—¿Ericka?—
—Si—contesto.
—¿Quién es Ericka?—pregunta.
Todo mi mundo se oscurece al ver que Fernando no me recuerda. Me pregunto si está bromeando o si en verdad ha perdido la memoria ¿Por qué ahora? ¿Por qué olvidarme a mí? Quiero llorar amargamente, pero debo contener mi tristeza para que los demás no me vean destruida, especialmente Mónica que celebra el hecho de que a ella le recuerde y a mí no. Basta con ver su rostro de alegría para notarlo.
—No se preocupen si no recuerda todo, a veces tras estos eventos puede el paciente presentar conmoción cerebral, pero usualmente con los días van recobrando la memoria, pues ha sido un golpe en la cabeza que debe ser revisado, pero no tenemos equipos para hacerle una resonancia—informa el doctor.
—Cuando esté más estable, cuando se haya
—Demos un paseo, vayamos a la hacienda y conversemos ¿Te parece?—pregunta el Sr. Del Río, mientras me lleva de camino al vehículo.—Parece que no tengo otra opción—molesta contesto.—Disculpa que te trate así, creo que debes calmarte——No estoy enojada con usted, vergüenza es lo que en realidad siento por cómo actué. Mi enojo es con Mónica, no sé qué quiere de mí. No le he hecho nada para que sea tan hostil——¿Quieres más que el hecho de la forma en la que Fernando te mira? ¿Crees que no es obvio?——Me miraba——¿Cómo?——Me miraba… porque ya no me recuerda—respondo.—Eso es momentáneo muchacha. El record
—¿Quién es ella?—pregunto. Me intriga saber sobre ese nombre, nunca Fernando habló de una ex. —Lucía es un nombre prohibido, que no se puede pronunciar en esta casa. Fue novia de Fernando durante años. Eran inseparables, como almas gemelas. Un día dejo una carta explicando que odiaba este pueblo y que se iría para no regresar, que había conocido a un hombre maduro que le ofreció matrimonio. Fernando leyó la carta, ella la dejó en su cama. Al saber todo eso él casi muere por inanición, duró días completos sin comer, llorando en la oscuridad amargamente el dolor de la traición, hasta que endureció su corazón y cerró las puertas al amor, pero cuando llegaste, vi una chispa de rabia que muy en lo profundo parecía interés— —Esta muchacha, Lucía ¿Era del pueblo?— —¡Oh si! Todavía hoy en día su familia no entiende por qué ella decidiría irse si aparentemente era feliz y amaba a mi hijo, pero
Carlos del Rio, ha hecho confesiones que me tienen preocupada. La situación con su salud, saber la historia de la ex novia de Fernando y el hecho de que él no me recuerde, sacuden mi mente y traen muchas interrogantes. No soy detective, pero no me parece lógico que alguien que jure amarte y tenga planes de casarte contigo, tu mejor amiga, la mujer que es tu alma gemela, de un día para otro se vaya con un hombre que nadie conoce, abandone su familia, no se lleve nada y peor aún, deje una carta diciendo que un hombre maduro le ha conquistado. No pensé que fuera difícil enamorar a Fernando, creí que sólo debía gustarle y en pocos días concretar la venta del terreno a mi favor, pero no contaba con la cercanía que tuvimos, mi falta de afecto, mi soledad y tal vez el destino nos unió. Ahora mi corazón le pertenece, pero él no me recuerda. Luego de conversar con Carlos del Río decidimos regresar al hospital
Soy Fernando del Río, me encanta la pesca, desde niño aprendí con mi familia y mientras estoy en el rio, precisamente hoy tengo que ver a esta chica caminando en tacones. Pienso en mis adentros: “Sólo a una loca se le ocurre estar caminando en tacones por las piedras de estos caminos”. No puedo decir nada con seguridad, pero con la experiencia que tengo, a mis treinta años puedo notar que a esta señora más allá de mi imaginación, le gusta llamar la atención, pero a mí que no me subestime porque me parece patético su atuendo. Se está acercando a mí, no entiendo para qué si a esta señora se le nota que no es nada humilde. —Disculpe usted, dígame por dónde queda la Hacienda del Río— con tono alto solicita mi ayuda. —¿Qué tiene pendiente en aquella hacienda, señora? — le pregunto. —Mucho cuidado con lo de señora, es señorita y soy muy joven para eso de señora— contesta.
