—Está caminando por la habitación normal, como si no pasara nada, su miembro está erecto, ni siquiera lo cubre con una toalla— pienso escandalizada.
Luchando contra el deseo de ver por ese agujero, la curiosidad le gana a mi castidad.
No sé en qué está pensando, pero entra al baño, deja la puerta abierta y puedo verlo tocándose, no distingo bien si la entre pierna o el abdomen tan definido que tiene. Muerdo mis labios y trago el agua del placer que me da observarlo, no sabía que esto sería tan placentero.
Contra la pared están mis pechos, una pared de madera con un agujero para ver todo. De pronto llega un pensamiento muy lógico a mi mente.
—Fernando conoce esta casa como la palma de su mano, debe saber que hay un hueco en esta pared y que podría verlo ¿Será que ya me descubrió y se toca a propósito? —
Aturdida por este pensamiento dejo la pared y aquel a
Muero del susto al ver qué mi ojo se cruza con el que está en el agujero, quito rápidamente la mirada y me pongo contra la pared, de espaldas a la pared con la mano en la cabeza. Del otro lado escucho una voz que dice “entonces me quieres observar”. Es la voz de Fernando quien me ha descubierto y parece disfrutarlo, yo muero de susto, pero escucho carcajadas del otro lado y me invade la vergüenza con el amor propio. ¡Nunca me había sentido tan humillada, ser descubierta al acecho! Pienso rápido y contesto: —Para darte cuenta de que te quiero observar, y que mi ojo estaba ahí tuviste que poner el tuyo entonces estamos en igualdad de condiciones, también has querido observarme y suelto una carcajada— —¡Estás loca! Con tantas mujeres en fila para elegir ¿Por qué tendría que espiarte a ti? Ni siquiera puedes admitir qué me espiabas— Fernando enojado me contes
—¡Con que inseparables de pequeños! — Pensé en mis adentros. Mónica se acerca a mí y me abraza como si me conociera de toda la vida. Debo admitir que es de muy buen parecer, cualquier hombre mataría por ella, porque no solo es alta, delgada y de tez clara, además tiene ojos verdes que hipnotizan y una cabellera larga y negra. Lo extraño sobre Mónica es su necesidad de que la amen y de mostrarse como una niña buena, pero me doy cuenta de que no es honesta. —Amada Ericka, sé que nos llevaremos muy bien. Deberías venir a visitarme para mostrarte los mejores caballos del pueblo— con mucha dulzura fingida me invita. —Gracias Mónica por tanta amabilidad, pero no soy amante de los caballos— respondo. No sólo es una hipócrita, también se cree la gran cosa. Es de estas mujeres bonitas que presumen su belleza. Me pregunto por qué no será novia de Fernando.
Pasamos algunos caminos y llegamos a un lugar hermoso, con un río en forma de cascada, el agua es tan cristalina que realmente parece sacado de otro mundo. Algo tan hermoso y al alcance de los pueblerinos. —Este río es una pieza emblemática, según mis ancestros nuestro apellido viene de ahí, gracias a que en nuestras tierras hay muchos riachuelos y por eso comenzó a decirse de nosotros en boca de todos que somo Los del Río, refiriéndose a que hay muchos ríos en nuestras tierras. Para mí es muy importante conservar nuestra esencia y no explotar ni dañar nuestros recursos naturales tan preciosos ¿No crees que esto vale la pena que sea conservado? — explica Fernando y espera una respuesta a mi pregunta. —Es hermoso este lugar, debemos conservarlo— contesto. —No quiero explotar las tierras y dañar el suelo. Quiero que todo se conserve como está— expresa. —Entiendo— contesto. <
No entiendo a esta mujer, muy educada, muy fina, muy fuerte, pero parece que está loca por enamorarse. Yo quiero sexo, lujuria, placer, coito y todo lo que el gozo de mi carne pueda encontrar, por eso es por lo que no puedo estar con ella porque es capaz de volverse loca y enamorarse como Mónica que no me deja respirar y no entiende que no hay nada de amor entre nosotros. Me dirijo por mi instinto animal, por mis ganas de placer, no sé qué la inspira a ella, pero no parece que sea pasar el rato. Luego reclamándome por qué me detuve cuando le besaba, si no le importara no lo preguntaría. Es de esas mujeres que se interesan. Ahora debo llevarla a la ciudad, al fin no tendré que soportar verla y no tenerla en mi cama. Es una tentación una mujer tan sola en la casa y yo con tanto brío. Un camino silencioso, por lo visto eso será si no digo algo. —Eres virgen
Pegados cuerpo a cuerpo, un bulto en mi entrepierna me delata. Siento como Ericka se asusta, pero no sé despega. Se mueve un poco y esto me excita más. No puedo evitarlo, me he contenido demasiado y ahora todo apunta a que me complazca con ella. No haré nada que ella no pida a gritos, nada que no desee con cada fibra de su cuerpo. Mientras la abrazo por detrás, mis manos son una valla en su cintura. Dejo caer mis labios en su hombro y respiro en su piel. No recibo ninguna queja y esto es un boleto para continuar.
