31. Capítulo: Enjaulada

Blanco, el color de las nubes, luz, exceso de luz torturando mis ojos. Me cuesta acostumbrarme al entorno encandilando. Es demasiado, uso mis manos como vicera, termino cubriendo mis ojos por completo. Parpadeo bruscamente, accediendo a la idea de estar viva. La habitación parece de hospital, ¿estoy en una? 

Los recuerdos regresan en hilo, de forma bestial, mis latidos se aceleran provocando un terrible pitido, el sonido viene de la máquina a mi lado. Avisto a una mujer que entra, la enfermera por como viste, intenta calmarme. Solo entonces siento dolor en mi parte baja, también un ardor en mi muñeca, está vendada. 

—No, no... ¡No! Dime que mi bebé está bien, que no ha muerto, por favor... —suplico intentando soltarme de ella.

—Señora Konstantinov, debe calmarse —dice repetidas veces, es absurdo, no puedo tranquilizarme. 

Las lágrimas escapan con rudeza, dibujan la tristeza en mi rostro, lo empapan en

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