Isla esperó hasta que el mesero se retiró para hablar.—Siempre supe que Gerardo era capaz de muchas cosas, pero lo que me acabas de contar está en otro nivel. Es muy peligroso.—No voy a dejar que nada te pase.—No soy yo quien me preocupa. Él sabe que intentarás hundirlo y no se va a quedar tranquilo. Quién sabe de lo que sea capaz de hacer para detenerte. —Descuida, todo estará bien.Isla quería creerle, pero después de ver el odio con el que Gerardo había mirado a Horatio, le asustaba que tratara de lastimarlo. Quería que Gerardo pagara por sus crímenes, pero no a costa de la seguridad de Horatio. Jamás podría perdonarse si algo le sucedía. Después de todo, había sido ella quien lo había metido en todo ese lío.Horatio tomó su mano y la levantó para darle un beso en el dorso.—Todo saldrá bien. Él pagará por sus crímenes y nosotros nos olvidaremos de su existencia.Soltó un suspiro. Esperaba que fuera cierto.El mesero regresó con sus pedidos en ese momento y cuando se marchó
Horatio vio el rostro de Isla llenarse de admiración, tan pronto entraron en el salón. El mismo, estaba asombrado, los organizadores del evento se habían superado ese año. Las ventanas que daban al exterior estaban completamente descubiertas y permitían admirar la ligera nieve que había comenzado a caer afuera algunas horas atrás. Pequeñas luces colgaban del techo y también caían por las paredes. Un enorme árbol de navidad ocupaba una de las esquinas.Se podía escuchar las risas y voces más elevadas de lo normal. Los niños estaban ubicados en el fondo muchos de ellos haciendo fila para hablar con Papa Noel.—Es hermoso —comentó Isla—. Y parece que todos lo están pasando bien. —Espera a que el ponche se les suba a la cabeza, esto se pondrá aún más alegre.Isla sonrió.—Supongo que sí.—Vamos por allá, puedo ver a mi padre.Ambos se abrieron pasos entre los asistentes. Algunos de ellos los saludaron al pasar y otros los detuvieron para hablarle de lo mucho que les gustaba la fiesta.E
Había una mujer frente al espejo retocándose el maquillaje cuando Isla salió del baño. Ella le dio una sonrisa e Isla le devolvió el gesto.—¿Trabajas para la constructora o viniste acompañando a alguien? —preguntó la mujer guardando su labial en su bolso.—Lo primero.—Oh, es un gusto. —La mujer le dio la mano—. Soy Amelia, mi esposo trabaja en el área de recursos humanos.—Por supuesto, sé de quién hablas. Por cierto, soy Isla.—Un placer. ¿Esta es la primera fiesta de navidad a la que asistes?—Sí. Solo llevó algunos meses en la constructora.—¿Es toda una cosa? ¿verdad? Los dueños se toman en serio las actividades de integración. Mis hijos aman esta época del año y es obvio por qué. —Amelia continuó hablando sin parar.Isla no se sentía cómoda interrumpiéndola y no le vio nada malo a escucharla un rato.—Lo siento —dijo Amelia—. Siempre me pierdo cuando empiezo a hablar. Seguro debes volver a la fiesta y yo también.—No te preocupes, me encantó hablar contigo.Las dos mujeres sali
Isla intentó, en vano, quedarse dormida, pero cada vez que cerraba los ojos lo único que podía ver era el rostro de Horatio.Las lágrimas se detuvieron en algún momento durante la madrugada y fue cuando comenzó a ir entre la vigilia y períodos cortos de sueño. Se despertó constantemente sobresaltada y buscando a Horatio a su lado.Cuando las primeras luces del día asomaron entre las cortinas, Isla no pudo permanecer más tiempo en cama. Tomó una ducha helada para despejar su mente y se vistió.Al parecer, no había sido la única que no pudo dormir. Escuchó voces procedentes de la cocina y cuando entró se encontró a Natalia y Leonardo sentados alrededor de la isla de cocina. Los dos detuvieron su conversación al darse cuenta de su presencia y le dieron una suave sonrisa.—¿Café? —preguntó Natalia mientras se levantaba.—Descuida, puedo servirme yo misma.—No te preocupes, yo me encargo. Toma asiento.—Gracias.—¿Tampoco pudiste dormir? —preguntó Leonardo.—No.—Entonces, necesitas esto t
