La señora López, madre de Sara y esposa de don Leo, estaba en desacuerdo con que Vicenzo se quedara en su casa. Solo contaban con dos cuartos y él estaba en el cuarto principal. Además, no podían permitirse mantenerlo. La venta de su producto casero estaba casi en la ruina. Productos de la ciudad habían llegado hasta donde ellos y vendían a precios de mayoreo, lo que provocaba que cada vez más los negocios locales dejaban de comprar sus productos, a pesar de que eran más frescos y de mejor calidad.El pago del hospital y la cirugía ambulatoria, habían sido pagados por ellos. Don Leo y doña Lita se habían opuesto rotundamente a tomar el dinero de la cartera del joven. El dinero con el que pagaron era el que habían ahorrado todo el año para comprar un pequeño becerro y así comenzar a meter productos de res a las ventas. La familia López pensaba que tal vez así, quizá todo mejoraría.Pero una vez más la honradez y los buenos valores no eran recompensados por la vida. Se quedaron sin capi
Hay muchos pinos a su alrededor. El cielo aún es oscuro y las estrellas en él brillan con tremendo resplandor, tanto que iluminan el camino por el cual ella anda. Vicenzo se pregunta hacia dónde va cuando la pierde de vista entre las sombras. En la ausencia de su figura, aprovecha para observar con más detenimiento el derredor.Alcanza a ver una especie de corral, en ella unos tres puercos aún pequeños y dos perros. Estos tenían una pequeña techumbre algo caída y una cerca vieja. Estaba sostenida apenas con unos palos secos y alambres.Junto a esta puede ver la hornilla hecha de adobe y junto a ella un pequeño horno rústico. Nunca en su vida pensó que vería uno de esos. Para él esas cosas ya no existían y eran parte del tercer mundo.Se le hace un nudo en la garganta al darse cuenta de que ahora él estaba en ese submundo y no sabe hasta cuándo.
En la mañana el señor Leo regresa junto con Lalo de la ciudad. Visitan a Vicenzo que yace dormido después de desvelarse en la madrugada.—Hola, Vicenzo, ¿cómo te sientes? —inquiere don Leo— disculpa, soy Leonardo López, este es mi hijo Lalo. Nosotros te encontramos en la orilla de la carretera, cerca de un barranco.—Muchas gracias, le debo mi vida a usted y su familia. Créame que le pagaré hasta el último centavo. Se lo prometo —dice Vicenzo agradecido con su salvador y sabiendo de antemano por su hija que estaban en una mala situación económica.—No, no para nada, muchacho. Eso lo hicimos de corazón —responde don Leo.—Así es, no es necesario —reafirma Eduardo— además alégrate, pudimos contactar uno de tus familiares y vienen en camino acá por ti. No han de tardar en llegar. Desde ayer les avisamos.— ¿En serio? ¡Eso es grandioso! —su voz es efusiva, una alegría le invade de repente. Pronto podrá salir de aquel lugar y continuar con sus planes… y
—Lita, disculpe. ¿Puedo hablar con usted? —cuestiona Vicenzo antes de que cruce la puerta.—Sí —responde Lita mientras se regresa hacia la mecedora —dime.— ¿Qué pasa con Sara? ¿Por qué tanto misterio? —su mirada inquisitiva provoca cierta alegría a la abuela— Hoy me percaté apenas que había sido golpeada, ¿quién lo hizo?Esa última pregunta procedía desde el interior de su alma, un sentido de protección hacia ella se había elevado desde que la miró en la mañana. No había podido dejar de pensar en ella, formulándose preguntas sobre ella y su vida con la firme determinación de querer conocerla más.—Ah, mira, no eres tonto —se burla Lita.—No, no lo soy. Ella siempre está a la defensiva conmigo. Y ustedes tienen cierto comportamiento extraño para con ella. No hay de qué preocuparse, yo ya me voy. Así el marido no le dirá ni volverá a hacer nada —concluye con aquella idea loca en su cabeza.— ¿Marido?, ¿marido de quién? —cuestiona Lita al tiempo que lo ve con cara de no creer que sacara
