Soy Fernando del Río, me encanta la pesca, desde niño aprendí con mi familia y mientras estoy en el rio, precisamente hoy tengo que ver a esta chica caminando en tacones. Pienso en mis adentros: “Sólo a una loca se le ocurre estar caminando en tacones por las piedras de estos caminos”.
No puedo decir nada con seguridad, pero con la experiencia que tengo, a mis treinta años puedo notar que a esta señora más allá de mi imaginación, le gusta llamar la atención, pero a mí que no me subestime porque me parece patético su atuendo.
Se está acercando a mí, no entiendo para qué si a esta señora se le nota que no es nada humilde.
—Disculpe usted, dígame por dónde queda la Hacienda del Río— con tono alto solicita mi ayuda.
—¿Qué tiene pendiente en aquella hacienda, señora? — le pregunto.
—Mucho cuidado con lo de señora, es señorita y soy muy joven para eso de señora— contesta.
—Esa no fue mi pregunta, señora, digo señorita—
—Soy la nueva dueña del lugar y quiero ir a ver mis propiedades— contesta.
—Señora, con todo el respeto que se merece ¿Cómo que nueva dueña? La Hacienda del Río nunca ha estado a la venta, es propiedad de los del Río desde hacen miles de años—
—Mire señor, hágame el favor de indicarme dónde está o sigo mi camino y lo descubro yo misma. No tengo porqué mentirle y mucho menos darle explicaciones—
No sé qué se cree está, pero si está acostumbrada a tratar a la gente con desprecio está equivocada de persona.
—Quizás está acostumbrada a tratar a los demás como b****a, pero déjeme y le digo que está actuando como loca diciendo ser dueña de un lugar que no le pertenece, yo soy Fernando del Río, heredero y dueño de la Hacienda del Río, mi padre nunca vendería nuestra propiedad y menos sin decírmelo—
—Pues debe comunicarse con su padre porque al parecer la vendió sin avisarle— responde mientras me da la espalda.
Comienza a caminar con sus tacones entre las piedras y yo vocifero:
—Es imposible que sea cierto lo que me dice, así mismo pue’ recoja sus tacones y largo de aquí dueña de todos los reinos del planeta—
Va caminando y se voltea a ver para respóndeme:
—Señor, es usted muy grosero, gracias por su ayuda—
Cómo es posible que está mujer se acerque y esté de igualada como si no conociera el respeto. Lo que faltaba, que una loca ahora venga a creerse dueña de la hacienda de mi familia, la que ha sido nuestra por miles de años según cuentan mis ancestros.
Por ahí anda mucha gente que debe estar loca y confundida. Yo soy el único heredero de esa propiedad, durante años el mayor de los hijos administra el lugar cuando el padre se retira.
Ahora vino a algo ella, a arruinarme la pesca, no atrapo ni un pescado, yo que quiero una comida de pesca fresca, de las manos de mi madre, Eva del Río cocina el mejor pescado en todo el pueblo de Valiente, además de ser la señora más amable de este lugar. Diferente de mi padre que es un señor un poco flexible, de campo y con sus propias reglas, ese es Carlos del Río.
Mis hermanos son muy buena gente, se han casado antes que yo, pero qué puedo decir, no es fácil encontrar al amor. A mis hermanos y a mí nos criaron con muchos valores y principios, los mismos que me dejan a cargo de la hacienda de la familia.
Los terrenos son gerencia de mi familia por lo que mis hermanos Isabel y Rodrigo siempre me estarán ayudando.
Algún día seré un hombre, me casaré y tendré hijos, el mayor me heredara al mando de la hacienda.
La presencia de esa mujer me trajo mala suerte en mi pesca o quizás escucharla me puso de mala sangre. Si va donde mi madre con esa historia de que es la dueña de la hacienda no traerá más que problemas.
Voy casa a ver qué se le ocurre a mamá para cenar, en el camino veo que también va la señorita que estaba en río, no entiendo que pretende caminando con tacones a estas alturas, pero ella sabrá.
Voy cabalgando a mi caballo Esmeralda y ni loco le ofrezco llevarla, con esa ropa no podría ni subirse. Ya en casa después de la cabalgata sólo pienso que si la señorita está buscando esta hacienda se llevará a una gran sorpresa porque no le pertenece.