—Rivera me envió los últimos informes sobre Lando ayer por la noche. Al parecer, durante las dos últimas semanas ha estado yendo a la misma casa con bastante frecuencia. Revisé las cuentas bancarias de Gerardo y no encontré ningún movimiento extraño en sus cuentas bancarias, pero las de Lando sí que han sufrido bastantes cambios. —¿Lando? —preguntó confundida—. ¿Qué tiene que ver el en esto? —Puede que él este ayudando a Cinzia. Lando ha estado frecuentando está casa casi por el mismo tiempo que ella lleva desaparecida. Es extraño porque es una casa de verano a la que él no suele ir mucho. Además, la seguridad es demasiada para ser una simple casa de verano. —¿Alguna señal de que Cinzia esté allí? —preguntó Angelo. —Ninguna, pero es nuestra mejor opción en este momento. —Podrías tener razón. —Angelo sacó su celular—. Reuniré a un grupo de hombres e iremos a investigar. Estaré en contacto. Angelo salió de la habitación. —Maldito imbécil, si descubro que está involucrado voy a mat
Horatio despertó bastante desorientado, en una habitación oscura.—¡Maldición! —gimió al sentir dolor en la parte de atrás de su cabeza. Intentó llevar una de las manos hasta allí, pero sus manos estaban sujetas detrás de su espalda, a lo que dedujo era una silla—. ¡¿Qué rayos?!Se tomó su tiempo para recordar lo que le había sucedido. El dolor incesante no le puso las cosas nada fáciles. Entonces, los recuerdos vinieron a él en un torrente de imágenes. Cinzia, la persecución y el golpe que había recibido justo antes de perder la conciencia.Se preguntó cuánto tiempo había pasado inconsciente y pensó en lo preocupada que debían estar Isla y toda su familia. Había sido un movimiento estúpido de su parte salir tras Cinzia por su cuenta, pero jamás habría imaginado que ella llegaría a secuestrarlo.Miró alrededor, sin lograr ver nada en realidad. Era imposible distinguir algo y eso le hacía imposible encontrar una salida. Así que intentó con otro enfoque. Quizás si podía liberar sus mano
Horatio se lavó las manos y salpicó agua en su rostro. Podía sentir sus músculos agarrotados y su mente algo confusa, quizás por los golpes que había recibido. No estaba, ni de cerca, preparado para escapar, pero no sabía si podría tener otra oportunidad. Se dio la vuelta y miró a Cinzia que seguía de pie en la puerta apuntándole con el arma. No era difícil deducir, por la manera como la agarraba, que no estaba familiarizada con una y eso era aún más peligroso. Ella podía dispararle por error. —Muchas gracias, ya me siento mucho mejor. —Le dio una sonrisa y avanzó hacia ella. Cinzia dio algunos pasos hacia atrás. —Sigues siendo preciosa —comentó sin dejar de mirarla—. Tal vez esto no esta tan mal. —¿Qué? —Las manos de Cinzia vacilaron y casi bajó el arma. —Sigo pensando que lo del secuestro fue demasiado y ni hablar de los golpes en la cabeza, pero comienzo a ver las cosas desde tu punto de vista. Las cosas entre nosotros eran perfectas, o al menos así lo creí, lamento los erro
Isla se sentía nerviosa, pero no se permitió alejar la mirada de la pantalla. El equipo de Angelo había logrado infiltrarse en la casa de Lando sin ningún contratiempo y parecía que aun nadie había detectado su presencia.Se habían detenido a unos metros de la casa, ocultos entre las sombras. Podía escuchar las esporádicas conversaciones entre los hombres, aunque la mayoría del tiempo solo usaban señas para comunicarse.Pese a que el lugar no estaba muy bien iluminado, podía ver todo lo que ocurría gracias a que las cámaras, que todos llevaban en las cabezas, estaban en modo nocturno. B Security tenía todo tipo de artefactos, la mayoría era tecnología de última generación.Los hombres de Angelo se dividieron en tres grupos diferentes y se dirigieron en dirección a la casa.Presenció como, uno a uno, se fueron deshaciendo de los guardias que patrullaban alrededor de la casa. Aún nadie se había dado cuenta de que estaban bajo ataque.—Cuatro menos —indicó Giovanni Vitale. Isla levant