Rayco.
- “Bien y tu Ray, querido, ¿cuándo vas a sentar por fin la cabeza?, recuerda que, como mis hijos, ya te va llegando la hora.”- por un segundo en la mesa todo quedó en silencio, nadie se movía, como en la escena de Jurassic Park para evitar ser devorado por el T-Rex, cuando detectaba movimiento.
Pero la reina Diane Bencomo no era un T-Rex, incluso podía ser más letal que ese gran carnívoro, y todos en esa familia lo sabían, esa simple pregunta, implicaba que mi agradable vida de soltero estaba que, en peligro, si la reina Diane, me incluía en sus planes casamenteros.
De hecho, creo que excepto, Cathaysa, que se adelantó a su madre, casándose con un hombre montaña de las altas tierras de Escocia, que era la adoración de Diane Bencomo, tanto Benearo, como Ruyman, los gemelos del terror fueron presa fácil para los maléficos planes de esa inteligente manipuladora, aunque si le preguntas a ellos, te dirán que esa no es la verdad, que se resistieron mucho.
Esa era la razón por que ahora intentara fundirme con el papel de la pared para no responder esa a esa pregunta. Adoraba tía Diane, era la madre que nunca tuve, y la mía aún sigue viva, o eso creo, pero soy conservador, si podía dejar la pregunta sin contestarla, y que esta pasara desapercibida, mejor que mejor, no iba a agitar un trapo rojo delante de ese toro, porque reconozco que, con esta gran dama, tengo todas la de perder. Antes muerto, que volverme el próximo proyecto casamentero de la reina.
Pero cuando eres como un hermano para esta los gemelos del terror te arriesgas que esos rencorosos, demonios, te guarden cada una de las que les has hecho, y yo, por mandato de mi reina, les había hecho mucho, en especial a Ruyman, como cuando lo obligué ir a ser mandito evento ilegal, donde termino comprado, a un maldito clan mafioso, la que hoy es su adorada esposa. Ante esta expectativa, mis mejores amigos, con toda la solidaridad masculina que existe entre nosotros, me arrojaron a las llamas.
- “Tranquila mamá, nuestro Ray esta más que enredado con su nueva secretaria, la que hace sufrir día y noche, como si fuera un maldito niño de preescolar, si hasta le tira de la coleta y se queda mirando para ver si ella se da cuenta, de que él está ahí.”- dijo Zape, con una sonrisa de venganza, podía leer perfectamente esa mente.
- “Donde las dan, las toman, colega”- decían los ojos de Ruyman.
Y cuando creí poder justificarme, el otro maldito gemelo maligno, añadió otro tronco a la hoguera de deseos de la reina, ya ardía fuertemente.
- “Si hasta tú la conociste, mamá. Es Rihanna Morris, la mulata atractiva que siempre lleva ese pelo negro rizado, muy bien recogido, de ojos enigmáticamente verde aguamarina, fue la secretaria de Ruyman muchos años, antes de conocer a Emi.”- le dijo Zipi, con una sonrisa enigmática.
Al aparecer el cerdo no me había perdonado, la información que le pasaba a su madre, sobre cómo iba la relación de Mary Bencomo y él, cuando tan sólo eran jefe y empleada, además de enemigos en una guerra abierta, si hasta una vez hice que mis empleados fingieran dejarlos encerrados accidentalmente solos, en una sala exclusiva de uno de mis exclusivos salones de fiesta, durante horas, para ver si sucedía algo. Pero no pasó nada, Benearo, aun no tenía claro, por ese tiempo, los sentimientos que tenía por la mujer que hoy es su esposa, y madre de sus preciosas gemelas de casi tres años de edad.
Con este panorama, y con amigos como estos, peor que enemigos, pudimos observar, todos sentados a la mesa, como una peligrosa luz de interés despertaba los bellos ojos de la reina Diane, que confirmaba mis peores temores, que se ratificaron con una frase sentada, que me hizo temblar de miedo.
