El recuerdo llega a mi cabeza y casi lo tiro a la nada con el sonido de pasos en el exterior. Pero no reparo en ese y me centro en esa escena. Ya está de nuevo en mi mente. —Vas a ver qué te va a gustar. Tengo los ojos vendados y Ian sonrisa aflora mis labios, también siento el corazón que va a toda prisa y late a mil por hora, sé por qué lo hace, necesita ir más allá de lo que ya intuye y comprobarlo de una vez por todas, pero es una sorpresa y no puedo hacer nada al respecto. Porque él me va a sorprender, tampoco tengo idea de lo que ha tramado, pero muero de ganas por averiguarlo. En serio, deseo a todos costa dar con eso que está haciendo Alek. —¿Ya vamos a llegar? —en mi voz hay un galón que pintan las ansias, ese nerviosismo se desplaza dentro de mí, como un auto en la vía. Quiero saberlo todo al tiempo que nada. —Casi, no seas tan impaciente —me pide como si eso fuera tan fácil, no podría contener la emoción más. Pero me esfuerzo en hacerlo, realmente peinado en qué podría
—Señor, aquí tiene, ¿se le ofrece otra cosa? —cuestiona, su voz se oye temerosa, todos le temen. —No, vete, solo haz lo que te ordené —dice demandante. La mujer que viste un uniforme de sirvienta, de estatura promedio, pelo castaño y complexión delgada, asiente en todo momento, es incapaz de llevarle la contraria. —Sí, señor, con permiso —acata y se va a la misma velocidad con la que ha entrado. Volvemos a quedar a solas. —Entonces, ¿quieres un poco de agua? —repite con el burlesco gesto dibujado en sus labios finos. Me humilla. ¿Qué más puedo hacer? —S-si… —susurro en el letargo, en mi lugar, le odio y le tengo un profundo resentimiento. —¿Sí? —inquiere otra vez, ¿es que acaso es sordo? Muevo la cabeza confirmando por tercera vez que me urge un vaso de agua. Tranquilo, a paso relajado se me acerca y me inclina el vaso a los labios, abro un poco la boca haciendo que las primeras gotitas se desplacen a través de mi lengua. Mi garganta más seca que un desierto, lo ag
Cuando falta la luz, te acostumbras a la oscuridad, te aferras a las penumbras, porque has aprendido a amar la tiniebla que habita en tu alma gemela. Lo quieres tal como es, resulta inevitable, después de todo es tu mitad y si te apartas, entonces eres una pieza suelta, incompleta. Eso es algo que sucede de forma rápida, dejándome atrapada en los que muchas veces me cuesta escapar, pero ahí esto, ahí sigo porque creo en que el amor todo lo puede, no importa lo difícil que puede ser estar con una persona que te deshace en pedazos y te vuelve nada, él ya no es así. Así avanzas en medio de un peligroso túnel, pero no te importa, porque vas a la par de un latido que se asemeja al tuyo, no interesa nada más cuando el corazón va al ritmo del otro. Es todo que necesitas. Algunas veces me pregunto, ¿cómo puedo amar a un monstruo? La verdad es que no es solo el Lobo, no es simplemente una bestia y cabeza dura, también es el hombre que ha bajado la guardia, me quiere y yo a él con la misma in
—Lo sé, por eso te amo, es que mi mente me apresa y parece que no puedo escapar, Alek, esta situación se está saliendo de control —me siento de súbito en la cama, pero él vuelve a jalarme para que deje la cabeza en su pecho desnudo. —Cierra los ojos y duerme, inténtalo, por favor —pide y yo asiento con la cabeza, tiene toda la razón del mundo. —Bien, gracias por estar en este momento, no sé qué pasaría si me sucede estando sola. Lentamente voy cerrando los ojos y cayendo menos me doy cuenta ya he caído a los brazos de Morfeo. A la mañana siguiente, ya Aleksander no está en cama, por lo que intuyo que se ha ido al trabajo, como suele. Nada extraño, estos días además ha estado bastante ocupado con eso. Me voy al baño, entro a la ducha. Mientras el agua cae sobre mí, a mi mente llega de nuevo todo lo que ha pasado, me siento bastante afectada por todo lo que ha pasado así que más tiempo de lo habitual estoy en el baño, dejando que el agua caiga sobre cada poro de mi piel. La lucha es
