Los López estaban sorprendidos de recibir tal visita que se emocionaron, los invitaron a comer y después a dar un pequeño pase por la cascada cercana.—Tienen que verla, en esta época no está tan crecida, pero el paisaje invernal es hermoso —dice Patricia a los visitantes.Por su lado, Jasiel ha intentado hablar con Sara, pero ha sido en vano, luego de preguntarles que ha pasado en su casa ellos solo informan que hubo personas muy generosas con ellos y que les ayudaron a construir. Nadie quiso decir más y en parte eso hizo sentir incómoda a la joven. Nunca le ha gustado tener que dar cuentas de su vida a extraños.Ellos le ayudaron en un momento definido, pero eso no significa que tengan que explicarles cada cosa de sus vidas.—Sí… estuvimos aquí hace una semana, llegamos de pasada y vimos que había mucha gente construyendo con demasiada prisa —aclara ante las miradas inquisitivas de la chica—. Solo queríamos comprobar que estuvieran bien.—Muchas gracias, muchachos —dice Lita—. Como
Todos corrieron alarmados, Sara está en el suelo ensangrentada. De nuevo. Otro disparo se escucha en el horizonte y luego después de este tres más.Leo y Lalo se tiran junto al cuerpo de la joven, mientras que Jasiel, Emiliano, Gustavo y Patricio disparan en contra del agresor de ella. De pronto, no eran cuatro contra uno, sino cuatro contra seis.—¡Corran a la camioneta! —grita Jasiel—. ¡Pato, hazte cargo!Patricio se hinca revisando el pulso de la joven, quien está espantada llorando.—Vamos, tenemos que sacarlos ya de aquí, ¡Vamos! —grita, eufórico pero controlado.Los López no tienen idea alguna de lo que pasan y siguen al joven corriendo agachados. Lita, Patricia e Mila están abrazadas junto a la camioneta. Pato abre la puerta y todos suben de inmediato.—¡Pero tus primos, debemos esperarlos! —dice don Leo que ignora las profesiones de los Rivera.—No se preocupe, esos pendejos están mejor que nosotros —Enciende la camioneta y la pone en marcha.Sale por la recién hecha avenida d
Los López estaban en casa de Gaby confundidos, preocupados, desesperanzados y en llanto. Lita y Patricia lloraban tras la tragedia, por una parte, agradecían a Dios que todos estuvieran con vida y, por otro lado, estaban preocupados de la magnitud de las circunstancias.Nunca se imaginaron que aquel hombre iba a volver a querer acabar con la vida de todos, con quemar su hogar y mucho menos con haber contratado un grupo armado dispuesto a disparar sin temor alguno.—Es un milagro que los primos esos estuvieran aquí —confirma don Leo los pensamientos de todos—. De no haber sido por ellos, nos hubieran emboscado sin problema alguno.—¿Y los animales? —pregunta Lita acordándose de ellos—. Díganme que pudieron abrir sus puertas.—No, abuela —dice Lalo con pesar—. Cuando nos acercamos al corral ya estaban muertos.Lita, solloza con tristeza, no esperaba que la maldad de esos hombres fuera tan grande. Sus dos cerdos, sus cuatro gallinas, su gallo y su vaquita, muertas.—Cuanta maldad… —dijo
—Yo elegí el camino de la rectitud, elegí no ser violento y dejar que las autoridades hicieran justicia —responde Leo a los jóvenes—. Nunca ha sido mi elección poner a mi familia en peligro, creo que si somos buenos y justos con los demás eso será suficiente. Quizás me equivoque, quizás crean que soy un cobarde, pero cada día pido a Dios que nos guarde, nos cuide y nos proteja y para prueba basta un botón. Ustedes sin conocernos han llegado en el momento justo dos veces, si no es Dios quien vela por nosotros, no sé qué sea.—No lo estamos acusando de nada don Leo, todo lo contrario —aclara Jasiel—. Sabemos que son una familia pacífica y es por eso que queremos advertirle que vamos a intervenir en el asunto. Quizás no directamente, pero sí nos encargaremos de la situación. Solo queremos pedirle dos cosas. La primera debemos alejar a Sara y su nieta del peligro. Segundo, no denuncien y permanezcan aquí hasta que les llamemos, intenten hacer su vida lo más normal posible. Incluso pueden
