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Capítulo V. En los planes de la Reina Diane Bencomo.

Rayco. 

- “Bien y tu Ray, querido, ¿cuándo vas a sentar por fin la cabeza?, recuerda que, como mis hijos, ya te va llegando la hora.”- por un segundo en la mesa todo quedó en silencio, nadie se movía, como en la escena de Jurassic Park para evitar ser devorado por el T-Rex, cuando detectaba movimiento. 

Pero la reina Diane Bencomo no era un T-Rex, incluso podía ser más letal que ese gran carnívoro, y todos en esa familia lo sabían, esa simple pregunta, implicaba que mi agradable vida de soltero estaba que, en peligro, si la reina Diane, me incluía en sus planes casamenteros.  

De hecho, creo que excepto, Cathaysa, que se adelantó a su madre, casándose con un hombre montaña de las altas tierras de Escocia, que era la adoración de Diane Bencomo, tanto Benearo, como Ruyman, los gemelos del terror fueron presa fácil para los maléficos planes de esa inteligente manipuladora, aunque si le preguntas a ellos, te dirán que esa no es la verdad, que se resistieron mucho. 

Esa era la razón por que ahora intentara fundirme con el papel de la pared para no responder esa a esa pregunta. Adoraba tía Diane, era la madre que nunca tuve, y la mía aún sigue viva, o eso creo, pero soy conservador, si podía dejar la pregunta sin contestarla, y que esta pasara desapercibida, mejor que mejor, no iba a agitar un trapo rojo delante de ese toro, porque reconozco que, con esta gran dama, tengo todas la de perder. Antes muerto, que volverme el próximo proyecto casamentero de la reina.  

Pero cuando eres como un hermano para esta los gemelos del terror te arriesgas que esos rencorosos, demonios, te guarden cada una de las que les has hecho, y yo, por mandato de mi reina, les había hecho mucho, en especial a Ruyman, como cuando lo obligué ir a ser mandito evento ilegal, donde termino comprado, a un maldito clan mafioso, la que hoy es su adorada esposa. Ante esta expectativa, mis mejores amigos, con toda la solidaridad masculina que existe entre nosotros, me arrojaron a las llamas. 

- “Tranquila mamá, nuestro Ray esta más que enredado con su nueva secretaria, la que hace sufrir día y noche, como si fuera un maldito niño de preescolar, si hasta le tira de la coleta y se queda mirando para ver si ella se da cuenta, de que él está ahí.”- dijo Zape, con una sonrisa de venganza, podía leer perfectamente esa mente. 

- “Donde las dan, las toman, colega”- decían los ojos de Ruyman.  

Y cuando creí poder justificarme, el otro maldito gemelo maligno, añadió otro tronco a la hoguera de deseos de la reina, ya ardía fuertemente.  

- “Si hasta tú la conociste, mamá. Es Rihanna Morris, la mulata atractiva que siempre lleva ese pelo negro rizado, muy bien recogido, de ojos enigmáticamente verde aguamarina, fue la secretaria de Ruyman muchos años, antes de conocer a Emi.”- le dijo Zipi, con una sonrisa enigmática.  

Al aparecer el cerdo no me había perdonado, la información que le pasaba a su madre, sobre cómo iba la relación de Mary Bencomo y él, cuando tan sólo eran jefe y empleada, además de enemigos en una guerra abierta, si hasta una vez hice que mis empleados fingieran dejarlos encerrados accidentalmente solos, en una sala exclusiva de uno de mis exclusivos salones de fiesta, durante horas, para ver si sucedía algo. Pero no pasó nada, Benearo, aun no tenía claro, por ese tiempo, los sentimientos que tenía por la mujer que hoy es su esposa, y madre de sus preciosas gemelas de casi tres años de edad. 

Con este panorama, y con amigos como estos, peor que enemigos, pudimos observar, todos sentados a la mesa, como una peligrosa luz de interés despertaba los bellos ojos de la reina Diane, que confirmaba mis peores temores, que se ratificaron con una frase sentada, que me hizo temblar de miedo. 

- “La recuerdo, muy bella la verdad… y muy interesante lo que me contáis.”- dijo el ser más peligroso de la familia Bencomo.  

Yo con mi mirada busqué en vano un aliado en el tío Carlos, pero sabía que era inútil, mi tío era el mayor adorador de la reina, prácticamente desde que la conoció, decidió que todo lo que esa hermosa mujer quisiera, se lo daría, y sin protestar, ninguno de sus hijos, ni siquiera su adorada Cathaysa, la princesa de la casa, la única de sus hijos que podía manipular a su padre, había destronado nunca a la reina, muy poco podía hacer yo, que sólo era el bufón de la corte. Y las palabras que mi tío me dirigió sin mírame, mientras comía, me lo confirmaron. 

- “Tu padre estaría muy orgulloso si al final sentaras la cabeza, Ray, y lo sabes.”- la risa incontrolable de los otros dos comensales de la mesa, me dieron ganas de retarles como cuando éramos pequeños a una pelea a puños, pero esos dos malditos tramposos solían atacar a dúo, con la excusa que, al ser gemelos, contaban como uno sólo. 

Los miré serio, mientras prometía con mis ojos, que esta me la cobraría, pero los malditos no dejaban de reír.  

Casi, bese el suelo de la calle, cuando la comida finalizó, y los gemelos y yo, salimos para ir a tomar una copa, alejándome de la conspiradora mirada de cierta peligrosa reina. Sabía que aparte de la copa iba a ver más que palabras con esos dos traidores.  

Llevamos cinco días en España, Ruyman y yo habíamos venido para solucionar varios proyectos que teníamos con nuestras empresas, y porque mi tío Carlos me había llamado para hablar de ciertos documentos que debía de firmar, referente a mis acciones en las empresas Grupo C.P.A. y mi herencia.  

