No entiendo a esta mujer, muy educada, muy fina, muy fuerte, pero parece que está loca por enamorarse. Yo quiero sexo, lujuria, placer, coito y todo lo que el gozo de mi carne pueda encontrar, por eso es por lo que no puedo estar con ella porque es capaz de volverse loca y enamorarse como Mónica que no me deja respirar y no entiende que no hay nada de amor entre nosotros.
Me dirijo por mi instinto animal, por mis ganas de placer, no sé qué la inspira a ella, pero no parece que sea pasar el rato. Luego reclamándome por qué me detuve cuando le besaba, si no le importara no lo preguntaría. Es de esas mujeres que se interesan.
Ahora debo llevarla a la ciudad, al fin no tendré que soportar verla y no tenerla en mi cama. Es una tentación una mujer tan sola en la casa y yo con tanto brío.
Un camino silencioso, por lo visto eso será si no digo algo.
—Eres virgen
Pegados cuerpo a cuerpo, un bulto en mi entrepierna me delata. Siento como Ericka se asusta, pero no sé despega. Se mueve un poco y esto me excita más. No puedo evitarlo, me he contenido demasiado y ahora todo apunta a que me complazca con ella. No haré nada que ella no pida a gritos, nada que no desee con cada fibra de su cuerpo. Mientras la abrazo por detrás, mis manos son una valla en su cintura. Dejo caer mis labios en su hombro y respiro en su piel. No recibo ninguna queja y esto es un boleto para continuar.
Cansados, sudados, quemados por el sol, finalmente llegamos al pequeño pueblo. Una señora muy amable, pero de aspecto misterioso nos recibe en su casa. —Ustedes hacen una pareja hermosa. Tendrán obstáculos, pero no podrán separarse nunca. Beban agua y coman un poco de pan, es todo lo que puedo ofrecerles además de una silla— dice la señora mirándonos fijamente. No sé si tiene algún tipo de creencia religiosa o qué, pero parece muy segura de su profecía. Tomamos agua y el poco de pan que nos sirve. —No somos pareja, sólo iba de camino a llevarla a su casa y tuvimos un accidente— le contesto. —Un accidente que los rescató de perderse la noche tan especial que tuvieron— contesta. Pasmados porque esta mujer habla con autoridad como si supiera lo que pasó entre nosotros, no contestamos o refutamos sus palabras. —Queremos llamar para que nos vengan a buscar— dice Ericka a la señora. —No tienen que llamar, ya es
Sé que Fernando es un buen hombre, aunque quiere aparentar ser sólo carnal y que no quiere enamorarse. Nuestra primera vez fue especial, sentí que explotaba de placer además me entregué por completo y sin censura. En la mesa mientras comemos cómo lo que somos, dos personas con más de veinticuatro horas sin degustar buena comida, los dedos de Fernando me invitan a encontrarnos más tarde. Algo dentro de mí se enciende, quiero experimentar nueva vez aquel momento tan especial. Terminamos de cenar, nos miramos a los ojos y nos invitamos a retirarnos de la mesa. Fernando está a punto de pararse de la mesa cuando en ese instante se escucha que alguien llama a la puerta. Cómo ya está prácticamente parado, se ofrece a abrir. Mientras hace eso estoy tomando un poco de agua. —Buenas noches, vengo por Ericka, soy Marcus—
—¿Qué quieres Ericka? — pregunta. —Eso quiero saber yo ¿Qué es lo que quieres Fernando? Pareciera que estas celoso de Marcus porque se supone que no te enamoras y es sólo sexo, pero mira cómo te pones. Ya dije que es sólo un amigo y no me quieres creer ¿A qué viene esa furia? — descargo mis interrogantes. —Mi único problema es la exclusividad. Si vas a estar conmigo no debes estar con nadie más, ni hablar con nadie que tenga intenciones de una relación contigo— contesta. —Sabes que era virgen, que has sido el primero, entonces no comprendo que estás diciendo— comento. —Perfecto, te explico. En el hipotético caso de que estés conmigo en intercambios sexuales, no debes estar con nadie más. Dices que soy el primero pero no quiero sólo el exclusivo del sexo, también de tus besos y caricias. No debes compartir con nadie cosas íntimas porque dañaran nuestros encuentros. Debo ser el ú
