Mi madre siempre trata de buscarme novia, yo no estoy en eso porque las mujeres hablan otro idioma que no conozco. El día que me enamore, seguro que no será de una loca que se crea la más hermoso del planeta.
—Mire madre, a mi ella lo que me causó fue mucho coraje, porque se cree que por venir de la ciudad con ropa cara al ver a un campesino pescando en ropa sucia, eso le hace superior a mí— expreso mi descontento a mi madre y agrego:
—La gente como ella no merece mi respeto, es más si la vuelvo a ver preferiría no hablarle porque ni siquiera merece que le dirija la palabra—
Mientras estamos conversando mi madre y yo sobre todo lo ocurrido, escuchamos a alguien decir “buenas tardes”.
—¿Mamá esperas a alguien? Escucho un saludo que viene de enfrente—
—No, no mijo yo no espero a nadie. Vamos a ver de quien se trata, podría ser la vecina que viene a traer algo— responde mi madre.
Cuando vamos a la sala para mí sorpresa ahí estaba aquella señorita perfección hablando con mi padre, les interrumpo y digo:
—Papá, pero ¿De qué se trata esto? —
—De nada mijo, ven que presento a la señorita Ericka Viccini, la nueva socia de la Hacienda del Río— dice mi padre.
En la sala mi madre y yo nos sorprendemos por completo, no sabíamos nada sobre esto.
—¿Cómo que la nueva socia de la hacienda? No sabía que habías vendido nada ni que teníamos ni necesitábamos a una socia ¿Cuándo pensabas decirle a tu familia? — reclamo.
La cara de mi madre de sorpresa y temor porque nadie le habla así a mi padre. Me hace señas de que baje la voz, pero no escucho. Es evidente que nadie en casa sabía sobre esto.
—Pues, así como lo oyes soy Ericka Viccini, soy tan dueña de esta hacienda como tu padre, por lo tanto, soy tan dueña como tú. Vengo de la ciudad de Riverside con intenciones de invertir en negocios lucrativos para todos. Mi familia es dueña de muchos negocios diversos que van desde hoteles a edificios y yo he estudiado negocios internaciones durante años, además de la experiencia familiar. Soy buena candidata, me atrevo a decir que la indicada para ser socia de tu padre— con tono de superioridad.
—Mire señorita mi padre le habrá vendido la idea de que será socia de esta hacienda, pero usted y yo nunca trabajaremos juntos ni seremos socios de nada. Como podrá ver la administración de esta hacienda en poco tiempo pasará a mis manos y usted no será parte de ella— le enfrento sin titubeos.
—Fernando del Río, te recuerdo y te aclaro que mientras tanto la administración de esta hacienda este en mis manos yo tomo las decisiones, y mientras esté vivo yo sigo siendo el dueño por lo que mi voluntad tiene validez y tendrás que aceptarlo hasta el día de mi muerte. Tienes que aceptar que los dos somos socios y que he vendido los derechos sobre la mitad de todo el terreno, ya he firmado los documentos, los abogados lo están formalizando. La señorita Viccini es nuestro socio y fin de la discusión— responde mi padre lleno de enojo.
—No sé preocupe señor del Río, su hijo aprenderá a comportarse o de lo contrario no podremos hacer negocios— comenta Ericka.
—Se comportará, por supuesto que va a aprender a comportarse, usted no se preocupe, déjemelo a mí ¡Vayamos al patio podemos hacer un recorrido por la hacienda y mostrarle todo lo que tenemos! — dice mi padre.
Están saliendo de la casa y van a recorrer la hacienda, mi padre mutiló mis opiniones y me he quedado con una furia que quisiera romper todo lo que está a mi alcance. Mi respiración es tan profunda que a apenas puedo respirar el aire que entra a mis pulmones, porque es tanta la rabia que alimenta mi enojo ya que no entiendo cómo es que mi padre toma esta clase de decisiones sin decirle a nadie.
—Hijo mío, no estés enojado con tu padre que seguro lo ha hecho por el bien de nuestra familia— mi madre coloca su mano en mi hombro tratando de consolarme con esas palabras.
