Rihanna.
-“Te lo advierto, babosa, ni se te ocurra traspasar tu lado del asiento, o no me hago responsable de que partes blandas de tu cuerpo pueden quedar gravemente perjudicadas.”- le dije nada más sentarme en mi asiento, al ver que él se sentaba a mi lado, con esa m*****a sonrisa burlona.
- “¿No te cansas de ser tan agresiva? ¿no te han dicho que se caza mejor con azúcar, que con vinagre?”- me dijo sin dejar de sonreír mirándome desde su asiento, con esos preciosos ojos marrones.
Me di cuenta de que sin querer me había quedado prendada de ellos, y me golpee mentalmente por caer en la mirada del ser más pervertido que haya sobre la tierra, esta m*****a serpiente sabia hipnotizarte.
- “Quién ha dicho que quiera cazar nada, sobre todo a babosas pervertidas como tú, que son más molestas que mosquitos sedientos de sangre. No gracias, por mí, con respecto a usted, cuanto más lejos mejor, ahóguese en mi vinagre, mosquito molesto”- la estruendosa carcajada del estúpido CEO de Vieran Delights of Spain Group, también conocido como V.D.S. Group, me molestó.
Al parecer, para ese estúpido todo lo que decía, aunque lo insultara, era una diversión para él. La ira comenzó a apoderarse de mí, y decidí mirar por la ventana, sin apenas prestarle a tención, no iba a dejar que me afectase, cuanto antes acabara este maldito encuentro, antes me desharía de él, lo dejaría hablar, y tras negarme a nada de los que me propusiera, no volvería a saber de la m*****a babosa Viera.
- “Eres realmente un enigma para mi Morris-Terminator, pero como no me gusta que me queden dudas de nada, te voy a hacer una oferta que, de seguro, no podrás rechazar.”- le oí decir.
- “¿Que no voy a rechazarla? Pruébame y veras, te vas a llevar una sorpresa, estúpida babosa, no quiero nada que venga de ti, pervertido.”- pensé mientras continuaba mirando por la ventana, rígida en mi asiento.
- “Bien, veo que me lo quieres poner difícil, pero algo que debes saber de mí, si aceptas mi propuesta, es que adoro los retos, cuanto más difícil se vuelve cualquier cosa, o persona, para mí más disfruto, en intentar salirme con la mía, y pongo tanto en empeño, que siempre consigo lo que me propongo, lo que sea.”- su voz se volvió más ronca, con las dos últimas palabras, y lo noté muy cerca de mi oído.
Sin mirarle, impulsé fuertemente mi codo derecho hacía atrás, y efectivamente golpeó en algo, pero diferencia de los que esperaba, no era blando, sino bastante duro y musculado. La zona del vientre de ese hombre era mármol, y mi mente se lo imagino como una m*****a escultura griega de esas que había visitado en mis viajes por Italia, en mi antiguo trabajo.
Una extraña sensación recorrió mi cuerpo, las ganas de acariciar ese torso me hicieron sonrojar, y agradecí que mis ojos no se hubieran apartado en ningún momento de la ventanilla de la limusina, pese a mi tez morena, en mi cara de seguro se reflejaría que no me sentía tan dura y fuerte como pretendía aparentar.
La risa cerca de mi oído me hizo darme cuenta de que mi golpe no había alejado a ese tentador ser de mí, y eso me hizo enfurecer.
- “¿Por qué había tenido que aparecer esa m*****a babosa? Y ¿Por qué mi cuerpo reacciona así? Decididamente necesito un reseteo de mis prioridades, espabila Rihanna acaba con esto, y continua tu vida.”- la reprimenda que me di mentalmente a mí misma me permitió que mi mente tomara el control de mi cuerpo, y le dijera como debía comportarse.
- “Pues por desgracia para usted, y por suerte para mí, no hay nada que me pueda proponer que yo desee aceptar, me ha entendido CEO, nada, así que ahorre saliva y palabras, detenga la limusina, tengo que volver a casa, estoy muy cansada de aguantar mosquitos molestos.”- dije mirándolo a los ojos por primera vez una vez ya calmada para que se diera cuenta que hablaba en serio.
Él me miraba con una sonrisa, y con su cara más cerca de la mía de lo que yo hubiera preferido, no me sentía tan cómoda teniéndolo tan próximo a mí.
