila estaban presentes en la habitación de cocina, incluso, cuando la llevaba al hospital seguía con sus quejas de cómo me atreví a hacer eso. —Amor, estamos juntos —la atraigo hacía mí y le doy un beso casto en los labios—. Alégrate que no les comenté lo del matrimonio. —Gael. —Así quiero que pronuncies mi nombre, pero cuando estemos envueltos en lujuria —me da un golpe en el brazo que ciertamente dolió. —No he aceptado. —Aún —respondo, mientras empiezo a sobar mi brazo. —Deja de ser pesado, no tengo fuerza suficiente para que te duela —mientras la veo alejarse de mí. Sonrío porque yo ya gané todo con ella a mi lado. Subo al auto para dirigirme a su mansión, mi madre se está encargando de todo, así mismo ya me mando el anillo que solicite para ella. Algo sencillo, pero elegante. Algo que nunca desee sacárselo del dedo. Elegí la gema más hermosa posible, del color de mi alma, negra; incrustado perfectamente en un anillo de oro fino, r
DAILA PETTERSEN. Establezco por ley que Gael Clayton está completamente loco. ¿Cómo es posible que se le ocurra presentarse de esa manera ante mis padres? Quizás en su mundo no signifique nada y en la actualidad, en el mío tampoco, sin embargo, yo aún siento que le debo respeto a mis padres más cuando soy un huésped en su casa. Pero lo hecho, hecho está y gracias a Dios lo han tomado bien o al menos eso me hicieron creer. —¿Cómo te fue en tus vacaciones? ¿Lo has disfrutado con tu sexy novio? ¿El que te dejó en la entrada es tu novio? Por eso le dije sexy, espero no te moleste y si te molesta… —Cállate Lizzie —se queja Mauricio y yo simplemente suelto una risita. No sé qué sería de mí sin ellos y me encanta como nos llevamos de bien los tres juntos. —Fue bueno, lo disfruté bastante y sí, el hombre sexy es mi novio, el mismo que me dejó en frente de la clínica. —¡Ay, Dios! ¿Dónde lo conseguiste? El bufido de Mauricio me hace soltar una carcajada. ¿Desde cuándo le molesta que Lizz
Luego de ese momento excitante, el me baja lentamente y deja un casto beso en mi frente. Me ayuda a limpiarme y finalmente me extiende mi ropa, siempre manteniendo esa sonrisa tan peculiar en su rostro y luego comienza a vestirse. —Me aseguré de que no haya nadie cerca —avisa. Creo que se dio cuenta de mi nerviosismo, pues literalmente me encontraba jugando con los dedos de las manos mientras ideaba algún plan para salir sin llamar la atención. —¿Lo has planeado? —Sí, quería estar contigo. Con mi novia —confiesa, y eso hace que mi corazón una vez más estalle de emoción. —Sentí más… con la mordida. Tú entiendes. —Más placer —explica lo que yo no quería decir—. Lo sé, es parte de nuestro encanto, pero solo tú puedes disfrutarlo, mi Reina. Sonrío como una estúpida enamorada. —Gracias —musito. —Es hora de volver a tu guardia, te veré más tarde —dice y con una mano en mi espalda baja, me guía hasta la salida mientras arreglo mi cabello y evitar que se note mi cara de follada. Toma
Luego de ese momento excitante, el me baja lentamente y deja un casto beso en mi frente. Me ayuda a limpiarme y finalmente me extiende mi ropa, siempre manteniendo esa sonrisa tan peculiar en su rostro y luego comienza a vestirse. —Me aseguré de que no haya nadie cerca —avisa. Creo que se dio cuenta de mi nerviosismo, pues literalmente me encontraba jugando con los dedos de las manos mientras ideaba algún plan para salir sin llamar la atención. —¿Lo has planeado? —Sí, quería estar contigo. Con mi novia —confiesa, y eso hace que mi corazón una vez más estalle de emoción. —Sentí más… con la mordida. Tú entiendes. —Más placer —explica lo que yo no quería decir—. Lo sé, es parte de nuestro encanto, pero solo tú puedes disfrutarlo, mi Reina. Sonrío como una estúpida enamorada. —Gracias —musito. —Es hora de volver a tu guardia, te veré más tarde —dice y con una mano en mi espalda baja, me guía hasta la salida mientras arreglo mi cabello y evitar que se note mi cara de follada. Toma
GAEL CLAYTON. Que ella aceptara ser mi esposa por toda la eternidad es un sentimiento inexplicable. No podía más de tanta emoción. Incluso, puedo decir con certeza que me siento satisfecho de haber conseguido mi propósito. Hacerla mi esposa. “Esposa” Una palabra que resume mi vida, unirme a ella, cumplir mi propósito con ella a mi lado y adquirir el poder que conlleva nuestra unión, su sangre. Sin embargo, ante todo eso que implica estar unidos para ser más fuerte queda pequeño ante el hecho de convertirla en Reina. Reina de mi pueblo, reina de la oscuridad, reina de mi corazón, mi reina. Ante sus pies se arrodillarán todos mis súbditos y clamarán su nombre con añoranza. Soy el Rey y en la pirámide de mi vida ella forma el primer lugar por encima de mí. Si tengo que incendiar el mundo con tal de que sea feliz, lo haría. Incluso le entregaría el cerillo para que lo haga ella misma de ser necesario. Es mi musa y mi inspiración, es mi fortaleza y mi debilidad. —Madre —susurro al telé
Subo a mi auto y conduzco hasta la empresa de Daila. Lo que tengo que hablar con mi mejor amigo no será por celular, sino de frente, pero al menos debería de contestar para que sepa que iré. ¿Por qué rayos debo de informarle de mi presencia? Ingreso al edificio sin prestar atención a mi alrededor, me sumerjo en mis pensamientos una vez dentro de la caja metálica, pero no logro concentrarme por culpa de la m*****a presión en el pecho que se hace cada vez más fuerte. Una vez que la maquina abre sus puertas salgo de ella y me adentro al despacho de mi amigo, sin embargo, este se encuentra vacío. No hay rastro de su presencia en éste lugar. —¿Has visto a Derek? —consulto a su secretaria cuando vuelvo a salir de su despacho. —No señor, salió de forma apresurada y dijo que volvería en una hora, pero ya pasaron tres desde que se fue. Asiento y vuelvo a sacar por milésima vez el aparato celular y marco su número, pero como desde el principio me manda a buzón. Decido entonces iniciar su bú
DAILA PETTERSEN. Aterrada era una palabra que queda muy corta comparado con el sentimiento de impotencia que siento al no poder hacer nada para poder ayudar. Me sentí una inservible y frágil mientras recibía aquellos golpes en el medio de la nada y eso solo genera un hueco en mi pecho incapaz de tapar. —Gael… —susurro tomando la mano de Derek—. ¿Crees que estará bien? Donde mierdas estaban todos sus hombres, quienes le cuidaban la espalda. ¿Por qué rayos fue solo? —Estoy seguro que sí, Daila. —Pero sus palabras no demostraban esa seguridad habitual y su rostro mucho menos. —Dijo que solo necesitaba nuestra unión para ser más fuerte —repetí lo que había escuchado—. ¿Qué tan cierto es? Derek tiene el entrecejo muy arrugado. Está sentado en el sofá en una esquina de mi habitación con las manos unidas, con la ropa aun ensangrentada. Sé que está pensando en algo y me intriga saber en qué. Me observa finalmente, se levanta de un salto y comienza a caminar de un lado a otro mientras pa