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Capítulo III. Infierno y purgatorio.

Rayco. 

- “Acepto, pero con condiciones, las hablamos mañana.”- oí su deliciosa voz a través del teléfono, y tras decir esto, colgó, ni pude hablar.  

Mi sonrisa se amplió, había reconocido el número, desde que el móvil había sonado, mientras yo, en mi suite del hotel, me tomaba un Whisky on the Rock. No me sorprendió que tras decirme lo que me tenía que decir la mujer biónica, colgara el teléfono, sin apenas dejarme hablar.   

Desde que la conocí me había intrigado, normalmente, todas las mujeres, incluido las secretarias, tanto de Ruyman, como de Benearo, se derretían cuando nos veían, pocas eran inmunes a nuestros encantos, incluso Mary y Emi, terminaron cayendo bajo el influjo de sus maridos, aunque se resistieron durante mucho tiempo, y los hicieron caer a ellos también. 

No quiero decir que comparé a ese robot, con las esposas de mis mejores amigos, que va. Ambas son seres humanos, y Rihanna Morris está aún por demostrarlo, casi siempre me mira con ese aire de suficiencia, como si me viera como un ser insignificante, y a mí me encanta llevarla al límite para ver cuando estalla. La m*****a tiene mucho aguante, sólo cuando, ya mi ataque es de tipo sexual, o mi cercanía es más peligrosa de los que las normas sociales permiten, haciendo que termine invadiendo su espacio personal, es cuando en sus ojos percibo ese destello de furia, que lo hace brillar bellamente, y suele venir acompañado por un buen derechazo, o un pisotón, incluso un codazo en el vientre.

Normalmente los podría esquivar, pero la verdad, no deseo hacerlo, porque sólo en esos momentos, tras haberme golpeado, de los labios de esa máquina asesina, sale una ligera sonrisa, que la hace ver humana, totalmente deseable, y atractiva, como un maldito espejismo para un hombre sediento. 

Quizás, como dice Ruyman, me he vuelto un maldito masoquista, pero el hecho es que después de descubrir cual fue el motivo por el que fue traslada a Tokio, en cierta forma, sentí celos y envidia, no sé. Me hubiera gustado ver a la mujer que Ruyman me había descrito, que había hecho eso a su esposa, yo ni me lo hubiera imaginado, y en el fondo, me alegré, porque eso quería decir que al menos en el fondo, mi proyecto de volver humana a Morris-Terminator, tenía posibilidades. 

Llamé a uno de mis mejores amigos, no me gustaba nunca hacer las cosas a sus espaldas. 

- “¿Qué quieres pesado?, ¿tú no tienes vida, o qué?”- como siempre Zape, Ruyman Bencomo, era el ser más acogedor que existía. 

- “Parece mentira que seas Canario, ¿dónde están tus buenos modales?, no creo que te haya interrumpido en algún momento íntimo con tu esposa, porque según mis cálculos son las siete de la mañana en Filadelfia y…”- un gruñido de impaciencia del otro lado del teléfono me indicó que si lo había interrumpido.  

- “¿Es que hay un horario determinado para eso?, ¿desde cuándo te ha vuelto tan clásico?, dime para que has llamado, que tengo cosas que hacer…”- la voz femenina de Emi se oyó al otro lado del teléfono, haciéndome estallar en carcajadas. 

- “No, no tienes nada que hacer, y deja de avergonzarme señor Bencomo, o sabes que te puedo hacer sufrir. Buenos días, Rayco, te lo dejo, está muy tonto esta mañana, me voy a clase, en la universidad, que llego tarde, saludos, y en cuanto a ti, señor Bencomo, pórtate bien con tus amigos, o no hay juegos esta noche.”- mientras oía a Emi, intentaba que la barriga dejara de dolerme de la risa, mi amigo había sido domesticado en toda regla, ahora sí que podía decir que era un aburrido hombre casado. 

- “Deja de reírte, o voy a tu casa, y te hago callar estúpido.”- me dijo un serio Ruyman. 

- “Puedes ir, y hasta desayunar si quieres, de seguro Carles, no le importa atenderte, pero por desgracia, la paliza que puedes intentar darme tendrá que esperar a que llegue a Filadelfia, estoy en Japón.”- le dije aun riéndome. 