- “Todavía no la has oído, y te puedo asegurar que estarás más que dispuesta a aceptarla, cuando la escuches. “- me dijo, su cercanía hizo que su olor llegara a mí, y mi mente tuvo que gritar a mis papilas gustativas que ni se le ocurriera salivar.
Me retiré hacia atrás haciendo que mi cabeza terminara prácticamente pegada en la ventanilla de la puerta de la limusina, más vale prevenir que curar. Había muchas razones por la que no debía sentirme atraída por esa babosa, pero la principal era que ese estúpido era, junto con mía antiguo jefe, los hombres más pervertidos que nunca había conocido, su lema era “Conquístalas, úsalas y déjalas”.
Durante un tiempo mi exjefe, Ruyman Bencomo tenía el mismo lema, pero desde que conoció a la actual señora Bencomo, todo eso acabó, en cambio nunca pondría la mano en el fuego por cierta babosa pervertida, este maldito CEO, es todo lo que yo odio en un hombre, es pervertido, manipulador, grosero, alterante, exigente, y una m*****a pesadilla, siempre quería salirse con la suya.
- “Nada, óyeme bien, nada de los que me ofrezcas, voy a aceptar, así que deja de dar rodeos, dime que me propones para que yo pueda rechazarlo de una vez, y así, seguir con mi vida, Babosa Vieira.”- dije mirándole a sus ojos con intensidad, para dejarle claro, que, aunque este fuera mi último día de vida, y que prolongarla, dependiera de aceptar eso que él quería proponerme, prefería morir a aceptar nada de él.
Al parecer mi respuesta no le gustó, porque por primera vez un brillo, de ira relampagueo en el fondo de su mirada, y cortó su eterna sonrisa.
- “Nunca digas nunca, te puede sorprender lo fácil que sería para mí convencerte, pero ya que tienes tanto interés te lo diré. Quiero que seas mi secretaria personal, que vuelvas conmigo a Filadelfia la sede central de V.D.S Group.”- me dijo sin pestañear.
Por sorprendente que parezca, por un segundo la idea de volver junto a mi familia, junto a mi tesoro y a mi abuela, me hizo dudar, pero ni loca aceptaría el puesto de secretaria de ese pervertido, era lo mismo que ponerse una bola de hierro de veinte toneladas en mi cuello, y arrojarme al mar, un auténtico suicidio.
El haber trabajado para su mejor amigo, casi un hermano, me había dado mucha información de la verdadera naturaleza del CEO Rayco Vieira, de las aventuras que había tenido, ese estúpido, con muchas de las secretarais que trabajaban para él, o para los hermanos Bencomo, si incluso en ocasiones, la junta directiva, ante su afición de coleccionar secretarías, le había puesto un secretario para refrenar esa m*****a afición. Esa babosa no respetaba nada, y yo no estaba para hacer de niñera de un bebe adulto, caprichoso y pervertido.
- “¡No!, ¡Para el coche!”- ordené en alto.
- “¿Ni siquiera te lo vas a pensar?”- me preguntó, mirándome serio, no me gustaba que me mirara así parecía aún más atractivo que cuando sonreía, y más intimidante.
- “No tengo porque, la decisión está tomada, ¡Para el coche ya, Rayco Vieira”- le ordene, mirándole cada vez más seria y enfadada.
Al principio él solo me reto con la mirada. Pensé que no me iba a obedecer, pero finalmente con un movimiento de su mano el coche se detuvo. Él se bajó y me indicó que yo hiciera lo mismo, ya que no podía abrir por el lado de mi puerta, porque el tráfico a esas horas en Tokio era muy abundante, decidí salir por la puerta por la que había salido el pesado CEO. Me arrastré por el sillón y finalmente salí por la puerta de la limusina, ignorando la mano que la babosa me ofrecía, no me sentía segura cogiendo su mano.
Una vez fuera intenté alejarme sin despedirme, y de repente me vi atrapada en unos brazos fuertes pegada al pecho más duro y musculoso que hubiera tocado nunca, y no era que hubiera tocado muchos, solamente, a mis catorce años, el de un cerdo de dieciocho años, que jugó conmigo, y me abandonó cuando se enteró que me había dejado embarazada.
Estaba tan distraída en la sensación que me provocaba esos brazos, que no me di cuenta de que no había hecho nada para alejarme, pero cuando me di cuenta, levanté mi mirada asesina hacia la cara del pervertido CEO.