- “La recuerdo, muy bella la verdad… y muy interesante lo que me contáis.”- dijo el ser más peligroso de la familia Bencomo.
Yo con mi mirada busqué en vano un aliado en el tío Carlos, pero sabía que era inútil, mi tío era el mayor adorador de la reina, prácticamente desde que la conoció, decidió que todo lo que esa hermosa mujer quisiera, se lo daría, y sin protestar, ninguno de sus hijos, ni siquiera su adorada Cathaysa, la princesa de la casa, la única de sus hijos que podía manipular a su padre, había destronado nunca a la reina, muy poco podía hacer yo, que sólo era el bufón de la corte. Y las palabras que mi tío me dirigió sin mírame, mientras comía, me lo confirmaron.
- “Tu padre estaría muy orgulloso si al final sentaras la cabeza, Ray, y lo sabes.”- la risa incontrolable de los otros dos comensales de la mesa, me dieron ganas de retarles como cuando éramos pequeños a una pelea a puños, pero esos dos malditos tramposos solían atacar a dúo, con la excusa que, al ser gemelos, contaban como uno sólo.
Los miré serio, mientras prometía con mis ojos, que esta me la cobraría, pero los malditos no dejaban de reír.
Casi, bese el suelo de la calle, cuando la comida finalizó, y los gemelos y yo, salimos para ir a tomar una copa, alejándome de la conspiradora mirada de cierta peligrosa reina. Sabía que aparte de la copa iba a ver más que palabras con esos dos traidores.
Llevamos cinco días en España, Ruyman y yo habíamos venido para solucionar varios proyectos que teníamos con nuestras empresas, y porque mi tío Carlos me había llamado para hablar de ciertos documentos que debía de firmar, referente a mis acciones en las empresas Grupo C.P.A. y mi herencia.
La cuestión es que tanto en V.D.S. Group, como en el Grupo C.P.A., la familia Bencomo y yo compartimos acciones, lógicamente en mis empresas, yo soy el accionista mayoritario, y en las de la familia Bencomo, lo son ellos, pero es muy normal que los hoteles del grupo Bencomo, haya restaurantes, salas de fiestas, o discotecas del grupo Vieira. Hace tiempo que Carlos Vieira se ha jubilado, dejando todo en manos de sus tres hijos, pero aún, como ocurre en ese viaje, nos reúne para saber cómo va todo. Digo nos reúne, porque yo también entro en el lote, al ser el tío Carlos mi fideicomiso, por voluntad de mi padre.
El papel que firmé ayer era donde el tío Carlos, ya me entregaba todos los poderes que él tenía sobre mí, como fideicomiso, y para comunicarme, que tanto la familia Bencomo, como yo, teníamos un asiento en la junta de accionistas de los dos grupos. Además de que, como Ruyman vivía en Filadelfia, donde estaba la sede central de mi grupo, sería él, el representante del grupo Bencomo, en la junta de accionista del grupo Vieira.
- “¿Dónde vamos a tomar algo?”- pregunto Benearo, alias Zipi.
- “Aun sitio donde no os vean llorar, cuando os rompa la cara, cabrones.”- le dije mientras cogía el teléfono, para reservar la sala rubí, de los salones de fiestas más lujosos del grupo en Madrid.
Esos dos ni me respondieron, sólo se rieron fuertemente.
- “Podrías intentarlo, Ray, pero te recuerdo que tanto Zipi como yo, llevamos años practicado y…”- lo interrumpí, llevaba demasiado año con ellos, para saber todos y cada uno de sus secretos, y cuando esos dos me acorralaban sabía cómo utilizar mis armas, para ponerme a su nivel.
- “Lo sé, no sigas con eso, sé que desde que sus cuñado Duff Sinclair, os dio la paliza de vuestra vida, el sólito, contra los dos, estáis como locos entrenados para vengaros, cosa que nunca ocurrirá, por unan razón principal, vuestra madre os deshereda por tocarle un solo pelo a su adorado yerno, pero os recuerdo que quien entrenaba junto a vosotros, para vengar vuestra honra de ese hombre, era yo, así que no me voy a quedar quieto tampoco.”- les dije sonriendo.
