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Capítulo VI. De enemigas a amigas. parte I

Rihanna. 

En mi boca sentía que la luz me molestaba y tenía un sabor extraño, amargo, pero lo peor era la sensación de que la estaba como embobada, como me moviera a cara lenta, abrí los ojos, y la luz me segó, así que tuve que volverlos cerrar, cuando oí a alguien que estaba junto a mí, hablando. 

- “Vaya Medusa por lo visto tienes secretos.”- dijo la voz 

Reconocí esa voz enseguida, pronto los recuerdo llegaron a mí, recordaba que había ido a la universidad a la que asistía Emilia Bencomo, para disculparme, pero como había visto que algo extraño pasaba con los escoltas que la protegían, y como eso me dio mala espina, traté evitar un desastre avisándola, y efectivamente, pese a la sorpresa inicial de la señora Bencomo, pronto pudimos evitar que fuera secuestrada, pero por alguna razón, que no recuerdo, terminé aquí, donde sea que este, en una m*****a cama, que seguro pertenecía a un hospital, por lo poco que pude ver, cuando abrí los ojos.

- “Deja…de…. llamarme Medusa, m*****a…”-le dije con voz ronca, y adormilada.

- “Por fin has despertado, pesé que querías quedarte como la bella durmiente esperando a tu príncipe. Oye que lo del nombre, no lo hago adrede, la culpa es de ese pelo tuyo tan rizado y largo.”- me dijo, sabía que este pelo era una m*****a maldición, normal era herencia de mi padre, por eso cuando trabaja lo lleva muy bien sujeto, en un recogido, pocas personas me lo había visto suelto, la señora Bencomo era una de ella, cuando entré ese día, en la habitación que compartía con el CEO.

- “¡Lo que me faltaba! ¿Qué pasa señora Bencomo, ahora le ha dado por ser crítica de estilismo? Da igual, ¿me puedes decir que ha pasado? ¿Por qué estoy en una habitación de hospital?, y finalmente, ¿Por qué mi cabeza me duele como si la hubieran usado para jugar al tenis?”- le pregunté mientras cerraba los ojos, para soportar el dolor. 

- “Primero te bebiste mi botella sin mirar, ¿Tu madre no te ha enseñado a coger nada que te dé un extraño?.”- esto era lo último que me faltaba ser regañada por la responsable de que fuera desterrada a la otra parte del mundo. 

- “¡Pero si te lo dieron a ti!, y por lo que vi, a ti tampoco te enseñaron nada de eso.”-le dije ofendida, pero esa atractiva mujer me sonrío, en sus ojos vi simpatía. Eso me extraño, y pensé que aún estaba afectada por las drogas. 

- “Kenai ha llamado, quería hablar contigo”- al oir le nombre de mi hijo un miedo terrible me apretó el corazón. 

- “¿Cómo sabes lo de mi tesoro?”- le pregunté temerosa- “¿No se lo habrás dicho al estúpido del señor Vieira, o a tu marido?”- 

- “Una, me acabo de enterar de lo de tu hijo, te acaba de te llamar al móvil, y tenía miedo de que fuera un familiar preocupado, o tu novio…”- la interrumpí. 

- “No tengo novio, ni quiero tenerlo, la última vez que me obsesioné con un hombre, tú y yo sabemos el resultado. El único hombre en mi vida es mi hijo.”- le dije zanjando ese asunto para que supiera que no iba ser tan estúpida como fui, cuando me conoció, no nunca más. 

- “Segundo, no te creas el centro del mundo, Medusa, que tengo cosas más importantes que hablar con mi marido, que tu vida personal, como por ejemplo mi intento de secuestro, que por cierto te agradezco por salvarme.”- continuó hablando Emilia, como si yo no hubiera dicho nada, sonriendo. 

- “No es nada, así te compenso por haber sido una capulla, idiota, histérica, y estúpida, cuando me conociste. Si me lo quieres agradecer, sólo no me vuelvas a llamar Medusa, yo no soy tan fea que al mirar a la gente la convierto en piedra.”- le dije, y durante unos segundos, nos miramos para terminar riendo la dos a carcajadas. 

- “Bueno puedes ser la Medusa que aún no había sido conquistada por el acosador de Poseidón, la Medusa atractiva y deseable, la que no se dejó convencer hacer cositas indebidas en sitios que poco recomendables, como el templo de Atenea, para que esta le castigara después.”- me dijo, y yo la mire.  

- “¿Poseidón?, ¿no estaría hablando de la babosa pervertida?, ¡ni loca!, ¡ni loca!”- pensé, sin darme cuenta de que mi mente lo había traído a esta conversación, inconscientemente. 

- “Como te dije ya no voy detrás de ningún hombre, y menos me voy a dejar convencer por uno, ya pasó eso hace ocho años, el Dios se transformó en sapo, y huyo saltando. Que me haya confundido con tu marido, después del castigo que recibí, te puedo asegurar que no soy de las masoquistas. Aprendí mi lección.”- le dije aclarando bien mi situación. 

- “¿Te puedo preguntar una cosa?”- me dijo. 

- “Depende, si no quiero, no te la voy a contestar. Has descubierto uno de mis mayores y el más grande mis secretos. Nadie sabe que soy madre soltera, nunca lo pongo en mi curriculum, prefiero que piensen que soy divorciada.”- le dije mirando a la ventana, no me gustan sentirme débil, y no me gustaba hablar de esa parte de mi pasado, ni de mí misma, siempre había guardado mi vida personal a buen recaudo, no me estaba dando cuenta de que mi cara y mi voz, reflejaban mi dolor. 

- “¿Por qué? ¿Por qué no dices que eres madre soltera? el mundo ha cambiado, ya nadie te juzgará por eso.”- me preguntó. 

- “Si, pero nadie quiere una asistente ejecutiva con responsabilidades, y más cuando es madre soltera, por eso lo oculto, hago maravillas para hacer de madre, de padre y de un buen profesional, además hay otra cosa por la que lo oculto.”- me miró muy seria como esperando que terminara mi frase, pero eso nunca ocurría, mi vida personal y mi pasado eran un baúl cerrado con ocho llaves. - “Eso señora Bencomo no te lo voy a decir así que, dese por satisfecha por ahora.”-  

- “Es porque lo tuviste joven, ¿verdad?, ¿eras menor de edad?”- me dijo sorprendiéndome de que hubiera descubierto mi secreto. 

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