- “Se pude saber que estás haciendo, m*****a babosa”- le dije con furia apretando la mandíbula para controlarme, o acabaría con ese estúpido.
Él sonrió e hizo algo que me dejó paralizada, mientras me apretó de nuevo contra él, con un brazo, haciendo que sintiera cada una de las partes de su cuerpo, hasta la que era más indecente sentir, sacó de su bolsillo, algo que coló de forma descarada en mi escote, entre mis pechos. El frio de ese objeto introduciéndose entre mis acalorados senos, casi me hace saltar, por el contraste de temperatura.
De repente me soltó, y sin decirme nada se alejó de mí, para subirse a la limusina e irse igual que había aparecido en mi vida, sin esperarlo, mientras yo continuaba en la misma posición en la que él me había dejado.
Unos largos segundos después de él desaparecer, fue cuando me di cuenta donde estaba. Justo a cien metros de muy mi casa, fue en ese momento cuando me di cuenta de que ese maldito sabía dónde vivía. La ira me invadió, y comencé a saltar, a gesticular, diciendo todos las palabras más feas e insultantes que llegaban a mi mente, algunas que ni yo había oído nunca, mientras los japonese me miraban asustados, y algunos con cierta vergüenza.
Si hubiera tenido en ese momento delante a cierto CEO, ahora estaría derribado en el suelo, y yo saltando sobre él hasta haberlo hecho picadillo. Cuando llegué a mi casa estaba muy lejos de estar calmada, lo que daría por tener mi saco de boxeo. Desde pequeña, gracias a mi hermano y a querer que mi padre se sintiera orgulloso de mí, practicaba King Boxing, cuando mi hermano murió no lo deje, no quería olvidar todo lo que me había enseñado. Cuando estaba estresada como ahora, con ganas de asesinar, golpear el saco, con patadas y puñetazos, me ayudaba mucho.
Decidí darme un baño para calmarme, así que me desnudé y justo cuando me retiré el ajustado sujetador, algo cayó al suelo. Era una especie de tarjeta metálica dorada, tipo carnet, recordé que el cerdo me había introducido algo en el escote, y había sobrevivido para contarlo, esto hizo que mi ira volviera con más fuerza.
- “Rayco Vieira eres hombre muerto lo juro.”- dije en alto con furia apretando mi mandíbula, mientras recogía el objeto del suelo.
No era ni más ni menos que una tarjeta de presentación donde estaba el número del móvil de la babosa, sin pensarlo la arroje a el cubo de basura del baño, y me deslice en mi enorme y tentadora bañera, tenía que relajarme de una vez. Fue difícil ya que en mi mente varias emociones se entremezclaban, la ira, el odio, pero también una sensación que no supe identificar, que me cortaba el aliento cuando mi traicionero cuerpo me traía a la mente, las sensaciones que sentí al estar en los brazos de ese cerdo normalmente hubieran esperado asco y repulsión, pero eso no era lo que me trasmitía el traidor, y como no deseaba saber que era, decidí ignorarlo, y sólo centrarme en la ira.
Finalmente me calmé, y tras cenar, decidí terminar algo que me quedaba de trabajo para mañana, estaba ocupada con los informes de la contabilidad de la semana pasaba, cuando mi móvil sonó con un tono que yo ya conocía, era la enfermera que contraté para cuidar a mi abuela.
- “Hola Milissen, ¿Cómo va todo?”- le pregunté sonriente.
- “Lo siento Rihanna, te llamaba para advertirte que tu abuela ha empeorado, el otro día se escapó de la casa, y no supo volver, gracias a la pulsera de su muñeca, la policía pudo traerla de nuevo a casa, pero cada vez está peor, deberías plantearte ponerla en una residencia especializada”- sentí como el alma se me caía a los pies, y un dolor agudo hizo que mis ojos se humedecieran.
Mientras Milissen me contaba que la cosa se había desmejorado mucho, y que el pobre de Kenai se sentía responsable por cómo estaba la abuela, muchas veces ocupándose de ella el mismo, supe que debía volver, no estaba bien que mi hijo de ocho años llevara sólo esa carga. Me dirigí a la basura del baño y cogí de nuevo la tarjeta, sabía que esto iba a ser un auténtico infierno, pero era mi infierno, mi hijo no tenía por qué sufrir por mis errores, él no. Y comencé a marcar los números que había en esa pretenciosa tarjeta de metal dorado, a partir de ahora viviría en el purgatorio, antes de ir a las profundidades del más oscuro de los infiernos, arrastrando conmigo a cierta babosa.