Mientras hablaba la sonrisa de los gemelos del terror se fue borraba de su cara, el tema de la paliza que Duff les dio a esos dos, aún era motivo de burla en la familia, y un golpe muy duro para la dignidad de los gemelos.
Así que usarlo como venganza fue mi mejor idea, cuando vi como esos dos se comunicaban con la mirada. Sabía que Zipi y Zape compartían una conexión especial, recuerdo que me lo contaron cuando éramos niños, y quería ser como ellos, tener esa conexión también, así que la soledad que pasaba por la falta de atención de mi madre podía llenarla con ser parte de esa pareja, por eso a veces nos leernos la mente.
Yo aprendía a reconocer el lenguaje no verbal de sus cuerpos y las expresiones de sus caras, así sabía que pensaban sólo por sus gestos. Y lo que me estaban trasmitiendo ahora ellos, me hablaba de pura venganza.
-” Déjate de salas de fiesta, idiota, vamos a un gimnasio, tenemos que cerrarte esa bocaza que tienes.”- me dijo Zape.
- “Vaya parece que aun duele, normal, tanto entrenamiento para nada, además seguro que Duff, el hombre montaña, os aplasta con sólo una mano, como la otra…”- unos gruñidos a dúo, se entremezclaron con el sonido que producía el tono de llamada del móvil de Ruyman, interrumpiendo mis palabras que tan poco gustaba a esos dos.
- “¿Sí?”- rugió Ruyman a quién lo llamaba, mientras me miraba con ganas de golpearme, yo sólo sonreía a esos dos, con burla, aunque sabía que podían acabar conmigo fácilmente, si atacaban a dúo, pero que se le va a hacer, no me precio por tener un gran instinto de conservación. - “¿Qué? ¡vamos!, preparen el jet, en quince minutos, el señor Vieira y yo, estaremos en el aeropuerto.”- fue oir mi nombre, y el que cambió de expresión de la cara de Zape, y supe que algo grave había paso, algo que, por la mirada de cierto CEO, había mucha probabilidad de que alguien muriera a sus manos.
- “¿Que sucede?”- preguntó Zipi.
- “Han intentado secuestrara a Emi, pero Medusa la ha salvado, lo que tu secretaria ha caído inconsciente, por beber de una botella que iba destinada a mi esposa, la están trasladando al hospital, el parecer la drogaron.”- toda esta información lo dijo mirándome, y yo la recibí como en shock.
- “¿Está hablando de Rihanna?, ¿Qué hace Rihanna con Emilia Bencomo? ¿Medusa, por qué la llama medusa? ¿Está drogada en el hospital?”- pensaba, pero fueron estas dos últimas palabras las que me hizo reaccionar.
- “No sé lo que ha pasado, ya me contaras por el camino, pero si le pasa algo a mi secretaria Ruyman Bencomo, quiero a los responsables, sin dejarte ni uno.”- le dije subiéndome a la limusina que nos esperaba.
- “Los tendrás, te lo prometo, los tendrás, si no los atrapo yo primero.”- me dijo Ruyman serio.
Pero yo ya no estaba en esa limusina, yo estaba a miles de kilómetros, en una cama de hospital, donde Morris Terminator, me demostraba que sí que era humana, y que había caído víctima de alguien que tendría pocos días de vida, si yo lo atrapaba.