—No lo defiendas mamá, vender la hacienda no ha sido una buena jugada y aun siéndolo su deber es comunicarse con su familia que se rompe el lomo cada día para mantener esto en pie. El siempre hace lo que quiere, nunca nos consulta nada y mucho menos a mí, parece que entiende que no estoy en la capacidad de manejar el lugar—
—No digas eso y ven que te preparo un café para que vayas a darte un baño y más adelante converses de esto con tu padre— trata de confortarme.
—¡Ella quién se cree que es! Yo no soy un muchacho, soy Fernando del Río, sé montar caballo, trabajar la tierra, pescar, construyo viviendas si es necesario, soy ordenado también, he rescatado ovejas y hasta he peleado con leones por mis animales y está niñita viene a creer que es una experta en el campo y que puede administrar esta Hacienda quitándome la mitad de lo que me pertenece—
—Hijo, tiendes a ser muy brusco, pero sé que tienes buenos sentimientos, ten paciencia por favor, y trata bien a señorita porque si tú padre ha permitido que sea socia es porque entiende que nos va a ir bien con ella— con voz dulce Eva del Río aconseja.
—Mire mamá, ahora mismo tendrán que darme una explicación porque esto debe tener un motivo, la gente no vende por vender—
—Mejor tomate el café y ve bañarte que no pescaste pescados, pero si una buena ensuciada—
—Está bien madre tomaré el café, pero no iré a bañarme sin que me escuchen, tendrán que explicarme que está ocurriendo aquí—
—Tienes que ser más paciente y llevarte de los consejos de tu madre, este no es el momento para que enfrentes a tu padre y menos frente a visitas como la de la señorita Viccini. Empeoraras las cosas si haces eso— aconseja.
Las conversaciones de mi madre me envolvieron, dejé que mi padre y su invitada hicieran su recorrido y no los interrumpí. Voy a mi habitación y me doy un baño, elimino todo el sudor y suciedad que me provocó estar en el río. Los minutos pasan rápido y se convierten en horas, no he escuchado nada nuevo sobre nuestra socia. ¡Vaya que es una hermosa chica la nueva socia! Una mente que no está en nada más que pensando en la invitada de honor, que detesto por creerse superior, pero no puedo ignorar su hermoso cuerpo. Quizás no está bien lo que estoy haciendo, desnudándola en mi mente, pero soñar despierto siempre se me ha dado bien. Erika Viccini, así se llama, pero su sensualidad no se queda atrás. Al verla un poco más de cerca no me enojó tanto como en el encuentro que tuvimos en el río, por un momento mi mente se fue lejos y pensó en un escenario que quizás nunca suceda.<
Eva del Río cocinó una rica sopa acompañada con pan y carne. Para mí, una chica de ciudad, acostumbrada a llevar una dieta rica en frutas y vegetales, ésta cena me parece algo diferente. Fernando mientras come, dibuja en su rostro una sonrisa burlona. —¿Qué te hace tanta gracia? ¿Qué es lo gracioso? — pregunto molesta. —Nada, nada— contesta Fernando aun risueño. Incómoda y molesta por la risa burlona de Fernando exploto diciendo: —Ten el valor de decirme que es lo gracioso porque no estás ahí triste, te estás riendo y bastante cómodo que te ves— —Me parece muy gracioso que te estés comiendo algo que aparentemente no te gusta y que tú seas quien no tiene el valor de decir que prefiere algo más, pero si el valor de enfrentarme a mí— contesta Fernando. —Para mí no tiene gracia— enojada no encuentro que más decir.