Horas después, Lalo y don Leo entran con la comida al cuarto donde está Vicenzo, e informando que su familia está por llegar.Lita, por su parte, prepara unas carnitas y chicharrones para Vicenzo y la familia Della Rovere Mariani. Al no saber cuántas personas vendrán a buscarle, prepara lo suficiente para veinte personas esperando que sobre y no que falte.De acuerdo a lo pronosticado, a las tres de la tarde la señora Anna, Alessio, Giovanni Della Rovere, junto a su primo Luca Davenport llegaron al lugar. La familia López recibe con hospitalidad y alegría a la Familia De Vicenzo.Don Leo presenta a su familia con tremendo orgullo y no es para más, los López son muy queridos y apreciados por todos los que los conocen. Vicenzo, por su parte, presenta a la suya; Anna Mariani al llegar queda consternada por el lugar en el que ha estado su hijo accidentado todos estos días. Alessio por su la
Giovanni revisa todos los documentos del coche y del hospital. Además, verifica el celular destrozado de su hermano. Por ello es por lo que no habían podido contactarlo. Luca comprueba los papeles de tránsito y los hechos del accidente. Mientras que Anna Della Rovere acomoda las pocas pertenencias de su hijo menor.Lita, por su lado, prepara el presente para los Della Rovere, y Patricia va y comprueba a Mila que habían dejado dibujando.A muchos kilómetros de ahí, Sara trabajaba pensando en Vicenzo, en todo lo sucedido hasta este día y en la melancolía que le da estar lejos de él. Una sensación de despedida le invade por momentos sin saber que a la distancia él estaba por marcharse. Había sentido atracción por Vicenzo y le era difícil admitirlo a pesar de ser claro, pero tiene algo más importante por lo que preocuparse. Su hija, Mila; su pequeña, necesita de
Luca observa por el retrovisor la mirada perdida de Vicenzo y se pregunta sobre todo lo sucedido en casa de los López, pero sabe que él no dirá nada, que no quiera que los demás sepan, tal como con la situación de la exesposa. Si algo tienen en común es que se guardan todo para sí. Su tía y su otro primo han bajado a comprar en un puesto de comida antes de tomar la carretera.Las luces de los negocios apenas si alumbran un poco el camino por el lado izquierdo, que es el lado del chofer. De manera que Vicenzo está sentado en la parte de atrás de lado del copiloto y puede observar el bosque.—¿Se puede saber qué es lo que miras con tanta atención? —pregunta con reserva Luca a Vicenzo al verlo tan pensativo.—Estaba observando las luces.—¿Luces?, si de tu lado solo está el bosque, no hay luz alguna. —Se estira para comprobar con la vista que está en lo cierto.—Te equivocas, veía las luces del cielo. Son luces que me conmueven.—Ah, por ahí hubieras comenzado. — Luca acomoda el retrovis
De alguna extraña razón, la ausencia de Vicenzo se notaba en el hogar de Sara. Ella no había podido dormir durante la noche. Daba vueltas una y otra vez meditando en la carta que él le había dejado.«Eres una grandiosa mujer. Lo eres. No dejes que ningún hombre te haga sentir menos de lo que vales, porque vales mucho. Tu valor no se resume por tu condición, sino por tu corazón. Y tienes un gran corazón.»Fuera de su familia, nadie más le había dicho ese tipo de palabras, lo que le removía todo tipo de sentimientos y despertaba en ella una curiosidad por conocer más a Vicenzo.Lejos, de eso, la familia López yacían preocupados tanto por Sara como por los futuros acontecimientos. Sabían que debían armar un plan que les asegurara un futuro estable. Doña Patricia planeó en hacer coricos y empanadas para venderlos en las tienditas de los alrededores. Lita aseguró que ella podría cuidar de Mila mientras Patricia preparaba los postres y Sara trabajaba. Don Leo, por su parte, dijo que iría a