Rihanna. En mi boca sentía que la luz me molestaba y tenía un sabor extraño, amargo, pero lo peor era la sensación de que la estaba como embobada, como me moviera a cara lenta, abrí los ojos, y la luz me segó, así que tuve que volverlos cerrar, cuando oí a alguien que estaba junto a mí, hablando. - “Vaya Medusa por lo visto tienes secretos.”- dijo la voz Reconocí esa voz enseguida, pronto los recuerdo llegaron a mí, recordaba que había ido a la universidad a la que asistía Emilia Bencomo, para disculparme, pero como había visto que algo extraño pasaba con los escoltas que la protegían, y como eso me dio mala espina, traté evitar un desastre avisándola, y efectivamente, pese a la sorpresa inicial de la señora Bencomo, pronto pudimos evitar que fuera secuestrada, pero por alguna razón, que no recuerdo, terminé aquí, donde sea que este, en una maldita cama, que seguro pertenecía a un hospital, por lo poco que pude ver, cuando abrí los ojos. - “Deja…de…. llamarme Medusa, maldita…”-le
Rihanna- “¿Cómo lo sabes?”- pregunté con los ojos abiertos por la sorpresa.- “He hablado con tu hijo por lo que se no es tan pequeño, yo diría que tiene entre siete y nueve años, además acabas de decirme que tu dios se transformó en sapo hace ocho años, con lo cual deduzco que tu hijo debe tener esa franja de edad. Y aunque lo intentes ocultar vistiendo esa ropa ejecutiva, o ropa de mujer madura, ahora te estoy viendo bien sin maquillaje, y no debe de tener más edad que yo, sobre unos veinte tres o veinte cuatro años … “-me dijo acorralándome, en mis mentiras.- “Veintidós”- dije en un murmullo bajado la cabeza mientras me sonrojaba de vergüenza.- “Ósea que me echaste la bronca aquella vez, sobre cómo se debe comportar alguien en los grandes hoteles del grupo C.P.A., ¿Y eres incluso más joven que yo?, ¿Una niñata de veinte dos años?”- me dijo en broma. Yo la miré ofendida, pero al verle la sonrisa, no pude evitar reírme también. - “Quince, catorce o dieciséis ¿Cuándo lo tuviste?”-
Rihanna. - “¡Mierda!, ¡Mierda!, ¿Cómo coño ha podido hacer esto?, ¿A qué clase de animales contrató para conseguir arrancar esta estantería de la pared?”- dije en alto mientras contemplaba el espectáculo grotesco que tenía ante mí. Lleva una semana sufriendo al maldito CEO, después de tres maravillosos días de descanso, que se me concedieron, al darme de alta del hospital, ese día que cierto CEO me había declarado la guerra. Tras tres días de paz y tranquilidad que me pasé con mi abuela, y mi hijo, tuve que incorporarme, para entrar de lleno en la batalla que mi desquiciado jefe, había entablado de mutuo propio, conmigo. Me cogió desprevenida el primer día que me incorporé, ya que tras horas de comportarse como un jefe frio y distante, mientras nos daba a todo el personal de presidencia órdenes a diestro y siniestró, como si hubiera tenido un mal día, todos y cada uno de los empleados, se hallaban asustados ante el gran cambio que había tenido el CEO, que se mostraba más serio, e
Rihanna - “Habías tardado en sacar la normativa en cuanto acoso sexual de mi compañía, exactamente una semana, y eso que desde el segundo día ya había traspasado la línea, ¿es por algo especial, en esta ocasión, o es que anteriormente no he sido tan abiertamente acosador como esta vez? ¿Qué he hecho para que esta vez te sintieras más invadida…en tu intimidad? Lo digo para repetirlo más veces”- me dijo con esa eterna sonrisa en su boca. Las palabras invadidas y repetirlo, que dijo el muy gilipollas, lo hizo en un tono verdaderamente seductor, y mi estúpido corazón se puso a galopar, mientras sin quererlo a mi mente llegaron miles de formas de invasión y repetición, que ese hombre podía hacer conmigo. No pude evitar sonrojarme, y que un maldito gemido traicionero, escapara de mis labios, pero al oírme, mi conciencia me grito: “¿Qué te pasa estúpida? ¿Estás loca?, ¿Se puede saber qué coño estás haciendo? ¿Por qué se te caen las bragas por la babosa pervertida?”- Mientras me go