Mi madre siempre trata de buscarme novia, yo no estoy en eso porque las mujeres hablan otro idioma que no conozco. El día que me enamore, seguro que no será de una loca que se crea la más hermoso del planeta. —Mire madre, a mi ella lo que me causó fue mucho coraje, porque se cree que por venir de la ciudad con ropa cara al ver a un campesino pescando en ropa sucia, eso le hace superior a mí— expreso mi descontento a mi madre y agrego: —La gente como ella no merece mi respeto, es más si la vuelvo a ver preferiría no hablarle porque ni siquiera merece que le dirija la palabra— Mientras estamos conversando mi madre y yo sobre todo lo ocurrido, escuchamos a alguien decir “buenas tardes”. —¿Mamá esperas a alguien? Escucho un saludo que viene de enfrente— —No, no mijo yo no espero a nadie. Vamos a ver de quien se trata, podría ser la vecina que viene a traer algo— responde mi
Las conversaciones de mi madre me envolvieron, dejé que mi padre y su invitada hicieran su recorrido y no los interrumpí. Voy a mi habitación y me doy un baño, elimino todo el sudor y suciedad que me provocó estar en el río. Los minutos pasan rápido y se convierten en horas, no he escuchado nada nuevo sobre nuestra socia. ¡Vaya que es una hermosa chica la nueva socia! Una mente que no está en nada más que pensando en la invitada de honor, que detesto por creerse superior, pero no puedo ignorar su hermoso cuerpo. Quizás no está bien lo que estoy haciendo, desnudándola en mi mente, pero soñar despierto siempre se me ha dado bien. Erika Viccini, así se llama, pero su sensualidad no se queda atrás. Al verla un poco más de cerca no me enojó tanto como en el encuentro que tuvimos en el río, por un momento mi mente se fue lejos y pensó en un escenario que quizás nunca suceda.<
Eva del Río cocinó una rica sopa acompañada con pan y carne. Para mí, una chica de ciudad, acostumbrada a llevar una dieta rica en frutas y vegetales, ésta cena me parece algo diferente. Fernando mientras come, dibuja en su rostro una sonrisa burlona. —¿Qué te hace tanta gracia? ¿Qué es lo gracioso? — pregunto molesta. —Nada, nada— contesta Fernando aun risueño. Incómoda y molesta por la risa burlona de Fernando exploto diciendo: —Ten el valor de decirme que es lo gracioso porque no estás ahí triste, te estás riendo y bastante cómodo que te ves— —Me parece muy gracioso que te estés comiendo algo que aparentemente no te gusta y que tú seas quien no tiene el valor de decir que prefiere algo más, pero si el valor de enfrentarme a mí— contesta Fernando. —Para mí no tiene gracia— enojada no encuentro que más decir.
—Está caminando por la habitación normal, como si no pasara nada, su miembro está erecto, ni siquiera lo cubre con una toalla— pienso escandalizada. Luchando contra el deseo de ver por ese agujero, la curiosidad le gana a mi castidad. No sé en qué está pensando, pero entra al baño, deja la puerta abierta y puedo verlo tocándose, no distingo bien si la entre pierna o el abdomen tan definido que tiene. Muerdo mis labios y trago el agua del placer que me da observarlo, no sabía que esto sería tan placentero. Contra la pared están mis pechos, una pared de madera con un agujero para ver todo. De pronto llega un pensamiento muy lógico a mi mente. —Fernando conoce esta casa como la palma de su mano, debe saber que hay un hueco en esta pared y que podría verlo ¿Será que ya me descubrió y se toca a propósito? — Aturdida por este pensamiento dejo la pared y aquel a