Saludo a todos al llegar, a mis hermanos, a mi padre y a mi madre, cruzo la puerta del frente que da lugar a la sala y me dirijo a la cocina. Mi madre sigue mis pasos para ofrecerme algo de comer y beber. Mi madre pregunta:
¿Cómo estuvo la pesca hijo? ¿Cómo te ha ido hoy? Veo que vienes sin ningún pescado—
—Es que madre me ha ido fatal, estaba pescando, pero creo que se ahuyentaron los peces porque una mujer engreída se acercó a preguntarme donde estaba nuestra hacienda, yo sin entender porque anda vestida tan elegante y en tacones traté de ser buena gente, pero ella con sus aires de superioridad insistió en ser la dueña de esta hacienda. Además ¡Quién anda en tacones cruzando por dónde hay un camino de piedras! Una persona como ella, aparentemente de ciudad que no conoce la vestimenta adecuada para el campo, y para colmo camisa de tela con falda, maquillada y el pelo desamarrado, para nada una mujer de campo. Dijo que quería saber dónde estaba nuestra hacienda—
—Hijo, pero ¿Por qué no le dijiste? Debiste ser más cortes, yo no te eduqué así y con las mujeres hay que tener más delicadeza— mi madre me regaña.
—Lo siento es que es muy desagradable el asunto, viene a preguntarme dónde está nuestra hacienda y cuando le contesto que está equivocada, se molesta porque ella cree tener la razón y además se cree ser perfecta—
—Hijo, si no te conociera diría que esa señora te causo mucha intriga—
—Mamá, ni siquiera se su nombre ni me interesa saberlo—
Mi madre siempre trata de buscarme novia, yo no estoy en eso porque las mujeres hablan otro idioma que no conozco. El día que me enamore, seguro que no será de una loca que se crea la más hermoso del planeta. —Mire madre, a mi ella lo que me causó fue mucho coraje, porque se cree que por venir de la ciudad con ropa cara al ver a un campesino pescando en ropa sucia, eso le hace superior a mí— expreso mi descontento a mi madre y agrego: —La gente como ella no merece mi respeto, es más si la vuelvo a ver preferiría no hablarle porque ni siquiera merece que le dirija la palabra— Mientras estamos conversando mi madre y yo sobre todo lo ocurrido, escuchamos a alguien decir “buenas tardes”. —¿Mamá esperas a alguien? Escucho un saludo que viene de enfrente— —No, no mijo yo no espero a nadie. Vamos a ver de quien se trata, podría ser la vecina que viene a traer algo— responde mi
Las conversaciones de mi madre me envolvieron, dejé que mi padre y su invitada hicieran su recorrido y no los interrumpí. Voy a mi habitación y me doy un baño, elimino todo el sudor y suciedad que me provocó estar en el río. Los minutos pasan rápido y se convierten en horas, no he escuchado nada nuevo sobre nuestra socia. ¡Vaya que es una hermosa chica la nueva socia! Una mente que no está en nada más que pensando en la invitada de honor, que detesto por creerse superior, pero no puedo ignorar su hermoso cuerpo. Quizás no está bien lo que estoy haciendo, desnudándola en mi mente, pero soñar despierto siempre se me ha dado bien. Erika Viccini, así se llama, pero su sensualidad no se queda atrás. Al verla un poco más de cerca no me enojó tanto como en el encuentro que tuvimos en el río, por un momento mi mente se fue lejos y pensó en un escenario que quizás nunca suceda.<
Eva del Río cocinó una rica sopa acompañada con pan y carne. Para mí, una chica de ciudad, acostumbrada a llevar una dieta rica en frutas y vegetales, ésta cena me parece algo diferente. Fernando mientras come, dibuja en su rostro una sonrisa burlona. —¿Qué te hace tanta gracia? ¿Qué es lo gracioso? — pregunto molesta. —Nada, nada— contesta Fernando aun risueño. Incómoda y molesta por la risa burlona de Fernando exploto diciendo: —Ten el valor de decirme que es lo gracioso porque no estás ahí triste, te estás riendo y bastante cómodo que te ves— —Me parece muy gracioso que te estés comiendo algo que aparentemente no te gusta y que tú seas quien no tiene el valor de decir que prefiere algo más, pero si el valor de enfrentarme a mí— contesta Fernando. —Para mí no tiene gracia— enojada no encuentro que más decir.
