CAPÍTULO 48

Una vez que ralentizan el beso, ella se aleja de él para sacar algo de la bolsa de su pantalón trasero.

—Yo también te traje algo —confiesa mientras apuña el regalo en su mano—. Cierra los ojos y extiende tu mano.

—Vale, pero que no sea un bicho —ríe.

—No te preocupes, anda, cierra los ojos. —Vicenzo hace lo que ella le pide y los cierra. Extiende su mano en espera de que ella le dé algo, pero, en cambio, siente cómo es que le pone algo alrededor de su muñeca—. Esto contará los minutos que esperaremos para volver a vernos.

Vicenzo abre los ojos asombrado de que ella le regalase un reloj. No había comprado ninguno desde que el suyo quedó destruido en el accidente. Las correas de piel café se ciñen a su piel delicadamente, el reloj no es de una marca importante, pero es sencillo, elegante y hermoso a la vez. Cuando lo ve se percata de la pequeña estrella colocada al fondo. La misma estrella que está en el diseño del collar de Sara.

—¡Es hermoso! —dice él con cariño—. No tenías que hacer
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