Rayco. - “Acepto, pero con condiciones, las hablamos mañana.”- oí su deliciosa voz a través del teléfono, y tras decir esto, colgó, ni pude hablar. Mi sonrisa se amplió, había reconocido el número, desde que el móvil había sonado, mientras yo, en mi suite del hotel, me tomaba un Whisky on the Rock. No me sorprendió que tras decirme lo que me tenía que decir la mujer biónica, colgara el teléfono, sin apenas dejarme hablar. Desde que la conocí me había intrigado, normalmente, todas las mujeres, incluido las secretarias, tanto de Ruyman, como de Benearo, se derretían cuando nos veían, pocas eran inmunes a nuestros encantos, incluso Mary y Emi, terminaron cayendo bajo el influjo de sus maridos, aunque se resistieron durante mucho tiempo, y los hicieron caer a ellos también. No quiero decir que comparé a ese robot, con las esposas de mis mejores amigos, que va. Ambas son seres humanos, y Rihanna Morris está aún por demostrarlo, casi siempre me mira con ese aire de suficiencia, como
Rihanna. - “¡Dios dame paciencia!, no puedes agredir a tu jefe delante de todos, o te despedirán”- pensé mientras leía la sexta nota que, la maldita babosa, me enviaba a nuestro correo interno, durante la Junta de Gerentes del grupo de restaurantes de varios Estados. Se supone que esas juntas son para definir estrategias de venta, y concretar las mejoras en los menús, suele asistir además de los gerentes de los restaurantes, también los chefs jefes de los mismos, y los representantes de cada departamento relacionado con la restauración. Se realiza en el gran salón de la compañía, y como norma, y por turnos, todos tienen derecho a hablar, mostrar sus mejoras y sus opiniones sobre el trabajo realizado en los últimos seis meses. Esa es una de las grandes ventajas que tienen los trabajadores de V.D.S. Grupo, aparte de ser una multinacional donde se recibe muy buenos sueldos, tienen el lema de que a todos los empleados se les escucha sus ideas, y se les facilita vías para que las expr
Rayco. - “Bien y tu Ray, querido, ¿cuándo vas a sentar por fin la cabeza?, recuerda que, como mis hijos, ya te va llegando la hora.”- por un segundo en la mesa todo quedó en silencio, nadie se movía, como en la escena de Jurassic Park para evitar ser devorado por el T-Rex, cuando detectaba movimiento. Pero la reina Diane Bencomo no era un T-Rex, incluso podía ser más letal que ese gran carnívoro, y todos en esa familia lo sabían, esa simple pregunta, implicaba que mi agradable vida de soltero estaba que, en peligro, si la reina Diane, me incluía en sus planes casamenteros. De hecho, creo que excepto, Cathaysa, que se adelantó a su madre, casándose con un hombre montaña de las altas tierras de Escocia, que era la adoración de Diane Bencomo, tanto Benearo, como Ruyman, los gemelos del terror fueron presa fácil para los maléficos planes de esa inteligente manipuladora, aunque si le preguntas a ellos, te dirán que esa no es la verdad, que se resistieron mucho. Esa era la razón por qu
Rihanna. En mi boca sentía que la luz me molestaba y tenía un sabor extraño, amargo, pero lo peor era la sensación de que la estaba como embobada, como me moviera a cara lenta, abrí los ojos, y la luz me segó, así que tuve que volverlos cerrar, cuando oí a alguien que estaba junto a mí, hablando. - “Vaya Medusa por lo visto tienes secretos.”- dijo la voz Reconocí esa voz enseguida, pronto los recuerdo llegaron a mí, recordaba que había ido a la universidad a la que asistía Emilia Bencomo, para disculparme, pero como había visto que algo extraño pasaba con los escoltas que la protegían, y como eso me dio mala espina, traté evitar un desastre avisándola, y efectivamente, pese a la sorpresa inicial de la señora Bencomo, pronto pudimos evitar que fuera secuestrada, pero por alguna razón, que no recuerdo, terminé aquí, donde sea que este, en una maldita cama, que seguro pertenecía a un hospital, por lo poco que pude ver, cuando abrí los ojos. - “Deja…de…. llamarme Medusa, maldita…”-le