—Está caminando por la habitación normal, como si no pasara nada, su miembro está erecto, ni siquiera lo cubre con una toalla— pienso escandalizada. Luchando contra el deseo de ver por ese agujero, la curiosidad le gana a mi castidad. No sé en qué está pensando, pero entra al baño, deja la puerta abierta y puedo verlo tocándose, no distingo bien si la entre pierna o el abdomen tan definido que tiene. Muerdo mis labios y trago el agua del placer que me da observarlo, no sabía que esto sería tan placentero. Contra la pared están mis pechos, una pared de madera con un agujero para ver todo. De pronto llega un pensamiento muy lógico a mi mente. —Fernando conoce esta casa como la palma de su mano, debe saber que hay un hueco en esta pared y que podría verlo ¿Será que ya me descubrió y se toca a propósito? — Aturdida por este pensamiento dejo la pared y aquel a
Muero del susto al ver qué mi ojo se cruza con el que está en el agujero, quito rápidamente la mirada y me pongo contra la pared, de espaldas a la pared con la mano en la cabeza. Del otro lado escucho una voz que dice “entonces me quieres observar”. Es la voz de Fernando quien me ha descubierto y parece disfrutarlo, yo muero de susto, pero escucho carcajadas del otro lado y me invade la vergüenza con el amor propio. ¡Nunca me había sentido tan humillada, ser descubierta al acecho! Pienso rápido y contesto: —Para darte cuenta de que te quiero observar, y que mi ojo estaba ahí tuviste que poner el tuyo entonces estamos en igualdad de condiciones, también has querido observarme y suelto una carcajada— —¡Estás loca! Con tantas mujeres en fila para elegir ¿Por qué tendría que espiarte a ti? Ni siquiera puedes admitir qué me espiabas— Fernando enojado me contes
—¡Con que inseparables de pequeños! — Pensé en mis adentros. Mónica se acerca a mí y me abraza como si me conociera de toda la vida. Debo admitir que es de muy buen parecer, cualquier hombre mataría por ella, porque no solo es alta, delgada y de tez clara, además tiene ojos verdes que hipnotizan y una cabellera larga y negra. Lo extraño sobre Mónica es su necesidad de que la amen y de mostrarse como una niña buena, pero me doy cuenta de que no es honesta. —Amada Ericka, sé que nos llevaremos muy bien. Deberías venir a visitarme para mostrarte los mejores caballos del pueblo— con mucha dulzura fingida me invita. —Gracias Mónica por tanta amabilidad, pero no soy amante de los caballos— respondo. No sólo es una hipócrita, también se cree la gran cosa. Es de estas mujeres bonitas que presumen su belleza. Me pregunto por qué no será novia de Fernando.
Pasamos algunos caminos y llegamos a un lugar hermoso, con un río en forma de cascada, el agua es tan cristalina que realmente parece sacado de otro mundo. Algo tan hermoso y al alcance de los pueblerinos. —Este río es una pieza emblemática, según mis ancestros nuestro apellido viene de ahí, gracias a que en nuestras tierras hay muchos riachuelos y por eso comenzó a decirse de nosotros en boca de todos que somo Los del Río, refiriéndose a que hay muchos ríos en nuestras tierras. Para mí es muy importante conservar nuestra esencia y no explotar ni dañar nuestros recursos naturales tan preciosos ¿No crees que esto vale la pena que sea conservado? — explica Fernando y espera una respuesta a mi pregunta. —Es hermoso este lugar, debemos conservarlo— contesto. —No quiero explotar las tierras y dañar el suelo. Quiero que todo se conserve como está— expresa. —Entiendo— contesto. <
No entiendo a esta mujer, muy educada, muy fina, muy fuerte, pero parece que está loca por enamorarse. Yo quiero sexo, lujuria, placer, coito y todo lo que el gozo de mi carne pueda encontrar, por eso es por lo que no puedo estar con ella porque es capaz de volverse loca y enamorarse como Mónica que no me deja respirar y no entiende que no hay nada de amor entre nosotros. Me dirijo por mi instinto animal, por mis ganas de placer, no sé qué la inspira a ella, pero no parece que sea pasar el rato. Luego reclamándome por qué me detuve cuando le besaba, si no le importara no lo preguntaría. Es de esas mujeres que se interesan. Ahora debo llevarla a la ciudad, al fin no tendré que soportar verla y no tenerla en mi cama. Es una tentación una mujer tan sola en la casa y yo con tanto brío. Un camino silencioso, por lo visto eso será si no digo algo. —Eres virgen