Rayco. - “Por fin lo veo después de una semana”- me dijo esa bruja de cuerpo tentador. - “Tantas sonrisitas de payaso diabólico, me estaban volviendo loca, babosa. Espero que el beso le haya satisfecho jefe, porque serán el primero y el último que recibas de mí, y por cierto me tomo el día libre, retirada estratégica se llama. De paso aproveche para llamar a esos que le ayudaron tirar la estantería, le ayuden recogerlo todo. Adiós estúpido.”- finalizó la vengativa Medusa mientras yo sentía mi labio adolorido y sangrante, intentado mantener el equilibrio tras el desagradable pisotón que me estaba haciendo latir el empeine del pie. Y como si su venganza estuviera perfectamente ejecutada la vi salir como una diosa castigadora, de mi despacho. - “Maldita gorgona, sabe cómo desaparecer de escena, a lo grande, como las grandes heroínas”- dije en alto cuando la puerta estaba cerrada, tras ella. Aun, pese a que uno de mis labios me latía de dolor, sobre la zona donde habían recibido la dol
Rihanna. Estaba en el parque con mi hijo mientras él jugaba en los columpios. Yo intentaba que mi mente traidora, no trajera de nuevo recuerdos de ese maldito beso que, como una idiota, había iniciado yo esta mañana. La verdad, en mi estúpida inteligencia, que visto lo visto, no era gran cosa, pensé que, si besaba de forma agresiva a ese hombre, y luego lo dejan con las ganas, le daría una lección. Muchos hombres temían a las mujeres que eran abiertas en su sexualidad, y solían huir como conejos, en cuanto esta tomaba la iniciativa. Al parecer este no era el caso, de lo que no me había dado cuenta era que, no sólo el tacto de los labios de Rayco Viera eran como un afrodisiaco para una mujer, sino que, cuando él tomó el control de la situación, al yo tardar demasiado en separar mis labios de él, me quedó claro que cuando ese hombre besaba, desnudaba vírgenes sin tocarlas, voluntariamente todas las mujeres sin excepción, incluida yo, nos sometíamos a ese hombre. Estaba tan concentrad
Rihanna. Al día siguiente me incorporé a mi puesto de trabajo, ya iba a preparar para lo que me iba a encontrar, durante la noche, mientras estaba recostada en mi cama, antes de dormirme, me había preparado para todo lo que mi mente podía imaginar, qué estarías dispuesto a hacer mi jefe, en esta guerra qué había entablado conmigo. Ya se ha traspasado algunos límites, y todo por culpa mía, como dijo la estúpida de Andrómeda, esa babosa podía establecer una guerra abierta, más allá de la que llevaba jugando conmigo, en esta última semana. Yo estaba preparada para la lucha cuerpo a cuerpo, y desde luego sabía que tenía los medios, para que, si ese estúpido se propasara, terminara lesionado en el suelo. Pero mi problema no era él, mi problema era yo, y cómo reaccionaba mi cuerpo, cuando tus enemigos están en tus propias filas, y tienes traidores entre ellas, es cuando más fácil es caer en las trampas que te ponga el enemigo. Así que antes de entrar a trabajar, hice un trabajo introspec
Rihanna. - “Primero que yo sepa todavía Poseidón no ha conquistado nada, ¿o ahí hay información nueva que no me has contado? Porque si esta conversación, es un estúpido intento de no contarme las cosas interesantes que has hecho, o te ha hecho, tu jefe en su despacho, te puedo decir que no voy a cambiar de tema, quiero detalles hasta el último, sin que te dejes nada. Y segundo, el problema de Medusa fue que, era tan atractiva y seductora, que él mismo Poseidón quedó prendado de ella, volviéndolo loco, y la persiguió hasta los infiernos, el problema fue dónde se dejó seducir la estúpida, así que intenta no hacer cositas en zonas indebidas, Gorgona, así no convertirás en piedra a las personas que te miren.”- me dijo la Andrómeda humorista, mientras yo trataba de no bufar como un toro ofendido. - “Está usted muy graciosa hoy, señora Bencomo, pero tranquila al parecer mi jefe no le sentó bien que lo mordiera o le pisara el pie, quitando un pequeño moratón que observé en su labio, unido