Rihanna- “¿Cómo lo sabes?”- pregunté con los ojos abiertos por la sorpresa.- “He hablado con tu hijo por lo que se no es tan pequeño, yo diría que tiene entre siete y nueve años, además acabas de decirme que tu dios se transformó en sapo hace ocho años, con lo cual deduzco que tu hijo debe tener esa franja de edad. Y aunque lo intentes ocultar vistiendo esa ropa ejecutiva, o ropa de mujer madura, ahora te estoy viendo bien sin maquillaje, y no debe de tener más edad que yo, sobre unos veinte tres o veinte cuatro años … “-me dijo acorralándome, en mis mentiras.- “Veintidós”- dije en un murmullo bajado la cabeza mientras me sonrojaba de vergüenza.- “Ósea que me echaste la bronca aquella vez, sobre cómo se debe comportar alguien en los grandes hoteles del grupo C.P.A., ¿Y eres incluso más joven que yo?, ¿Una niñata de veinte dos años?”- me dijo en broma. Yo la miré ofendida, pero al verle la sonrisa, no pude evitar reírme también. - “Quince, catorce o dieciséis ¿Cuándo lo tuviste?”-
Rihanna. - “¡Mierda!, ¡Mierda!, ¿Cómo coño ha podido hacer esto?, ¿A qué clase de animales contrató para conseguir arrancar esta estantería de la pared?”- dije en alto mientras contemplaba el espectáculo grotesco que tenía ante mí. Lleva una semana sufriendo al maldito CEO, después de tres maravillosos días de descanso, que se me concedieron, al darme de alta del hospital, ese día que cierto CEO me había declarado la guerra. Tras tres días de paz y tranquilidad que me pasé con mi abuela, y mi hijo, tuve que incorporarme, para entrar de lleno en la batalla que mi desquiciado jefe, había entablado de mutuo propio, conmigo. Me cogió desprevenida el primer día que me incorporé, ya que tras horas de comportarse como un jefe frio y distante, mientras nos daba a todo el personal de presidencia órdenes a diestro y siniestró, como si hubiera tenido un mal día, todos y cada uno de los empleados, se hallaban asustados ante el gran cambio que había tenido el CEO, que se mostraba más serio, e
Rihanna - “Habías tardado en sacar la normativa en cuanto acoso sexual de mi compañía, exactamente una semana, y eso que desde el segundo día ya había traspasado la línea, ¿es por algo especial, en esta ocasión, o es que anteriormente no he sido tan abiertamente acosador como esta vez? ¿Qué he hecho para que esta vez te sintieras más invadida…en tu intimidad? Lo digo para repetirlo más veces”- me dijo con esa eterna sonrisa en su boca. Las palabras invadidas y repetirlo, que dijo el muy gilipollas, lo hizo en un tono verdaderamente seductor, y mi estúpido corazón se puso a galopar, mientras sin quererlo a mi mente llegaron miles de formas de invasión y repetición, que ese hombre podía hacer conmigo. No pude evitar sonrojarme, y que un maldito gemido traicionero, escapara de mis labios, pero al oírme, mi conciencia me grito: “¿Qué te pasa estúpida? ¿Estás loca?, ¿Se puede saber qué coño estás haciendo? ¿Por qué se te caen las bragas por la babosa pervertida?”- Mientras me go
Rayco. - “Por fin lo veo después de una semana”- me dijo esa bruja de cuerpo tentador. - “Tantas sonrisitas de payaso diabólico, me estaban volviendo loca, babosa. Espero que el beso le haya satisfecho jefe, porque serán el primero y el último que recibas de mí, y por cierto me tomo el día libre, retirada estratégica se llama. De paso aproveche para llamar a esos que le ayudaron tirar la estantería, le ayuden recogerlo todo. Adiós estúpido.”- finalizó la vengativa Medusa mientras yo sentía mi labio adolorido y sangrante, intentado mantener el equilibrio tras el desagradable pisotón que me estaba haciendo latir el empeine del pie. Y como si su venganza estuviera perfectamente ejecutada la vi salir como una diosa castigadora, de mi despacho. - “Maldita gorgona, sabe cómo desaparecer de escena, a lo grande, como las grandes heroínas”- dije en alto cuando la puerta estaba cerrada, tras ella. Aun, pese a que uno de mis labios me latía de dolor, sobre la zona donde habían recibido la dol