Luego de un rico baño y un día que me ha dejado agotada, lo único atractivo es ir a la cama, pero debo admitir que si lo hiciera acompañada sería mucho mejor. No puedo evitar sentir que fui muy brusca hace un rato, mucho empoderamiento, pero ahora me estoy arrepintiendo. —¡Qué bien! No puedo ser más idiota en esto de las relaciones— exclamo reclamándome. El mueble que tapa el hueco me está gritando que lo quite para ver lo que está del otro lado. Camino para y quitarlo y me devuelvo. Doy muchas vueltas, muerdo mis labios, imagino a Fernando ahí todo desnudo leyendo, pero quiero ser fuerte y no mirar. Para distraerme peino mi cabello, me coloco unas pantaletas sensuales, con un fino hilo que entra en mis glúteos, coloco una bata con tela fina para dejar al descubierto todo sin estar desnuda por completo. Al mirarme al espejo sólo logro pensar en cosa
Muevo los brazos para intentar liberarme y no logro nada. Con una cinta en las manos Fernando se acerca, está vendando mis ojos. —¡No, por favor no! Déjame ver— suplico asustada. —No tienes nada de qué preocuparte, no ocurrirá nada que no quieras, pero debes confiar en mí— Fernando intenta convencerme. —Sería mejor que me dejes ver y me desates— insisto aterrada. —¡qué! Tranquila, te prometo que te gustará, sólo relájate. Respira, inhala y exhala. Ya verás y si no te gusta jamás lo volvemos a intentar— asegura. Puedo sentir cómo sus manos se deslizan subiendo la bata hasta mi cuello, dejando al descubierto mi cuerpo. Con sus dedos juega un poco con mis pantaletas, escurre sus dedos por la silueta de la cintura en forma horizontal, de derecha a izquierda. Esto me hace olvidar que estoy atada y logra emocionarme. Cuando se tienen los ojos vendados los demás
Apresurado, Fernando come rápido una pieza de pan y toma su café. —Ericka, me doy un baño rápidamente y en unos minutos nos podremos ir si te parece bien— dice mientras se retira a su habitación a bañarse. Asiento con mi cabeza en aprobación de sus palabras y calmadamente termino mi sándwich, leo algunos mensajes de mi celular y trato de relajarme. He estado desconectada del mundo estos días, mis amigos y familiares me escriben preocupados porque me tomé un espacio. No me había dado cuenta, pero prácticamente no toco el celular. Terminando de comer y tomar un vaso de rico jugo de naranja, camino hasta la sala a esperar a Fernando. Me voy como vine, sin nada más que mi cartera. En mis planes no estaba la aventura que he vivido. Siento hasta nostalgia porque me tengo que ir, desearía unos días más. A la sala entra un aroma que reconozco, es el perfume de Fe
La vista desde la mesa que tenemos es hermosa, todo el lugar lo es, hay música de fondo con volumen bajo, pero que logra deleitarnos con buena voz e instrumentos tocando armónicamente. Sé que es poco, sin embargo, estoy sintiendo que somos una relación normal, que de hecho se podría llamar relación. ¡Esta es nuestra primera cita! ¡Hay vida además del sexo! Qué bueno tener la oportunidad de conocerlo. Ya sé que sabe vestirse para la ocasión y que es amante de los buenos aromas. Es tan indeciso como yo y le gusta comer prácticamente de todo. No creo que yo pueda con una relación sin enamorarme, es difícil no hacerlo. En la mesa veo a un hombre hasta un poco asustado, no acostumbra a estar en estos ambientes. Mirando alrededor vemos personas vendadas y nos resulta fascinante. El mesero nos trae de entrada pan aparentemente tostadas, con aceite y oliva y una salsa con la que podemos aderezar. Devoramos e