Cansados, sudados, quemados por el sol, finalmente llegamos al pequeño pueblo. Una señora muy amable, pero de aspecto misterioso nos recibe en su casa. —Ustedes hacen una pareja hermosa. Tendrán obstáculos, pero no podrán separarse nunca. Beban agua y coman un poco de pan, es todo lo que puedo ofrecerles además de una silla— dice la señora mirándonos fijamente. No sé si tiene algún tipo de creencia religiosa o qué, pero parece muy segura de su profecía. Tomamos agua y el poco de pan que nos sirve. —No somos pareja, sólo iba de camino a llevarla a su casa y tuvimos un accidente— le contesto. —Un accidente que los rescató de perderse la noche tan especial que tuvieron— contesta. Pasmados porque esta mujer habla con autoridad como si supiera lo que pasó entre nosotros, no contestamos o refutamos sus palabras. —Queremos llamar para que nos vengan a buscar— dice Ericka a la señora. —No tienen que llamar, ya es
Sé que Fernando es un buen hombre, aunque quiere aparentar ser sólo carnal y que no quiere enamorarse. Nuestra primera vez fue especial, sentí que explotaba de placer además me entregué por completo y sin censura. En la mesa mientras comemos cómo lo que somos, dos personas con más de veinticuatro horas sin degustar buena comida, los dedos de Fernando me invitan a encontrarnos más tarde. Algo dentro de mí se enciende, quiero experimentar nueva vez aquel momento tan especial. Terminamos de cenar, nos miramos a los ojos y nos invitamos a retirarnos de la mesa. Fernando está a punto de pararse de la mesa cuando en ese instante se escucha que alguien llama a la puerta. Cómo ya está prácticamente parado, se ofrece a abrir. Mientras hace eso estoy tomando un poco de agua. —Buenas noches, vengo por Ericka, soy Marcus—
—¿Qué quieres Ericka? — pregunta. —Eso quiero saber yo ¿Qué es lo que quieres Fernando? Pareciera que estas celoso de Marcus porque se supone que no te enamoras y es sólo sexo, pero mira cómo te pones. Ya dije que es sólo un amigo y no me quieres creer ¿A qué viene esa furia? — descargo mis interrogantes. —Mi único problema es la exclusividad. Si vas a estar conmigo no debes estar con nadie más, ni hablar con nadie que tenga intenciones de una relación contigo— contesta. —Sabes que era virgen, que has sido el primero, entonces no comprendo que estás diciendo— comento. —Perfecto, te explico. En el hipotético caso de que estés conmigo en intercambios sexuales, no debes estar con nadie más. Dices que soy el primero pero no quiero sólo el exclusivo del sexo, también de tus besos y caricias. No debes compartir con nadie cosas íntimas porque dañaran nuestros encuentros. Debo ser el ú