—Está caminando por la habitación normal, como si no pasara nada, su miembro está erecto, ni siquiera lo cubre con una toalla— pienso escandalizada. Luchando contra el deseo de ver por ese agujero, la curiosidad le gana a mi castidad. No sé en qué está pensando, pero entra al baño, deja la puerta abierta y puedo verlo tocándose, no distingo bien si la entre pierna o el abdomen tan definido que tiene. Muerdo mis labios y trago el agua del placer que me da observarlo, no sabía que esto sería tan placentero. Contra la pared están mis pechos, una pared de madera con un agujero para ver todo. De pronto llega un pensamiento muy lógico a mi mente. —Fernando conoce esta casa como la palma de su mano, debe saber que hay un hueco en esta pared y que podría verlo ¿Será que ya me descubrió y se toca a propósito? — Aturdida por este pensamiento dejo la pared y aquel a
Muero del susto al ver qué mi ojo se cruza con el que está en el agujero, quito rápidamente la mirada y me pongo contra la pared, de espaldas a la pared con la mano en la cabeza. Del otro lado escucho una voz que dice “entonces me quieres observar”. Es la voz de Fernando quien me ha descubierto y parece disfrutarlo, yo muero de susto, pero escucho carcajadas del otro lado y me invade la vergüenza con el amor propio. ¡Nunca me había sentido tan humillada, ser descubierta al acecho! Pienso rápido y contesto: —Para darte cuenta de que te quiero observar, y que mi ojo estaba ahí tuviste que poner el tuyo entonces estamos en igualdad de condiciones, también has querido observarme y suelto una carcajada— —¡Estás loca! Con tantas mujeres en fila para elegir ¿Por qué tendría que espiarte a ti? Ni siquiera puedes admitir qué me espiabas— Fernando enojado me contes
—¡Con que inseparables de pequeños! — Pensé en mis adentros. Mónica se acerca a mí y me abraza como si me conociera de toda la vida. Debo admitir que es de muy buen parecer, cualquier hombre mataría por ella, porque no solo es alta, delgada y de tez clara, además tiene ojos verdes que hipnotizan y una cabellera larga y negra. Lo extraño sobre Mónica es su necesidad de que la amen y de mostrarse como una niña buena, pero me doy cuenta de que no es honesta. —Amada Ericka, sé que nos llevaremos muy bien. Deberías venir a visitarme para mostrarte los mejores caballos del pueblo— con mucha dulzura fingida me invita. —Gracias Mónica por tanta amabilidad, pero no soy amante de los caballos— respondo. No sólo es una hipócrita, también se cree la gran cosa. Es de estas mujeres bonitas que presumen su belleza. Me pregunto por qué no será novia de Fernando.
Pasamos algunos caminos y llegamos a un lugar hermoso, con un río en forma de cascada, el agua es tan cristalina que realmente parece sacado de otro mundo. Algo tan hermoso y al alcance de los pueblerinos. —Este río es una pieza emblemática, según mis ancestros nuestro apellido viene de ahí, gracias a que en nuestras tierras hay muchos riachuelos y por eso comenzó a decirse de nosotros en boca de todos que somo Los del Río, refiriéndose a que hay muchos ríos en nuestras tierras. Para mí es muy importante conservar nuestra esencia y no explotar ni dañar nuestros recursos naturales tan preciosos ¿No crees que esto vale la pena que sea conservado? — explica Fernando y espera una respuesta a mi pregunta. —Es hermoso este lugar, debemos conservarlo— contesto. —No quiero explotar las tierras y dañar el suelo. Quiero que todo se conserve como está— expresa. —Entiendo— contesto. <
No entiendo a esta mujer, muy educada, muy fina, muy fuerte, pero parece que está loca por enamorarse. Yo quiero sexo, lujuria, placer, coito y todo lo que el gozo de mi carne pueda encontrar, por eso es por lo que no puedo estar con ella porque es capaz de volverse loca y enamorarse como Mónica que no me deja respirar y no entiende que no hay nada de amor entre nosotros. Me dirijo por mi instinto animal, por mis ganas de placer, no sé qué la inspira a ella, pero no parece que sea pasar el rato. Luego reclamándome por qué me detuve cuando le besaba, si no le importara no lo preguntaría. Es de esas mujeres que se interesan. Ahora debo llevarla a la ciudad, al fin no tendré que soportar verla y no tenerla en mi cama. Es una tentación una mujer tan sola en la casa y yo con tanto brío. Un camino silencioso, por lo visto eso será si no digo algo. —Eres virgen
Pegados cuerpo a cuerpo, un bulto en mi entrepierna me delata. Siento como Ericka se asusta, pero no sé despega. Se mueve un poco y esto me excita más. No puedo evitarlo, me he contenido demasiado y ahora todo apunta a que me complazca con ella. No haré nada que ella no pida a gritos, nada que no desee con cada fibra de su cuerpo. Mientras la abrazo por detrás, mis manos son una valla en su cintura. Dejo caer mis labios en su hombro y respiro en su piel. No recibo ninguna queja y esto es un boleto para continuar.