Me le quedo mirando de lo bien que le queda traje. Estoy enamorada de ese pequeño que hace de mis días los mejores del mundo, y él lo sabe, está al tanto de que lo amo con todas mis fuerzas, ganas y con el corazón, aquí está él, en mi pecho. Es la razón de ese latir. Lo ha sido desde el momento en que vi esos ojos en los míos. Ahora nada puede borrar lo mucho que lo amo, y se lo expresó de la mejor manera posible. Su padre también lo hace. —Mírate, que guapo estás, chiquito. —beso la punta de su nariz, quiere hacer lo mismo conmigo y debo inclinarme para que me alcance. No deja de ser un niño de tres años solamente. —Gracias, mamá. —Te amo, cielo. Asiente y me dice que también lo hace, es la correspondencia más hermosa que podría recibir. Me derrito de solo escucharlo decir que me ama. No hay nada más sincero que esa expresión, sus palabras que me llegan al corazón en consecuencia, una sonrisa boba alcanza mis labios. Estoy perdidamente enamorada de ese bebé. Entonces cuando ya e
—¿Sí? —¿Es lo que vas a decir? Debes de saber por qué te estoy llamando, Luna. —expresa casi en un rugido. —No, bueno sí...—Sabes perfectamente que no puedes salir sin seguridad, es peligroso y eso tú lo sabes. No es menester que te lo repita varias veces. Vuelve a casa o pásame la dirección y enviaré a dos de mis hombres. —No volveré a casa, Alek. Así que te daré la dirección. —gruño. —Que esto no se vuelva a repetir, sabes que es un riesgo. No puedes andar por ahí como si nada. —Lo sé, lo siento mucho, Alek. —suspiro. —Bien, solo que no se vuelva a repetir. ¿de acuerdo? —me dice con un tono más dulce. —Sí, estaba aburrida en casa, así que he decidido venir con Matt al Brooklyn bridge park. Aquí estamos, Aleksander. —le informo, sé que tiene razón. —Bien, seguiré trabajando. Nunca dejes de andar con mil ojos. Te amo. —Y yo a ti. Nosotros a ti —corrijo viendo a nuestro hijo por el espejo retrovisor, no sabe que de él hablo. Pero siente que lo miro y voltea para conectar conm
—¿Sí? —¿Es lo que vas a decir? Debes de saber por qué te estoy llamando, Luna. —expresa casi en un rugido. —No, bueno sí...—Sabes perfectamente que no puedes salir sin seguridad, es peligroso y eso tú lo sabes. No es menester que te lo repita varias veces. Vuelve a casa o pásame la dirección y enviaré a dos de mis hombres. —No volveré a casa, Alek. Así que te daré la dirección. —gruño. —Que esto no se vuelva a repetir, sabes que es un riesgo. No puedes andar por ahí como si nada. —Lo sé, lo siento mucho, Alek. —suspiro. —Bien, solo que no se vuelva a repetir. ¿de acuerdo? —me dice con un tono más dulce. —Sí, estaba aburrida en casa, así que he decidido venir con Matt al Brooklyn bridge park. Aquí estamos, Aleksander. —le informo, sé que tiene razón. —Bien, seguiré trabajando. Nunca dejes de andar con mil ojos. Te amo. —Y yo a ti. Nosotros a ti —corrijo viendo a nuestro hijo por el espejo retrovisor, no sabe que de él hablo. Pero siente que lo miro y voltea para conectar conm
Me llevo la palma de la mano a la frente y suspiro. Tengo mucho por hacer, dios, y no tengo ánimos de nada. Aún así me obligo, hago un completo esfuerzo y ya me pongo en marcha con eso. Al poco tiempo ya estoy iniciando con todo y me acostumbro. De todos modos no tengo de otra. Pero en un momento, ya dejo de poner los dedos en ese teclado para sumirme en el recuerdo vigente de lo que genial pasado. Son otros instantes que dan calidez cuando el invierno me alcanza, aunque a veces no es suficiente y me quemo otra vez. Tomo una bocanada de aire antes de darle comienzo a la construcción de otro recuerdo nítido que vuelve de forma rápida a mi cabeza y me pone retrospectiva. Y se siente como un bálsamo tranquilizador en este momento pero aligera de alguna manera esa carga que siento en este instante y es que es grato poder vivir de nuevo un momento que ya pasó esos que suelen volverse recuerdos porque no todos pasan ha serlo, solo esos que son especiales y que te recuerdan cuando se asoma