- “¿Japón?, ¿Se puede saber qué haces tú en …? Espera ¿No habrás ido detrás de la señorita Morris?”- ni afirmé, ni negué nada. 

- “Al grano, presentará su carta de renuncia del trabajo, y será mi nueva secretaria, así que te aviso, guardarte tu odio para ti, ella está bajo mi protección, y tu esposa no corre peligro. “- le dije directamente, entre Ruyman y yo, nunca hay medias tintas, somos totalmente sinceros el uno con el otro, somos amigo desde la infancia, en ocasiones, por como solía intervenir en las gamberradas de esos dos gemelos, me solían llamar el tercer gemelo del terror.   

- “No sé qué te ha hecho Medusa, Ray, pero sé que ya eres mayorcito para cometer tus propios errores, lo único que te digo es que, en el momento que esa bruja se acerque a mi esposa, tomaré mis propias medidas. No sé si me entiendes.”- me dejo claro, como era de espera mi amigo. 

- “Perfectamente, y me tendrás que decirme porque la llamas Medusa, no me gusta. Y ahora la pregunta del millón ¿Cuándo vas a ser padre?, tu madre no hace más que llamarme para preguntarme si me ha dicho algo, y tengo darle alguna información, Zape, sabes que…”- me corto con un gruñido. 

- “Primero el nombre se lo puso Emi, porque cuando quiere, tu adorada Medusa, pude convertirte en piedra, sólo con mirarte. Me dijo Zape que quisiera verlo, a ver si así te callan esa bocaza, y si tan bien te llevas con la reina Diane, porque no cambiamos de madre, así sabrás lo que es vivir bajo una monarquía tirana. 

- “¿En serio que cambiarias mi madre por la tuya??”- le pregunte sabiendo la respuesta.  

- “Ni de coña, prefiero una madre controladora y manipuladora, a una desnaturalizada, y tan egoísta como al tuya.”- me dijo con toda la razón del mundo.  

- “Bien sólo te pido que dejar salir a Terminator, ya me encargo yo de que no se acerque a tu preciosa esposa.”- dije y tras oírle gruñir, supe que había aceptado, sin más colgó el teléfono.  

Ruyman Bencomo era hombre de pocas palabras, y grandes pensamientos, el problema era cuando se unía a Benearo, y de guinda del pastel, aparecía yo, es ahí cuando los problemas graves para el mundo se producían.  

Sólida coincidir cuando el rey Carlos, el mejor amigo de mi difunto padre, nos castigaba a los tres, sin excepción. La unión de las dos familias viene desde siempre. Los vecinos de la familia Bencomo y Vieira, eran vecinos, el padre de los gemelos y mi padre eran amigos inseparables. Juntos iniciaron un negocio de hoteles y restaurantes, pero, por una deuda de mis abuelos, mi padre tuvo que vender su parte a Carlos Bencomo, o mi abuelo perdería su hacienda al norte de Tenerife.  

Años después su mejor amigo le quiso de nuevo meter en la empresa, pero mi padre, que era muy orgulloso y quería crear su propio imperio, no aprovecharse de su amigo. Así que Tío Carlos, le prestó el dinero para los inicios, y mi padre construyó los primeros restaurantes, que pronto tuvieron fama, devolvió rápido el préstamo de su amigo, al que mi padre consideraba como su hermano, y poco a poco esto fue creciendo.  Pronto ambos conocieron a sus futuras esposas, mi tío Carlos, de una preciosa secretaria que se lo puso muy difícil, ya que ella tenía sus propias ideas, y sigue siendo igual. Mi tía Diane es una mujer como pocas, después de treinta años de casados, aun consigue que su marido la ame como el primer día.  

Por el contrario, mi padre, Francisco Vieira, se tuvo que casar con mi madre, porque tras una loca noche de sexo, la dejó embarazada. Mi madre es todo lo que una madre no debe ser, egoísta, sólo piensa en fiestas, y en relaciones sociales, desde el principio, sólo me trajo a este mundo para tener atado a mi padre, y esa no fueron palabras mías, eso eran lo que siempre le decía a mi padre, cuando discutían, y no le importaba que yo estuviera por ahí, escuchándolo todo.  