A varios kilómetros de la sierra de Durango, Vicenzo estaba emocionado por qué tan solo faltaban dos días para que fuera dado de alta. La gran mayoría de su familia ya había regresado a Guadalajara a sus respectivas actividades, solo permanecían con el su madre y hermano Alessio. Estos se turnaban para estar con él y ver que no le faltara nada; de nada servían sus ruegos cuando les pedía que se quedaran a descansar en el hotel, que él ya estaba mejor, porque no le hacían caso.Feliz de que ya faltaba poco para volver a casa, decide pedirle a una de las decoradoras de interiores que conoce que por favor vaya a su departamento para que le haga un cambio de imagen, volverlo más acogedor. Cuando hace la llamada Neri Gastelum, una señora joven con amplia experiencia, le toma la palabra y hace los preparativos para pasarse por el lugar.No quiere cambios drásticos, pero sí desea cambiar de un clásico departamento de soltero a un departamento de un hombre con un hogar. Quiere que cuando Sara
Decir que la desesperación corría por todo el ser de Vicenzo era abismal, es reducir lo que realmente pasaba. A pesar de que intenta comportarse sereno, le es imposible, pues sus manos tiemblan. Mientras firma el alta voluntaria del hospital, su madre y Alessio hacen los arreglos para volar de una sola vez hasta Durango y de ahí hasta donde estuvieran los López.Mientras tanto, estos tenían que lidiar con los restos de lo que por un momento fue la casa de sus sueños. Ese día, temprano, viajaron hasta dónde una vez estuvo su hogar solo para comprobar que todo yacía envuelto en cenizas. Ahí quedaban los vestigios de la felicidad y los restos de un sueño que nunca se logró alcanzar.La vida ha sido demasiado injusta con ellos, dándoles algo que nunca habían imaginado tener. Un hogar en donde creían que podían vivir tranquilos el resto de sus vidas. Sin embargo, veinticuatro horas después todo ese anhelo solo tuvo una única cualidad, fue efímero.Lita había llorado gran parte de la noche.
Los López accedieron a que los Della Rovere les prestaran un departamento en Guadalajara para que se quedaran en caso de que Sara llamara. Gaby incluso pidió el resto de sus vacaciones para acompañarlos, estaba preocupada por la salud de Lita, ya que la notaba muy decaída por los recientes acontecimientos.No había nada que rescatar, nada que los mantuviera atados a su antiguo hogar, incluso la camioneta que tanto les había servido durante años quedó quemada por el fuego. Había sido una pérdida total y no había ningún seguro de daños que les ayudara en el proceso. Incluso pensaron en las afores que tenían, pero tanto Leo como Patricia y Lita, al no ser empleados asalariados, no contaban con ese apoyo. Eran tan poco lo que les darían que mejor era no sacarlo. En cambio, Lalo, tenía un poco más ahorrado y decidió sacar un apoyo por desempleo, también fue poco, pero al menos no tendrían que pedirle dinero a los Della Rovere para alimentos.Gaby por su lado, se ofreció a ayudarles. Un día
Sara había intentado conciliar el sueño, pero no pudo, todo era en vano.La señal de red era aún más pésima que, en su casa, y eso la frustraba. Su hija había pasado gran parte del día preguntando por sus abuelos y su tío Lalo. Quería verlos, extrañaba su hogar y quería volver a su casa. Ella no se encontraba mejor, extrañaba a su familia y a su novio, saber que su hija se sentía igual no hacía más que acrecentar su desesperación.Una semana ya había pasado desde el accidente en su casa, medio comía, medio dormía. La familia de los Rivera se han comportado muy bien con ella, y continuamente le dicen que no se desespere, que todo va a estar bien.Era domingo por la tarde cuando Karla, la hermana de Patricio, la invitó a ir al pueblo junto a su niña.—A todos les diremos que eres una prima que viene de Tijuana, ¿está bien? —advierte la joven a Sara y esta solo asiente con la cabeza, emocionada por qué por fin va a salir—. Cuando vayamos hay un lugar en donde puedes hablar abiertamente,