La cuestión es que tanto en V.D.S. Group, como en el Grupo C.P.A., la familia Bencomo y yo compartimos acciones, lógicamente en mis empresas, yo soy el accionista mayoritario, y en las de la familia Bencomo, lo son ellos, pero es muy normal que los hoteles del grupo Bencomo, haya restaurantes, salas de fiestas, o discotecas del grupo Vieira. Hace tiempo que Carlos Vieira se ha jubilado, dejando todo en manos de sus tres hijos, pero aún, como ocurre en ese viaje, nos reúne para saber cómo va todo. Digo nos reúne, porque yo también entro en el lote, al ser el tío Carlos mi fideicomiso, por voluntad de mi padre. 

El papel que firmé ayer era donde el tío Carlos, ya me entregaba todos los poderes que él tenía sobre mí, como fideicomiso, y para comunicarme, que tanto la familia Bencomo, como yo, teníamos un asiento en la junta de accionistas de los dos grupos. Además de que, como Ruyman vivía en Filadelfia, donde estaba la sede central de mi grupo, sería él, el representante del grupo Bencomo, en la junta de accionista del grupo Vieira.  

- “¿Dónde vamos a tomar algo?”- pregunto Benearo, alias Zipi. 

- “Aun sitio donde no os vean llorar, cuando os rompa la cara, cabrones.”- le dije mientras cogía el teléfono, para reservar la sala rubí, de los salones de fiestas más lujosos del grupo en Madrid. 

Esos dos ni me respondieron, sólo se rieron fuertemente. 

- “Podrías intentarlo, Ray, pero te recuerdo que tanto Zipi como yo, llevamos años practicado y…”- lo interrumpí, llevaba demasiado año con ellos, para saber todos y cada uno de sus secretos, y cuando esos dos me acorralaban sabía cómo utilizar mis armas, para ponerme a su nivel. 

- “Lo sé, no sigas con eso, sé que desde que sus cuñado Duff Sinclair, os dio la paliza de vuestra vida, el sólito, contra los dos, estáis como locos entrenados para vengaros, cosa que nunca ocurrirá, por unan razón principal, vuestra madre os deshereda por tocarle un solo pelo a su adorado yerno, pero os recuerdo que quien entrenaba junto a vosotros, para vengar vuestra honra de ese hombre, era yo, así que no me voy a quedar quieto tampoco.”- les dije sonriendo. 

Mientras hablaba la sonrisa de los gemelos del terror se fue borraba de su cara, el tema de la paliza que Duff les dio a esos dos, aún era motivo de burla en la familia, y un golpe muy duro para la dignidad de los gemelos.  

Así que usarlo como venganza fue mi mejor idea, cuando vi como esos dos se comunicaban con la mirada. Sabía que Zipi y Zape compartían una conexión especial, recuerdo que me lo contaron cuando éramos niños, y quería ser como ellos, tener esa conexión también, así que la soledad que pasaba por la falta de atención de mi madre podía llenarla con ser parte de esa pareja, por eso a veces nos leernos la mente.  

Yo aprendía a reconocer el lenguaje no verbal de sus cuerpos y las expresiones de sus caras, así sabía que pensaban sólo por sus gestos. Y lo que me estaban trasmitiendo ahora ellos, me hablaba de pura venganza. 

-” Déjate de salas de fiesta, idiota, vamos a un gimnasio, tenemos que cerrarte esa bocaza que tienes.”- me dijo Zape. 

- “Vaya parece que aun duele, normal, tanto entrenamiento para nada, además seguro que Duff, el hombre montaña, os aplasta con sólo una mano, como la otra…”- unos gruñidos a dúo, se entremezclaron con el sonido que producía el tono de llamada del móvil de Ruyman, interrumpiendo mis palabras que tan poco gustaba a esos dos. 

- “¿Sí?”- rugió Ruyman a quién lo llamaba, mientras me miraba con ganas de golpearme, yo sólo sonreía a esos dos, con burla, aunque sabía que podían acabar conmigo fácilmente, si atacaban a dúo, pero que se le va a hacer, no me precio por tener un gran instinto de conservación. - “¿Qué? ¡vamos!, preparen el jet, en quince minutos, el señor Vieira y yo, estaremos en el aeropuerto.”- fue oir mi nombre, y el que cambió de expresión de la cara de Zape, y supe que algo grave había paso, algo que, por la mirada de cierto CEO, había mucha probabilidad de que alguien muriera a sus manos.  

- “¿Que sucede?”- preguntó Zipi. 

- “Han intentado secuestrara a Emi, pero Medusa la ha salvado, lo que tu secretaria ha caído inconsciente, por beber de una botella que iba destinada a mi esposa, la están trasladando al hospital, el parecer la drogaron.”- toda esta información lo dijo mirándome, y yo la recibí como en shock. 

- “¿Está hablando de Rihanna?, ¿Qué hace Rihanna con Emilia Bencomo? ¿Medusa, por qué la llama medusa? ¿Está drogada en el hospital?”- pensaba, pero fueron estas dos últimas palabras las que me hizo reaccionar. 

- “No sé lo que ha pasado, ya me contaras por el camino, pero si le pasa algo a mi secretaria Ruyman Bencomo, quiero a los responsables, sin dejarte ni uno.”- le dije subiéndome a la limusina que nos esperaba.  

- “Los tendrás, te lo prometo, los tendrás, si no los atrapo yo primero.”- me dijo Ruyman serio.  

Pero yo ya no estaba en esa limusina, yo estaba a miles de kilómetros, en una cama de hospital, donde Morris Terminator, me demostraba que sí que era humana, y que había caído víctima de alguien que tendría pocos días de vida, si yo lo atrapaba. 

  

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