Mi padre me adoraba, pero ella, nunca ejerció de madre, siempre fui criado por niñeras, así que me pasaba más tiempo en casa de los Bencomo, que, en mi propia casa, cuando mi padre no estaba. Cuando los gemelos y la pequeña Cathaysa fueron al internado en Escocia, yo convencí a mi padre para que me enviar con ellos, mi madre ni objetó nada, ya que así tendría más tiempo libre para sus actividades sociales.    

Mi padre esperó a que yo tuviera dieciocho años para pedir el divorció. Esto le sentó muy mal a mi madre, y le juró que le sacaría hasta el último centavo, lo que no esperaba mi madre fue que mi padre tuviera un accidente antes del divorcio, en una reunión en un yate de varios empresarios, y que muriera por el incendió del motor del barco, junto a otros empresarios.  

Lo que no esperaba mi madre era que mi padre hubiera dejado todo en herencia a mí y a ella sólo una pequeña pensión, que yo debía administrarle, y como golpe final, dejaba de albacea y fideicomiso para que se cumpliera su última voluntad, a su mejor amigo Carlos Bencomo. Mientras yo estudiaba en la universidad, y me preparaba para llevar el imperio de mi padre, que a día de hoy aun echo de menos, mi madre me llevó a los tribunales para reclamar el cincuenta por ciento de mi herencia.   

Yo ni me enteré mi tío Carlos y mi tía Diane, me protegieron de todo, mientras los implacables abogados de la familia Bencomo, acaban con las aspiraciones de mi madre. Así que hoy en día nuestra relación se reduce a lo mínimo indispensable, al pago de su manutención, que hace mi equipo jurídico, cada mes. 

La verdad es que ni la necesito en mi vida, tía Diane, desempeño en mi vida la imagen de madre amorosa, haciendo que en ocasiones los gemelos llegaran a decirle que me quería más a mí, que, a ellos, sus propios hijos, por lo mucho que me consentía. Tío Carlos no intenta suplantar a mi padre, ya me lo dejo claro, cuando a mis dieciocho años me comunicó la muerte de mi amado progenitor, pero si me dijo que sería como si su gran amigo, le hubiera entregado a su hijo, para que él lo protegiera.  

Es por eso, por lo que recibo el mismo trato que los hermanos Bencomo, en esta especial familia. También la razón para que recurran a mí, cuando quieren domar, al indomable Ruyman Bencomo. Si yo no hubiera llevado a ese rebelde CEO, al evento ilegal de venta de mujeres, sin saber de qué se trataba, por culpa de la mala información que recibí de un examigo del tío, digo examigo, porque tras conocer la reina Diane de que iba ese evento, el amigo de su esposo, bajo sus órdenes directas, paso a la categoría de ex. En fin, como iba diciendo, si no es por mí, ese idiota de Zape, no hubiera conocido, a su bellísima Andrómeda, a su diosa cautiva. 

 Y mis tíos no estarían tan contentos de que el último de sus hijos hubiera sentado por fin la cabeza, ahora mi misión encomendada, era hacer que ese idiota, dejara embarazada a su mujer. No sé cómo eso locos padres pretenden que yo lo haga, como no pinche los condones que esos dos usan, no veo otra manera. Nunca he dicho que mis tíos me pidan cosas razonables, pero igualmente los adoro. 

- “Señor, ya todo está preparado para mañana se ha pagado la estancia completa de la señorita Morris, incluso, nuestros abogados están tramitando su renuncia.”- me comunicó Lean mi jefe de seguridad, interrumpiendo mis pensamientos.  

Sabía que me había adelantado a que a que Terminator me dijera que sí, pero nunca me doy por vencido cuando quiero algo, y hubiera hecho lo que sea para que esa m*****a mujer terminara trabajando para mí, hasta ese nivel me obsesiona.

Pronto la tendría bajo mi poder y descubriría todos sus secretos, sobre todo si debajo de esa pose, de mujer fría de hielo, tipo robot, estaba la candente mujer que yo había visto, lo iba a descubrir, aunque me costara mitad de mi herencia.  

Rihanna Morris, no podía vencerme, pronto descubrir que me ocultaba, y porque me era tan importante descubrirlo. Así acabáramos los dos ardiendo en el infierno, por nuestros pecados. 

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